El gato con botas (cuento)
El gato con botas. Cuento popular recopilado en 1697 por Charles Perrault en su Cuentos de mamá ganso. Cuenta la historia de un gato que quiere demostrarle a su amo que la verdadera riqueza no se basa en la posesión de muchos bienes, sino en elevarse de nivel, en adoptar una actitud creativa para fecundar así las realidades del entorno. Muestra los valores de amistad, creatividad y astucia.
Cuento
Hace mucho tiempo vivía un molinero que tenía tres hijos. Al morir le dejó al mayor el molino, al segundo el asno y al más pequeño el gato.
El pequeño quedó muy descontento con lo que le había tocado, pero el gatico le dijo:
-Cómprame un par de botas y un saco y verás cómo valgo más que un molino y que un burro.
Curioso el muchacho por saber lo que haría el gato con esas cosas, gastó todo el dinero que tenía en comprárselas.
En seguida se fue el gato a un campo donde había una conejera, abrió el saco, puso dentro unas zanahorias y se acostó al lado, haciéndose el muerto.
Muy pronto llegó un conejo y entró en el saco para comerse las zanahorias.
El gato se levantó de un salto, haló un cordel que tenía preparado y cerró el saco. Después cogió el conejo y lo mató.
Fue el gatito al palacio del rey y puso el conejo en el suelo, delante del trono.
-Señor, mi amo, el Marqués de Caravaca, manda este conejo guisado con cebollitas estará muy sabroso -dijo haciendo una reverencia.
-¿Un conejo? -exclamó el rey-. ¡Lo que más me gustal Pero mi cocinero nunca puede coger ninguno. Dile a tu amo que le agradezco mucho su regalo.
Al día siguiente cazó el gatito otro conejo y dos perdices gordísimas y se las llevó al rey. El rey se puso tan contento, que llamó a la princesa y mandó preparar la carroza para ir a conocer al marqués.
El gato salió corriendo para casa de su amo y le dijo:
-Si vienes conmigo te enseñaré un lugar estupendo para nadar.
El muchacho, muy embullado, siguió al gatito hasta un río que quedaba muy cerca de la carretera. Cuando ya estaba en el agua, el gato le escondió las ropas viejas y pobres y se puso a gritar con todas sus fuerzas:
-¡Socorro! ¡Ladrones! ¡Le han llevado toda la ropa al Marqués de Caravaca!
En ese mismo momento cruzaba por allí la carroza real.
-¿Qué pasa? -preguntó el rey al oír el alboroto.
-Señor -contestó el gato-, ¡la chaqueta de terciopelo, los pantalones de seda, la camisa de holán, la corbata de encaje, toda la ropa de mi amo ha desaparecido!
El rey mandó a un criado que fuera corriendo al palacio a buscar la mejor ropa que hubiera, Y el criado volvió con un riquísimo traje que había sido del propio rey cuando era joven.
El muchacho se vistió y lucía tan bien que la princesa se enamoré de él, pero estaba tan abochornado por la ocurrencia de su gato, que el rey creyó que estaba nervioso y le dijo al oído a la princesa:
-Así me ponía yo cuando era joven y me gustaba una muchacha.
El gato, en cambio, estaba muy contento por lo bien que le había salido todo. Y sin que nadie lo viera, salió corriendo delante de la carroza del rey. Al atravesar unos hermosos campos sembrados de trigo y llenos de ganado, les dijo a los trabajadores:
-E| rey va a pasar, y sino le dicen que estas fincas son del Marqués de Caravaca, algo terrible sucederá.
Los campesinos se asustaron y dijeron lo que el gato quería.
-¡Oue buenas propiedades tienes, Marqués! -exclamó el Rey.
Al muchacho, azorado, se le cayó el sombrero de la mano. Y el rey dijo muy bajito a la princesa:
-Eso me pasaba a mí cuando me enamoraba.
Mientras tanto, el gatito llegaba a la puerta de un magnífico palacio, donde vivía un ogro que era el verdadero dueño de los trigales y el ganado. El gato tocó a la puerta gritando:
-¿Es verdad que el ogro que vive aquí se puede transformar en cualquier animal? ¿O es un cuento de camino?
En ese momento se oyó un ruido espantoso. La puerta se abrió y una voz de trueno dijo:
-¡Claro que es Verdad! ¿Ouieres ver cómo me convierto en león?
Y al momento apareció un león tremendo, enseñando los dientes y sacando las uñas.
-Eso es muy fácil -dijo el gato-. Cualquiera puede hincharse y convertirse en un animal mayor. Lo difícil es transformarse en uno más pequeño. ¡A que no puedes convertirte en un ratón!
-¿Que no? ¡Ahora verás!
Y se convirtió en un ratoncito, pero entonces el gato se lo comió de un bocado. Todavía se relamía los bigotes cuando llegaron al palacio el rey, la princesa y el muchacho.
-Bienvenidos al palacio del Marqués de Caravaca -dijo el gato.
El muchacho se puso colorado al oír la mentira de su gato, y el rey, al notarlo, le dijo:
-Marqués, te pareces mucho a mí cuando era joven. Y veo que te gusta mi hija y que tú le gustas a ella. ¿Por qué no se casan ustedes?
El muchacho y la princesa se casaron. Y cuentan los que fueron a la boda que todos los invitados tenían preciosos vestidos, pero ninguno estaba tan elegante como el gato, con un sombrero de plumas, un traje de raso y unas botas nuevecitas de charol.
Fuentes
- Almendros, Herminio. (2009). Había una vez. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.