Étienne Bonnot de Condillac

Étienne Bonnot de Condillac
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Nacimiento30 de septiembre de 1714
Fallecimiento3 de agosto de 1780

Étienne Bonnot de Condillac. Filósofo francés. Destinado por su familia al estado eclesiástico, se unió en París a Diderot, Rousseau, Fontenelle y Duclos. Fue preceptor del infante Fernando y miembro de la Academia desde 1768. Sus obras más importantes son Ensayos sobre el origen de los conocimientos humanos (1746) y Tratado de las sensaciones (1754), en el que defiende la sensación como único origen del conocimiento. Es considerado como uno de los fundadores de la ciencia económica moderna, a la que dedicó El comercio y el gobierno considerados en su relación recíproca (1776).

Síntesis biográfica

Filósofo francés, nacido en Grenoble. Estudió en Lyon con los jesuitas, en Saint-Sulpice y La Sorbona, y se ordenó sacerdote en 1740, pero sintiéndose más bien hombre de letras, se dedicó al estudio de la filosofía, impulsado por Jean Le Rond d'Alembert, primo suyo. Fue amigo de los ilustrados y él mismo fue un ilustrado, que difundió en Francia las ideas de Locke y se opuso al racionalismo. Sus primeras obras filosóficas de importancia son Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos (1746) y Tratado de los sistemas (1749). Pero su obra fundamental es Tratado de las sensaciones (1754), obra en la que sostiene que todos los conocimientos y todas las facultades humanas provienen de los sentidos, o mejor de las sensaciones. En 1758 es enviado a Parma por Luis XV, como preceptor de su sobrino Fernando de Borbón, hijo de los duques de Parma, y allí permanece hasta 1767 y escribe Curso de estudios para la educación del príncipe, en trece volúmenes.

Tratado de la sensaciones

Destinado a mostrar que las impresiones externas recibidas por los sentidos externos, tomadas en sí mismas, pueden dar cuenta de todas las ideas y de todas las operaciones mentales. Utilizando el famoso ejemplo de una estatua dotada la única propiedad de un solo sentido singular, el olfato, intentó derivar de él la atención, la memoria, el discernimiento, la imaginación y la totalidad de la vida mental

1. Los conocimientos de nuestra estatua, limitada al sentido del olfato, sólo pueden extenderse a los olores. No puede concebir las ideas de extensión, de figura ni de nada que esté fuera de ella o fuera de sus sensaciones, ni tampoco las ideas de color, de sonido o de sabor. Con relación a sí misma, la estatua no es más que olores.

2. Si le presentamos una rosa, nuestra estatua es, con relación a nosotros, una estatua que huele una rosa, pero con relación a sí misma no es más que el olor de esa flor. En consecuencia, es olor de rosa, de clavel, de jazmín, de violeta, conforme a los objetos que actúen sobre su órgano. En una palabra los olores sólo son para ella sus propias modificaciones o maneras de ser, y nuestra estatua no podría creer que es otra cosa, ya que éstas son las únicas sensaciones de que es susceptible. No tiene ninguna idea de materia.

3. Que los filósofos a quienes parece tan evidente que todo es material se coloquen, por un momento, en lugar de la estatua e imaginen cómo podrían sospechar que existe algo que se parezca a lo que llamamos materia. No es posible mayor imitación en los conocimientos.

4. Por consiguiente, podemos estar convencidos de que bastaría aumentar o disminuir el número de sentidos para que formuláramos juicios enteramente diferentes de los que hoy nos parecen tan naturales; y nuestra estatua, limitada al olfato, nos permite formarnos una idea de la clase de seres cuyos conocimientos son los menos extensos de todos.

Fuentes