Trova en Manzanillo
En 1972, frente al parque Carlos M. de Céspedes, se funda el Movimiento de la Nueva Trova.
Sumario
Fundación.
La Nueva Trova de la canción cubana, un fenómeno cultural de más de tres décadas de existencia, constituye una consecuencia directa y genuina de la Revolución.
Las nuevas realidades de la Isla encontraron sus cantores. En la fundación oficial del Movimiento de la Nueva Trova (Manzanillo, 1972), los santiagueros René Urquijo y Augusto Blanca sonaron sus guitarras al lado de Silvio, Pablo, Noel y Vicente. El primero se erigió en uno de los poetas más exquisitos de la nueva canción con sus Trovadas, Poblinas y Regalos.
Urquijo se pegó a la ciudad como a un juramento y organizó el grupo Granma. Luego, Muralla se convirtió en el ala joven de la tradición; mientras José Aquiles hizo de su Peña de los Escorpiones un espacio emblemático para la cultura de la ciudad, y se elevó hasta alcanzar la cima del Concurso de Música Cubana “Adolfo Guzmán” (Mira, Será). José Nicolás volvió a recorrer las callejas y las noches, enviando su energía desde lejos. Unos que están, otros que quedan.
Novísimos y postnovisimos en toda la Isla: Santiago y Carlos Varela, Polito y Frank Delgado…. Y Santiago, la siempre fiel con Eduardo Sosa –quien integrara el memorable dúo Postrova junto a Ernesto Rodríguez-, Luis Felipe Veranes (Fe lipón) y su grupo, Léster, y por supuesto, el estilo de Gladis del Monte…Músicos apegados a la guitarra, redescubriendo los verdes y los grises de estas lomas, iluminando sus metáforas de inicio y fin de milenio… pero sometidos a nuevas influencias, la música brasileña, el jazz, el soul, la bachata, el rock argentino, el rap….
Trova sin discontinuidad, trova de mano y cuerda. Trova insomne, en renuevo sempiterno. Trova de parques y mar, aún; pero trova de hueso, trova difícil…. Pepe Sánchez que invita a Rosina y Virginia, a Eva Griñán y a Glenda Díaz. Trova urgente -como dice Vivanco- de “gente arrabalera, de guitarra vieja /para amanecer...”
Hombres capaces de señalar caminos y defenderlos a través de toda una obra humana y musical que ha impregnado a la trova cubana del sentido más autóctono de la lírica cubana de estos tiempos, Silvio y Pablo, ídolos de la nueva trova, son sin duda la genuina expresión de éste género que descubre en la poesía la máxima expresión de una página abierta al legado musical cubano en el orbe.
Vicente Feliú, uno de los que dio vida a la Nueva Trova, dijo que una de las coincidencias entre los fundadores fue y sigue siendo la defensa de la Patria y una actitud del trovador ante la vida, mientras el escritor y poeta Víctor Casaus precisó que el Movimiento crecía desde la Revolución.
La nueva trova en Manzanillo.
El máximo exponente de la trova en manzanillo es Carlos Puebla, destacada figura de la cultura nacional, que por la odura de sus canciones la pasado a la historia como “El Cantor de la Revolución”. Puebla es el puente entre los viejos trovadores y la nueva trova. Oficialmente constituida el 2 de diciembre de 1972 en manzanillo.
La casa de la trova radica en un vestuoso edificio con un acogedor patio donde se llega a la madrugada por el camino de la canción. La música campesina arraigada en las zonas rurales, deviene en la mejor expresión del folcrol de nuestros campos, aquí están a la vanguardia el Conjunto Guasimal y el Órgano, a la que se le suma el conjunto “Eduardo Saborit” el cual por más de 25 años ha mantenido viva esta expresión musical.
Algunas figuras destacadas de la trova cubana.
Silvio Rodríguez
Silvio Rodríguez Domínguez nació el 29 de noviembre de 1946 en San Antonio de Los Baños, población ubicada al sur de La Habana. Se crió en una familia campesina pobre; su padre, Víctor Dagoberto Rodríguez Ortega, fue campesino y poeta aficionado, su madre, Argelia Domínguez León, se dedicaba a las labores domésticas. Afirmaciones aparentes parecen indicar que su vocación musical se debe a la inclinación que su progenitora tuvo por el canto, al cual era muy aficionada.
Su padre, Víctor Dagoberto Rodríguez Ortega, fue campesino, y siempre fue un hombre liberal y de ideas socialistas. Su madre, Argelia Domínguez León, fue peluquera.
Silvio ha manifestado en diversas ocasiones que su afición por la música le viene por parte de su madre, que se pasaba el día cantando boleros y sones santiagueros.
Silvio tuvo un tío que tocaba el bajo pero, desde el punto de vista musical, fue su madre la que le dormía con canciones de la trova, se bañaba con danzones, barría con boleros y cocinaba con sones.
Silvio ha sido estudiante, alfabetizador, empleado gastronómico, dibujante, soldado, cantante y padre.
Fue empleado de la televisión cubana y trabajó con el grupo de experimentación sonora del ICAIC (Instituto Cubano de las Artes y de la Industria Cinematográfica), donde grabó sus primeros discos y canciones. Empezó a escribir poemas a los siete u ocho años.
En la revista «Mella» dibujaba una historieta que se llamaba «El Hueco», una historia muy profunda, con textos de Norberto Fuentes. Cuando trabajaba allí, aprendió los primeros acordes de guitarra con su compañero Lázaro Fundora.
A los 16 años recomenzó los estudios de piano, pero tuvo que volver a dejarlos cuando, el 4 de marzo de 1964, fue llamado al Servicio Militar , de las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FAR-.
Silvio partió rumbo a la región más occidental del país. Tenía 17 años cuando le enviaron primero a una unidad en Pinar del Río durante tres meses. Después desarrolló un primer periodo de doce semanas de entrenamiento en la Unidad 3234, de Infantería, en Artemisa, y fue trasladado a la Unidad 1087, de Servicios de Retaguardia del Ejército Occidental. Posteriormente, ubicado en la 2107, de Comunicaciones, en El Calvario, el recibió un curso de Telegrafía y desarrolló la labor de ayudante del operador de radio.
Entonces se compró una guitarra. En el ejército conoció a Esteban Baños, con quien aprendió mucho de la guitarra. A partir de ese momento, no abandonaría más el instrumento. En todo ese tiempo nunca dejó de escribir poemas y compuso algunos relatos. Entre 1964 y 1965 compuso sus primeras canciones.
En 1967 debutó en el programa de televisión Música y Estrellas, vestido con sus botas militares que, según aclaró mas tarde, era lo único que tenia para ponerse. Su primera actuación fue en el Museo de Bellas Artes. Por esa época hizo dúo con Luis López, cantaban sus canciones y se presentaron en dos ocasiones a festivales de Aficionados de la FAR. No resultaron premiados, pero fueron felicitados. En 1975, cuando llevaba ocho años de profesional y había compuesto cientos de canciones, hace su primer disco en solitario, Días y Flores.
Su influencia sobre toda una generación, junto a sus compañeros de La Nueva Trova Cubana, también conocida como Movimiento de la Nueva Trova ha sido reconocida en todo el mundo, incluso por quienes no están de acuerdo con sus ideas políticas. Queda patente que el genio de Silvio es capaz de atraer a quien él quiere y a quien no. Ha colaborado con muchos cantantes y músicos de todo el mundo.
Como compositor del ICAIC, Silvio participa en la música de varios documentales como Testimonio, El hombre de Maisinicú, Al sur del Maniadero y La Nueva Escuela. A esta época corresponden temas como La era está pariendo un corazón y Canción del elegido. En esos años marcha a Angola a luchar junto a las FAR. Allí se hace gran amigo de Pablo Milanés.
La más reciente actividad destacada de Silvio Rodríguez ha sido su presentación en la segunda versión del concierto patrocinado por Juanes, Paz sin fronteras, conjuntamente con otros artistas del género popular como Olga Tañón, Amaury Pérez, Danny Rivera y Miguel Bosé, entre otros, éste último calculó un lleno de un millón ciento cincuenta mil personas (1.150.000), que colmaron la Plaza de la Revolución, en La Habana, Cuba.
Pablo Milanés
Pablo Milanés nació en la ciudad de Bayamo (capital de la provincia de Granma), Cuba. Estudió música en el conservatorio municipal de La Habana.
En sus comienzos estuvo muy influenciado por la música tradicional cubana y por el feeling (sentimiento en idioma Español). El feeling es un estilo musical que se inició en Cuba en los años cuarenta y suponía una nueva manera de afrontar la canción, donde el sentimiento definía la interpretación y estaba influenciado por las corrientes estadounidenses de la canción romántica y del jazz. El feeling se acompañaba de una guitarra, al estilo de los viejos trovadores pero enriquecido por armonizaciones jazzísticas. Así se establecía esta nueva forma de comunicación o "feeling" con el público.
Como intérprete, Pablo Milanés se incorporó posteriormente al cuarteto Los Bucaneros, con quienes colaboró en sus primeros trabajos. También probó suerte como solista ocasional, diversificando de esta manera sus experiencias que más tarde le llevarían a trabajar en solitario. En 1965 Pablo Milanés publica Mis 22 años, considerada por muchos el nexo de unión entre el feeling y la Nueva Trova Cubana, incluyendo nuevos elementos musicales y vocales que serían precursores de la música cubana que vendría después. La colaboración con Los Bucaneros alcanza hasta 1966. En 1967 se incorpora al servicio militar.
Era la época de la guerra de Vietnam y Pablo Milanés comienza a tomar partido por las causas sociales, surgiendo en sus temas la preocupación por lo que le rodea. En 1968, Milanés ofrece su primer concierto con Silvio Rodríguez en la Casa de las Américas. Ésta sería la primera muestra de lo que más tarde, en 1972, surgiría como el movimiento musical popular de la Nueva Trova. En ese mismo lugar conocería a los miembros de la élite cultural y musical de otros países americanos con los que compartía sus preocupaciones sociales. Violeta Parra, Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, Chico Buarque, Simone, Vinícius de Moraes, Milton Nascimento, Víctor Jara entre otros muchos, pasaron por la Casa de las Américas en aquella época.
Como compositor, Pablo Milanés ha tocado diversos estilos, entre ellos el son cubano y la canción protesta a finales de los sesenta. Ha pertenecido al Grupo de Experimentación Sonora y ha compuesto temas para el cine. A través del GESICAIC, tanto Pablo Milanés como otros destacados músicos cubanos, incluyendo a Silvio Rodríguez, participan en un taller creativo donde se formaba a jóvenes talentos cinematográficos cubanos enseñándoles lo mejor de la música cubana, que posteriormente quedaría plamado en una generación de cineastas que fundían a la perfección música y cine. Esta etapa de Pablo Milanés abarca desde finales de los sesenta hasta mediados de los setenta, y va repleta de temas del artista: Yo no te pido, Los años mozos, Cuba va, Hoy la vi, Yolanda, No me pidas, Los caminos, Pobre del cantor, Hombre que vas creciendo, Yo pisaré las calles nuevamente, y otras.
A principio de los años ochenta, Pablo Milanés forma su propio grupo, con la colaboración de varios amigos que estuvieron con él en el GESICAIC. Esta etapa se caracteriza por la riqueza de los recursos musicales utilizados y por la variedad de los géneros entremezclados, aunque sus contenidos siguen teniendo un fuerte trasfondo social. Un álbum importante en la vida de Pablo Milanés fue el titulado Querido Pablo, un disco homenaje grabado con algunos de sus grandes amigos, y en el que participan gente de la talla de Víctor Manuel y Ana Belén, Luis Eduardo Aute y Mercedes Sosa, entre muchos otros. Este disco tuvo una secuela en 2001, que llevaba el título de Pablo Querido. Veinte años después, un buen puñado de artistas se vuelven a reunir para cantar al son de Pablo Milanés. En esta ocasión, además de amigos "clásicos" de Pablo, se unen artistas de la nueva música pop, como Fher (el cantante del grupo mexicano de rock Maná), Marco Antonio Muñiz o Armando Manzanero.
En 2005 compone una parte de la banda sonora de la película Siempre Habana dirigida por Ángel Peláez. De entre sus muchas canciones, son especialmente famosas: Yolanda, Yo me quedo, Amo a esta isla y El breve espacio en que no estás, Para vivir y Cuánto gané, cuánto perdí Numerosos artistas han colaborado con él, entre los que destacan: Ana Belén, Maná, Luís Represas Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina, Caco Senante, Ismael Serrano, Joan Manuel Serrat, Los Van Van, Carlos Varela, Lilia Vera, Víctor Manuel.
Carlos Puebla
Manzanillo tiene el honor de ser la cuna donde naciera, el 11 de septiembre de 1917, Carlos Manuel Puebla, quien andando el tiempo llegaría a ser conocido como “El Cantor de la Revolución”.
Hijo de un humilde matrimonio tuvo que aprender y ejercer desde muy temprana edad los oficios de carpintero, mecánico, obrero azucarero y zapatero; sin embargo, latente en su corazón estuvo siempre el artista. Desde niño andaba siempre acompañado de su filarmónica, y solía contemplar extasiado las manos de los maestros de su hermana cuando le enseñaban los acordes de la guitarra, gestos que más tarde trataba de imitar... Así, de manera autodidacta, ayudándose de un extinto método “para aprender a tocar la guitarra sin maestro” , más tarde consultando simultáneamente a Pedro Estacio, Director de la Banda Municipal de Conciertos de Manzanillo, y a Juan García, maestro de piano, y estudiando el “Método de Solfeo”, de Hilarión Eslava, llegó a ser un excelente trovador.
Ya en la década de los años treinta los manzanilleros tuvieron la oportunidad de conocer su obra difundida a través de la emisora local (CMKM).
Como casi todos, Puebla se inicia con canciones de corte romántico, algunas de las cuales se convirtieron no sólo en grandes éxitos, sino que forman parte del patrimonio musical cubano como son: “Quiero hablar contigo”, “Qué sé yo”, “Te vieron con él” o las popularizadas por el dúo de Clara y Mario: “Cuenta conmigo”, “Quién se lo iba a imaginar”, “Hay que decir adiós” y “Dejemos de fingir”, entre otras.
En la etapa pre-revolucionaria este prolífero autor comienza a producir sus primeros discos; también en esta etapa se hacen evidentes en sus canciones sus inquietudes sociales, apareciendo en ellas fuertes denuncias de los males de la Cuba de entonces; pueden mencionarse, entre otras, “Plan de machete”, “Este es mi pueblo” y “Pobre de mi Cuba”. Respecto a esta última hay una anécdota que revela la valentía del cantor en esos años de represión: Humberto Bravo, productor y director de la televisión, invitó a Puebla a participar en su programa “Esta noche en C. M. Q.”, programa en el que intervenían las primeras figuras nacionales y artistas extranjeros de paso por La Habana. El compromiso del cantor era el de interpretar tres canciones, luego de hacer las dos primeras, dedicadas al universal sentimiento del amor, cantó la guajira “Pobre de mi Cuba”, que terminaba con esta estrofa:
“Aquí falta, según veo,
un nuevo gesto mambí,
la palabra de Martí
o el machete de Maceo”.
En la década de los cincuenta ya Carlos Puebla incursionaba en la radio y la TV nacionales acompañado por una agrupación de pequeño formato conocida por “Los Tradicionales”. Para entonces Puebla había “descubierto” el local de “La Bodeguita del Medio”, donde no ganaba ningún salario por interpretar sus canciones pero, como el mismo Puebla solía decir: “pasaba los ratos cantando con la barriga llena y el corazón contento”. Este lugar fue el escenario ideal para estrenar muchas de sus canciones. Allí compartió con otros artistas y con importantes personalidades del mundo y allí se le recuerda aún como parte indisoluble de aquella historia.
La guaracha “Y en eso llegó Fidel” marca el inicio de una etapa diferente en la creación del Carlos Puebla, signada por las transformaciones que a partir del triunfo revolucionario del 1º de Enero de 1959 se operaron en el país. A partir de este momento Puebla cantó los hechos más relevantes de la historia del pueblo cubano, convirtiéndose en el cronista por excelencia de todo el acontecer nacional. Nuevas canciones fueron conformando la crónica de los acontecimientos más relevantes, se cuentan entre ellas: “La Reforma Agraria”, “Duro con él”, “Ya ganamos la pelea”, “Son de la alfabetización”.
En 1961 comienza su primera gira por varios países, le acompañan los textos de sus canciones, la música (exponente de lo mejor de los ritmos cubanos), la sabiduría y el gracejo popular y el prestigio de su pueblo; todo ello lo lleva a alcanzar el éxito, alcanzando una notable repercusión no sólo desde el punto de vista artístico sino también político. A ésta le suceden otras giras y el público de más de treinta y cinco países tuvo la oportunidad de disfrutar de las actuaciones de quien también fue conocido como el “Juglar de la Era Moderna”, siempre acompañado por los inolvidables “Tradicionales”. Puebla visitó y actuó en grandes ciudades y pequeñas localidades, en fábricas y universidades, en majestuosos teatros y en escenarios improvisados, y siempre recibió los aplausos y el reconocimiento de los distintos públicos no sólo como artista sino como representante de su pueblo, de su Revolución. La antigua URSS, Polonia, Bulgaria, Portugal, Francia, Venezuela, Perú, Ecuador, Angola, fueron -entre otros-, países visitados por nuestro “embajador musical”. De ellos volvió siempre cargado de anécdotas, de nuevas canciones y de un gran orgullo de ser cubano.
A su Manzanillo natal volvió siempre, generalmente durante la celebración de las Semanas de la Cultura y las Jornadas de Homenaje a su entrañable amigo, el poeta Manuel Navarro Luna –a quien dedicó dos hermosos boleros-. Veíasele entonces andar por toda la ciudad, fábricas, escuelas, parques y casa de vecinos, más, su sitio preferido era la Casa de la Trova (que hoy lleva su nombre), donde solía colocar un taburete en una esquina del patio y desde allí evocar amigos y acontecimientos, deleitarse con un trago del exquisito Ron Pinilla ( de producción local) y cantar, cantar, cantar .....
La noche en que Fidel dio a conocer al pueblo la carta de despedida del Comandante Ernesto Che Guevara, Carlos Puebla no pudo conciliar el sueño, estremecido por la noticia se fue a su estudio y no salió de allí hasta haber concluido la que es, quizás, su más conocida canción: “Hasta siempre”. Cantada en diversos idiomas, interpretada por agrupaciones corales, orquestas sinfónicas, solistas, tríos...., se ha convertido en un himno, en un canto de amor y de esperanza.
Carlos Puebla legó a su pueblo un poemario de alrededor de 70 textos en los que a través del humor, la sátira, la crítica a la irracionalidad, nos relata un suceso trivial, un chiste, un hecho cotidiano, o critica algún mal social. Compositor prolífero con cerca de mil obras, entre boleros, sones y guarachas, en sus composiciones utilizaba un lenguaje serio y directo, matizado en algunos casos por el más popular humor criollo, cuya mejor muestra son las guarachas Y en eso llegó Fidel y La OEA es cosa de risa; el bolero Yankees go home; El son de la alfabetización, y la mítica Hasta siempre Comandante (1965), que lo hizo famoso internacionalmente. Pero su obra no se limitó solo a reflejar la épica popular de la Revolución, sino que también abordó el tema amoroso y la labor cotidiana del pueblo. Muchos de sus textos han sido traducidos a numerosos idiomas y sus obras musicales se han utilizado en producciones de la cinematografía cubana, como son los filmes Alba de Cuba, Estado de sitio y Nuestro hombre en La Habana, entre otros. Su continuo quehacer en el mundo de la cancionística le mereció el reconocimiento y admiración en su país y el resto del mundo.
El 12 de julio de 1989, luego de una larga enfermedad que no pudo vencer su carácter jovial y dicharachero, fallece Carlos Puebla en La Habana. Sus restos fueron trasladados a Manzanillo, su ciudad natal, el 11 de septiembre de 1994, y allí reposan en la Necrópolis Municipal en un panteón de mármol coronado por dos versos suyos que rezan:
“Yo soy esto que soy
un simple trovador que canta”
Desde esta humildad que siempre le caracterizó, desde su condición de artista revolucionario, desde su raíz y su voz de pueblo, Carlos Puebla continúa cantando.