Castillo de Atarés
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Castillo de Atarés
Durante el período colonial español La Habana llegó a ser la ciudad más fortificada de América. Avanzado el siglo XVI se construye el Castillo de la Real Fuerza al final del canal de la bahía y posteriormente los castillos de San Salvador de la Punta y los Tres Reyes del Morro, esta vez emplazados a la entrada de dicho canal como estrategia defensiva ante la desacertada ubicación del anterior. Situados uno frente al otro entablarían un fuego cruzado para impedir la toma de La Habana, plan que funcionó hasta la llegada, en 1762, de los ingleses a la ciudad, la cual fue asediada a pesar de haberse construido, además, las obras en Cojímar y la Chorrera e iniciado la construcción de la muralla para la defensa terrestre.
Historia
Tras once meses de ocupación inglesa, cuando España recupera La Habana, la corona decide convertir a la ciudad en un verdadero sitio inexpugnable. Para ello se construye el Castillo de San Carlos de la Cabaña, en la zona este del canal, esta vez mejor ubicado y diseñado militarmente que sus precedentes y dos castillos más que venían a completar en forma de triángulo el sistema defensivo:
El Príncipe y Santo Domingo de Atarés, ambos levantados sobre elevaciones, el primero ciudad adentro, en la loma de Aróstegui; el segundo, en la loma de Soto, al fondo de la bahía.
El Castillo de Santo Domingo de Atarés debe su nombre al entonces gobernador de la Isla, Conde de Ricla, cuyos padres eran los Condes de Atarés. Su construcción se inició entre 1763 y 1767 bajo la dirección del ingeniero Silvestre Abarca y la intervención del ingeniero belga Agustín Crame. Ubicado en la Loma de Soto, el sito permitía dominar parcialmente la bahía.
La planta del Castillo se aproxima a un hexágono irregular, sin baluartes, coronado en sus vértices por garitas también de planta hexagonal, lo que se corresponde con las formas empleadas para estos elementos durante el siglo XVIII.
Completa esta fortaleza un camino cubierto terraplenado, cortado por seis traveses distribuidos en la cercanía de los vértices, para el tiro en enfilada, una pequeña Plaza de Armas Central, rodeada de construcciones para el alojamiento de la tropa, almacenes y otros servicios, en cuyas azoteas fueron condicionadas plataformas para establecer la artillería y un foso perimetral.
El Ingeniero Don Silvestre Abarca en su Proyecto de Defensa de la Plaza de La Habana y sus Castillos fechado el 31 de Diciembre de 1773, nos dice al respecto:
El Castillo de Atarés está situado en una altura al remate de la Bahía distante de la Ciudad Seiscientas cinquenta Tuesas, y del Fuerte Principe Mil seiscientos, de forma que se cruzen los fuegos de este fuerte, con los de la Ciudad, Loma de Arostegui, Morro y Cabaña, circumbalando dhos Fuertes a la Ciudad, sin que nadie pueda arrimarse a ella sin ser ofendidos de los expresados Fuertes.
La figura de este fuerte es un Exagono con su foso, y camino cubierto sin flancos, por cuya razón; no se puede llamar mas que Batería, y en ella ay seis Bóvedas a prueba de Bomba, y capaces de contener su guarnición que debe ser de tres compañías con los víveres, y pertrechos correspondientes para su defensa.
Tiene veinte, y un Cañones de a Veinte y quatro montados, y como este fuerte domina toda la compañavecina, su fin principal es contener a los Enemigos no se aposten por esta parte, e impidan tomar viveres en la Plaza, pues con este Castillo, y los puestos abanzados en las Colinas de Jesús del Monte, y sus inmediatas, podrán los combois entrar con facilidad en la Ciudad por tierra, interin que los Enemigos no tomen este Castillo, y después que lo hayna tomado, se podrán introducir por el mar.
Por su situación no deja de ser respetable este Castillo, y mucho más estando Nro. Campo Volante a la vista, pues este les obligará a que formen el sitio con la mayor parte de su Exercito, porque de lo contrario, se exponen a que nuestra Tropa los incomode en su ataque si se descuidan, por lo qe. es indispensable le sea a los enemigos muy incomodo este sitio, y aunque lo hagan con todo empeño, no dexarán de gastar más de Quince días en todos preparativos, y el asalto muy arriesgado por lo escarpado de la Montaña, donde está situada, su defensa es regular por lo que no necessita de esplicación regular.
Tomado dho. Castillo pensaran en atacar la Plaza, a fin de impedir qe. De ella se pueda refrescar la Guarnición, y viveres del Morro y Cabaña.
Al Castillo de Atarés llegamos ascendiendo una falda hoy en día muy dulcificada, pero en otro tiempo especialmente áspera y preparada por los constructores para que fuese realmente imposible de escalar por un enemigo que intentase asediarla por tierra o por mar.
Las naves podían acercarse a este sitio pero únicamente la ciudad rendida podía admitir que un enemigo se acercase a este baluarte, toda vez que muy cerca de allí estaban los poderosos bastiones del astillero, los cuarteles de construcción del ejército, que llamamos aún hoy de San Ambrosio. Y desde luego, el astillero naval, la gran fábrica de naves de guerra.
La zona de Atarés fue tremendamente estratégica para la Ciudad de La Habana. El castillo posee formas constructivas absolutamente modernas. En su interior, una poderosa Plaza de Armas nos permite llegar hasta los baluartes donde fue colocada la importante servidumbre de artilleros para otros tantos cañones de bronce, que fundidos con cobres antiguos de México fueron traídos rápidamente a La Habana por orden del Rey Carlos III, para fortificar y hacer inexpugnable a un sitio la ciudad que había perdido en 1762.
Para recuperarlo, tuvo que entregar La Florida y otras compensaciones a Inglaterra y a Francia.
Quizás desde ninguna proximidad de La Habana, excepto las lomas de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, se pueda ver algo como esto. Pero ni aún desde La Cabaña, se puede ver con tanta perfección la forma de llave que tiene el Puerto de La Habana, como desde Atarés.
Desde allí podemos notar perfectamente cómo la llave se prolonga hacia delante con todo lo que es su paleta y al fondo la clave de la misma llave sobre la cual descansa La Loma de Soto y el Castillo de Atarés, una fortaleza realmente preciosa, cuyas piedras no parecen haberse dañado con el tiempo como sucede en otras edificaciones. Se conserva con absoluta entereza, lo cual nos hace pensar que los cortes fueron muy escogidos como ocurre también con el Castillo de la Real Fuerza, cuyos muros, casi 450 años después de su edificación, se conservan con extraordinaria perfección sin que al parecer, hayan sufrido absolutamente nada por el paso asolador del tiempo y de nuestro clima.
Fuentes
http://www.habanaradio.cu/singlefile/?secc=13&subsecc=40&id_art=20071210234404
http://www.cubarte.cult.cu/paginas/actualidad/opinion.detalle.php?id=12314