Inmigración japonesa en Holguín

Presencia de inmigrantes japoneses en Holguín
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Portada de pasaporte de inmigrante japonés
Fecha:La inmigración japonesa se incrementa a partir de 1920 y hasta los primeros años de la década de 1930.
Lugar:Actual provincia Holguín
Resultado:
Aunque se establecieron pocos japoneses hoy su huella está presente en las diferentes generaciones de descendientes.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba Bandera de Japón Japón


Presencia de inmigrantes japoneses en Holguín. La migración japonesa a Cuba se estima que inició en 1898. Pero no fue hasta el boom azucarero en el periodo de la Primera Guerra Mundial, que muchos japoneses emigraron de Japón y de otros países latinoamericanos a Cuba. En el año 1926 arribó el mayor número de nipones, proceso que se mantuvo hasta los primeros años de la década de l930.

La actual provincia Holguín acogió a varios inmigrantes japoneses que encontraron trabajo, fundamentalmente en entidades de la United Fruit Company, en los municipios Banes y Mayarí.

Teoría de la migración e inmigración

Aunque la inmigración japonesa no fue numerosa, sí se valida la teoría de repulsión-atracción de Ernest George Ravenstein,[1] pues el migrante tenía las motivaciones para partir y se le ofrecen las razones para asentarse en un nuevo ambiente. Cuba abría un horizonte por la expansión de las inversiones azucareras estadounidenses y la brecha demográfica provocada por los efectos de la Guerra de Independencia; mientras que en Japón, durante las primeras décadas del siglo XX, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, se produjo un colapso de la economía, debido a la caída de los precios del arroz, los efectos de la crisis financiera y luego la llegada de la Gran Depresión.

Situación de Japón que provoca la emigración

Entre 1912 y 1926 la población de Japón creció de 50 a 60 millones.[2] La sobrepoblación de los grandes centros urbanos, como Tokio y Osaka, por el éxodo rural provocado por las difíciles condiciones que imperaban en el campo, creaba una situación de desequilibrio socioeconómico en las ciudades. Por tal motivo, el gobierno japonés junto al sector privado fueron los más interesados en promover y subsidiar a los grupos de nacionales que desearan emigrar. En 1927 fue puesta en vigor una ley que instituía la Federación de las Asociaciones Ultramarinas.

De igual forma, la Kagai-Kogyo Kaisha, verdadero “trust de emigración”, realizaba en Japón la propaganda para la misma, transportaba los emigrantes y fiscalizaba los barcos que los conducían. A ello se sumaba la creación, por ley imperial, de las guildas de emigración en el extranjero, con el objetivo de auxiliar a los que emigraban con sus familias.[3]

Japoneses en la región de Holguín

Los japoneses que se radicaron en la región de Holguín llegaron a Cuba en la década de 1920, coincidiendo con el período en que se produjo la mayor entrada de inmigrantes provenientes de ese país. La mayoría de ellos eran naturales de Kumamoto, que fue la tercera provincia que más inmigrantes aportó a la mayor de las Antillas.

A partir del año 1899 la United Fruit Company (U.F.Co),[4] empresa capitalista que se estableció en el Norte de Holguín, inició el fomento de un típico emporio estadounidense en tierras cubanas. Esa compañía enfrentó la insuficiente mano de obra para llevar a cabo sus proyectos. Como la inmigración interna no resolvía sus necesidades, recurrió a la introducción de braceros y se convirtió en una propiciadora de inmigraciones y empleadora de fuerza laboral barata y abundante. Comenzaron a llegar oleadas inmigratorias procedentes fundamentalmente de España, Francia, los países asiáticos y latinoamericanos.

En 1911 en un censo que realizó la U. F. Co. la población del municipio Banes alcanzaba los 20 250 habitantes,[5] los inmigrantes representaban el 6%, lo que demuestra la existencia de una población multiétnica en la que todavía, para esa fecha, no había presencia nipona. A ese conjunto multiétnico, en la década de 1920 se le incorporaron –en menor medida– árabes, turcos, japoneses y otras nacionalidades.

La inmigración tuvo un peso considerable en las características demográficas de la región, pues en la misma medida que aumentó el número total de habitantes, se elevó el índice de masculinidad en las edades comprendidas entre los 21 y 44 años. De modo que, “en 1919 existían en Banes 132 hombres por cada 100 mujeres, [6] en la población total del municipio”, que era de 27 391 habitantes, y había crecido en un 35.37%, desde el censo de 1907.[7] En el censo de 1919 los inmigrantes residentes en este municipio constituían el 19.64% de la población total, con la presencia de 5 380[8] ciudadanos extranjeros. Sin embargo, en el de 1931 constituyen el 17.16%, pues aunque se incrementan a 5 628[9] los extranjeros, la población nativa también creció (32 789).[10]

Entre el censo 1919 y el de 1931 la población banense creció en un 22.65%. La mayor parte de los inmigrantes se establecieron en la ciudad, así lo demuestra el censo de 1919 que reportó en esa zona 10 130 habitantes,[11] en ellos la porción de ciudadanos extranjeros alcanzó el 20.9%, lo que significaba el 63% del total de extranjeros radicados en Banes. Ese indicador, aunque discreto, mantuvo su crecimiento en el censo de 1931, pues reveló un total de 11 678 habitantes,[12] en ellos los extranjeros representaron el 28.8% y aunque descendieron a un 59.8% los radicados en la ciudad, seguían superando a los que vivían en la zona rural. De modo que en el centro urbano de Banes se manifestó una pluralidad étnica y cultural, por confluir un porciento considerable de los grupos de inmigrantes con la población originaria.

Los japoneses no incidieron en los parámetros sociodemográficos de la región ya que solo se asentaron siete hombres y una mujer. Realmente fueron una minoría étnica y ninguno de los censos realizados en Cuba, durante la república neocolonial, ofrece información sobre ellos. Los de 1907 y 1919 solo hacen referencia, en el continente asiático a China; los de 1931 y 1943 incluyen otras naciones de Asia, donde deben encontrarse los nipones.

Los investigadores Rolando Álvarez y Marta Guzmán plantean que en Oriente se asentaron muy pocos japoneses, excepto en el territorio que actualmente ocupa la provincia Holguín. Destacan “en Banes, los Kanzaki y los Nakao: en Mayarí, los Matsumoto.”[13] Sin embargo, según los documentos del Registro Civil y la descendencia, en Banes se establecieron cinco japoneses.

No pudieron conservar la endogamia étnica, pues cuatro se casaron con cubanas y uno se mantuvo soltero. Formaron familia Takeo Kanzaki, que tuvo cuatro hijos, Yushiro Miyano tuvo tres hijos y Sunao Nakao tuvo siete. Kichisaburo Kaibara no tuvo descendientes, al igual que Hiroito. Sunao Nakao fue el único que solicitó la ciudadanía cubana, el día 1 de abril de 1954. En ella declaró que era jornalero, tal vez ese era el oficio al cual se dedicaba en Japón, pues en Banes primero fue jardinero en el American Club y luego cocinero en el hospital de la U. F. Co. Todos trabajaban en dependencias de la compañía estadounidense.

Mantuvieron excelentes relaciones, considerándose todos como familias. Precisamente, el seno familiar se convirtió en un escenario de la vida social, en el que se reinterpretaron y asimilaron solo algunos elementos de la cultura japonesa. Sin duda la poca cantidad de inmigrantes y el ser mayoritariamente hombres, incidieron en que las tradiciones niponas se fueran debilitando. Además las mujeres, todas cubanas, desempeñaban un rol más activo en la casa y ocupaban el centro de la transmisión de normas de conducta y patrones culturales de los cuales eran portadoras, por ser las máximas responsables de la educación de los hijos.

A diferencia de otros inmigrantes, los japoneses se distinguieron por una serie de rasgos: se establecieron en las zonas urbanas, en los barrios fundados por la U. F. Co.; no contaron con instituciones ni organizaciones en la comunidad; al no ser propietarios de las viviendas sino arrendatarios de las mismas, carecían de sentido de propiedad; fueron portadores de una cultura urbana de prestación de servicios a la infraestructura de la Compañía; el desbalance en la composición por sexo y desde el punto de vista cuantitativo, su peso específico poco significativo, aceleró su proceso etnoasimilativo.

Referencias bibliográficas

Fuentes

  • Fuente: Dr. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes y vicepresidente de la Filial de la UNHIC en Holguín
  • Álvarez Estévez, Rolando y Marta Guzmán Pascual: Japoneses en Cuba. La Habana. Fundación Fernando Ortiz, 2002.
  • Baqués, Judith: Japón (1900-1929). La Habana. Editorial Pueblo y Educación, 1973.
  • Censo de la República de Cuba. 1919. La Habana. Maza, Arroyo y Caso, S en C, SAE.
  • Cuba de la Cruz, Armando: Política demográfica en Holguín 1898 – 1920. Holguín. Ediciones Holguín, 2012.
  • George Ravenstein, Ernest: Las Leyes de las Migraciones (1885 - 1889). (Material Impreso, Biblioteca CEAMO).
  • Guanche Pérez, Jesús: Componentes étnicos de la nación cubana. La Habana. Ediciones Adagio, 2007.
  • Iha Sashida, Benita Eiko: Shamisén. Passport of Japan. Isla de la Juventud. Ediciones El Abra, 2002.
  • Informe General del Censo de 1943. Habana. P. Fernández y Cía., S en C, SAE.
  • Memorias del Censo de 1931. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, 1978.
  • Oficina Nacional de Estadística: Los censos de población y viviendas en Cuba 1907 – 1953. La Habana. ONE, 2007.
  • Pérez Nakao, Yurisay: Inmigraciones a Banes. Identidad y diversidad cultural. España. Editorial académica española, 2012.
  • Seguí González, Luís: Política migratoria e infiltración totalitaria en América. Uruguay. Editorial Alfa y Omega, 1947.
  • ANC. Diario de Sesiones del Senado de la República de Cuba. 1917.
  • Registro Civil de Banes. Libros de Ciudadanía. Tomos I-V.
  • Museo Municipal de Banes. Archivo de la U. F. Co. Censo 1911.
  • Entrevista a Midol Nakao Trujillo. Marzo del 2023. (Descendiente de japonés).