Beguinas

Beguinas
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Beguinas. Encarnan una de las experiencias de vida femenina más libre de la historia. Laicas y religiosas a la vez (no eran monjas) vivieron con una total independencia del control masculino –familiar y/o eclesiástico- y la libertad de que gozaban. Cumplieron una misión importante: formar, educar, cultivar. Muchas de ellas volvían al mundo, sus votos eran temporales, vivían una temporada y salían; otras entraban cuando eran mayores y al revés. Era una libertad, que no daban las cerradas órdenes religiosas.

Desde Flandes, norte de Francia y en Alemania, se extendieron por toda Europa hasta convertirse en un auténtico movimiento, tanto por el número de mujeres que se adhirieron a él como por el amplio espectro social al que pertenecían.

Un movimiento que se movió siempre en los tenues límites que a menudo separan la ortodoxia de la heterodoxia.

El beguinismo

El movimiento de las beguinas (beguinismo) y, junto a él, el otro menos numeroso de los begardos (begardismo), apareció a finales del siglo XII debido a la oposición de los cistercienses o de los premonstratenses a los monasterios llamados dobles, donde vivían por separado monjes y monjas. De esta manera en torno al 1170, muchas mujeres, sobre todo vírgenes y . viudas nobles o burguesas, comenzaron, o solas o en pequeños grupos, a establecerse en torno a las iglesias y hospitales recluidas en casitas dentro de un recinto. Posteriormente, estos grupos se fueron ampliando hasta llegar a formar grandes comunidades llamadas beguinatos (por el 1220). El lugar de origen de este fenómeno religioso es el ducado de Brabante en Bélgica. Desde aquí el movimiento se difundió rápidamente por Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, Polonia y Austria, convirtiéndose en un fenóméno europeo. Según algunos cálculos, en la región brabantina y renana el 6°Z0 de la población femenina estaría constituido por beguinas. En cierto momento, en Colonia, ciudad con menos de 20.000 habitantes, llegó a haber 1,700 beguinas.

Características fundamentales

Una de las características fundamentales de estas mujeres era su formación cultural. Las beguinas, leían, escribían, y enseñaban a otras mujeres a leer y a escribir, en una época en la que sólo los hombres tenían acceso a los libros y al conocimiento. Vivían con gran austeridad, solas o acompañadas de otras mujeres. Los beguinatos, que todavía existen, muestras casas individuales. Juntas, pero no revueltas. Cada una conservando su propia individualidad y libertad. Hacían servicios a la comunidad como parteras, ayudando en los alumbramientos, y también realizaban el acompañamiento en la muerte, de enfermos terminales. Tenían conocimiento de las plantas y de sus cualidades curativas, así como de los minerales. Pero, sobre todo, lo que más caracterizaba a las beguinas eran sus experiencias místicas que, con frecuencia, pusieron por escrito y difundieron. Algo que le costó la vida a la beguina Margarita Porete.

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