El Burro Perico
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El Burro Perico. Fue un personaje muy popular en la ciudad de Santa Clara (Cuba) que ha quedado presente en la memoria histórica colectiva, pasando a engrosar las leyendas contadas por la tradición oral de dicha localidad. En su memoria se erige un monumento en la zona Sandino, resultado del esfuerzo popular.
Historia
Narra la tradición oral que el burro prestó servicios como tracción de un carro de helados del señor Eusebio, primo del verdadero dueño, Bienvenido Pérez, conocido como «Lea». Pero se escapaba con frecuencia para Cerro Calvo, zona cercana a la ciudad de donde procedía, hasta que un día arrastró consigo el carrito de helados y lo destrozó en su carrera. Eusebio lo devolvió a Bienvenido y pasó a realizar la misma función con su carretón, pero esta vez era una tienda ambulante que vendía de todo y luego el mismo carretón se ocupaba en recolectar botellas vacías por los establecimientos públicos de la ciudad. Este negocio dio buenos dividendos a su dueño, así que cuando el burro, ya nombrado Perico, llegó a la vejez, decidió liberarlo del trabajo pesado de la tracción. Perico ya habituado a recorrer las calles de Santa Clara, comenzó sus andanzas por su similar recorrido diariamente y cuentan que tocaba con los cascos de sus patas delanteras en las puertas de las casas para que le dieran pan o algo de comer. Lo singular del asunto es que no bebía agua en ningún lugar, que no fuera en su casa de manos de Victoria, la esposa de Bienvenido Pérez[1].
Celebridad y fama
En su andariega vida tuvo percances, como el día en que un vigilante de la Policía quiso interferir en el camino de Perico. Trato de hacerlo regresar para que no continuara hacia el Liceo (frente al Parque Vidal) y en su empeño creó todo un espectáculo público de espectadores que se agolpaban en defensa del burrito. El agente molesto, lo golpeó y la indignación de la gente creció, hasta que un sargento de la policía intervino y amonestó al vigilante. Al alertarlo que no se trataba de un burro cualquiera, sino de alguien muy especial que tenía los mismos derechos que cualquier ciudadano. Otro día cometió el error de pastar en el césped del parque Vidal, se lo llevaron y lo hicieron prisionero. Los estudiantes y el pueblo se lanzaron a la calle a protestar a favor de Perico, y su dueño Lea tuvo que intervenir para que no internaran a su burro en un lugar que tenía salubridad para reclutar los animales errantes. Perico volvió a las andanzas, pero esta vez llevaba un cartel colgado al cuello con un letrero en contra de Juan Artiles López, entonces alcalde de la ciudad. El cartel decía: «No voten por Artiles, no me deja entrar al Parque»[2].
Perico fue también utilizado por los estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza en las campañas políticas, al colgarle carteles denunciando el gobierno. Cuando la Segunda Guerra Mundial al burro le escribieron una V en el lomo, que significaba la palabra «Victoria», como parte del sentir del pueblo por el triunfo contra el fascismo.
Cuando salían las comparsas en el carnaval, Perico iba delante de la de Los Pilongos. Durante estas fiestas la gente le daba a tomar cerveza, pues un agente de la cervecería Polar fue quien inició esta adicción del burro con fines propagandísticos.
Cuentan que hubo un momento en que unos periodistas norteamericanos enterados de que había un burrito en Santa Clara que bebía cerveza, llegaron para comprobarlo y se supone que para escribir una interesante crónica. Los yanquis le cambiaron la cerveza por wiski y Perico al probar aquello salió corriendo del lugar y los periodistas tuvieron que desistir de su propósito[3].
La muerte de Perico
Perico falleció la noche del 26 de febrero de 1947 cuando dormía en el pesebre instalado en la botellería de la familia de Bienvenido Pérez, que siempre lo acogió como uno más del entorno familiar. Al enterarse el pueblo le prodigó un entierro de humano en una fosa cavada para ello, autorizado por el Ayuntamiento, y hasta imprimieron esquelas mortuorias. La prensa cubana y extranjera cubrió el acontecimiento[4].
El burrito Perico ha sido motivo de inspiración para artistas plásticos que han dejado su imagen en fotografías, esculturas y pinturas.
Fuente
- Águila Zamora, Hedy (2008): Sala de leyendas santaclareñas. Inédito. Casa de la Ciudad de Santa Clara.
- Crespo, M. (1993): Arre Perico. Colección Escambray.
- Reyes Aguilar, Judiel (2024): Leyendas Santaclareñas. Editorial Feijóo, pp. 223-225
