Fernando de Dios Buñuel

Plantilla:Mejorar Fernando de Dios Buñuel

...! Pero no importa de todas formas yo moriré por Cuba!...

Quien se expresara así con solo 19 años había nacido en Báguano el día 26 de febrero de 1939, los primeros años de su niñez transcurrieron en dicha localidad hasta que sus padres decidieron mudarse para Tacajó, hoy central azucarero que lleva su nombre.

En el año 1950 la familia ocupó una de las casonas que construyó la compañía para los empleados del central en el centro de Batey y como su padre Manuel de Dios ocupaba un buen cargo y devengaba un buen salario, pudo matricular a su hijo en la escuela privada José Martí para cursar el 4to grado con la maestra Elvia Santos de Bofill.

Su madre Basilia Buñuel, una señora muy delicada y atenta, quería ejercer sobre su hijo más dominio, pues el muchacho era activo y se iba con los compañeros a pasear por el campo o por las calles de la localidad; el padre visitaba la escuela con frecuencia para saber la situación académica de su hijo y si éste tenía algún problema, delante de sus compañeros, hacía que se comprometiera a mejorar y entonces sus notas eran brillantes.

Sus compañeros lo recuerdan como un joven inteligente y despierto de espaldas anchas, de regular estatura, de pelo negro y ojos claros, se llevaba bien con todos sus compañeros y tenía un buen sentido del colectivismo, cuentan sus compañeros que en una ocasión Aurora, una de sus amiguitas, pidió guayabas de su casa y al otro día las trajo; pero le pidió a la maestra que las repartiera entre todos los alumnos.

Tenía una bicicleta Niágara azul último modelo que prestaba a todos sus amigos. Cuando llovía usaba una capa de agua negra, sombrero y zapatos de goma, cosa que los demás niños no tenían por su situación económica, le gustaba a la hora del receso practicar deportes: fútbol y tenis de mesa. En el patio de su casa organizó un gimnasio rústico donde junto a Guillermo Peña hacía ejercicios con pesas y extensores.

Desde los años 1950-1952 estuvo viviendo en Tacajó, donde cursó desde el 4to a 6to grado, a partir del 1953-1954 cursó la 2da enseñanza en el colegio Baldor en la ciudad de Holguín. El padre, temeroso de los ideales de su hijo lo envía en 1955 para la ciudad de La Habana a estudiar el bachillerato en una academia militar, pero a su hijo no le gustó y en el año 1956 regresa a Holguín para continuar sus estudios en el instituto. Aquí comienzan sus primeras actividades revolucionarias dentro del plantel, más tarde en Holguín lo verían siempre en las calles al frente de manifestaciones estudiantiles contra la dictadura de Batista y más de una vez fue detenido y vejado por los esbirros de la policía.

Junto a un grupo de jóvenes en el año 1956 confeccionó una bandera de papel maché con los colores que simbolizaban la bandera del 4 de septiembre, día en que el dictador tomara el poder por segunda vez, en Cuba se izaba en los cuarteles esta bandera junto a la cubana. En la celebración del 28 de enero se hizo un acto público en el ayuntamiento frente al parque Calixto García, allí se hallaban los políticos y la policía, entonces cuando el momento lo exigía aparecieron cinco compañeros entre ellos Fernando, que portando la bandera mencionada la presentaron al pueblo mientras uno de ellos le pegaba candela por un extremo.

Sus padres pudieron sacarlo y conociendo su carácter impulsivo decidieron mandarlo a los Estados Unidos, su convicción revolucionaria no le permitió mantenerse allá y abandonó el colegio , se dirigió a Miami donde comenzó sus actividades revolucionarias, de Miami va a México, donde forma parte de un grupo que se preparaba para integrar la llamada expedición de Campeche, primera expedición que saldría después del Granma para apoyar la misma con hombres y armas, entre el grupo de jóvenes que se encontraba allí, hubo uno que trabó mayor amistad con Fernando y es el conocido santiaguero Alberto Fernández, llamado allí Pachungo, que luego en la tropa del Che le llamaban Pancho.

Tenía Fernando un carácter impulsivo, fervoroso, allí se había ganado el apodo de Tacajó y se escuchaban expresiones de la tropa como:

"…Insistimos con Tacajó hasta convencerlo…"

"…Pero quién no ha tenido problemas con Tacajó…"

Su carácter y los deseos de volver a Cuba lo hacían discutir con sus compañeros y hacer cosas como esta de retornar al país por lo que implicaba para su vida. En esta acción llevaría como protección escondida bajo su saco una canana llena de balas y dos pistolas cargadas puestas al directo, que mostró convencido al no llevar a cabo esta tarea ya que la expedición fue un fracaso. Por vías propias llegó a Cuba en el 1958 y después de establecer contacto se une a las filas del Segundo Frente Oriental "Frank País" en la Sierra Cristal.

Bajó al llano a buscar armas, pues los oficiales le dijeron que para formar parte de ese frente tenía que esperar varios días hasta la llegada de un avión con armamentos, pero su temperamento no le permitió esperar. Viene a Tacajó a cumplir su misión y al regreso después de haberla cumplido, el chofer que conducía la máquina en que viajaba Fernando, fingió una avería y el joven tuvo que continuar a pie por dentro de los campos de caña, así logró salir y cerca de Cueto en un lugar llamado Chucho Castro fue reconocido por la guardia de la dictadura, allí lo cercaron y al verse asechado sacó su pistola para defenderse pero temió por la vida de otras personas que estaban a su lado y prefirió entregarse.

Primero fue trasladado al cuartel de Cueto y más tarde las autoridades de esta plaza lo entregaron al sanguinario comandante Labastida del SIM en Holguín en la noche del 26 de julio de 1958 fue sacado del regimiento con José Robothan y en el camino que conduce a Mir fueron vilmente asesinados, sus cadáveres estuvieron en Buenaventura donde fueron reconocidos y sepultados sin sarcófagos. Después del triunfo revolucionario sus asesinos fueron condenados y los mártires recibieron homenaje póstumo en Holguín, la ciudad que vio a Fernando dirigir la lucha estudiantil contra el sanguinario de Batista.

El 26 de abril de 1959 sus compañeros exhumaron los cadáveres, trasladándolos al instituto de segunda enseñanza donde fueron velados, en honor a su valentía y sus méritos revolucionarios les fueron otorgados los grados de capitanes, posteriormente fueron enterrados en el cementerio de esa ciudad.

Este joven mártir supo llevar en el exilio el seudónimo de Tacajó, hoy en su honor nuestra industria azucarera y nuestras entidades e instituciones llevan su glorioso nombre.