Gliptodonte
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Características
Estos armadillos gigantes llegaban a ser tan grandes como un coche (hasta 3 metros y más de una tonelada de peso). Por su forma, se les compara a menudo con el modelo Volkswagen Escarabajo.
El rasgo anatómico más distintivo de los gliptodontes y del resto de armadillos gigantes es su enorme caparazón defensivo compuesto por gruesas placas óseas formando patrones diferentes según la especie de gliptodonte
A diferencia de las tortugas, los gliptodontes no podían esconder sus cabezas dentro del caparazón, pero tenían una especie de gorro óseo sobre sus cabezas. Además sus colas también estaban protegidas por anillos óseos.
Estos enormes mamíferos herbívoros surgieron en América del Sur, en la Patagonia argentina, y tras la unión de este subcontinente con el resto de América algunos se extendieron hacia el norte.
Al igual que otros grandes mamíferos del Pleistoceno, como el tigre de dientes de sable o el megaterio, el gliptodonte se extinguió tras la última era glacial, hace entre 10.000 y 8.500 años.
Como una de las causas de su extinción se baraja la caza por parte de los humanos, quienes se cree que se unieron a la lista de depredadores del gliptodonte poco antes de su extinción definitiva y quienes lo cazaban por su carne y por sus enormes caparazones que podían ser utilizados como refugio. El Gliptodonte era un enorme mamífero prehistórico que vivió en América del sur y que vino de América del Norte y cuya característica principal era su capa protectora, un caparazón que lo blindaba y protegía de los depredadores de la época.
Esta coraza ósea era muy resistente y era capaz de soportar mordidas de tigres dientes de sable y lobos gigantes. Era un animal pesado, poco ágil, del tamaño de un hipopótamos y con una fuerza descomunal. Sus huesos fueron robustos y duros, tenían que soportar un peso concentrado que fácilmente superaba los 2000 kilos y la altura de un hombre. Este herbívoro prehistórico estaba muy bien diseñado, su capa protectora le proporcionaba la seguridad para evitar ataques de sus depredadores. Pero su papel de presa no era pasivo, también podía defenderse con su robusta cola. Una cola pesada con puntiagudos huesos que bien utilizada era capaz de partir patas, costillas y los cráneos de sus depredadores.
Fue tanto el éxito de este animal del sur de américa que llegó a existir hasta la llegada del ser humano. Entonces, como suele pasar desde que estamos en la Tierra, exterminamos la especie. Bien para comer su carne, bien para utilizar el enorme caparazón como refugio.
Los primeros gliptodontes, más pequeños, no tenían un caparazón oseo formado por piezas hexagonales, sino más bien con placas alargadas como el armadillo actual. Pero con forme fueron creciendo en tamaño, las placas alargadas se fusionaron, adquiriendo la fuerte consistencia del caparazón que los protegía.

