Rigoberto Rosique
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Rigoberto Rosique. Considerado como uno de los grandes jardineros centrales que han transitado por nuestro béisbol revolucionario, este “mosquetero matancero”, nombre con el que lo bautizó el desaparecido narrador Bobby Salamanca, destacó entre los grandes bateadores que hicieron época durante los años sesenta y el primer lustro de los setenta en nuestras Series Nacionales. Fue un pelotero integral, a su formidable sistema de bateo, su velocidad en el recorrido de las bases y su envidiable tacto se unían la seguridad de su guante en la pradera central y su gran desplazamiento. Muchos aficionados que lo vieron jugar consideran que faldeando hacia atrás, Rosique aún no ha sido superado .Jugaba muy corto y era muy raro que lo sobrevolaran. A diferencia de otros estelares outfilders como Armando Capiró, Fermín Laffita, Fidel Linares, Tomás Valido o Silvio Montejo, Rosique no descolló por la puntería o fortaleza de su brazo, precisamente ese fue su handicap.
Síntesis biográfica
Nació el 10 de marzo de 1944, en la populosa barriada de Pueblo Nuevo, en la ciudad de Matanzas. Como muchos jóvenes de su época sintió en carne propia las privaciones materiales que afrontaron muchas familias cubanas durante el capitalismo. Aunque no tuvo una influencia beisbolera directa en su familia, desde bien temprano mostró inclinación hacia el deporte de las bolas y strikes. Pronto empezó a destacarse en los pitenes de barrio, pero no es hasta mediado de los años cincuenta que comienza a jugar béisbol organizado. Su padre, que había sido boxeador en sus años mozos, siempre lo aconsejó que jugara en equipos malos para que pudiera desarrollarse como pelotero. Cuenta que de niño salía temprano en la mañana a jugar pelota y muchas veces regresaba a casa cuando estaba oscureciendo. El béisbol era su pasión, si juego preferido, no podía vivir sin él. Todavía hoy quedan testigos de los espectaculares fildeos que hacía el chiquillo en los terrenos del Gallito, Matasiete y el Palmar de Junco. Soñaba con ser un jugador de béisbol profesional, para ganar fama, dinero, y así poder ayudar a su familia. El primero de los equipos donde militó Rosique fue el Café Oquendo, de ahí pasaría a jugar con el Garaje Libertad, y siendo juvenil visitó las franelas del Pueblo Nuevo ,plantel que gozaba de gran fama en la ciudad de Matanzas por la calidad de su béisbol y el gran número de buenos jugadores que lo integraban. Basta señalar que por él pasaron figuras estelares como Edmundo Amorós, Dagoberto Campenería y José Pedro Cardenal quienes a la vuelta de pocos años pasaron a jugar en las grandes ligas. En muchos de estos conjuntos resultó campeón de bateo y mostró sus dotes de gran fildeador.
Trayectoria en el Béisbol
En su primera aparición el joven valor, con apenas 17 años, con 145 libras y una estatura de 5 pies y 7 pulgadas llego a su primera serie nacional, después de jugar la segunda categoría y haber sido líder de los bateadores en el torneo de clasificación; con posterioridad jugó con los Textileros y luego, y luego con el equipo de Matanzas.
Debutó en la IIISerie Nacional en 1963-1964, con el equipo Occidentales, en el primer juego de la serie, cuya inauguración se realizó en el Estadio Latinoamericano con una concurrencia de más de 30 mil aficionados, bajo las riendas del experimentado mánager Gilberto Torres,alineó como center field y segundo bate del equipo y enfrentó al estelar lanzador de orientales, Manuel Alarcón. Esta serie en la que participaban cuatro equipos sirvió para demostrar que sus anteriores resultados no eran obra de la casualidad, rápidamente el joven pelotero se colocó entre los primeros bateadores del torneo. A pesar de los éxitos iniciales,a su joven carrera todavía faltaban momentos trascendentales y estos no tardaron en llegar.
En 1969, durante la VIII Serie Nacional, Rosique rindió una meritoria faena con el equipo Henequeneros, válida para ser incluido en la serie de estrellas que se jugó en los principales estadios del país. Allí una ves más el center field yumurino, demostró su tremenda clase como bateador, al disparar 14 jits en 36 comparecencias al plato, suficiente para quedar al frente de los bateadores con un respetable promedio de 389.
Mucho trabajo le costó a Rosique poder vestir el uniforme del Equipo Cuba. Largos años de espera tuvo que soportar para hacer realidad el anhelo sueño. Para algunos técnicos era muy joven, tenía muy baja estatura o simplemente no gozaba de buen brazo. Todo ello a pesar de exhibir año tras año su probada calidad como atleta.
En 1969 llegó el ansiado momento, y como tantas otras veces no le resulto fácil hacer el grado, al extremo de ser incluido como el último de los jardineros en la selección que nos representaría en la Serie Mundial a celebrarse en República Dominicana. Seria un año inolvidable en su carrera deportiva. En el evento no abrió como regular. Sin embargo, el destino le había reservado una oportunidad, que no desaprovechó para demostrar su extraordinaria clase. En el encuentro contra la selección mexicana, Servio Borges lo colocó como emergente por Agustín Marquetti, ante un lanzador zurdo y con el marcador adverso, el mosquetero respondió como los grandes conectando un gran batazo con los ángulos repletos,válido para ganar el desafío. Pero faltaba más todo había quedado listo en Quisqueya para la celebración de uno de los partidos más emocionantes que se recuerden en la historia de las series mundiales amateurs, cuando en la noche del 26 de agosto se enfrentaron las novenas de Estado Unidos y Cuba por la discusión de la medalla de oro. Rosique sería uno de los grandes protagonistas de la velada. En el octavo episodio del memorable encuentro, tras embasarse el torpedero Tony González, el Curro Pérez lo imito con sencillo, dejando la escena lista que Rosequi conectaba jit de oro,el más grande, oportuno y recordado de su carrera que puso delante el equipo antillano para delirio de la afición quisqueyana y júbilo indescrictible de millones de cubanos.
En 1970 participo en IX Serie Nacional de Béisbol, con el equipo Henequeneros , dirigido por Miguel Ángel Domínguez la cual se coronó campeón de la serie. En ese campeonato , a pesar de sufrir una lesión Rosique resultó una pieza clave en la conquista del triunfo. Rindió una extraordinaria labor en el jardín central , donde estuvo hermético en la defensa y con el madero produjo a su antojo al copilar para un astronómico 348 de average.
Ese propio año asistió al XVII Campeonato Mundial celebrado en Colombia. Allí también rindió una loable actuación con la selección nacional, destacándose conjuntamente con Isasi y Wilfredo por la velocidad en el corrido de las bases, al estafar 4 almohadillas, conectar 10 jits y anotar 8 carreras para la causa criolla. En la XIII Serie Nacional 1973-1974, conquisto su segundo título de bateo con average de 347 y redondeo una de sus mejores campañas ofensivas al conectar también 11 dobles, empujar 20 carreras y recibir 49 bases por bolas. En 1974 vistió por última vez la franela del equipo Cuba cuando asistió a los Juegos Centroamericanos de República Dominicana.
En 1975, después de haber jugado13 campañas nacionales, Rosique tomó la difícil decisión de retirarse del béisbol activo,que para muchos seguidores pareció apresurada y a otros tomó por sorpresa. No pocos aficionados consideraron que el estelar centerfielder todavía podía rendir algunos años más para la causa yumurina. En su última serie, la XIV 1974-1975, apenas participó en 25 juegos con el equipo Henequeneros,donde conecto 18 jits en 92 turnos al bate, válidos para un anémico e inusual promedio de 196.
Ese mismo año, en la I Serie Selectiva, con la selección de Matanzas tuvo un mejor desempeño ofensivo, aunque tampoco llegó a compilar para la mítica cifra de 300, algo tan acostumbrado para un chocador de bolas como él . A la defensa tampoco resulto un coloso, al cometer 6 errores en 93 lances. Sus números a todas luces, anunciaban una evidente merma en su rendimiento. No obstante para los aficionados más optimistas había sido un mal año.
Despedida del Deporte Activo
Muchas explicaciones salieron a recluir. No pocos pensaron que las habilidades del estelar bateador habían comenzado a menguar y por ello era el momento propicio para el adiós. Sin embargo la razón que lo llevo alejarse de los diamantes beisboleros poco tenia que ver con su rendimiento deportivo. El legendario segundo bate había tomado la decisión de estudiar, de prepararse, ya que tenía un bajo nivel cultural y necesitaba superarse. Comenzó así uno de los capítulos más largos y sacrificados de su vida, que tuvo como colofón su graduación como Licenciado en Cultura Física. En el momento del adiós ,el formidable jardinero matancero exhibía una brillante hoja de servicio , al figurar entre los 10 primeros en series nacionales en los importantes departamentos ofensivos de carrera anotadas, promedio de bateo , bases por bolas, veces al bate, bases robadas, jit y triples. En los últimos años ha trabajado como director de los equipos Las Tunas y Matanzas en la Serie Nacional. Con ambas escuadras sus resultados no han sido relevantes salvo en la campaña XXXVIII que estuvo a punto de incluir al plantel matancero en el play-off, aunque en honor a la verdad a conducido en muchos casos escuadras inexpertas y cuajadas de jóvenes figuras. Rosique fue el único jugador de la temible tanta de los tres mosqueteros que no alcanzó a jugar con el bate de aluminio, ni pudo defender los colores de su provincia en el nuevo Estadio Victoria de Girón, sustituto del legendario Palmar del Junco. Por su calidad y sencillez como atleta,así como por la entrega y combatividad en el terreno de juego Rosique trascendió a su época.
Fuente
Libro “Con las bases llenas”.

