Portal:Panorama Mundial/RESUMEN SEMANAL/2020-01-12

Revisión del 10:50 13 ene 2020 de Irma gt (discusión | contribuciones) (Cubanos en Estados Unidos: desarmar la hostilidad (Progreso Semanal))


POLÍTICA

Cubanos en Estados Unidos: desarmar la hostilidad (Progreso Semanal)

Rachel D. Rojas*


La comunidad hispana en Estados Unidos no es un monolito. Estos migrantes e hijos de migrantes no representan a una Latinoamérica unida, sino a sus propias historias y experiencias migratorias, y por tanto a intereses que, una vez manejados como plataformas políticas, son también distintos entre sí.


Así lo piensa Ricardo Herrero, director del Cuban Study Group de Estados Unidos, quien estuvo recientemente en Cuba invitado a la conferencia sobre las relaciones Cuba-Estados Unidos. “No se les puede hacer campaña a ellos y decirles: ‘hispanos, voten por mí por A, B o C’, porque los puntos que un puertorriqueño y un venezolano consideran importantes pueden ser muy diferentes”. Tratar de tocar el tema migratorio con un cubano (que tiene la Ley de Ajuste Cubano y tenía la política de Pies Secos/Pies Mojados a su disposición) o con un puertorriqueño (que nace con ciudadanía estadounidense) no funciona de la misma forma que con otros hispanos, explica el investigador.


Muchas veces existe desconocimiento de estas comunidades, dice Herrero. “A veces los políticos piensan que la manera de llegarle a la comunidad hispana es hablando de los ‘Dreamers’, pero eso en realidad solo llega a ciertos puntos, porque esos ‘Dreamers’ son hispanos de algunos países, y no todos se sienten solidarios hacia los demás”. En dependencia del nivel que representen, muchos políticos no conocen muy bien las comunidades que coexisten dentro del territorio que representan. A nivel nacional, alguien que represente un estado donde por lo general no hay muchos latinos, las impresiones son más neblinosas. “Pero no hay un solo tema —concluye Herrero— con el que puedas decir que los ganas a todos”.


Comunidad cubana en Estados Unidos


Tradicionalmente los cubanos que han ido llegando a Estados Unidos se han clasificado en diferentes grupos u oleadas migratorias, de acuerdo a períodos de tiempo, pero también de posiciones con respecto a Cuba, de grados de inserción en la sociedad que les recibe, costumbres, etc.


Quizás ninguna de esas oleadas migratorias ha sido tan estudiada y conocida en su accionar como el exilio histórico, compuesto en su mayoría por las personas que salieron de Cuba durante los años 60 y 70, con una línea de derecha bien dura contra el gobierno revolucionario. En palabras de Ricardo Herrero, esta generación está más vinculada a las identidades políticas tradicionales en Estados Unidos; se identifican como republicanos o demócratas, y tienden a votar por uno o por el otro.


Los descendientes de esa generación, en cambio, se asumen más americanos que cubanos. “Sigue la cultura, se toma el cafecito, le gustan las croquetas, añora a Cuba, tendrá cierto nivel de nostalgia por el país, aunque no esté en él, por los cuentos que escucharon de los abuelos. Todo eso. Pero cuando llega a los temas que lo motiva a votar, Cuba usualmente no es uno de los principales”.


Y hay otra, que la integran cubanos llegados a Estados Unidos a partir del período especial en los noventa, que representan un sector más desconocido. Para Ricardo Herrero “no se ha hecho suficiente investigación para entender qué es lo que motiva a este grupo, no como los anteriores, que se han estudiado hasta el infinito. Hemos tenido un entendimiento sobre su posición hacia Cuba que me parece ha sido bien simplista”.


“La relación con Cuba del cubano que ha llegado a Estados Unidos después del 94 es mucho más compleja de lo que pensábamos —agrega Herrero—. Sí, muchos son más moderados, muchos están a favor de levantar el embargo, pero eso no quiere decir que lo deseen porque estén a favor del gobierno en Cuba, pues por alguna razón se fueron. Tampoco quiere decir que tienen una nostalgia con Cuba como la tenía la generación que llegó en los 60.


“Ese cubano ve a Cuba como un lugar en el que hay una situación que no se va a resolver hasta que el gobierno no cambie, y una situación sobre la que los americanos no pueden hacer mucho para cambiar. Muchos están a favor de levantar el embargo, otros no, pero ven a Cuba como algo que dejaron atrás y se centran en hacer su vida en Estados Unidos. Tienen familia y visitan el país, muchos habrán invertido en la Isla, que son vínculos importantes, pero pueden perfectamente votar por Donald Trump”.


Ahora, ¿por qué un cubano nacido y crecido en Cuba, pero residente en Estados Unidos votaría por un hombre como Donald Trump?


Herrero mencionaría tres puntos:


La personalidad de Trump y lo que representa. “Es un líder, caudillo, fuerte, que dice lo que piensa, que hace lo que le da la gana, o el gran mito con el que han convencido a la población americana de que él mismo creó su riqueza. Ese estilo de liderazgo caudillista, de ser machote, es algo que les atrae a muchos cubanos. Encima de todo, la economía en los últimos tres años ha ido muy bien, entonces se asocia mucho la economía al líder. Donald Trump hace muchas cosas horribles, dice muchas cosas ofensivas, pero, al fin y al cabo, es un líder fuerte y está manteniendo la economía creciendo. Así que lo apoyan, pero no porque se identifiquen como republicanos y voten siempre por los republicanos. Muchos de estos mismos cubanos votaron también por Obama, porque lo veían como un hijo de inmigrantes, que pasó de tener nada a la presidencia de Estados Unidos, entonces se identificaron con él también”.


El ecosistema mediático en Miami: “Está alineado más a la derecha que al partido republicano, especialmente en los medios locales e hispanos. Eso lo sabe todo el mundo. En esos mismos medios, cuando hablan de Cuba, mantienen una línea más dura. Durante los años de Obama, cuando yo iba mucho a estos programas, me ponían a mí solo contra dos entrevistados o panelistas de línea dura para debatir un tema. Ese tipo de cosas era práctica común, y lo sigue siendo. Eso influye también. Ahora también tienen personalidades en plataformas y redes sociales, como Otaola, quien tiene una audiencia creciente, que además él mismo apoya a Trump, y sabemos que muchos de los cubanos de este grupo se identifican con Otaola. De hecho, Otaola es uno de ellos, vino en esa época”.


Patriotismo: “Es precisamente una de las diferencias en el cubano que ha llegado en los últimos 25 años y en el que llegó hace 60 años. Los primeros eran cubanos y nunca quisieron ser americanos; se fueron con planes de regresar algún día. La nostalgia respecto a esa Cuba que dejaron atrás fue lo que definió su manera de pensar en la política hacia Cuba. El cubano que se fue durante el período especial se fue de una Cuba en uno de sus peores momentos, ven a su país como un lugar en donde no hay oportunidad. Y sí, mandan dinero, ayudan a su familia, vienen de visita, pero, especialmente si no viven en La Habana, perciben al país como uno que no ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Cuando abrió la política americana hacia Cuba, como pasó cuando Obama, muchos de ellos estaban bien a favor, porque quizás vieron oportunidades para hacer cosas en Cuba, y muchos de ellos ayudaron a montar todo tipo de negocios en el sector no estatal. Pero también muchos tienen una relación muy frustrada con este país, porque a diferencia de los que se fueron hace 60 años, que cortaron y dijeron que no regresaban hasta que todo cambiara aquí, estos sí regresan, pero les frustra que el pasaporte sea el más caro en el mundo, que tengan que pagar unos precios exorbitantes para poder renovarlo y después tener que prorrogarlo cada dos años. Conozco muchísimos cubanos que se niegan venir a Cuba solo por ese punto. Eso es lo que ayuda a explicar cómo ese cubano, que puede estar a favor de una apertura, le gusta Trump y votan por él al mismo tiempo. Porque la política hacia Cuba no está atada a una identidad partidista o ideológica, como sucedía con la generación anterior.


¿Qué hacer?


Ante el nuevo endurecimiento de la política estadounidense hacia Cuba (más sanciones, persecución y restricciones de todo tipo), Herrero piensa que desde Cuba se pueden tomar medidas que, al decir del profesor cubano Jesús Arboleya, “le quiten la comida a la hostilidad”.


“Se pueden crear oportunidades —afirma Herrero— para que el cubano en el exterior se pueda reintegrar en esta sociedad, sea a través de los negocios, proyectos culturales, etc., de forma que ellos sientan que su contribución se valora dentro de Cuba, que no sientan que los están estafando con el pasaporte, que aún deben hacer muchas cosas ‘por la izquierda’… Oportunidades que puedan adjudicar a cambios ocurridos en Cuba. Se hace eso, y cuando entra una retórica de línea bien dura, resonaría mucho menos, porque no tendría resentimiento al que engancharse”. Sí, quitarle el alimento a la hostilidad podría ser una fórmula inteligente para los cubanos de ambas orillas, tanto a nivel familiar y de amistad, como al punto de concebirse y proyectarse como una sola comunidad, amén del lugar de residencia.


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