Diferencia entre revisiones de «Batalla de Cuernavilla»

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|comandante1 = [[Théoden]]<br />[[Éomer]]<br />[[Aragorn]]<br />[[Gandalf]]<br />[[Erkenbrand]]<br />[[Legolas]]<br />[[Gimli]]<br />[[Háma]]<br />[[Grimbold]]
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|comandante1   = [[Théoden]]<br />[[Éomer]]<br />[[Aragorn]]<br />[[Gandalf]]<br />[[Erkenbrand]]<br />[[Legolas]]<br />[[Gimli]]<br />[[Háma]]<br />[[Grimbold]]
 
|comandante2 = Jefe [[Uruk-hai]] de [[Saruman]]
 
|comandante2 = Jefe [[Uruk-hai]] de [[Saruman]]
 
|soldados1  = Unos 2000 defensores en el Abismo de Helm, y 2000 refuerzos comandados por Gandalf y Erkenbrand<br />Ucornos
 
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}}<div align="justify">La '''Batalla del Abismo de Helm''' es una batalla ficticia, perteneciente a la [[Guerra del Anillo]], que se narra en la novela [[El Señor de los Anillos]], del escritor británico [[J. R. R. Tolkien]]. En esta batalla se enfrentaron las fuerzas de [[Rohan]] y las de [[Isengard]]. Participaron también varios miembros de la Comunidad del Anillo y los ucornos.
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}}<div align="justify">La '''Batalla del Abismo de Helm''' es una batalla ficticia, perteneciente a la [[Guerra del Anillo]], que se narra en la novela [[El Señor de los Anillos]], del escritor británico [[J. R. R. Tolkien]]. En esta batalla se enfrentaron las fuerzas de [[Rohan]] y las de [[Isengard]].
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Batalla librada entre los días 3 y 4  de marzo del año 3019 de la  Tercera Edad entre los Rohirrim y las  huestes de Saruman en la fortaleza  de [[Cuernavilla]]. Participaron también varios miembros de la [[Comunidad del Anillo]] y los ucornos.
  
 
==Antecedentes y causas==
 
==Antecedentes y causas==
Batalla librada entre los días 3 y 4 de marzo del año 3019 de la Tercera Edad entre los Rohirrim y las huestes de Saruman en la fortaleza de Cuernavilla.  
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Cuentan  los sabios que por aquel entonces [[Saruman]] había iniciado la  conquista de [[Rohan]] tras la Primera Batalla de los Vados del Isen  (librada el 25 de febrero del 3019 [[Tercera Edad del Sol|T.E.]]), en la  que los [[Rohirrim]]  mantuvieron el control de los Vados y rechazaron  al enemigo, si bien el  coste de la batalla fue caro y amargo pues en  ella cayó [[Théodred]], el hijo del Rey [[Théoden]], y porque las pérdidas en vidas fueron muy cuantiosas. Erkenbrand asumió el mando del  Folde Oeste al enterarse de la muerte de [[Théodred]], y se apresuró a  enviar mensajeros a [[Edoras]],  que llegaron el 27 de febrero al  mediodía, para anunciar la mala nueva y  para pedir a Eomer que enviara  la ayuda que le fuera posible para  evitar la invasión de Rohan,  argumentando que la defensa de Edoras debía  hacerse en el Oeste y no  cuando la capital fuera sitiada.  
  
Cuentan los sabios que por aquel entonces Saruman había iniciado la conquista de Rohan tras la Primera Batalla de los Vados del Isen (librada el 25 de febrero del 3019 T.E.), en la que los Rohirrim mantuvieron el control de los Vados y rechazaron al enemigo, si bien el  coste de la batalla fue caro y amargo pues en ella cayó Théodred, el hijo del Rey Théoden, y porque las pérdidas en vidas fueron muy cuantiosas. Erkenbrand asumió el mando del Folde Oeste al enterarse de la muerte de Théodred, y se apresuró a enviar mensajeros a Edoras, que llegaron el 27 de febrero al mediodía, para anunciar la mala nueva y para pedir a Eomer que enviara la ayuda que le fuera posible para evitar la invasión de Rohan, argumentando que la defensa de Edoras debía hacerse en el Oeste y no cuando la capital fuera sitiada.  
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Sin embargo había en Edoras un enemigo encubierto dentro de palacio que se llamaba [[Gríma]],  y a quien todos, menos el Rey, llamaban [[Lengua de Serpiente]].  Gríma era el consejero personal del Rey Théoden, pero en realidad se  trataba  de un agente de Saruman cuya misión era la de desaconsejar al  Rey e  intentar debilitar su salud y enturbiar su mente para tenerlo  siempre bajo su control. Gríma por tanto aprovechó el laconismo del  consejo de  Erkenbrand para propiciar su política dilatoria que favorecía  claramente a [[Saruman]] ya que unas fuerzas dispersas eran más fáciles  de  aniquilar. Por este motivo Théoden retrasó la orden de enviar ayuda a  los Vados aun cuando se estaba a punto de sufrir una segunda invasión  en  los Vados del Isen  puesto que Gríma le aconsejaba que era más  prioritario defender Edoras que los Vados. Por causa de estos consejos  un terrible desastre se cernía sobre el reino y nadie parecía ser capaz  de hacer entrar en razón  al Rey Théoden.  
  
Sin embargo había en Edoras un enemigo encubierto dentro de palacio que se llamaba Gríma, y a quien todos, menos el Rey, llamaban Lengua de SerpienteGríma era el consejero personal del Rey Théoden, pero en realidad se  trataba de un agente de Saruman cuya misión era la de desaconsejar al Rey e intentar debilitar su salud y enturbiar su mente para tenerlo  siempre bajo su control. Gríma por tanto aprovechó el laconismo del  consejo de Erkenbrand para propiciar su política dilatoria que favorecía claramente a Saruman ya que unas fuerzas dispersas eran más fáciles de aniquilar. Por este motivo Théoden retrasó la orden de enviar ayuda a los Vados aun cuando se estaba a punto de sufrir una segunda invasión en  los Vados del Isen puesto que Gríma le aconsejaba que era más prioritario defender Edoras que los Vados. Por causa de estos consejos un terrible desastre se cernía sobre el reino y nadie parecía ser capaz de hacer entrar en razón al Rey Théoden.  
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No fue  hasta la llegada de Gandalf, acompañado por [[Aragorn]], [[Legolas]] y [[Gimli]],  a Edoras el 2 de marzo del 3019 T.E. que Théoden no entró en  razón. La  presencia de Gandalf y sus oportunos consejos tuvieron un  efecto rejuvenecedor en el viejo rey, y se dice que incluso muchas de  las arrugas de su cara, causadas por la tristeza y la desesperación,  desaparecieron conforme volvía de nuevo a sentir el ardor guerrero que  siempre le había caracterizado, y al ver el peligro en que se  encontraban y siguiendo el consejo de [[Gandalf]] decidió partir rápidamente a los Vados con todas las fuerzas que pudo reunir en ese momento. Gríma fue desenmascarado por Gandalf, que demostró que estaba  aliado con Saruman y que daba malos consejos a Théoden que podrían  haber provocado la caída de [[Rohan]] y por tanto fue expulsado de  Edoras.  
  
No fue hasta la llegada de Gandalf, acompañado por Aragorn, Legolas y Gimlia Edoras el 2 de marzo del 3019 T.E. que Théoden no entró en razón. La  presencia de Gandalf y sus oportunos consejos tuvieron un efecto  rejuvenecedor en el viejo rey, y se dice que incluso muchas de las arrugas de su cara, causadas por la tristeza y la desesperacióndesaparecieron conforme volvía de nuevo a sentir el ardor guerrero que  siempre le había caracterizado, y al ver el peligro en que se  encontraban y siguiendo el consejo de Gandalf decidió partir rápidamente a los Vados con todas las fuerzas que pudo reunir en ese momento. Gríma fue desenmascarado por Gandalf, que demostró que estaba aliado con Saruman y que daba malos consejos a Théoden que podrían haber provocado la caída de Rohan y por tanto fue expulsado de Edoras.  
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Por  tanto, al atardecer de ese mismo día un  nuevo Théoden, ya curado por Gandalf, se puso al frente de un ejército de más de mil lanzas y en  compañía de Éomer, y junto con GandalfAragorn, Legolas y Gimli, partió a toda prisa en  dirección a los Vados del Isen para ayudar a las fuerzas de [[Erkenbrand]]  que allí  intentaban contener al enemigo invasor. Por delante tenían una  marcha de unas cuarenta leguas, y aunque los corceles de Rohan eran rápidos resistentes también necesitaban descansar. Cuando cayó la noche  acamparon rodeados de centinelas, y sin encender ningún fuego para  no  llamar la atención de posibles espías se enviaron exploradores en  busca  de información. Sin embargo la noche transcurrió sin incidentes  poniéndose de nuevo en marcha nada más despuntar el día.  
  
Por  tanto, al atardecer de ese mismo día un nuevo Théoden, ya curado por  Gandalf, se puso al frente de un ejército de más de mil lanzas y en compañía de Éomer,  y junto con Gandalf, Aragorn, Legolas y Gimli, partió a toda prisa en  dirección a los Vados del Isen para ayudar a las fuerzas de Erkenbrand que allí intentaban contener al enemigo invasor. Por delante tenían una  marcha de unas cuarenta leguas, y aunque los corceles de Rohan eran  rápidos y resistentes también necesitaban descansar. Cuando cayó la noche acamparon rodeados de centinelas, y sin encender ningún fuego para no llamar la atención de posibles espías se enviaron exploradores en  busca de información. Sin embargo la noche transcurrió sin incidentes poniéndose de nuevo en marcha nada más despuntar el día.  
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Transcurría  el atardecer del segundo día (3 de marzo) de marcha cuando la  vanguardia del ejército avistó a lo lejos a un jinete que avanzaba al   galope hacia ellos. Se trataba de un mensajero que les anunció que el  día antes, el 2 de marzo, el ejército de Erkenbrand había sido derrotado  en los Vados por un enorme ejército venido de [[Isengard]], siendo dispersados sus soldados y Erkenbrand obligado a replegarse con los que  pudo reunir en la fortaleza del Abismo de Helm.  En ese instante Gandalf le dijo a Théoden que ya no acudiera a los Vados pues ya no había nada  que pudiera hacerse alli y que en su lugar  se dirigiera a toda prisa al [[Abismo de Helm]]. Tras este consejo Gandalf se despidió de todos partió como un rayo montado en [[Sombragrís]], anunciándoles que se volverían a ver en la Puerta de Helm.  A dónde partió Gandalf nadie lo  supo en ese momento, pero su decisión de marchar fue fundamental como más tarde podremos comprobar.  
  
Transcurría el atardecer del segundo día (3 de marzo) de marcha cuando la  vanguardia del ejército avistó a lo lejos a un jinete que avanzaba al  galope hacia ellos. Se trataba de un mensajero que les anunció que el  día antes, el 2 de marzo, el ejército de Erkenbrand había sido derrotado en los Vados por un enorme ejército venido de Isengard, siendo dispersados sus soldados y Erkenbrand obligado a replegarse con los que pudo reunir en la fortaleza del Abismo de Helm.  En ese instante Gandalf le dijo a Théoden que ya no acudiera a los  Vados pues ya no había nada que pudiera hacerse alli y que en su lugar  se dirigiera a toda prisa al Abismo de Helm. Tras este consejo Gandalf se despidió de todos y partió como un rayo montado en Sombragrís, anunciándoles que se volverían a ver en la Puerta de Helm. A dónde partió Gandalf nadie lo supo en ese momento, pero su decisión de marchar fue fundamental como más tarde podremos comprobar.  
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El ejército por tanto  se desvió de su camino y se dirigió al sur a toda  prisa. Cayó la noche y seguían cabalgando pues de su pronta llegada al  Abismo dependía el  destino de Rohan. Algunas millas más allá había una  hondonada ancha y  verde en las montañas, y desde allí se abría paso un desfiladero en las  montañas al que los habitantes de la zona llamaban el  Abismo de Helm,  en recuerdo del antiguo rey que tuvo allí su refugio.  Desde el norte serpeaba cada vez más escarpado y angosto, y se dejaba de ver a la  sombra del Thirhyrne, dos imponentes torres que se levantaban a  uno y  otro lado, tan altas que impedían el paso de la luz. En la Puerta  de  Helm, ante la entrada del Abismo, la elevación más al norte se  prolongaba en un espolón de dura roca, llamado el Peñón, y sobre este  espolón se alzaban unos altos muros de piedra que rodeaban una gran  torre. Esta era la llamada fortaleza de Cuernavilla, porque los ecos de  las trompetas que sonaban en la torre resonaban más aún en el Abismo, y  daba la impresión de que un gran ejército iba a surgir desde su   interior. Desde Cuernavilla se extendía una muralla hasta el espolón más  al sur para cerrar la entrada al desfiladero. La muralla, llamada Muro  del Bajo, acababa en una torre, denominada como Torre del Muro. A su  través corría la Corriente del Bajo, que atravesaba la muralla y fluía  por una garganta que descendía en pendiente desde la Puerta hasta la  Empalizada de Helm, para más adelante caer en el llamado Valle del Bajo y penetrar en el Valle del Folde Oeste.  
  
El ejército por tanto se desvió de su camino y se dirigió al sur a toda prisa. Cayó la noche y seguían cabalgando pues de su pronta llegada al Abismo dependía el destino de Rohan. Algunas millas más allá había una hondonada ancha y verde en las montañas, y desde allí se abría paso un  desfiladero en las montañas al que los habitantes de la zona llamaban el Abismo de Helm, en recuerdo del antiguo rey que tuvo allí su refugioDesde el norte serpeaba cada vez más escarpado y angosto, y se dejaba de  ver a la sombra del Thirhyrne, dos imponentes torres que se levantaban a  uno y otro lado, tan altas que impedían el paso de la luz. En la Puerta  de Helm, ante la entrada del Abismo, la elevación más al norte se prolongaba en un espolón de dura roca, llamado el Peñón, y sobre este espolón se alzaban unos altos muros de piedra que rodeaban una gran torre. Esta era la llamada fortaleza de Cuernavilla, porque los ecos de  las trompetas que sonaban en la torre resonaban más aún en el Abismo, y daba la impresión de que un gran ejército iba a surgir desde su interior. Desde Cuernavilla se extendía una muralla hasta el espolón más  al sur para cerrar la entrada al desfiladero. La muralla, llamada Muro del Bajo, acababa en una torre, denominada como Torre del Muro. A su través corría la Corriente del Bajo, que atravesaba la muralla y fluía por una garganta que descendía en pendiente desde la Puerta hasta la Empalizada de Helm, para más adelante caer en el llamado Valle del Bajo y penetrar en el Valle del Folde Oeste.  
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Los  Jinetes estaban aún en la hondonada de entrada al Valle del Bajo, que  precedía a  la Empalizada de Helm, cuando los exploradores volvieron para  anunciar que Orcos montados en lobos ocupaban el valle y que una gran hueste de  Orcos y hombres  salvajes avanzaban desde los Vados en dirección al  Abismo de Helm. El ejército de los [[Rohirrim]] prosiguió con su avance hacia el Abismo con la  esperanza de poder abrirse paso entre las líneas enemigas antes de que  fuera demasiado tarde, y se dice que  cuando habían atravesado un buen trecho del Valle del Bajo se volvieron a mirar hacia atrás y contemplaron una infinidad de antorchas que  anunciaban la presencia de  un gran ejército que les seguía muy de  cerca.  
  
Los  Jinetes estaban aún en la hondonada de entrada al Valle del Bajo, que  precedía a la Empalizada de Helm, cuando los exploradores volvieron para anunciar que Orcos montados en lobos ocupaban el valle y que una gran hueste de Orcos y hombres  salvajes avanzaban desde los Vados en dirección al Abismo de Helm. El ejército de los Rohirrim prosiguió con su avance hacia el Abismo con la  esperanza de poder abrirse paso entre las líneas enemigas antes de que  fuera demasiado tarde, y se dice que cuando habían atravesado un buen trecho del Valle del Bajo se volvieron a mirar hacia atrás y contemplaron una infinidad de antorchas que anunciaban la presencia de un gran ejército que les seguía muy de cerca.  
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Los Jinetes por  fin llegaron al foso de la Empalizada de Helm que marcaba la primera  línea defensiva de Cuernavilla, y allí se enteraron con júbilo de que  Erkenbrand había  dejado a unos mil hombres custodiando la fortalezapero sin embargo  nadie sabía dónde podía estar el Señor del Folde Oeste  ya que desde su  derrota en los Vados no tenían noticias de él. El Rey y  sus Jinetes  prosiguieron la marcha y atravesaron las puertas de  Cuernavilla, siendo  recibidos con gran júbilo y renovadas esperanzas por  los que allí se  encontraban ya que ahora tenían hombres suficientes  para defender la  fortaleza. Por tanto, y sin perder tiempo, se  dispusieron a distribuir a los hombres para preparar la defensa del  Abismo, donde además se  concentraban las tres cuartas partes de la  población del Folde Oeste  que se refugiaron en Aglarond,  las cavernas que seguían al Abismo de Helm. Théoden y su séquito se  quedaron en Cuernavilla, junto a algunos de los hombres del Folde Oeste,  y Eomer dispuso a sus fuerzas sobre el Muro del Bajo y en la Torre del Muro, y también por detrás, pues en  esta zona parecía más vulnerable la  defensa en caso de un ataque en masa. También se dispuso a algunos guardias para que custodiaran los caballos, que se guardaron en el Abismo.  
  
Los Jinetes por fin llegaron al foso de la Empalizada de Helm que marcaba la primera línea defensiva de Cuernavilla, y allí se enteraron con júbilo de que  Erkenbrand había dejado a unos mil hombres custodiando la fortaleza, pero sin embargo nadie sabía dónde podía estar el Señor del Folde Oeste  ya que desde su derrota en los Vados no tenían noticias de él. El Rey y  sus Jinetes prosiguieron la marcha y atravesaron las puertas de Cuernavilla, siendo recibidos con gran júbilo y renovadas esperanzas por  los que allí se encontraban ya que ahora tenían hombres suficientes  para defender la fortaleza. Por tanto, y sin perder tiempo, se  dispusieron a distribuir a los hombres para preparar la defensa del Abismo, donde además se concentraban las tres cuartas partes de la población del Folde Oeste que se refugiaron en Aglarond,  las cavernas que seguían al Abismo de Helm. Théoden y su séquito se  quedaron en Cuernavilla, junto a algunos de los hombres del Folde Oeste,  y Eomer dispuso a sus fuerzas sobre el Muro del Bajo y en la Torre del  Muro, y también por detrás, pues en esta zona parecía más vulnerable la  defensa en caso de un ataque en masa. También se dispuso a algunos  guardias para que custodiaran los caballos, que se guardaron en el Abismo.  
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Y así fue como, aprovechando la noche, las huestes de Saruman se lanzaron a un feroz ataque, comenzando la Batalla de Cuernavilla.
  
Y así fue como, aprovechando la noche, las huestes de Saruman se lanzaron  a un feroz ataque, comenzando la Batalla de Cuernavilla.
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==Sucesos==
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El ejército de Saruman basaba su ataque en su superioridad numérica ya  que entre hombres y orcos sumaban al menos una fuerza de diez mil  combatientes. El primer ataque fue dirigido contra la Empalizada, y los  hombres del Folde Oeste que estaban en la retaguardia castigaron  duramente al enemigo lanzándoles muchas flechas, pero éstas se acabaron y  se vieron obligados a huir al galope hacia la rampa de Cuernavilla.  Pasaba la medianoche y los relámpagos iluminaban el cielo cuando una  marea de enemigos asaltó la Empalizada escalándola y atravesó el Foso,   acercándose rápidamente a la fortaleza de Cuernavilla. Con el sonido del  trueno llegó la lluvia, y cientos de formas sombrías y terroríficas  continuaban saltando la Empalizada y atravesando el Foso, acercándose  más y más a los muros de la fortaleza. Desde los muros de Cuernavilla  nadie respondió a las flechas enemigas y los atacantes se detuvieron  desconcertados, sin embargo los Orcos prorrumpieron en gritos y lanzaron  una nueva lluvia de flechas sobre las murallas y se lanzaron contra el  Muro del Bajo y contra la Explanada subiendo por la rampa que llevaba a  las Puertas de Cuernavilla. Fue entonces cuando se produjo la  respuesta  de los sitiados y una nube de flechas y pedruscos fueron  lanzados sobre  el enemigo, que fue sorprendido por la violencia y la  contundencia del  ataque, provocando una primera retirada. Pero la  retirada iba a durar  poco, ya que se volvieron a reunir para atacar de  nuevo con más  contundecia. Fuera de la fortaleza resonaban las  trompetas, y una horda  se adelantó de entre la marea de atacantes  portando los escudos en alto y  empujando entre ellos dos enormes  troncos para intentar derribar la  puerta de la fortaleza. Tras ellos  los arqueros orcos lanzaron una  lluvia de flechas contra los defensores  de los muros, permitiendo que  los atacantes comenzaran el derribo de  las puertas de Cuernavilla. Se  dice que por cada orco que caía muerto  otros dos ocu
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paban su lugar y que a cada
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embestida de los  arietes la puerta cedía más y más. Ante la  desesperada situación  Aragorn y Éomer, acompañados por un grupo de  valientes guerreros,  fueron desde el Muro del Bajo y subieron al patio  exterior en lo alto  del Peñón, y saliendo por sorpresa por una pequeña  poterna situada en  un sinuoso y estrecho camino al oeste de la puerta  principal lanzaron  un furioso ataque contra los enemigos que portaban  los arietes,  abatiendo a los que osaban resistirse a ellos y arrojando  al resto de  los que se encontraban en el Peñón. Aragorn se dio cuenta de  que la  puerta estaba gravemente dañada, pero no podían quedarse allí  puesto  que nuevos enemigos corrían a reemplazar a los que fueron  abatidos, y  por tanto se retiraban hacia la poterna cuando unos diez o  doce orcos,  que habían fingido estar muertos, se levantaron y les  atacaron por las  espaldas. Pero en ese momento hizo su aparición Gimli,  que con su  inigualable manejo del hacha decapitó a dos de ellos,  haciendo que los  demás huyeran atemorizados. Tras regresar a Cuernavilla a través de la  pequeña poterna, amontonaron piedras e hicieron una  barricada en la  maltrecha puerta principal de la fortaleza.  
  
==Sucesos==
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Las  nubes comenzaron a dispersarse y el campo de batalla fue iluminado por una luna clara y luminosa, pero esta luz trajo la desolación a los  Jinetes pues vieron como nuevas fuerzas llegaban del valle y cruzaban el  foso en un reguero que parecía no tener fin. Tras el ataque al Peñón la   embestida contra las puertas se acrecentó más aún. Las huestes de   Saruman se estrellaban contra el Muro del Bajo como las olas contra las   piedras, y los Orcos y los Montañeses lanzaban escalas y cuerdas a los  parapetos con tanta rapidez que los defensores no daban abasto para  arrancarlas. Legiones de Orcos trepaban por ellas, y daba igual que  cayeran pues otros corrían a reemplazarlos en una furia desmedida. Se  dice que a los pies de las murallas se apilaban montañas de enemigos  caídos de las murallas, pero esto no desanimaba a los atacantes que,  como una negra marea, no cejaban en su intento de tomar el Muro del  Bajo. Los Jinetes empezaban a notar el cansancio y habían agotado todas  las flechas y lanzas cuando un gran griterío se alzó desde el Abismo.  Los Orcos se habían arrastrado con sigilo por debajo del canal que  atravesaba el Muro del Bajo y se disponían a atacar a los Jinetes que  estaban en lo alto del muro. Entonces [[Gamelin]], [[Legolas]] [[Gimli]], junto con muchos Jinetes, atacaron con gran furia a los  Orcos, que fueron abatidos y arrojados por el precipicio que se abría  frente a los guardias de las cavernas de Aglarond, pues muchos Orcos intentaron atacar a los guardias que custodiaban las cavernas y a los  caballos. Tras esta incursión se decidió taponar el canal por donde  transcurría la Corriente del Bajo, tarea que fue supervisada y dirigida  por Gimli, con el objeto de evitar que el enemigo les volviera a   sorprender por allí.  
El ejército de Saruman basaba su ataque en su superioridad numérica ya que entre hombres y orcos sumaban al menos una fuerza de diez mil  combatientes. El primer ataque fue dirigido contra la Empalizada, y los hombres del Folde Oeste que estaban en la retaguardia castigaron duramente al enemigo lanzándoles muchas flechas, pero éstas se acabaron y se vieron obligados a huir al galope hacia la rampa de Cuernavilla.  Pasaba la medianoche y los relámpagos iluminaban el cielo cuando una marea de enemigos asaltó la Empalizada escalándola y atravesó el Foso, acercándose rápidamente a la fortaleza de Cuernavilla. Con el sonido del  trueno llegó la lluvia, y cientos de formas sombrías y terroríficas  continuaban saltando la Empalizada y atravesando el Foso, acercándose  más y más a los muros de la fortaleza. Desde los muros de Cuernavilla  nadie respondió a las flechas enemigas y los atacantes se detuvieron  desconcertados, sin embargo los Orcos prorrumpieron en gritos y lanzaron  una nueva lluvia de flechas sobre las murallas y se lanzaron contra el Muro del Bajo y contra la Explanada subiendo por la rampa que llevaba a  las Puertas de Cuernavilla. Fue entonces cuando se produjo la respuesta  de los sitiados y una nube de flechas y pedruscos fueron lanzados sobre  el enemigo, que fue sorprendido por la violencia y la contundencia del  ataque, provocando una primera retirada. Pero la retirada iba a durar  poco, ya que se volvieron a reunir para atacar de nuevo con más  contundecia. Fuera de la fortaleza resonaban las trompetas, y una horda  se adelantó de entre la marea de atacantes portando los escudos en alto y  empujando entre ellos dos enormes troncos para intentar derribar la  puerta de la fortaleza. Tras ellos los arqueros orcos lanzaron una  lluvia de flechas contra los defensores de los muros, permitiendo que  los atacantes comenzaran el derribo de las puertas de Cuernavilla. Se  dice que por cada orco que caía muerto otros dos ocupaban su lugar y que  a cada
 
embestida de los arietes la puerta cedía más y más. Ante la  desesperada situación Aragorn y Éomer, acompañados por un grupo de  valientes guerreros, fueron desde el Muro del Bajo y subieron al patio  exterior en lo alto del Peñón, y saliendo por sorpresa por una pequeña poterna situada en un sinuoso y estrecho camino al oeste de la puerta principal lanzaron un furioso ataque contra los enemigos que portaban los arietes, abatiendo a los que osaban resistirse a ellos y arrojando al resto de los que se encontraban en el Peñón. Aragorn se dio cuenta de  que la puerta estaba gravemente dañada, pero no podían quedarse allí puesto que nuevos enemigos corrían a reemplazar a los que fueron abatidos, y por tanto se retiraban hacia la poterna cuando unos diez o  doce orcos, que habían fingido estar muertos, se levantaron y les  atacaron por las espaldas. Pero en ese momento hizo su aparición Gimli, que con su inigualable manejo del hacha decapitó a dos de ellos,  haciendo que los demás huyeran atemorizados. Tras regresar a Cuernavilla  a través de la pequeña poterna, amontonaron piedras e hicieron una  barricada en la maltrecha puerta principal de la fortaleza.  
 
  
Las nubes comenzaron a dispersarse y el campo de batalla fue iluminado por una luna clara y luminosa, pero esta luz trajo la desolación a los Jinetes pues vieron como nuevas fuerzas llegaban del valle y cruzaban el foso en un reguero que parecía no tener fin. Tras el ataque al Peñón la embestida contra las puertas se acrecentó más aún. Las huestes de  Saruman se estrellaban contra el Muro del Bajo como las olas contra las piedras, y los Orcos y los Montañeses lanzaban escalas y cuerdas a los parapetos con tanta rapidez que los defensores no daban abasto para arrancarlas. Legiones de Orcos trepaban por ellas, y daba igual que  cayeran pues otros corrían a reemplazarlos en una furia desmedida. Se dice que a los pies de las murallas se apilaban montañas de enemigos  caídos de las murallas, pero esto no desanimaba a los atacantes que,  como una negra marea, no cejaban en su intento de tomar el Muro del  Bajo. Los Jinetes empezaban a notar el cansancio y habían agotado todas  las flechas y lanzas cuando un gran griterío se alzó desde el Abismo. Los Orcos se habían arrastrado con sigilo por debajo del canal que  atravesaba el Muro del Bajo y se disponían a atacar a los Jinetes que  estaban en lo alto del muro. Entonces Gamelin,  Legolas y Gimli, junto con muchos Jinetes, atacaron con gran furia a  los Orcos, que fueron abatidos y arrojados por el precipicio que se  abría frente a los guardias de las cavernas de Aglarond, pues muchos  Orcos intentaron atacar a los guardias que custodiaban las cavernas y a  los caballos. Tras esta incursión se decidió taponar el canal por donde  transcurría la Corriente del Bajo, tarea que fue supervisada y dirigida  por Gimli, con el objeto de evitar que el enemigo les volviera a  sorprender por allí.  
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Mientras, Cuernavilla seguía inexpugnable. Sus puertas estaban derribadas, pero por ahora ningún  enemigo se había  atrevido a traspasar la barricada que cerraba la entrada a la fortaleza. De repente resonaron de nuevo las trompetas y  en seguida hubo un  estallido atronador, una gran llamarada y mucho  humo. Las aguas de la Corriente del Bajo se desbordaron pues un gran  boquete se había abierto en el muro, por donde una horda de enemigos prorrumpió con grandes gritos. El enemigo lanzó un doble ataque, Orcos que trepaban las  murallas atacaron desde arriba, y las huestes que  estaban en tierra se lanzaron por la abertura que el fuego de Orthanc  había provocado. Todo estaba perdido, la situación era desesperada y  los Jinetes retrocedían a los Abismos y a la fortaleza mientras se  batían en rápida retirada. Aragorn junto con Legolas y muchos otros  lograron refugiarse en Cuernavilla, junto con el Rey y su guardia,  mientras que Éomer y Gimli retrocedieron luchando a través del Abismo   hasta refugiarse en Aglarond. El enemigo se había apoderado del Muro del   Bajo y habían barrido a los defensores, pero muchos habían logrado  refugiarse en la fortaleza del Peñón y en las cavernas de Aglarond, más  allá del Abismo.  
  
Mientras, Cuernavilla seguía inexpugnableSus puertas estaban derribadas, pero por ahora ningún enemigo se había  atrevido a traspasar la barricada que cerraba la entrada a la fortalezaDe repente resonaron de nuevo las trompetas y en seguida hubo un  estallido atronador, una gran llamarada y mucho humo. Las aguas de la Corriente del Bajo se desbordaron pues un gran boquete se había abierto en el muro, por donde una horda de enemigos prorrumpió con grandes gritos. El enemigo lanzó un doble ataque, Orcos que trepaban las murallas atacaron desde arriba, y las huestes que estaban en tierra se lanzaron por la abertura que el fuego de Orthanc había provocado. Todo estaba perdido, la situación era desesperada y los Jinetes retrocedían a los Abismos y a la fortaleza mientras se  batían en rápida retirada. Aragorn junto con Legolas y muchos otros lograron refugiarse en Cuernavilla, junto con el Rey y su guardia, mientras que Éomer y Gimli retrocedieron luchando a través del Abismo hasta refugiarse en Aglarond. El enemigo se había apoderado del Muro del  Bajo y habían barrido a los defensores, pero muchos habían logrado refugiarse en la fortaleza del Peñón y en las cavernas de Aglarond, más allá del Abismo.  
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La pesadumbre se apoderó de los  sitiadosCuernavilla nunca había sido tomada, pero todo apuntaba a que esta vez  sí lo iba a ser. Théoden estaba abrumado pues sabía que tarde  o temprano las enormes huestes de Saruman lograrían la victoria, y por  tanto  decidió que moriría luchando antes que quedarse encerrado en un  asedio  sin esperanza alguna de salvación. Por tanto decidió que al  amanecer se  haría sonar el cuerno de Helm y que partiría montando su  caballo Crinblanca en compañía de su guardia, cuyos caballos se  guardaban en el patio  interior de Cuernavilla, para presentar una última batalla al enemigo y  así morir dignamente y con valentía. Y así  fue como al llegar el alba del día siguiente hubo un rugido un una intensa llamarada. La bóveda de la puerta de Cuernavilla se desmoronaba y la barricada era destruida. Los Orcos daban grandes gritos y se  arremolinaban en sus cercanías para  lanzar el ataque definitivo cuando  sonó del gran cuerno de Helm en lo  alto de la torre. Súbito e intenso  se elevó su sonido, sus ecos resonaban en el Abismo que devolvía su sonido como si otros cuernos  fueran soplados en respuesta, y los Orcos se estremecieron al oír los  sonidos de lo que creían era un gran ejército que acudía a la batalla.  
  
La pesadumbre se apoderó de los sitiados.  Cuernavilla nunca había sido tomada, pero todo apuntaba a que esta vez  sí lo iba a ser. Théoden estaba abrumado pues sabía que tarde o temprano  las enormes huestes de Saruman lograrían la victoria, y por tanto  decidió que moriría luchando antes que quedarse encerrado en un asedio  sin esperanza alguna de salvación. Por tanto decidió que al amanecer se  haría sonar el cuerno de Helm y que partiría montando su caballo Crinblanca  en compañía de su guardia, cuyos caballos se guardaban en el patio  interior de Cuernavilla, para presentar una última batalla al enemigo y  así morir dignamente y con valentía. Y así fue como al llegar el alba  del día siguiente hubo un rugido un una intensa llamarada. La bóveda de  la puerta de Cuernavilla se desmoronaba y la barricada era destruida.  Los Orcos daban grandes gritos y se arremolinaban en sus cercanías para  lanzar el ataque definitivo cuando sonó del gran cuerno de Helm en lo  alto de la torre. Súbito e intenso se elevó su sonido, sus ecos  resonaban en el Abismo que devolvía su sonido como si otros cuernos  fueran soplados en respuesta, y los Orcos se estremecieron al oír los  sonidos de lo que creían era un gran ejército que acudía a la batalla.  Un gran grito fue entonado por los Jinetes, “¡Helm! ¡Helm! ¡Helm ha  despertado y retorna a la guerra! ¡Helm ayuda al Rey Théoden!” y en  medio de este clamor apareció el rey montado en su caballo, y a su  derecha estaba Aragorn y tras ellos cabalgaban los Señores de la Casa de  Eorl  el Joven, y la luz del día iluminó los cielos. ¡”Adelante, Eorlingas”!,  gritó Théoden, y tras este llamamiento los Jinetes se lanzaron al  ataque arrasando a las huestes de Isengard osaban cruzarse en su camino.  Por detrás de ellos llegaban los hombres que se habían refugiado en las  cavernas y se sumaron al ataque en una marea incontenible ante la cual  los Orcos y los Hombres malvados corrían desesperados en dirección al  valle.  
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Un gran grito fue entonado por los Jinetes, “¡Helm! ¡Helm! ¡Helm ha  despertado y retorna a la guerra! ¡Helm ayuda al Rey Théoden!” y en  medio de este clamor apareció el rey montado en su caballo, y a su  derecha estaba Aragorn y tras ellos cabalgaban los Señores de la Casa de  Eorl  el Joven, y la luz del día iluminó los cielos. ¡”Adelante, Eorlingas”!,  gritó Théoden, y tras este llamamiento los Jinetes se lanzaron al  ataque arrasando a las huestes de Isengard osaban cruzarse en su camino.  Por detrás de ellos llegaban los hombres que se habían refugiado en las  cavernas y se sumaron al ataque en una marea incontenible ante la cual  los Orcos y los Hombres malvados corrían desesperados en dirección al  valle.  
  
Théoden partió por tanto de la Puerta de Helm y se abrió  paso entre los enemigos hasta llegar a la Empalizada, y entonces  observaron algo muy extraño, pues donde antes había un valle verde ahora  había un bosque. Hileras de árboles silenciosos y oscuros ocupaban toda  la depresión del valle, y bajo sus ramas todo era oscuridad. A un  cuarto de milla de la Empalizada se extendía este misterioso bosque, y  allí se concentraban las desconcertadas huestes de Saruman, que  intentaban escapar aterrorizadas tanto por el súbito ataque del rey como  por la aparición de tan amenazante bosque. Los enemigos intentaban  escapar por las paredes del valle, pero en el este las laderas eran  demasiado escarpadas para ser escaladas, y cuando intentaron escapar por  el oeste sucedió algo inesperado. Porque de improviso apareció en una  cima un jinete vestido de blanco que resplandecía con la luz del sol, y  en las colinas resonaron los cuernos, apareciendo un millar de hombres a  pie que se lanzaron corriendo colina abajo, y entre ellos estaba Erkenbrand, que hizo resoplar con todas sus fuerzas un gran cuerno negro. Gandalf había vuelto tal y como prometió, y con él traía a Erkenbrand junto con todos los hombres que pudo reunir en el Folde Oeste y los que huyeron de la batalla de los Vados, pues en realidad eran más  los que se habían dispersado que los que habían muerto en las batallas  de los Vados. Las huestes de Isengard gritaban desesperadas y desde la  torre sonó de nuevo el cuerno de Helm. La compañía del Rey se lanzó en  una furiosa carga a través del foso de la Empalizada y los hombres de  Erkenbrand, junto con Gandalf, cargaban colina abajo contra los enemigos  que intentaban huir del valle.  
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Théoden partió por tanto de la Puerta de Helm y se abrió  paso entre los enemigos hasta llegar a la Empalizada, y entonces  observaron algo muy extraño, pues donde antes había un valle verde ahora  había un bosque. Hileras de árboles silenciosos y oscuros ocupaban toda  la depresión del valle, y bajo sus ramas todo era oscuridad. A un  cuarto de milla de la Empalizada se extendía este misterioso bosque, y  allí se concentraban las desconcertadas huestes de Saruman, que  intentaban escapar aterrorizadas tanto por el súbito ataque del rey como  por la aparición de tan amenazante bosque. Los enemigos intentaban  escapar por las paredes del valle, pero en el este las laderas eran  demasiado escarpadas para ser escaladas, y cuando intentaron escapar por  el oeste sucedió algo inesperado. Porque de improviso apareció en una  cima un jinete vestido de blanco que resplandecía con la luz del sol, y  en las colinas resonaron los cuernos, apareciendo un millar de hombres a  pie que se lanzaron corriendo colina abajo, y entre ellos estaba   Erkenbrand, que hizo resoplar con todas sus fuerzas un gran cuerno   negro. Gandalf había vuelto tal y como prometió, y con él traía a   Erkenbrand junto con todos los hombres que pudo reunir en el Folde Oeste   y los que huyeron de la batalla de los Vados, pues en realidad eran más  los que se habían dispersado que los que habían muerto en las batallas  de los Vados. Las huestes de Isengard gritaban desesperadas y desde la  torre sonó de nuevo el cuerno de Helm. La compañía del Rey se lanzó en  una furiosa carga a través del foso de la Empalizada y los hombres de  Erkenbrand, junto con Gandalf, cargaban colina abajo contra los enemigos  que intentaban huir del valle.  
  
La victoria de Rohan sobre  Isengard fue absoluta. Los Orcos, que intentaron huir a través del  bosque, fueron aniquilados por los Ucornos  que habían acudido siguiendo al ejército de Saruman desde que partiera  de Isengard para prestar ayuda a Rhoan en su lucha contra su odiado  enemigo. Se dice que ningún Orco quedó con vida y que sus cadáveres eran  incontables. Pero muchos Montañeses se habían rendido, y tras prestar  juramento de que no volverían a atacarles ni a aliarse con los enemigos  de los Hombres se les permitió volver a las Tierras Brunas en libertad tras ayudar a los Hombres de Rohan a reconstruir la Empalizada y los muros semiderruídos de la fortaleza.  
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La victoria de Rohan sobre  Isengard fue absoluta. Los Orcos, que intentaron huir a través del  bosque, fueron aniquilados por los [[Ucornos]] que habían acudido siguiendo al ejército de Saruman desde que partiera  de Isengard para prestar ayuda a Rhoan en su lucha contra su odiado  enemigo. Se dice que ningún Orco quedó con vida y que sus cadáveres eran  incontables. Pero muchos Montañeses se habían rendido, y tras prestar  juramento de que no volverían a atacarles ni a aliarse con los enemigos  de los Hombres se les permitió volver a las Tierras Brunas en libertad tras ayudar a los Hombres de Rohan a reconstruir la Empalizada y los muros semiderruídos de la fortaleza.  
  
Tras la Batalla de Cuernavilla se levantaron dos túmulos en el interior de la Empalizada donde se enterraron a todos los Jinetes que cayeron en la batalla, los del Folde Oeste a un lado y los del Folde Este al otro, y en una tumba a la sombra de Cuernavilla sepultaron a Háma,  el capitán de la guardia del Rey, que había caído luchando frente a la  Puerta. Los Hombres de Saruman también fueron enterrados, pero en un  túmulo por fuera de la Empalizada, mientras que los cadáveres de los  Orcos fueron amontonados en grandes pilas lejos de los túmulos de los  Hombres, sin embargo no pudieron quemarlos pues la leña de que disponían  era muy escasa y porque nadie se atrevía a levantar un hacha contra el  bosque de Ucornos. Se dice que ese mismo día, en mitad de la noche, los hombres escucharon un gran fragor, como si un vendaval azotara el valle.  La tierra temblaba y nadie se atrevió a salir para ver qué estaba  pasando, y no fue hasta la mañana siguiente que pudieron ver lo que  había ocurrido. Los cadáveres de los Orcos habían desaparecido, y  también los árboles. En las profundidades del Valle del Abismo las  hierbas estaban aplastadas y pisoteadas, y una milla más abajo del valle  se había cavado un foso profundo y sobre él había una colina de  piedras. Los Hombres entonces sospecharon que allí se encontraban los  orcos muertos en la batalla y que quienes habían hecho tal acción habían  sido los Ucornos que ya habían abandonado el Valle durante la noche y  habían partido de nuevo hacia Fangorn. La Quebrada de la Muerte  se llamó desde entonces, y desde entonces jamás creció allí una sola  brizna de hierba, y de este modo los Ucornos se vengaron de los Orcos.
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Tras   la Batalla de Cuernavilla se levantaron dos túmulos en el interior de   la Empalizada donde se enterraron a todos los Jinetes que cayeron en la   batalla, los del Folde Oeste a un lado y los del Folde Este al otro, y en una tumba a la sombra de Cuernavilla sepultaron a Háma,  el capitán de la guardia del Rey, que había caído luchando frente a la  Puerta. Los Hombres de Saruman también fueron enterrados, pero en un  túmulo por fuera de la Empalizada, mientras que los cadáveres de los  Orcos fueron amontonados en grandes pilas lejos de los túmulos de los  Hombres, sin embargo no pudieron quemarlos pues la leña de que disponían  era muy escasa y porque nadie se atrevía a levantar un hacha contra el  bosque de Ucornos. Se dice que ese mismo día, en mitad de la noche, los   hombres escucharon un gran fragor, como si un vendaval azotara el valle.   
  
Esta batalla también fue conocida como la Batalla del Abismo de Helm.
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La tierra temblaba y nadie se atrevió a salir para  ver qué estaba  pasando, y no fue hasta la mañana siguiente que pudieron  ver lo que  había ocurrido. Los cadáveres de los Orcos habían  desaparecido, y  también los árboles. En las profundidades del Valle del Abismo las  hierbas estaban aplastadas y pisoteadas, y una milla más  abajo del valle  se había cavado un foso profundo y sobre él había una  colina de  piedras. Los Hombres entonces sospecharon que allí se  encontraban los  orcos muertos en la batalla y que quienes habían hecho  tal acción habían  sido los Ucornos que ya habían abandonado el Valle  durante la noche y  habían partido de nuevo hacia Fangorn. La Quebrada  de la Muerte  se llamó desde entonces, y desde entonces jamás creció  allí una sola  brizna de hierba, y de este modo los Ucornos se vengaron  de los Orcos.  
  
 
==Fuentes==
 
==Fuentes==
 
* [http://www.elfenomeno.com/info/ver/6999/titulo/Batalla-de-Cuernavilla El Fenómeno]
 
* [http://www.elfenomeno.com/info/ver/6999/titulo/Batalla-de-Cuernavilla El Fenómeno]
 
[[Category:Batallas de ficción]]
 
[[Category:Batallas de ficción]]

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Batalla de Cuernavilla o los Abismos de Helm
Información sobre la plantilla
Conflicto bélico ficticio
Aparece en la obra El Señor de los Anillos
Lugar Abismo de Helm (Rohan)
Conflicto Guerra del Anillo
Fecha 3019 T. E.
Resultado Victoria decisiva de Rohan
Beligerantes
Rohan
Comunidad del Anillo
Ucornos
Isengard
Comandantes
Théoden
Éomer
Aragorn
Gandalf
Erkenbrand
Legolas
Gimli
Háma
Grimbold
Jefe Uruk-hai de Saruman
Fuerzas en combate
Unos 2000 defensores en el Abismo de Helm, y 2000 refuerzos comandados por Gandalf y Erkenbrand
Ucornos
10.000, entre uruk-hai, orcos, huargos y dunlendinos
La Batalla del Abismo de Helm es una batalla ficticia, perteneciente a la Guerra del Anillo, que se narra en la novela El Señor de los Anillos, del escritor británico J. R. R. Tolkien. En esta batalla se enfrentaron las fuerzas de Rohan y las de Isengard.

Batalla librada entre los días 3 y 4 de marzo del año 3019 de la Tercera Edad entre los Rohirrim y las huestes de Saruman en la fortaleza de Cuernavilla. Participaron también varios miembros de la Comunidad del Anillo y los ucornos.

Antecedentes y causas

Cuentan los sabios que por aquel entonces Saruman había iniciado la conquista de Rohan tras la Primera Batalla de los Vados del Isen (librada el 25 de febrero del 3019 T.E.), en la que los Rohirrim mantuvieron el control de los Vados y rechazaron al enemigo, si bien el coste de la batalla fue caro y amargo pues en ella cayó Théodred, el hijo del Rey Théoden, y porque las pérdidas en vidas fueron muy cuantiosas. Erkenbrand asumió el mando del Folde Oeste al enterarse de la muerte de Théodred, y se apresuró a enviar mensajeros a Edoras, que llegaron el 27 de febrero al mediodía, para anunciar la mala nueva y para pedir a Eomer que enviara la ayuda que le fuera posible para evitar la invasión de Rohan, argumentando que la defensa de Edoras debía hacerse en el Oeste y no cuando la capital fuera sitiada.

Sin embargo había en Edoras un enemigo encubierto dentro de palacio que se llamaba Gríma, y a quien todos, menos el Rey, llamaban Lengua de Serpiente. Gríma era el consejero personal del Rey Théoden, pero en realidad se trataba de un agente de Saruman cuya misión era la de desaconsejar al Rey e intentar debilitar su salud y enturbiar su mente para tenerlo siempre bajo su control. Gríma por tanto aprovechó el laconismo del consejo de Erkenbrand para propiciar su política dilatoria que favorecía claramente a Saruman ya que unas fuerzas dispersas eran más fáciles de aniquilar. Por este motivo Théoden retrasó la orden de enviar ayuda a los Vados aun cuando se estaba a punto de sufrir una segunda invasión en los Vados del Isen puesto que Gríma le aconsejaba que era más prioritario defender Edoras que los Vados. Por causa de estos consejos un terrible desastre se cernía sobre el reino y nadie parecía ser capaz de hacer entrar en razón al Rey Théoden.

No fue hasta la llegada de Gandalf, acompañado por Aragorn, Legolas y Gimli, a Edoras el 2 de marzo del 3019 T.E. que Théoden no entró en razón. La presencia de Gandalf y sus oportunos consejos tuvieron un efecto rejuvenecedor en el viejo rey, y se dice que incluso muchas de las arrugas de su cara, causadas por la tristeza y la desesperación, desaparecieron conforme volvía de nuevo a sentir el ardor guerrero que siempre le había caracterizado, y al ver el peligro en que se encontraban y siguiendo el consejo de Gandalf decidió partir rápidamente a los Vados con todas las fuerzas que pudo reunir en ese momento. Gríma fue desenmascarado por Gandalf, que demostró que estaba aliado con Saruman y que daba malos consejos a Théoden que podrían haber provocado la caída de Rohan y por tanto fue expulsado de Edoras.

Por tanto, al atardecer de ese mismo día un nuevo Théoden, ya curado por Gandalf, se puso al frente de un ejército de más de mil lanzas y en compañía de Éomer, y junto con Gandalf, Aragorn, Legolas y Gimli, partió a toda prisa en dirección a los Vados del Isen para ayudar a las fuerzas de Erkenbrand que allí intentaban contener al enemigo invasor. Por delante tenían una marcha de unas cuarenta leguas, y aunque los corceles de Rohan eran rápidos y resistentes también necesitaban descansar. Cuando cayó la noche acamparon rodeados de centinelas, y sin encender ningún fuego para no llamar la atención de posibles espías se enviaron exploradores en busca de información. Sin embargo la noche transcurrió sin incidentes poniéndose de nuevo en marcha nada más despuntar el día.

Transcurría el atardecer del segundo día (3 de marzo) de marcha cuando la vanguardia del ejército avistó a lo lejos a un jinete que avanzaba al galope hacia ellos. Se trataba de un mensajero que les anunció que el día antes, el 2 de marzo, el ejército de Erkenbrand había sido derrotado en los Vados por un enorme ejército venido de Isengard, siendo dispersados sus soldados y Erkenbrand obligado a replegarse con los que pudo reunir en la fortaleza del Abismo de Helm. En ese instante Gandalf le dijo a Théoden que ya no acudiera a los Vados pues ya no había nada que pudiera hacerse alli y que en su lugar se dirigiera a toda prisa al Abismo de Helm. Tras este consejo Gandalf se despidió de todos y partió como un rayo montado en Sombragrís, anunciándoles que se volverían a ver en la Puerta de Helm. A dónde partió Gandalf nadie lo supo en ese momento, pero su decisión de marchar fue fundamental como más tarde podremos comprobar.

El ejército por tanto se desvió de su camino y se dirigió al sur a toda prisa. Cayó la noche y seguían cabalgando pues de su pronta llegada al Abismo dependía el destino de Rohan. Algunas millas más allá había una hondonada ancha y verde en las montañas, y desde allí se abría paso un desfiladero en las montañas al que los habitantes de la zona llamaban el Abismo de Helm, en recuerdo del antiguo rey que tuvo allí su refugio. Desde el norte serpeaba cada vez más escarpado y angosto, y se dejaba de ver a la sombra del Thirhyrne, dos imponentes torres que se levantaban a uno y otro lado, tan altas que impedían el paso de la luz. En la Puerta de Helm, ante la entrada del Abismo, la elevación más al norte se prolongaba en un espolón de dura roca, llamado el Peñón, y sobre este espolón se alzaban unos altos muros de piedra que rodeaban una gran torre. Esta era la llamada fortaleza de Cuernavilla, porque los ecos de las trompetas que sonaban en la torre resonaban más aún en el Abismo, y daba la impresión de que un gran ejército iba a surgir desde su interior. Desde Cuernavilla se extendía una muralla hasta el espolón más al sur para cerrar la entrada al desfiladero. La muralla, llamada Muro del Bajo, acababa en una torre, denominada como Torre del Muro. A su través corría la Corriente del Bajo, que atravesaba la muralla y fluía por una garganta que descendía en pendiente desde la Puerta hasta la Empalizada de Helm, para más adelante caer en el llamado Valle del Bajo y penetrar en el Valle del Folde Oeste.

Los Jinetes estaban aún en la hondonada de entrada al Valle del Bajo, que precedía a la Empalizada de Helm, cuando los exploradores volvieron para anunciar que Orcos montados en lobos ocupaban el valle y que una gran hueste de Orcos y hombres salvajes avanzaban desde los Vados en dirección al Abismo de Helm. El ejército de los Rohirrim prosiguió con su avance hacia el Abismo con la esperanza de poder abrirse paso entre las líneas enemigas antes de que fuera demasiado tarde, y se dice que cuando habían atravesado un buen trecho del Valle del Bajo se volvieron a mirar hacia atrás y contemplaron una infinidad de antorchas que anunciaban la presencia de un gran ejército que les seguía muy de cerca.

Los Jinetes por fin llegaron al foso de la Empalizada de Helm que marcaba la primera línea defensiva de Cuernavilla, y allí se enteraron con júbilo de que Erkenbrand había dejado a unos mil hombres custodiando la fortaleza, pero sin embargo nadie sabía dónde podía estar el Señor del Folde Oeste ya que desde su derrota en los Vados no tenían noticias de él. El Rey y sus Jinetes prosiguieron la marcha y atravesaron las puertas de Cuernavilla, siendo recibidos con gran júbilo y renovadas esperanzas por los que allí se encontraban ya que ahora tenían hombres suficientes para defender la fortaleza. Por tanto, y sin perder tiempo, se dispusieron a distribuir a los hombres para preparar la defensa del Abismo, donde además se concentraban las tres cuartas partes de la población del Folde Oeste que se refugiaron en Aglarond, las cavernas que seguían al Abismo de Helm. Théoden y su séquito se quedaron en Cuernavilla, junto a algunos de los hombres del Folde Oeste, y Eomer dispuso a sus fuerzas sobre el Muro del Bajo y en la Torre del Muro, y también por detrás, pues en esta zona parecía más vulnerable la defensa en caso de un ataque en masa. También se dispuso a algunos guardias para que custodiaran los caballos, que se guardaron en el Abismo.

Y así fue como, aprovechando la noche, las huestes de Saruman se lanzaron a un feroz ataque, comenzando la Batalla de Cuernavilla.

Sucesos

El ejército de Saruman basaba su ataque en su superioridad numérica ya que entre hombres y orcos sumaban al menos una fuerza de diez mil combatientes. El primer ataque fue dirigido contra la Empalizada, y los hombres del Folde Oeste que estaban en la retaguardia castigaron duramente al enemigo lanzándoles muchas flechas, pero éstas se acabaron y se vieron obligados a huir al galope hacia la rampa de Cuernavilla. Pasaba la medianoche y los relámpagos iluminaban el cielo cuando una marea de enemigos asaltó la Empalizada escalándola y atravesó el Foso, acercándose rápidamente a la fortaleza de Cuernavilla. Con el sonido del trueno llegó la lluvia, y cientos de formas sombrías y terroríficas continuaban saltando la Empalizada y atravesando el Foso, acercándose más y más a los muros de la fortaleza. Desde los muros de Cuernavilla nadie respondió a las flechas enemigas y los atacantes se detuvieron desconcertados, sin embargo los Orcos prorrumpieron en gritos y lanzaron una nueva lluvia de flechas sobre las murallas y se lanzaron contra el Muro del Bajo y contra la Explanada subiendo por la rampa que llevaba a las Puertas de Cuernavilla. Fue entonces cuando se produjo la respuesta de los sitiados y una nube de flechas y pedruscos fueron lanzados sobre el enemigo, que fue sorprendido por la violencia y la contundencia del ataque, provocando una primera retirada. Pero la retirada iba a durar poco, ya que se volvieron a reunir para atacar de nuevo con más contundecia. Fuera de la fortaleza resonaban las trompetas, y una horda se adelantó de entre la marea de atacantes portando los escudos en alto y empujando entre ellos dos enormes troncos para intentar derribar la puerta de la fortaleza. Tras ellos los arqueros orcos lanzaron una lluvia de flechas contra los defensores de los muros, permitiendo que los atacantes comenzaran el derribo de las puertas de Cuernavilla. Se dice que por cada orco que caía muerto otros dos ocu paban su lugar y que a cada embestida de los arietes la puerta cedía más y más. Ante la desesperada situación Aragorn y Éomer, acompañados por un grupo de valientes guerreros, fueron desde el Muro del Bajo y subieron al patio exterior en lo alto del Peñón, y saliendo por sorpresa por una pequeña poterna situada en un sinuoso y estrecho camino al oeste de la puerta principal lanzaron un furioso ataque contra los enemigos que portaban los arietes, abatiendo a los que osaban resistirse a ellos y arrojando al resto de los que se encontraban en el Peñón. Aragorn se dio cuenta de que la puerta estaba gravemente dañada, pero no podían quedarse allí puesto que nuevos enemigos corrían a reemplazar a los que fueron abatidos, y por tanto se retiraban hacia la poterna cuando unos diez o doce orcos, que habían fingido estar muertos, se levantaron y les atacaron por las espaldas. Pero en ese momento hizo su aparición Gimli, que con su inigualable manejo del hacha decapitó a dos de ellos, haciendo que los demás huyeran atemorizados. Tras regresar a Cuernavilla a través de la pequeña poterna, amontonaron piedras e hicieron una barricada en la maltrecha puerta principal de la fortaleza.

Las nubes comenzaron a dispersarse y el campo de batalla fue iluminado por una luna clara y luminosa, pero esta luz trajo la desolación a los Jinetes pues vieron como nuevas fuerzas llegaban del valle y cruzaban el foso en un reguero que parecía no tener fin. Tras el ataque al Peñón la embestida contra las puertas se acrecentó más aún. Las huestes de Saruman se estrellaban contra el Muro del Bajo como las olas contra las piedras, y los Orcos y los Montañeses lanzaban escalas y cuerdas a los parapetos con tanta rapidez que los defensores no daban abasto para arrancarlas. Legiones de Orcos trepaban por ellas, y daba igual que cayeran pues otros corrían a reemplazarlos en una furia desmedida. Se dice que a los pies de las murallas se apilaban montañas de enemigos caídos de las murallas, pero esto no desanimaba a los atacantes que, como una negra marea, no cejaban en su intento de tomar el Muro del Bajo. Los Jinetes empezaban a notar el cansancio y habían agotado todas las flechas y lanzas cuando un gran griterío se alzó desde el Abismo. Los Orcos se habían arrastrado con sigilo por debajo del canal que atravesaba el Muro del Bajo y se disponían a atacar a los Jinetes que estaban en lo alto del muro. Entonces Gamelin, Legolas y Gimli, junto con muchos Jinetes, atacaron con gran furia a los Orcos, que fueron abatidos y arrojados por el precipicio que se abría frente a los guardias de las cavernas de Aglarond, pues muchos Orcos intentaron atacar a los guardias que custodiaban las cavernas y a los caballos. Tras esta incursión se decidió taponar el canal por donde transcurría la Corriente del Bajo, tarea que fue supervisada y dirigida por Gimli, con el objeto de evitar que el enemigo les volviera a sorprender por allí.

Mientras, Cuernavilla seguía inexpugnable. Sus puertas estaban derribadas, pero por ahora ningún enemigo se había atrevido a traspasar la barricada que cerraba la entrada a la fortaleza. De repente resonaron de nuevo las trompetas y en seguida hubo un estallido atronador, una gran llamarada y mucho humo. Las aguas de la Corriente del Bajo se desbordaron pues un gran boquete se había abierto en el muro, por donde una horda de enemigos prorrumpió con grandes gritos. El enemigo lanzó un doble ataque, Orcos que trepaban las murallas atacaron desde arriba, y las huestes que estaban en tierra se lanzaron por la abertura que el fuego de Orthanc había provocado. Todo estaba perdido, la situación era desesperada y los Jinetes retrocedían a los Abismos y a la fortaleza mientras se batían en rápida retirada. Aragorn junto con Legolas y muchos otros lograron refugiarse en Cuernavilla, junto con el Rey y su guardia, mientras que Éomer y Gimli retrocedieron luchando a través del Abismo hasta refugiarse en Aglarond. El enemigo se había apoderado del Muro del Bajo y habían barrido a los defensores, pero muchos habían logrado refugiarse en la fortaleza del Peñón y en las cavernas de Aglarond, más allá del Abismo.

La pesadumbre se apoderó de los sitiados. Cuernavilla nunca había sido tomada, pero todo apuntaba a que esta vez sí lo iba a ser. Théoden estaba abrumado pues sabía que tarde o temprano las enormes huestes de Saruman lograrían la victoria, y por tanto decidió que moriría luchando antes que quedarse encerrado en un asedio sin esperanza alguna de salvación. Por tanto decidió que al amanecer se haría sonar el cuerno de Helm y que partiría montando su caballo Crinblanca en compañía de su guardia, cuyos caballos se guardaban en el patio interior de Cuernavilla, para presentar una última batalla al enemigo y así morir dignamente y con valentía. Y así fue como al llegar el alba del día siguiente hubo un rugido un una intensa llamarada. La bóveda de la puerta de Cuernavilla se desmoronaba y la barricada era destruida. Los Orcos daban grandes gritos y se arremolinaban en sus cercanías para lanzar el ataque definitivo cuando sonó del gran cuerno de Helm en lo alto de la torre. Súbito e intenso se elevó su sonido, sus ecos resonaban en el Abismo que devolvía su sonido como si otros cuernos fueran soplados en respuesta, y los Orcos se estremecieron al oír los sonidos de lo que creían era un gran ejército que acudía a la batalla.

Un gran grito fue entonado por los Jinetes, “¡Helm! ¡Helm! ¡Helm ha despertado y retorna a la guerra! ¡Helm ayuda al Rey Théoden!” y en medio de este clamor apareció el rey montado en su caballo, y a su derecha estaba Aragorn y tras ellos cabalgaban los Señores de la Casa de Eorl el Joven, y la luz del día iluminó los cielos. ¡”Adelante, Eorlingas”!, gritó Théoden, y tras este llamamiento los Jinetes se lanzaron al ataque arrasando a las huestes de Isengard osaban cruzarse en su camino. Por detrás de ellos llegaban los hombres que se habían refugiado en las cavernas y se sumaron al ataque en una marea incontenible ante la cual los Orcos y los Hombres malvados corrían desesperados en dirección al valle.

Théoden partió por tanto de la Puerta de Helm y se abrió paso entre los enemigos hasta llegar a la Empalizada, y entonces observaron algo muy extraño, pues donde antes había un valle verde ahora había un bosque. Hileras de árboles silenciosos y oscuros ocupaban toda la depresión del valle, y bajo sus ramas todo era oscuridad. A un cuarto de milla de la Empalizada se extendía este misterioso bosque, y allí se concentraban las desconcertadas huestes de Saruman, que intentaban escapar aterrorizadas tanto por el súbito ataque del rey como por la aparición de tan amenazante bosque. Los enemigos intentaban escapar por las paredes del valle, pero en el este las laderas eran demasiado escarpadas para ser escaladas, y cuando intentaron escapar por el oeste sucedió algo inesperado. Porque de improviso apareció en una cima un jinete vestido de blanco que resplandecía con la luz del sol, y en las colinas resonaron los cuernos, apareciendo un millar de hombres a pie que se lanzaron corriendo colina abajo, y entre ellos estaba Erkenbrand, que hizo resoplar con todas sus fuerzas un gran cuerno negro. Gandalf había vuelto tal y como prometió, y con él traía a Erkenbrand junto con todos los hombres que pudo reunir en el Folde Oeste y los que huyeron de la batalla de los Vados, pues en realidad eran más los que se habían dispersado que los que habían muerto en las batallas de los Vados. Las huestes de Isengard gritaban desesperadas y desde la torre sonó de nuevo el cuerno de Helm. La compañía del Rey se lanzó en una furiosa carga a través del foso de la Empalizada y los hombres de Erkenbrand, junto con Gandalf, cargaban colina abajo contra los enemigos que intentaban huir del valle.

La victoria de Rohan sobre Isengard fue absoluta. Los Orcos, que intentaron huir a través del bosque, fueron aniquilados por los Ucornos que habían acudido siguiendo al ejército de Saruman desde que partiera de Isengard para prestar ayuda a Rhoan en su lucha contra su odiado enemigo. Se dice que ningún Orco quedó con vida y que sus cadáveres eran incontables. Pero muchos Montañeses se habían rendido, y tras prestar juramento de que no volverían a atacarles ni a aliarse con los enemigos de los Hombres se les permitió volver a las Tierras Brunas en libertad tras ayudar a los Hombres de Rohan a reconstruir la Empalizada y los muros semiderruídos de la fortaleza.

Tras la Batalla de Cuernavilla se levantaron dos túmulos en el interior de la Empalizada donde se enterraron a todos los Jinetes que cayeron en la batalla, los del Folde Oeste a un lado y los del Folde Este al otro, y en una tumba a la sombra de Cuernavilla sepultaron a Háma, el capitán de la guardia del Rey, que había caído luchando frente a la Puerta. Los Hombres de Saruman también fueron enterrados, pero en un túmulo por fuera de la Empalizada, mientras que los cadáveres de los Orcos fueron amontonados en grandes pilas lejos de los túmulos de los Hombres, sin embargo no pudieron quemarlos pues la leña de que disponían era muy escasa y porque nadie se atrevía a levantar un hacha contra el bosque de Ucornos. Se dice que ese mismo día, en mitad de la noche, los hombres escucharon un gran fragor, como si un vendaval azotara el valle.

La tierra temblaba y nadie se atrevió a salir para ver qué estaba pasando, y no fue hasta la mañana siguiente que pudieron ver lo que había ocurrido. Los cadáveres de los Orcos habían desaparecido, y también los árboles. En las profundidades del Valle del Abismo las hierbas estaban aplastadas y pisoteadas, y una milla más abajo del valle se había cavado un foso profundo y sobre él había una colina de piedras. Los Hombres entonces sospecharon que allí se encontraban los orcos muertos en la batalla y que quienes habían hecho tal acción habían sido los Ucornos que ya habían abandonado el Valle durante la noche y habían partido de nuevo hacia Fangorn. La Quebrada de la Muerte se llamó desde entonces, y desde entonces jamás creció allí una sola brizna de hierba, y de este modo los Ucornos se vengaron de los Orcos.

Fuentes