La palabra
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La palabra (título original: Ordet) es una película danesa dirigida por Carl Theodor Dreyer y estrenada en 1955. Considerada una obra maestra del cine espiritual, se adentra en los dilemas de la fe, la razón y el amor familiar en un entorno rural marcado por el silencio y la introspección. Dreyer, con su estilo austero y poético, convierte cada plano en una meditación sobre lo invisible.
Sumario
Sinopsis
En una granja de Jutlandia occidental vive Morten Borgen, patriarca de una familia dividida por sus creencias religiosas. Sus tres hijos representan distintas posturas ante la fe: Mikkel, escéptico; Anders, enamorado de una joven de otra denominación cristiana; y Johannes, quien cree ser Jesucristo tras una crisis espiritual. Cuando Inger, esposa de Mikkel, muere durante el parto, la familia se enfrenta al abismo de la pérdida. En medio del dolor, ocurre un milagro que desafía toda lógica y devuelve la esperanza.
Reparto principal
Henrik Malberg como Morten Borgen.
Emil Hass Christensen como Mikkel Borgen.
Preben Lerdorff Rye como Johannes Borgen.
Cay Kristiansen como Anders Borgen.
Birgitte Federspiel como Inger.
Producción
Basada en la obra teatral del pastor luterano Kaj Munk, Ordet fue filmada en interiores cuidadosamente diseñados para transmitir una atmósfera de recogimiento. Dreyer trabajó con planos largos, iluminación tenue y silencios prolongados que invitan a la contemplación. La música de Poul Schierbeck apenas se insinúa, dejando que el peso emocional recaiga en las actuaciones y el ritmo pausado.
Recepción
La película fue galardonada con el León de Oro en el Festival de Venecia de 1955, y recibió elogios por su profundidad filosófica y su tratamiento respetuoso de los temas religiosos. En Dinamarca, obtuvo el Bodil Award a Mejor película. En Cuba, fue transmitida por la televisión educativa y comentada en espacios culturales por su valor humanista y su capacidad de conmover sin artificios.
Lo que dice la crítica
Ordet ha sido descrita como “una oración filmada” por su tono reverente y su capacidad de tocar fibras profundas. El crítico Paul Schrader la incluyó entre las películas de “transcendental style”, junto a obras de Ozu y Bresson. En América Latina, ha sido valorada por su mirada compasiva sobre la locura, la fe y el poder del amor familiar. En Cuba, algunos cineclubes la han proyectado como ejemplo de cine que transforma al espectador.
Legado
La película ha influido en cineastas como Ingmar Bergman y Terrence Malick, y se estudia en escuelas de cine por su lenguaje visual sobrio y su profundidad temática. En Cuba, se recuerda como una obra que invita a la reflexión sobre la espiritualidad, el dolor y la esperanza, sin caer en el dogma ni en el espectáculo.