Diferencia entre revisiones de «Paseo Domingo Lence»

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Posiblemente, pocos alquizareños de los que aún peinan canas, conserven vivas reminiscencias de lo que otrora fuera el Paseo [[Domingo Lence]], devenido símbolo glorioso, para orgullo de pobladores, por su ambiente acogedor, detalles pintorescos y valor patrimonial. [[Julio Valdés Collazo]], quien en 1920 fungiera como alcalde de la localidad, tuvo a bien suministrar un presupuesto destinado a concebir un proyecto arquitectónico en virtud de realzar la imagen urbanística del municipio. Concluida la obra en 1923 adoptó el nombre de [[Alberto Barreras]] y posterior a la caída del régimen machadista, en 1934, fueron erigidos un monumento y una tarja en homenaje al Comandante Domingo Lence, del cual toma su nombre. Construido a base de hormigón, lo conformaban dos hileras de bancos de hierro fundido y madera, dispuestos a todo lo largo del pase. Al centro se erguían las columnas dóricas, con jardineras en su base, que servían de pedestal a las farolas del alumbrado. Frondosos laureles, de denso follaje, semejaban un túnel que apenas permitía un rayo de luz y brindaba sombra y bienestar a cuanto transeúnte acudía en reclamo de solaz esparcimiento.
 
Posiblemente, pocos alquizareños de los que aún peinan canas, conserven vivas reminiscencias de lo que otrora fuera el Paseo [[Domingo Lence]], devenido símbolo glorioso, para orgullo de pobladores, por su ambiente acogedor, detalles pintorescos y valor patrimonial. [[Julio Valdés Collazo]], quien en 1920 fungiera como alcalde de la localidad, tuvo a bien suministrar un presupuesto destinado a concebir un proyecto arquitectónico en virtud de realzar la imagen urbanística del municipio. Concluida la obra en 1923 adoptó el nombre de [[Alberto Barreras]] y posterior a la caída del régimen machadista, en 1934, fueron erigidos un monumento y una tarja en homenaje al Comandante Domingo Lence, del cual toma su nombre. Construido a base de hormigón, lo conformaban dos hileras de bancos de hierro fundido y madera, dispuestos a todo lo largo del pase. Al centro se erguían las columnas dóricas, con jardineras en su base, que servían de pedestal a las farolas del alumbrado. Frondosos laureles, de denso follaje, semejaban un túnel que apenas permitía un rayo de luz y brindaba sombra y bienestar a cuanto transeúnte acudía en reclamo de solaz esparcimiento.
  
Los que alcanzaron la suerte de verlo y admirarlo en su aspecto original, cuentan de la singular belleza, de sus jardines sembrados de mariposas blancas, bougainvilleas, thumbergias y otras especies que emprendieron la fuga de sus memorias, cuentan, que era sitio predilecto de enamorados y vecinos que concurrían al disfrute del canto de los pájaros ante la capacidad hospitalaria de sus laureles. A más de ocho décadas de haberse construido, ha sido víctima inexorable del tiempo, del embate de huracanes, y del maltrato, de quienes reemplazaron sus árboles por endebles leucaenas, espatodeas y otras especies en detrimento de sus prístinos valores. A ello se suma el destierro total de bancos y luminarias, donde parecen tener caldo de cultivo y convergen con brutal espasmo infinidad de antivalores, a la par que cobran fuerza el desamor y la indolencia, en tanto, urge un poder de convocatoria solidario a instituciones y organismos a raíz de ser deudores de un límpido homenaje a Julio Valdés Collazo, Domingo Lence, [[Antonio Núñez Jiménez]] y otros tantos, a sabiendas que nos estaremos colocando la toga de nuestra propia identidad.
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Los que alcanzaron la suerte de verlo y admirarlo en su aspecto original, cuentan de la singular belleza, de sus jardines sembrados de mariposas blancas, bougainvilleas, thumbergias y otras especies que emprendieron la fuga de sus memorias, cuentan, que era sitio predilecto de enamorados y vecinos que concurrían al disfrute del canto de los pájaros ante la capacidad hospitalaria de sus laureles. A más de ocho décadas de haberse construido, ha sido víctima inexorable del tiempo, del embate de huracanes, y del maltrato, de quienes reemplazaron sus árboles por endebles leucaenas, espatodeas y otras especies en detrimento de sus prístinos valores. A ello se suma el destierro total de bancos y luminarias, donde parecen tener caldo de cultivo y convergen con brutal espasmo infinidad de antivalores, a la par que cobran fuerza el desamor y la indolencia, en tanto, urge un poder de convocatoria solidario a instituciones y organísmos a raíz de ser deudores de un límpido homenaje a Julio Valdés Collazo, Domingo Lence, [[Antonio Núñez Jiménez]] y otros tantos, a sabiendas que nos estaremos colocando la toga de nuestra propia identidad.
  
 
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Revisión del 09:45 16 mar 2011

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Paseo Domingo Lence
Información sobre la plantilla
 • MunicipioAlquizar
 • ProvinciaArtemisa

Paseo Domingo Lence. Símbolo glorioso del municipio Alquizar perteneciente a la provincia Artemisa.

Historia

Posiblemente, pocos alquizareños de los que aún peinan canas, conserven vivas reminiscencias de lo que otrora fuera el Paseo Domingo Lence, devenido símbolo glorioso, para orgullo de pobladores, por su ambiente acogedor, detalles pintorescos y valor patrimonial. Julio Valdés Collazo, quien en 1920 fungiera como alcalde de la localidad, tuvo a bien suministrar un presupuesto destinado a concebir un proyecto arquitectónico en virtud de realzar la imagen urbanística del municipio. Concluida la obra en 1923 adoptó el nombre de Alberto Barreras y posterior a la caída del régimen machadista, en 1934, fueron erigidos un monumento y una tarja en homenaje al Comandante Domingo Lence, del cual toma su nombre. Construido a base de hormigón, lo conformaban dos hileras de bancos de hierro fundido y madera, dispuestos a todo lo largo del pase. Al centro se erguían las columnas dóricas, con jardineras en su base, que servían de pedestal a las farolas del alumbrado. Frondosos laureles, de denso follaje, semejaban un túnel que apenas permitía un rayo de luz y brindaba sombra y bienestar a cuanto transeúnte acudía en reclamo de solaz esparcimiento.

Los que alcanzaron la suerte de verlo y admirarlo en su aspecto original, cuentan de la singular belleza, de sus jardines sembrados de mariposas blancas, bougainvilleas, thumbergias y otras especies que emprendieron la fuga de sus memorias, cuentan, que era sitio predilecto de enamorados y vecinos que concurrían al disfrute del canto de los pájaros ante la capacidad hospitalaria de sus laureles. A más de ocho décadas de haberse construido, ha sido víctima inexorable del tiempo, del embate de huracanes, y del maltrato, de quienes reemplazaron sus árboles por endebles leucaenas, espatodeas y otras especies en detrimento de sus prístinos valores. A ello se suma el destierro total de bancos y luminarias, donde parecen tener caldo de cultivo y convergen con brutal espasmo infinidad de antivalores, a la par que cobran fuerza el desamor y la indolencia, en tanto, urge un poder de convocatoria solidario a instituciones y organísmos a raíz de ser deudores de un límpido homenaje a Julio Valdés Collazo, Domingo Lence, Antonio Núñez Jiménez y otros tantos, a sabiendas que nos estaremos colocando la toga de nuestra propia identidad.

Fuente

  • Riverón Reynaldo.