Diferencia entre revisiones de «Santa Clélia Barbieri»

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'''Santa Clelia Barbieri.''' Virgen que dedicó su vida a ayudar espiritualmente sobre todo a las niñas pobres y abandonadas, y para ello fundó la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores.
  
En [[Budrie]], ciudad de la [[Romagna]], [[Santa Clelia Barbieri]], virgen, que dedicó su vida a ayudar espiritualmente sobre todo a las niñas pobres y abandonadas, y para ello fundó la [[Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores]].
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==Síntesis biográfica==
  
==Inicios de su vida==
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Nació en [[Budrie]], diócesis de [[Bolonia]] ([[Italia]]), el [[13 de febrero]] de [[1847]], del piadoso matrimonio formado por José Barbieri y Jacinta Nanetti. Sus familiares se ganaban el pan con el trabajo de sus manos; la suma estrechez en que vivían era causa frecuente de enfermedades. Cuando Clélia tenía poco más de ocho años, su padre murió víctima de cólera.
  
Clélia nació en [[Budrie]], diócesis de [[Bolonia]] ([[Italia]]), el [[13 de febrero de 1847]], del piadoso matrimonio formado por José Barbieri y Jacinta Nanetti. Sus familiares se ganaban el pan con el trabajo de sus manos; la suma estrechez en que vivían era causa frecuente de enfermedades. Cuando Clélia tenía poco más de ocho años, su padre murió víctima de cólera.
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=== Trayectoria ===
 
 
==Labor desde pequeña==
 
  
 
Siendo muy pequeña, aprendió que su madre no sólo a coser e hilar, sino, por encima de todo, a amar a Dios y a vivir cristianamente. Con frecuencia le oían decir a su madre: “Háblame de [[Dios]]” o “¿qué debo hacer para ser santa?”. Acudía a menudo a la iglesia para rezar y estudiaba con ahínco el catecismo. Era de temperamento humilde y dulce y de gran entereza de ánimo. Cuando tejía a sueldo ponía todo su empeño en hacer bien el trabajo y, si su madre le apremiaba para que fuera más deprisa, respondía: “Madre, este trabajo nos lo pagan, por eso debemos hacerlo lo mejor posible”.
 
Siendo muy pequeña, aprendió que su madre no sólo a coser e hilar, sino, por encima de todo, a amar a Dios y a vivir cristianamente. Con frecuencia le oían decir a su madre: “Háblame de [[Dios]]” o “¿qué debo hacer para ser santa?”. Acudía a menudo a la iglesia para rezar y estudiaba con ahínco el catecismo. Era de temperamento humilde y dulce y de gran entereza de ánimo. Cuando tejía a sueldo ponía todo su empeño en hacer bien el trabajo y, si su madre le apremiaba para que fuera más deprisa, respondía: “Madre, este trabajo nos lo pagan, por eso debemos hacerlo lo mejor posible”.
  
 
Nutría su espíritu con piadosas lecturas, en especial con la Práctica del amor a [[Jesucristo]] de [[San Alfonso María de Ligorio]] y la Filotea de José Riva. Tuvo como director espiritual a don Cayetano Guidi, párroco de Le Budrie, quien con sus sabios consejos le ayudó a progresa en el amor a [[Dios]] y en el camino de perfección cristiana.
 
Nutría su espíritu con piadosas lecturas, en especial con la Práctica del amor a [[Jesucristo]] de [[San Alfonso María de Ligorio]] y la Filotea de José Riva. Tuvo como director espiritual a don Cayetano Guidi, párroco de Le Budrie, quien con sus sabios consejos le ayudó a progresa en el amor a [[Dios]] y en el camino de perfección cristiana.
 
==Dedicada a Dios==
 
  
 
Impulsada por aquel celoso sacerdote y movida por su generosidad, concibió el deseo de dedicarse por entero con otras jóvenes del lugar, se entregó con gran empeño a servir a los pobres y a enseñar el catecismo a los niños. Los domingos, después de haber asistido a la celebración de las Vísperas, solía reunirse con tres compañeras para hablar de [[Dios]]. Poco a poco aquellas jóvenes concibieron el proyecto de hacer vida en común “Somos tan pobres –acostumbraba a decir Clélia que en ningún instituto religioso nos admitirán. Decidámonos, pues, a hacer vida en común y a dedicarnos únicamente a [[Dios]] y al prójimo”.
 
Impulsada por aquel celoso sacerdote y movida por su generosidad, concibió el deseo de dedicarse por entero con otras jóvenes del lugar, se entregó con gran empeño a servir a los pobres y a enseñar el catecismo a los niños. Los domingos, después de haber asistido a la celebración de las Vísperas, solía reunirse con tres compañeras para hablar de [[Dios]]. Poco a poco aquellas jóvenes concibieron el proyecto de hacer vida en común “Somos tan pobres –acostumbraba a decir Clélia que en ningún instituto religioso nos admitirán. Decidámonos, pues, a hacer vida en común y a dedicarnos únicamente a [[Dios]] y al prójimo”.
  
Y así, el día [[1 de mayo de 1864]], las cuatro jóvenes, confiando solamente en Dios, se juntaron con una humilde morrada, llamada “la casa del maestro”, que dio lugar al Ritiro delle Budrie, que con razón es considerado como la cuna de la [[Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa]]. Su misión principal era atender a las niñas huérfanas o abandonadas por sus padres, a las que educaban cristianamente y las preparaban al ejercicio de una profesión.
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Y así, el día [[1 de mayo]] de [[1864]], las cuatro jóvenes, confiando solamente en Dios, se juntaron con una humilde morrada, llamada “la casa del maestro”, que dio lugar al Ritiro delle Budrie, que con razón es considerado como la cuna de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. Su misión principal era atender a las niñas huérfanas o abandonadas por sus padres, a las que educaban cristianamente y las preparaban al ejercicio de una profesión.
 
 
==Regla==
 
 
 
Poco después, mientras practicaban unos ejercicios espirituales, Clélia redactó una regla de vida comunitaria, basada completamente en la oración, el sacrificio, el trabajo y la caridad. Las hermanas eligieron como patronos de su pequeña comunidad a la [[Virgen de los Dolores]], cuyo culto los Siervos de María habían promovido en la diócesis de [[Bolonia]], y a [[San Francisco de Paula]], el más humilde de los humildes siervos de [[Dios]], cuya ayuda imploraban sobre todo en los momentos difíciles. Al frente del grupo el párroco Cayetano Guidi puso a Clélia, a la que [[Dios]] enriqueció con especiales carismas, como atestiguan el único escrito autógrafo que de ella poseemos: la carta a Jesús, mi dulce esposo.
 
  
==Enfermedad y muerte==
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Poco después, mientras practicaban unos ejercicios espirituales, redactó una regla de vida comunitaria, basada completamente en la oración, el sacrificio, el trabajo y la caridad. Las hermanas eligieron como patronos de su pequeña comunidad a la [[Virgen de los Dolores]], cuyo culto los Siervos de María habían promovido en la diócesis de [[Bolonia]], y a [[San Francisco de Paula]], el más humilde de los humildes siervos de [[Dios]], cuya ayuda imploraban sobre todo en los momentos difíciles. Al frente del grupo el párroco Cayetano Guidi puso a Clélia, a la que [[Dios]] enriqueció con especiales carismas, como atestiguan el único escrito autógrafo que de ella poseemos: la carta a Jesús, mi dulce esposo.
  
Entretanto, a medida que Clélia avanzaba animosamente por el camino de la santidad, aparecieron en su frágil cuerpo los primeros síntomas de la tuberculosis. Estuvo postrada en cama durante siete meses, al cabo de los cuales, concretamente el [[13 de julio de 1870]], dijo: “! Ánimo! Yo me voy al cielo, pero estaré siempre con vosotras y nunca os dejaré”. Después de estas palabras, que fueron las últimas, murió en el Señor. En el primer aniversario de su muerte, como si quisiera cumplir su promesa, habiéndose reunido las hermanas en su habitación para orar, se oyó, en respuesta a sus plegarias, una vez que todas ellas identificaron como la de Clelia.
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===Enfermedad y muerte===
  
==Familia religiosa==
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Entretanto, a medida que  avanzaba animosamente por el camino de la santidad, aparecieron en su frágil cuerpo los primeros síntomas de la [[tuberculosis]]. Estuvo postrada en cama durante siete meses, al cabo de los cuales, concretamente el [[13 de julio]] de [[1870]], dijo: “! Ánimo! Yo me voy al cielo, pero estaré siempre con vosotras y nunca os dejaré”. Después de estas palabras, que fueron las últimas, murió en el Señor.
  
Del pequeño grupo congregado en Le Budrie nació la familia religiosa de las [[Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa]]. El [[Papa Juan Pablo II]] canonizó a Clélia el [[9 de abril de 1989]]. Su cuerpo se venera en el oratorio de la primera casa de la Congregación.
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== Canonización ==
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El Papa [[Juan Pablo II]] la canonizó el [[9 de abril]] de [[1989]]. Su cuerpo se venera en el oratorio de la primera casa de la Congregación.
  
 
==Fuente==
 
==Fuente==
  
http://es.catholic.net/op/articulos/36498/clelia-barbieri-santa.html#modal
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[[Category:Santo_o_deidad]]
 
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Revisión del 14:48 4 ene 2019

Información sobre la plantilla
Santa Clélia Barbieri.jpg
Día celebración13 de julio
Fecha de canonización9 de abril de 1989 por el Papa Juan Pablo II
País o región de origenBolonia, Italia
Venerado enIglesia católica

Santa Clelia Barbieri. Virgen que dedicó su vida a ayudar espiritualmente sobre todo a las niñas pobres y abandonadas, y para ello fundó la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores.

Síntesis biográfica

Nació en Budrie, diócesis de Bolonia (Italia), el 13 de febrero de 1847, del piadoso matrimonio formado por José Barbieri y Jacinta Nanetti. Sus familiares se ganaban el pan con el trabajo de sus manos; la suma estrechez en que vivían era causa frecuente de enfermedades. Cuando Clélia tenía poco más de ocho años, su padre murió víctima de cólera.

Trayectoria

Siendo muy pequeña, aprendió que su madre no sólo a coser e hilar, sino, por encima de todo, a amar a Dios y a vivir cristianamente. Con frecuencia le oían decir a su madre: “Háblame de Dios” o “¿qué debo hacer para ser santa?”. Acudía a menudo a la iglesia para rezar y estudiaba con ahínco el catecismo. Era de temperamento humilde y dulce y de gran entereza de ánimo. Cuando tejía a sueldo ponía todo su empeño en hacer bien el trabajo y, si su madre le apremiaba para que fuera más deprisa, respondía: “Madre, este trabajo nos lo pagan, por eso debemos hacerlo lo mejor posible”.

Nutría su espíritu con piadosas lecturas, en especial con la Práctica del amor a Jesucristo de San Alfonso María de Ligorio y la Filotea de José Riva. Tuvo como director espiritual a don Cayetano Guidi, párroco de Le Budrie, quien con sus sabios consejos le ayudó a progresa en el amor a Dios y en el camino de perfección cristiana.

Impulsada por aquel celoso sacerdote y movida por su generosidad, concibió el deseo de dedicarse por entero con otras jóvenes del lugar, se entregó con gran empeño a servir a los pobres y a enseñar el catecismo a los niños. Los domingos, después de haber asistido a la celebración de las Vísperas, solía reunirse con tres compañeras para hablar de Dios. Poco a poco aquellas jóvenes concibieron el proyecto de hacer vida en común “Somos tan pobres –acostumbraba a decir Clélia que en ningún instituto religioso nos admitirán. Decidámonos, pues, a hacer vida en común y a dedicarnos únicamente a Dios y al prójimo”.

Y así, el día 1 de mayo de 1864, las cuatro jóvenes, confiando solamente en Dios, se juntaron con una humilde morrada, llamada “la casa del maestro”, que dio lugar al Ritiro delle Budrie, que con razón es considerado como la cuna de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen Dolorosa. Su misión principal era atender a las niñas huérfanas o abandonadas por sus padres, a las que educaban cristianamente y las preparaban al ejercicio de una profesión.

Poco después, mientras practicaban unos ejercicios espirituales, redactó una regla de vida comunitaria, basada completamente en la oración, el sacrificio, el trabajo y la caridad. Las hermanas eligieron como patronos de su pequeña comunidad a la Virgen de los Dolores, cuyo culto los Siervos de María habían promovido en la diócesis de Bolonia, y a San Francisco de Paula, el más humilde de los humildes siervos de Dios, cuya ayuda imploraban sobre todo en los momentos difíciles. Al frente del grupo el párroco Cayetano Guidi puso a Clélia, a la que Dios enriqueció con especiales carismas, como atestiguan el único escrito autógrafo que de ella poseemos: la carta a Jesús, mi dulce esposo.

Enfermedad y muerte

Entretanto, a medida que avanzaba animosamente por el camino de la santidad, aparecieron en su frágil cuerpo los primeros síntomas de la tuberculosis. Estuvo postrada en cama durante siete meses, al cabo de los cuales, concretamente el 13 de julio de 1870, dijo: “! Ánimo! Yo me voy al cielo, pero estaré siempre con vosotras y nunca os dejaré”. Después de estas palabras, que fueron las últimas, murió en el Señor.

Canonización

El Papa Juan Pablo II la canonizó el 9 de abril de 1989. Su cuerpo se venera en el oratorio de la primera casa de la Congregación.

Fuente