Lesbianismo

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Concepto:La lesbianidad es la homosexualidad femenina

Lesbianismo ―más correctamente lesbianidad― es el término que se emplea en el idioma español para hacer referencia a la homosexualidad femenina, es decir, las mujeres que experimentan amor romántico o atracción sexual por otras mujeres.

La palabra «lesbiana» procede de la isla de Lesbos, donde vivió la poetisa griega Safo. Se utiliza para hacer referencia a una mujer homosexual que siente atracción sexual, física, emocional y sentimental únicamente hacia las mujeres.

La lesbianidad no es una enfermedad, así como tampoco lo es la homosexualidad masculina. Varias teorías de diverso origen tratan de explicar esta orientación sexual.

Características

La lesbianidad tiene más componentes afectivos que genitales. Las estadísticas indican que las relaciones homosexuales femeninas tienen mayor duración ―o sea, son más estables en el tiempo― que las relaciones homosexuales masculinas.

Sería justo aclarar una vez más que la homosexualidad femenina no es una enfermedad, así como tampoco lo es la homosexualidad masculina. En ambos casos se habla de un comportamiento, de un cambio de objeto sexual. El o la homosexual, en lugar de sentirse atraída por el sexo contrario, siente atracción por una persona del mismo género. Esto no está exento de problemas, sobre todo debido a la no aceptación social.

Adolescencia, admiración y tendencias

En la etapa de pubertad y adolescencia se presenta una crisis de identidad de género, donde el muchacho o la muchacha puede pensar que es homosexual porque le atrae el físico o los logros de un amigo de su mismo género.

Según los especialistas, en esa etapa es normal que ocurra esa confusión de género, pero si el joven o la muchacha son debidamente orientados y entienden que ella es producto de una admiración exagerada, más que un placer por el cuerpo o logros de alguien del mismo género, todo pasará sin complicaciones. La identidad del género se supera después de la adolescencia, por lo que durante casi toda su juventud el joven podrá tener esa duda respecto a su sexualidad. Es ahí donde los padres tienen un rol fundamental, de manera que los jóvenes, mujeres u hombres, acudan a un psicólogo para recibir apoyo. Ello, porque algunos se crean un sentimiento de culpa tan enorme que llegan a odiarse a sí mismos por ser «anormales», generado más por el entorno social que por el individuo en sí. Pues no hay nada «anormal» en ellos. Tan solo conforman parte de una minoría en cuanto al tema, y solo en cuanto a este, de la sexualidad propiamente dicha.
Mario Schauer, periodista hondureño de espectáculos[1]

Teorías

Respecto al origen de la homosexualidad femenina existen, al menos, dos posturas que son las más aceptadas hoy en día.

La primera se cree que se debe a un origen genético y aparece a muy corta edad, a nivel de los círculos o jardines infantiles, donde las niñas gustan de otras. La segunda es de origen freudiano, en la que la formación por grupos sociales, por la familia, crea a personas homosexuales. Según esta teoría se debe a la presencia de un padre fuerte (en cuanto a comportamiento, por supuesto) y a la poca valoración de la madre que comienza a ser considerada como alguien a quien no se debe imitar.

Esto hace que durante su crecimiento la lesbiana se identifique e imite al padre. En un comienzo se enamora de él y conforme crece se va identificando con la madre. Entonces tendrá los mismos gustos que ella, pero cuando el complejo de Electra (niña que enamora al padre) no es superado y no se identifica fundamentalmente con la madre, sino con el padre, buscará el mismo objeto de amor o sexual que este: otra mujer.

Censura por omisión

En la mayoría de las culturas, las lesbianas han sido consideradas como inexistentes, a diferencia de la homosexualidad masculina que, aunque no era tolerada, al menos sí era reconocida. Las mujeres han sido perseguidas por adúlteras y por prostitutas, pero en muy raras ocasiones por su orientación sexual. Pudiera afirmarse entonces que a las lesbianas las han marginado por omisión, precisamente. Bastaría uno de tantos ejemplos para ilustrarlo.

Uno pudiera ser al remitirse al siglo XIX, cuando se declaró ilegal la homosexualidad en Inglaterra. La lesbianidad escapó a tal prohibición porque la reina Victoria se negó a reconocer su existencia.

La gran desventaja de dicha «invisibilidad» fue el olvido de las necesidades de estas mujeres, que a lo largo de la historia han carecido de modelos de referencia para su estilo de vida. Y también que muy recientemente, alrededor de la década del 70 e impulsadas por el auge del movimiento gay, fue que mujeres con las mismas tendencias homosexuales decidieran unirse y hacer pública una realidad tan antigua como la humanidad misma, para reclamar sus derechos en una sociedad que las excluía.

Rasgos históricos y evolución

Podríamos especular que la lesbianidad existe desde que existe la humanidad. Es imposible determinar en qué momento preciso surgió la primera relación lésbica, pero ciertos documentos históricos nos permiten hacernos una idea de cómo ha ido evolucionando este tema. En el Código de Hammurabi, hacia el año 1770, aparece la salzikrum, una figura que caracteriza a una mujer-hombre que podía tener una o varias esposas y cuya denominación significa hija-varón.

En Grecia y en la antigua Roma la lesbianidad era aceptada con normalidad. En Roma, por ejemplo, existían baños públicos para mujeres que, a pesar de estar casadas, deseaban mantener contactos sexuales con otras mujeres. Estos baños contaban con las esclavas felatoras, que satisfacían sus deseos lésbicos. También existe constancia de bodas entre mujeres.

De la Edad Media solo se conocen contados casos de lesbianidad a través de los archivos eclesiásticos. Edad oscura para las letras y la verdad. En los textos se recopilan denuncias, condenas y sermones. San Ambrosio (340-397), calificó el deseo de unas mujeres por otras de acto lujurioso. San Crisóstomo lo calificó de vergonzoso. Siglos después, san Anselmo se refería a la relación sexual entre mujeres como un atentado contra la naturaleza y en el mismo sentido se pronunciaría Pedro Abelardo.

Santo Tomás de Aquino estableció como uno de los vicios contra natura la cópula entre hembra y hembra. Posteriormente muchos teólogos se basarían en Santo Tomás para condenar la lesbianidad como un pecado de lujuria. En diez siglos de documentación solo existe una docena de alusiones a la homosexualidad femenina y siempre están ligadas a la condena eclesiástica, la herejía o la brujería.

En América Latina se tiene constancia de la existencia de mujeres lesbianas en comunidades aborígenes a finales del siglo XVI; por ejemplo, las mujeres conocidas como «cacoaimbeguira» ejercían oficios de hombre, iban a la guerra y se relacionaban con otras mujeres que adoptaban el rol de esposa.

En los años 1920, la influencia de los errados estereotipos creados por los psicólogos hizo que se extendieran entre la población creencias absurdas acerca de las lesbianas. Así se desarrollaron campañas para prevenir la «enfermedad lésbica» entre las chicas jóvenes y se comenzó a asociar la lesbianidad con la marginación, la enfermedad, la perversión y el vicio. Ante ese tratamiento, muchas homosexuales se aceptaron a sí mismas como enfermas e intentaron rechazar sus emociones casándose o suicidándose.

Ya a finales del siglo XX y comienzos del XXI, los derechos de las mujeres lesbianas han ido avanzando gracias a iniciativas colectivas de reconocimiento como minoría y en pro de sus derechos; pero aún en muchas partes del mundo, y en ambientes poco culturizados de las sociedades desarrolladas, la lesbianidad continúa siendo motivo de escarnio público e incluso de desigualdad y reprobación por parte de las autoridades.

Fuentes