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Guantánamo (Redacción Digital Venceremos) - Entre el 25 de marzo y el dos de abril tuvo lugar el play off entre los equipos de Guantánamo y Granma, el cual terminó cuatro victorias por tres a favor de los Alazanes, cuando todo parecía indicar anunciar que el triunfo de los del Guaso era inevitable.
El acontecimiento mantuvo en vilo a la afición de ambos territorios y pendiente de su desarrollo al resto del país, tanto por la cerrada disputa entre ambos conjuntos, que se ganaron el privilegio de acceder a una postemporada, cuanto por la exclusión de esta de los “poderosos” Santiago de Cuba e Industriales.
Consumada la eliminación de capitalinos e indómitos, la atención se centró también en los restantes choques correspondientes a la etapa de cuarto de finales: Ciego de Ávila – Villa Clara, Cienfuegos-La Habana, y Pinar del Río-Sancti Spíritus, de la que emergieron airosos aquellos cuyos nombres aparecen en versalitas.
Guantánamo estaba al borde de la semifinal, y de asegurarse el tercer lugar de la Serie de Oro. Cuando la semana pasada salió publicado en esta sección el comentario cautelosamente titulado A un paso de la semifinal, pero hay que darlo, Guantánamo se encontraba en situación envidiable, al borde de la semifinal.
Los Alazanes habían abandonado el 31 de marzo la grama del Van Troi con balance de 2-3, un pitcheo más agotado que el de sus contrarios y abocados a la única opción de ganar el sexto y séptimos desafíos ante sus parciales, a los cuales, justo es reconocerlo, no defraudaron.
Guantánamo, por su parte, no dio el paso esperado (prescindamos, por harto conocido de lo que pasó en el Mártires de Bárbados), pero tampoco quedó mal con su pueblo, si se analiza el fenómeno beisbolístico, en su conjunto y no desde una de sus partes: conquistó el quinto lugar nacional. Fue superior a 11 conjuntos.
En medio de la congoja ocasionada por el inesperado revés frente a los discípulos de Carlos Ortega, la afición local no ha tenido tiempo de reflexionar que si los organismos e instituciones de la provincia ocuparan un sitio igual entre sus similares de otros territorios, Guantánamo pudiera merecer la condición de Destacada o al menos un Reconocimiento en la Emulación Especial por el 26 de Julio.
Que era factible ganarle a Granma, es algo que no se discute, y con lo cual el primero en estar de acuerdo es el mentor Agustín Lescaille, el cual aseguró a Venceremos: “Yo estaba convencido de que íbamos a ganar el play off, a más tardar en el quinto desafío, si el bateo respondía”.
La no materialización de una realidad que casi pudo tocarse con las manos, dejó un sabor amargo en todos los simpatizantes de los Indios Guerreros, pero ello no justifica la hipercrítica a ultranza.
Sería tan dañina como la conformidad. Por ejemplo, no son pocos los que aun se preguntan por qué (el ejemplo es fortuito) se prescindió de Yandri Gainza (34-10; 333 de promedio y seis impulsadas) en sus pocas oportunidades en la clasificatoria, y se aferró a una alineación que en la mencionada etapa promedió 306 en ofensiva y solo 245 en la postemporada.
La respuesta del manager explica esa circunstancia: “No tenemos un buen banco. Félix Carbonell estuvo bien tras la lesión de Borrero, por lo cual no se justificaba traer a Gainza, que es el tercer receptor. Pensábamos, que a pesar de un comienzo incierto, los regulares iban a reaccionar”
Por supuesto que el director de los Indios no asocia tal incertidumbre con Dainer Moreira, que luego de una temporada en que fue puntero en jits, con 130, en comparecencias (416) y veces al bate (385), bateó para 313, cumpliendo su función de primer bate, la de embasarse; ni con Yoenny Southeran (815 lances sin error, en 88 desafíos) y que durante el play off impulsó seis y casi promedia 300, aunque fallara en instantes cruciales.
El flemático directivo excluye también de ese grupo a Giorvis Duvergel (29-10, 345), a pesar de su solitaria carrera traída hasta el plato en siete encuentros, a Vismay Santos, 286, y máximo impulsador con 9, y artífice, además, del cuadrangular con las bases llenas en el Mártires de Barbados, en la que Guantánamo dio muestra de su combatividad en patio ajeno, y ganó el importante desafío inicial.
Atestiguan que los Indios no son hueso fácil de roer, el jonrón de Vismay con las bases llenas en el primer desafío, el bloqueo de leyenda de Carbonell en el quinto, en que ahogó el intento de Yoenni Céspedes, de tumbarle la pelota; la actuación del joven Lander Moreira en el mismo desafío, y la relevante exhibición de pitching de Yoanni Turcaz, en el penúltimo choque, en que no permitió libertades a los mayores jonroneros de Cuba.
Por su parte, Yoilán Cerce (30-5: 167, y solo un par de remolcadas) sí dejó que desear, aunque justo es reconocer que en los primeros 45 juegos había impulsado 54 carreras y bateado para 327. No jugó bien el play off, pero fue de los que propició llegar a él.
La merma ofensiva del capitán del conjunto, en lo particular, y del resto de la novena, en general (no solo en cuartos de finales, sino en las postrimerías del último tercio), se atribuye en la calle y entre los expertos a diversos factores.
Según algunos a deficiencias físico-tácticas en el entrenamiento que impiden llegar a la postemporada sin que pesen tanto los bates; la segunda, falta de motivación o deudas con el terreno de algunos jugadores.
La segunda nos atrevemos a descartarla de inmediato. Lescaille, sin ser un académico, sin estudios superiores de didáctica ni pedagogía, pero con sobrado sentido común, experiencia práctica, modestia y el ejemplo propio, ha entronizado una disciplina y armonía que han convertido al colectivo en una familia.
En cuanto a la primera hipótesis sería aceptable, si lo mismo hubiera ocurrido al pitcheo, el cual se comportó a gran altura, pese a ser necesariamente violentada su rotación, debido a la lesión, del corajudo Alexander Rodríguez, a la que siguió la de otro pilar, Frank Navarro.
Ambas tribulaciones nos dejaron sin otra opción que acudir, en el séptimo juego al ya desgastado Dalier Hinojosa, después que, con apenas tres días de descanso, había relevado, también sin éxito, a Yoanni Turcás, merecedor de una felicitación por esa hazaña (que ojalá no lo envanezca) de mantener a los Alazanes sin carreras durante siete entradas, con su inteligencia más que con su brazo.
Contra lo pensado, los comentaristas de los medios nacionales, que tan poco nos benefician con sus reflexiones –ni falta que nos hace-, nos favorecieron cargando a Alfredo Despaigne el peso de la derrota que sufrimos, y de la cual fue el colectivo que representa los colores de nuestra provincia el único responsable, por su inoportuno bateo.
De qué les hubiera valido a los toleteros de la tierra de Carlos Manuel de Céspedes la ofensiva de Despaigne y comparsa, en el sexto y casi decisivo desafío, si los nuestros, en vez fabricar una sola carrera hasta el séptimo inning, hubiéran apoyado a Hinojosa en el noveno y el décimo, entradas en que dejaron las bases llenas y dos hombres en base, inmovilizados, respectivamente.
Así y todo, durante la postemporada el más paradigmático de los serpentineros del Alto Oriente fue líder en ponches, y Turcás en carreras limpias, al no permitir ninguna en 10 entradas y un tercio, amén de reducir el gasto ofensivo de Granma a 147.
Lescaille pensaba –y tenía razones para meditar de esa manera- que los regulares iban a reaccionar, pero no fue así.
¿Qué por qué no utilizó a Fondín? Dejemos que sea él quien responda: “No estuvo bien. Los números lo dicen: no empuja carrera. Se embasa, pero no impulsa. Al igual que otros de nuestros peloteros no saben elegir el lanzamiento y la presión los ataca en momentos cruciales”.
Convenimos con el mentor que a un colectivo que llena las bases una decena de veces y anota una sola carrera, le resulta difícil ganar. También se dificulta el triunfo si menudean las lesiones: Borrero, Alexander Rodríguez, su principal carta de triunfo, luego Navarro.
Recuerden que durante la clasificatoria el meteoro de Baracoa estuvo más de un mes sin lanzar y el equipo iba en picada: “Perdimos más de seis juegos, en los que llegábamos al final con ventaja, por una carrera”.
“En el quinto juego, que Lander Moreira ganó 2-1, los guantanameros que desfilaron por el home dejaron siete hombres en las almohadillas. No solo Escalante, sino Southeran, y otros no los llevaron hasta home. A la hora buena, el batazo no se produjo”.
“Las cosas no nos salieron bien y la dirección tiene su responsabilidad” enfatiza el estratega que ha conseguido dos novenos lugares, un sexto, el quinto de ahora, y dos clasificaciones, desde la XLVII Serie Nacional (2007-2008), en que tomó las riendas de un equipo cuyo fuerte entonces no era la disciplina, y en gran parte a él debe el colorido que a partir de 2009 Guantánamo imprime a esas lides.
Solo hay un mejor antecedente que el actual: el de Epifanio Dominico, que en la trigésimo octava lid llevó a sus conciudadanos al cuarto lugar, aunque al año siguiente terminó en el sótano. Hago esta aclaración, no en demérito de quien desde su actual responsabilidad bastante debe la mejoría de numerosos peloteros de la provincia, si no para recordarle a Agustín que esa estabilidad en la tabla de posiciones es fruto de un colectivo manejado por él.
Me atrevo, por tanto, en este comentario a solicitar permiso al glorioso exinicialista y, sin dudas, excelente conductor, para rectificar la frase que acaban de escuchar de sus labios, y sustituirla por otra más justa: “Salieron bien, pero no tanto como usted, sus peloteros y el pueblo de Guantánamo, lo deseaban”.
Un quinto lugar, Agustín, no.
Por Pablo Soroa F
Tomado de Venceremos