Asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes
Plantilla:HechosAsalto al Cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.
El 26 de julio de 1953 la ciudad de Bayamo, en el oriente cubano, mostraba absoluta normalidad en sus calles. No había indicio alguno de que una veintena de jóvenes procedentes de la capital del país aguardaban en un hotel en espera de una orden: tomar por asalto el cuartel de la ciudad. Era un movimiento revolucionario que formaba parte de la estrategia concebida por Fidel para iniciar la lucha armada contra el régimen de facto impuesto por Fulgencio Batista mediante un golpe de Estado, el 10 de marzo de 1952. La acción tenía como objetivo apoyar el asalto al cuartel Moncada al desviar la atención de los adversarios para evitar el envío de refuerzos desde Bayamo hasta la ciudad de Santiago de Cuba (a unos 127 kilómetros) donde precisamente estaba ubicado ese bastión militar. El plan inicial consistía en que el jefe de los asaltantes, vestido de militar, se acercaría a la entrada principal del cuartel acompañado por un residente en la ciudad muy conocido por la guarnición, quien identificaría a su acompañante como amigo y solicitaría que le permitieran pasar la noche allí con el argumento de que al otro día seguirían para Santiago de Cuba. Una vez adentro, desarmarían a la posta y obligarían a abrir la reja de entrada para darles paso a los demás asaltantes. Estos se encargarían de neutralizar a los restantes soldados que dormían y de abrirles la verja trasera a los demás revolucionarios para completar la ocupación del cuartel. Estaba previsto, además de la toma del cuartel, que poco después un destacamento de mineros destruyera con explosivos los puentes, de manera tal que las fuerzas de la tiranía se encontraran con el casi insalvable obstáculo del río Cauto que les impediría acudir en ayuda de la guarnición del Moncada. Al no presentarse el individuo que serviría de acompañante al jefe de la acción para engañar a los militares, la táctica tuvo que cambiar. Veintiún hombres armados partieron al amanecer para el combate. Comenzaron a avanzar sigilosamente hacia la parte trasera del cuartel para llegar al cual tenían que atravesar dos cercas. Atravesaron por debajo la primera, pero entre esta y la segunda encontraron un obstáculo inesperado: un montón de latas de conserva que había ido arrojando el cocinero, con las que tropezaron y el ruido puso sobre aviso a la posta del cuartel. Inmediamente se inició el tiroteo, pero fracasado el factor sorpresa del que dependía el éxito de la acción, el débil armamento de los atacantes no podía enfrentar con efectividad el fuego de los militares, y los revolucionarios decidieron retirarse. Con la ayuda de la población, algunos asaltantes lograron salvar la vida; otros no pudieron escapar a la implacable cacería desatada por el ejército y la policía que los apresaron y asesinaron después de horribles torturas.
Referencia
Revista Bohemia.

