Tinajón camagüeyano
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El tinajón Camagüeyano
El tinajón es el símbolo camagüeyano por antonomasia. Constituye la representación lugareña más enraizada. Por ello, a Camagüey se le conoce en toda Cuba como la "Ciudad de los Tinajones
Sumario
Surgimiento
Según la historia, los alfareros procedentes del sur de España utilizaban grandes recipientes para almacenar granos, aceites, arroz, líquidos. Pero pronto se dieron cuenta de que eran magníficos depósitos para mantener fresca el agua para el consumo humano. Tanto, que se dice que no hay agua más agradable al paladar que la guardada en tinaja.
Nuestro tinajón tiene antecedentes en la vasija andaluza. Fue la solución con la que alfareros procedentes del sur de España -asentados en Puerto Príncipe- trocaron en almacenes de agua los recipientes antes empleados para guardar granos, vinos, aceites y otros líquidos. Aunque los tinajones se elaboraron masivamente en nuestra región a partir del siglo XVII, no son privativos de ella. Se hicieron también en otros lugares de Cuba -Trinidad y Sancti Spíritus-, las Antillas -Jamaica- e, inclusive, en la América del Sur -Chile y Perú-, donde se recogió la tradición alfarera de la civilización incaica.
Producción
Del barro rojo de la Sierra de Cubitas comenzaron a fabricarse los tinajones desde los años del 1600.
La producción de los tinajones pasó por distintas etapas. Con auge elevado en las décadas centrales del siglo XIX, con el estallido de las diversas etapas de las guerras independentistas iniciadas en 1868, quedó prácticamente cancelada la fabricación de estos útiles elementos hogareños. Pero al menos, en cada hogar existía una de aquellas vasijas de barro.
Los artesanos, alfareros camagüeyanos, al ponerse de moda el tinajón, comenzaron a fabricarlos, respondiendo así a una gran demanda y convirtiendo la producción de los artefactos en un medio de vida nada despreciable por aquellos años
Aun hoy día podemos descubrir algunos de los nombres de aquellos fabricantes, inscriptos en sus obras utilitarias. No son escasos, en ocasiones, adornos ornamentales en los vientres o bocas de los tinajones.
Historia
En 1900 existían en la ciudad más de 16 mil tinajones. Hoy apenas quedan unos 2 500 de los originales. Muchos de los que hoy adornan jardines y parques fueron fabricados con posterioridad a 1976, cuando se rescató esa tradición alfarera.
Se dice que cuando caían los primeros aguaceros, en el mes de mayo, se lavaban los tinajones y el agua comenzaba a almacenarse en los segundos aguaceros.
Con este sistema, aseguraban nuestros abuelos, se evitaba el “embuchado”, como llamaban a las nauseas y vómitos que provocaban estas infectadas primeras aguas, que de paso limpiaban las polvorientas canales que morían en el tinajón.
Típico Tinajón Camagüeyano
De uno a otro siglo los tinajones fueron variando la forma En esencia siempre quedó un modelo clásico que ha llegado hasta nuestros días. El típico tinajón camagüeyano es aquel de voluminosa panza, líneas geométricas delimitadas y cresta destacada, o amigdaloide
Leyendas Archivo:Tinajonsito.jpeg
Distintas anécdotas lo sitúan como escondite propicio para donjuanes pueblerinos sorprendidos en pleno romance, en terreno ajeno...
Se dice que en 1875 un soldado mambí visitaba a su hijo enfermo en la ciudad, cerca de la histórica Plaza de San Juan de Dios. Fue delatado y pudo salvarse de ser capturado por los guardias civiles españoles que lo buscaban, escondiéndose dentro de un voluminoso tinajón
El agua contenida dentro las frescas paredes era empleada para beber y cocinar, y se hizo brindis acostumbrado a las visitas de propios y extraños. Y muchos de estos terminaban casándose aquí... Por ello antaño y aún hoy suele decirse, en noviazgos y bodas semejantes al galán: -¡Ese tomó agua de tinajón!
Actualidad
Y junto a esta nueva generación, en los típicos patios del Camagüey, transpirando humedad de siglos, entre arecas, flores y helechos, todavía vigilan el tiempo los grandes y ventrudos tinajones.
Los tinajones camagüeyanos, únicos que en cantidades notables proliferaron en el país, fueron arrancados de sus patios y trasladados, como ornamentos, a otros lugares, fundamentalmente a La Habana e incluso a algunas ciudades de Estados Unidos.
El triunfo de la Revolución salvó estas valiosas piezas de nuestro patrimonio cultural. Notables alfareros del patio, entre ellos el artista de la plástica Nazario Salazar, pudieron desentrañar los métodos utilizados por los viejos artífices del Puerto Príncipe, para dar vida a lo que constituyen hoy día unas joyas de nuestro pasado colonial.
Citamos a nuestra poetisa Aurelia Castillo, que recordando los tinajones de su niñez, en su casona de la calle Cristo, escribió:
Agua santa de este suelo
En el que se meció mi cuna,
Agua grata cual ninguna,
Que bajas pura del cielo.
Yo te beso con anhelo,
Casi con mística unción,
Pues creo que tus gotas son
De mi madre el tierno llanto
Al ver que te quiero tanto,
Camaguey, tu corazón
Bibliografía
http://www.pprincipe.cult.cu
http://www.mipais.cuba.cu