Psicoterapia de pareja

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Psicoterapia de pareja
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Concepto:Es el tratamiento clínico psicológico que se brinda a ambos miembros de una relación sentimental, en su condición de enamorados, novios, esposos, convivientes, separados y/o divorciados, por parte de un psicoterapeuta

Psicoterapia de pareja: Para establecer una psicoterapia de pareja debemos, ante todo, establecer niveles de comunicación en los conflictos y que es lo esencial que se analizará. Si las parejas discuten sobre las cosas, los bienes materiales, la discusión es instrumental; si lo que predomina son los ataques al individuo, a lo individual, ¿lo que preocupa es la relación entre sí? (definiciones, asunciones, cuestionamiento y reglas sobre las relaciones). Lo importante también puede ser el contexto (interpretaciones genéticas o históricas en la interacción actual).

Tipos de psicoterapias de pareja

  • Concomitante: Tratamiento individual a ambos esposos, por terapeutas por separados.
  • Colaborativa: Tratamiento individual a ambos esposos, por terapeutas por separados que se comunican entre sí.
  • Concurrente: El mismo terapeuta conduce las sesiones individuales con cada esposo.
  • Conjunta: Un terapeuta con la pareja.
  • Coterapia conjunta: Dos coterapeutas con la pareja.
  • Grupos de parejas: Con uno o dos terapeutas.
  • Combinaciones: De las anteriores

Por supuesto, no somos partidarios de los tres tipos de psicoterapia, ya que realmente el enfoque de la “pareja” no existe en estas. La psicoterapia conjunta y la Coterapia conjunta nos parecen las más adecuadas a nuestra cultura. Los grupos de pareja y las combinaciones tampoco son de nuestra preferencia, dada nuestra idiosincrasia.

Que problemas tienen las parejas

  • Si un cónyuge está en el hospital. Coexisten dos problemas la enfermedad y la adaptación a la enfermedad.
  • Crisis del desarrollo: Los recién casados, los problemas son la asunción del rol de esposos y la separación de los padres. El problema de la relación sexual, el nuevo realismo. Las parejas con niños pequeños, celos por el intruso, aprender hacer equipo a pesar de ser padres. Las parejas con adolecentes, límites, disciplina, flexibilidad, soltar las riendas, sexualidad. Parejas con hijos adultos, nido vacio, reevaluación de la pareja, nido relleno (reentrada de los hijos divorciados o viudos). La muerte o enfermedad del cónyuge.
  • Divorcio
  • Recasamiento

Temas de análisis

Económicos, laborales (en la sociedad y en el hogar). Sexuales, educacionales, familiares (la parentela), sociales (amistades), lealtad (la “tercera entidad”) equívocos (“fue un error”)

Suposiciones básicas

  • Uno quiere venir, el otro no
  • Habrá dos versiones de cada anécdota
  • Habrá distorsiones de los hechos
  • Habrá proyección e identificación proyectiva
  • Habrá repetición de las relaciones tempranas (tal vez a nivel inconsciente)
  • Habrá ambivalencia y complementariedad no mutua

Habrá varias trasferencia al mismo tiempo

  • Los cónyuges querrán saber algo acerca del terapeuta y como el terapeuta se va a relacionar con cada uno de ellos.

Tareas iniciales básicas del terapeuta

  • Equidistancia no estática
  • Luchar contra la contratransferencia
  • Salvar “la cara” (dignidad) a los cónyuges
  • Tratar de ampliarle la visión de los hechos y de cada uno de ellos como persona
  • Darle una muestra de cómo el terapeuta se va a relacionar con cada uno de ellos

Cómo evitar las discusiones

A menudo cuando las parejas no están de acuerdo con algo, sus diferencias pueden transformarse en discusiones y luego sin mucho aviso en verdaderas batallas. De repente dejan de hablar de forma afectuosa y automáticamente comienzan a herirse mutuamente: se culpan, se quejan, exigen caen en el resentimiento y la duda. Hombres y mujeres que discuten de esa forma no solo hieren sus sentimientos sino que perjudican su situación. Así como la comunicación constituye el elemento más importante en una relación, las discusiones pueden ser el elemento más destructivo, porque cuando más cerca estamos de alguien, más fácil resulta herirlo o ser herido. Algunas parejas discuten todo el tiempo y gradualmente su amor muere. En el otro extremo algunas parejas suprimen sus sentimientos sinceros con el fin de evitar el conflicto y no discuten. Como resultado pierden contacto con sus sentimientos afectivos al suprimir sus verdaderos sentimientos. Cuando discutimos, las diferencias y los desacuerdos lastiman menos que la forma en que uno los comunica. Cuando mayor intimidad tengamos con alguien, más difícil resulta escuchar objetivamente sus puntos de vista sin reaccionar ante sus sentimientos negativos. Los hombres y mujeres pelean por temas relacionados con el dinero, el sexo, las decisiones, el horario, los valores, la educación de los hijos y las responsabilidades en el hogar. Cuando de estas peleas surgen sentimientos y necesidades dolorosas, aunque estos sean válidos en general, no se nos aborda ni se comunican de forma directa. Por el contrario, crecen dentro de uno y estallan durante la discusión. A veces, se expresan de forma directa, pero habitualmente se manifiestan a través de la expresión facial, la postura corporal y el tono de la voz. Una discusión perjudicial, por lo general, presenta una estructura básica. La estructura es la siguiente

  • Una mujer expresa sus sentimientos de enojo acerca de X.
  • Un hombre explica porque ella no debería sentirse enojada por X
  • La mujer se siente invalidada (acerca de X) y se enoja aún más.
  • El siente su desaprobación y se enoja. Le hecha la culpa por hacerlo enojar y espera una disculpa antes de hacer las paces.
  • Ella se disculpa y se pregunta qué ha ocurrido, o se enoja aún más y la discusión degenera una batalla.

Si un hombre cuando una mujer se enoja, aprende a escuchar primero, luego a tratar realmente de comprender lo que la perturba y dice “lamento que te haya hecho enojar cuando dije…” el resultado es casi inmediato. A veces sin embargo, resulta difícil pedir disculpa. Los hombres raras veces piden disculpas porque eso significa que ha hecho algo equivocado. Las mujeres por lo contrario, se disculpan como una manera de decir “me preocupa lo que estas sintiendo” La manera más fácil de desmontar una discusión es decir “lo lamento”

Aplicaciones en caso de divorcio

Al intentar ayudar a las parejas que sufren desavenencia conyugal, los parientes, el presunto amigo y también el psiquiatra, deben demostrar gran cautela. El matrimonio es un asunto complejo y el divorcio no lo es menos. Cada unidad matrimonial representa un sistema propio y peculiar, no existen dos iguales. Sugerimos que en los casos de posible divorcio, los estilos habituales y ordinarios de reaccionar frente a la llamada de socorro, característica de la práctica psiquiátrica general, puede ser inadecuados, ineficaces o, en el peor de los casos substanciales perjudícales.

Conclusiones

Creemos que la intervención terapéutica, en casos de posible divorcio, no se puede considerar como asunto de rutina. El terapeuta debe entender que su entrada en tales situaciones pide una perspectiva lo más amplia posible. Debe examinar lo que acurre entre él y el paciente, lo que es tarea difícil. Es más, debe considerar qué es lo que implica el estar sentado mano a mano, él y su paciente sin el cónyuge. Cualquier iniciativa del terapeuta que desestime la importancia del matrimonio puede tener una influencia inesperada. Así el sistema médico ordinario de responder afirmativamente a una demanda de ayuda de una persona casada, con exclusión del cónyuge, puede servir para favorecer el divorcio. El divorcio inevitablemente tiene muchas ramificaciones para los hijos y las familias de origen. A estos también debe tenérseles en cuenta para su inclusión en la psicoterapia. Nuestra propia experiencia señala que involucrar a los hijos y a los padres en la decisión matrimonial es, a menudo, una estratagema muy útil. Sin embargo el hecho de convocar a otros familiares coincide con nuestra filosofía general de que es preferible pecar por exceso de respeto al hecho del matrimonio. Los terapeutas deben tener sumo cuidado en no contribuir a mantener un matrimonio que es patológico para una parte o para ambas, y que podría disolverse sin nuestra intervención. Al mismo tiempo, no debemos “aconsejar” el divorcio por muy “seguro” que estemos de que es “beneficioso”.

Fuente

  • Familiología, Dra. María de Lourdes Solórzano.
  • ___:”Psicoterapia Familiar: un enfoque tríadico”, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1984
  • Zaldivar, D.: Alternativas en psicoterapia, Editorial Academia, La Habana, 1998