Jane Weber
| ||||||||||||||||
Jane Weber nació en 1875 y pronto se trasladó a Paris. Se estableció con su marido en el modesto barrio de Montmartre y tuvieron 3 hijos, pero 2 de ellos murieron mostrando unas misteriosas marcas rojas en el cuello. Los médicos atribuyeron aquellas muertes a alguna enfermedad de las muchas que había en la época.
Una niñera peligrosa
Sus amables cuñadas ofrecieron a Jane ser niñera de sus niños para que se le olvidara el fallecimiento de los suyos. Los primeros días días todo marchó de maravilla hasta que el 19 de mayo de 1905 cuando se quedó sola con uno de los pequeños, cuando la cuñada regresó de hacer unas compras, se la encontró de rodillas llorando porque el niño estaba muerto, y en el cuello del pequeño otra vez las fatídicas marcas rojas.
Aún así nadie sospechaba nada y esa misma cuñada le confió la custodia de su otro niño de 3 años, pero volvió a ocurrir lo mismo y además, el tercer hijo de Jane también había moría y siempre con esas fatídicas marcas rojas en el cuello.
Los médicos seguían sin acertar con la causa de las muertes, uno de sus cuñados empezó a sospechar de ella cuando otro de los niños de la familia apareció muerto en las mismas circunstancias.
Jane Weber había estrangulado a todos los niños de su familia y, en enero de 1906 fue juzgada, pero estubo de suerte. En el juicio los psiquiatras dijeron que era un imposible que una madre que amaba tanto a sus hijos hubiera podido causarles la muerte y fue absuelta.
Una segunda oportunidad
Un hombre la acogió en su casa y le ofreció trabajar como ama de llaves. El hijo de ese señor apareció muerto con unas marcas rojas en el cuello. El director de una organización de protección del menor la contrató para un orfanato, pero la despidieron cuando la pillaron infraganti intentando estrangular a un niño de 6 años. Una vez mas tuvo suerte y no hubo acusación formal.
Jane Weber se tuvo que hacer prostituta. Nadie la quería el horror y la muerte perseguían a aquella mujer. Se alojó en una pensión y la dueña tenía un hijo. Entró en su habitación y lo estranguló una y otra vez con saña como si verlo muerto no fuera suficiente para ella. La patrona se despertó y encontró a su hijo moribundo y a Jane cubierta de sangre. Ya no había dudas. Ni siquiera la sometieron a juicio sino que, directamente la recluyeron en una institución psiquiátrica de Nueva Caledonia.
El trágico final
En 1909 Jane Webber murió en una fría y gélida noche. Se levantó en medio de convulsiones, expulsaba espuma por la boca y en un último arrebato de locura, se estranguló a si misma.
Este fue el fin de Jane Weber "la estranguladora de niños" de principios del siglo XX. Los extraños mecanismos que operaban en su cabeza y la hacían cometer estos horribles crímenes nunca han sido conocidos.
