Leyendas Matanceras
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Leyendas matanceras: Las leyendas matanceras fueron rescatadas del olvido por el Dr. Américo Alvarado, quien recopiló las tradiciones que se trasmitieron oralmente desde los aborígenes hasta nuestros días.
Hoy, la ciudad tiene el privilegio de recordar, y narrar a las nuevas generaciones cuanto de sueño e historia entrelazaron sus primeros pobladores, tesoro enriquecido por españoles y nativos.
Sus protagonistas son también esclavos africanos y asiáticos, raíz ineludible en la formación de la nacionalidad cubana.
Sumario
Museo farmacéutico
Cuenta la leyenda que en el actual Museo Botica Francesa del Dr. Ernesto Triolet son diversas las apariciones que confraternizan con sus veladoras y visitantes. Se trata de un inmueble conservado como en sus tiempos de esplendor: todos los instrumentos pueden rendir hoy sus habituales faenas, y en los estantes de madera tallada totalmente a mano permanecen tinturas, ungüentos, pomadas y elíxires prestos a conformar medicinas para los sufrientes.
En los altos, donde residía la familia Triolet, un viejo reloj de péndulo se niega a ser reparado. Sin embargo, en ocasiones se escuchan sus campanas, que alternan con los tres golpes de bastón que acostumbraba a dar sobre el piso su propietario. Y más sonidos escapan de la comprensión: el del piano que solía tocarse en la planta superior.
Una pequeña avanza a saltos desde la antigua puerta principal, hoy clausurada, y sube las escaleras. El Dr. Triolet explicaba que se trataba de su sobrina, fallecida a los seis años de edad. También se suma a la leyenda la virgen de mármol de Carrara que desde su fundación permanece en lugar preferente. Al reparar el inmueble fue bajada para la limpieza, y al retornarla a su sitio emitió una fuerte luz azul que apreciaron los carpinteros y las trabajadoras del museo, y que atribuyeron al agradecimiento de la deidad por la atención recibida.
museoEl farol de la entrada, dicen, se enciende cada lunes, como se acostumbraba por ser el día de guardia de la farmacia. Y las gavetas y puertas de anaqueles pueden abrirse y cerrarse solas, demandadas por manos invisibles. La fantasía es propia en un lugar que retrotrae al pasado. La belleza de sus vasijas de porcelana policromada se enriquece con estos derroteros de la imaginación, y presta nuevos encantos a la vetusta institución.
El Teatro Sauto
El fantasma del Pocito
El perro fantasma
La gaviota del San Juan
Yumurí
Las dos piedras
La India dormida
Canimao
Fuente
