Cayo Cristo
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Cayo Cristo es una pequeña ínsula de la Cayería Noroeste de Villa Clara, perteneciente a la sección Sabana del Archipiélago Jardines del Rey, situada a unos 10 km al Norte del puerto de Isabela de Sagua, en el municipio villaclareño de Sagua la Grande. Con una superficie de algo más de 2 km2, su ubicación geográfica frente al Canal Viejo de Bahamas le confiere una especial ventaja por las numerosas embarcaciones privadas que, en busca de las bondades marítimas del Caribe, navegan en sus cercanías.
Perteneciente al Refugio de Fauna Las Picúas-Cayo Cristo, la flora de la isla se caracteriza por la existencia, en su porción sur, de diferentes especies de mangle, mientras el norte y centro se destaca por el matorral xeromorfo y vegetación del complejo de dunas con árboles, arbustos, palmáceas, gramíneas y rastreras, algunas con valores estéticos y ornamentales, como representantes. Su fauna terrestre, a pesar de sus pequeñas dimensiones, es muy variada, contando con la presencia de aves, moluscos, insectos y reptiles, entre los que se destaca la iguana. Conocido también por ser un corredor de aves migratorias, frente a su costa norte y oeste se extienden agrupaciones coralinas, con abundancia de fauna marina, en las que predominan el pez perro, el pargo criollo, la sierra o pintadilla, el caballerote, la cubereta, cherna, aguají y la codiciada langosta, entre otros.
Desde el punto de vista turístico, su principal recurso son sus dos playas naturales (El Cristo y Las Conchas) con algo más de 2 km de longitud e inestimable calidad, frente a las que, a inicios del siglo XX, existiera un asentamiento frecuentado por los presidentes de turno de la República. Dicho poblado sería devastado por el ciclón de 1933, en lo que se conoce como la tragedia de Cayo Cristo, causando la muerte de decenas de sagüeros; en el lugar, un monumento rinde tributo, desde entonces, a las víctimas del catastrófico fenómeno meteorológico. A lo anterior se suman fondos marinos excepcionales para la práctica del buceo, la pesca submarina y la fotografía subacuática, así como numerosas leyendas de cosarios y piratas que narran la existencia de barcos fantasmas o la estancia, por algún tiempo, del afamado Jean Laffite, antes de su residencia definitiva en Louissiana.

