Plaza de Santa Catalina

Plaza de Santa Catalina
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Institución con sede en España Bandera de España
Plazasantacatalina.jpg
País:España Bandera de España
Sede:España, Bandera de España
Dirección:centro-occidental del casco antiguo de Murcia

La Plaza de Santa Catalina fue el corazón de la ciudad de Murcia durante siglos. Escenario de las grandes celebraciones cívicas y religiosas, es una de los espacios urbanos más destacados del casco antiguo de dicha ciudad española.

Descripción

En la época musulmana era un espacio urbano destacado. Tras la Reconquista, aquel lugar, donde hubo una mezquita, pasó a ser presidido y nombrado por una parroquia dedicada a Santa Catalina de Alejandría, y se convirtió en plaza Mayor de la ciudad sin llevar nunca ese nombre. La torre del templo, que principal atalaya de la ciudad hasta el siglo XVI, fue la encargada de avisar a los murcianos de los peligros y los fastos, y también de señalar las horas al ritmo que marcaba su reloj. En los inicios del siglo XVII se alzó en ella el gran edificio del Contraste de la Seda, que fue objeto de muy diversos usos a lo largo de su historia, como sala de contrataciones y de armas y hasta Museo de Bellas Artes hasta la construcción del actual. Y aunque perdió notoriedad de forma manifiesta a partir del siglo XVIII, cuando la adquirió la dedicada con el tiempo al Cardenal Belluga, trazada durante aquella centuria dorada de la historia de la ciudad, todavía le cupo la distinción de acoger en su ámbito la sede del Banco de España, emplazada allí hasta su traslado a la Gran Vía. Y que en el solar que por largos años dejó el tristemente demolido Contraste de la Seda, se irguiera el gran edificio de La Unión y el Fénix. Y aún antes de que la peatonalización propiciara la proliferación de bares y restaurantes en las plazas de las Flores, donde antaño sólo se existía 'La Tapa', con su privilegiada terraza, y de Santa Catalina, donde no hubo hasta la apertura de 'El Fénix', se produjo un nuevo hito para la larga historia del céntrico enclave, como la instalación en su centro del monumento a la Inmaculada Concepción, que hoy, como todos los años desde entonces, recibirá miles de visitas y devocionales ofrendas florales. Fue inaugurada el 8 de diciembre de 1954, y la fecha no fue elegida al azar, pues se conmemoraba el centenario de la Proclamación del Dogma concepcionista por el Papa Pío IX (el que dio nombre a los 'piononos' granadinos). Ya había un acuerdo municipal, desde el 14 de diciembre de 1949, de erigir un triunfo dedicado a la Purísima, como aquél que se colocó en el Malecón, cerca del convento franciscano, en la primera mitad del siglo XVIII. Se ubicaba, en la descripción de una vieja edición de 1737, reproducida por Amanda Esclapez, "a 63 pies de distancia de la segunda entrada del Malecón, y estaba compuesto por dos gradas de jaspe negro sobre las que se alzaba una peana del mismo material. Sobre dicha peana, se ubicaba una columna labrada en forma cuadrada y con un capitel realizado también en jaspe, en el que había un gran escudo coronado en mármol blanco. En él estaban representadas las armas de León y Castilla y, a cada lado, un ángel con una palma en una mano y en la otra un gran farol, que alumbraban la imagen de María Santísima concebida en gracia realizada en alabastro y pintada al óleo". Lo cierto es que la construcción del nuevo monumento no se emprendió una vez adoptado el acuerdo, por lo que a fecha 29 de abril de 1953, una sesión municipal reiteró la voluntad de que el 8 de diciembre del año siguiente tuviera lugar la inauguración, coincidiendo con la efeméride. Al principio, se habló de la novísima Gran Vía como emplazamiento, y mezcló con la voluntad de homenajear a los fallecidos en la campaña de Rusia formando parte de la División Azul, pero pronto se centró la cuestión, y en noviembre ya se anunció, a más de un año vista, que se colocaría en la plaza de Santa Catalina y que el proyecto aprobado era original de los arquitectos Carbonell y García Palacios y la efigie del consagrado escultor González Moreno, que se encontraba en la plenitud de su arte. No fue unánime la aceptación de la decisión adoptada, y desde las páginas de la prensa se propusieron otros emplazamientos, como la plaza de Santa Ana, la 'sartén' del Malecón o la plaza central de la nueva barriada de Vistabella, a donde no fue a parar el triunfo inmaculista, como es obvio, pero sí la artística farola a la que éste desplazó, y que aún puede ser admirada en la popular barriada. Llegado el día, se celebró por todo lo alto, con misa pontifical en la Catedral, presidida por el obispo Sanahuja, en la que fueron ordenados 12 nuevos sacerdotes, y el Ayuntamiento renovó el voto de defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen, que sus antecesores realizaron el 22 de junio de 1623. A continuación, las autoridades civiles y religiosas se trasladaron en procesión hasta una plaza de Santa Catalina abarrotada, como en sus mejores días, donde tuvo lugar la bendición del monumento. A las cinco de la tarde salió de la Catedral una solemne procesión, en la que, en una carroza simbolizando una barca, figuraba la imagen de la Inmaculada Concepción. Marchaban en el cortejo todas las congregaciones y asociaciones religiosas de la ciudad con sus correspondientes insignias. De la carroza pendían doce cintas azules portadas por los nuevos sacerdotes que habían sido ordenados en la Catedral. La Plaza de Santa Catalina fue durante la Edad Media centro político de la ciudad de Murcia. Lugar de pregones, proclamaciones, ejecuciones y reuniones concejiles. Corazón de la ciudad musulmana, medieval y barroca, ha llegado hasta nuestros días convertida junto a la plaza de las flores, en espacio público neurálgico de ocio y encuentro de la ciudad. Ambas plazas están conectadas formando un mismo espacio urbano peatonal donde se ubican puestos de flores, comercios, cafeterías, bares y restaurantes.

Historia

La Plaza de Santa Catalina fue en la Edad Media el núcleo urbano más importante de la Murcia incorporada a Castilla. La Plaza como tal se abre tras la reconquista del reino (1266). Constituida en el centro de la urbe, nace con unas dimensiones mínimas, en 1439 se plantea su ampliación que continua en 1510. Durante la Edad Media la plaza fue centro político de Murcia, lugar de proclamaciones, pregones, ejecuciones y reuniones concejiles. Con la instauración del Contraste de la Seda desde el reinado de Carlos V creció su misión comercial, convirtiéndose en lugar obligado de paso al comercio sedero. Ni las reformas de 1439 ni las de 1501 fueron suficientemente previsoras para crear un ámbito urbano capaz de convertirse en lo que los Reyes Católicos llamaban "plaza mayor". Hasta 1588 no se haría sentir de nuevo la imperiosa necesidad de una reforma urgente. Sólo la construcción de un edificio notable haría posible su nueva morfología urbana y le dotaría de una personalidad que únicamente el prestigio del poder político podría llevar a cabo. Fue por ello la decisión municipal de 1601, que determinó la sustitución del viejo inmueble, la causa de su total remodelación. Con la reforma que impuso el Contraste de la Seda, la Plaza se amplió hasta los limites que hoy podemos comprobar. Fueron los siglos XVII y gran parte del siglo XVIII, época de su mayor esplendor. A partir del último tercio del siglo XVIII el comercio de la seda fue aminorando progresivamente hasta su extinción y la Plaza de Santa Catalina comenzó a perder importancia en favor del Paseo del Arenal (actual Glorieta) y la Plaza del Palacio (Plaza de Belluga), construidas en ese siglo. El siglo XVIII fue una época de transformaciones urbanísticas en toda la ciudad, afectando, en modo particular, al barrio de Santa Catalina: La eliminación de numerosos callejones sin salida o adarves cuyo origen se remonta al urbanismo árabe, el empedrado de las calles más transitadas y céntricas, terminó por otorgar una suficiente calidad al conjunto que permitiera la construcción de palacios y el asentamiento de algunas familias del patriciado local. De hecho el siglo XIX no supuso sino el afianzamiento de una sociedad burguesa de clase media entre sus calles. Durante los siglos XIX y XX se construyeron los edificios que conforman actualmente la Plaza. El Museo Ramón Gaya tiene como sede una casa solariega con las características tradicionales de la arquitectura del siglo XIX. El Ayuntamiento adquirió el edificio para albergar la colección donada por Ramón Gaya. Del edificio original se conservaron la fachada con sus balcones, rejas de buche de paloma, mirador y la escalera principal con sus óculos al exterior. La casa fue rehabilitada por el arquitecto municipal Miguel Ángel Beloqui. En el lugar del derribado contraste de la seda (1932), se edificó en los años 40 el imponente edificio de La Unión y el Fénix. Fue obra del arquitecto F. Cánovas del Castillo. En 1954 se inauguró en la plaza un monumento a la Inmaculada, obra del escultor Juan González Moreno, monumento que persiste en el centro neurálgico de la misma. Se ubicó en el lugar que ocupaba en la plaza la farola centenaria de cinco brazos que fue reubicada en un nuevo barrio que se comenzaba a construir por aquellos años, el barrio de Vistabella. La Iglesia de Santa Catalina es uno de los templos más antiguos de la ciudad de Murcia, construido sobre una mezquita islámica. En el año 1272 la iglesia ya se hallaba abierta al culto. Durante el siglo XV se edificó la primigenia Iglesia de Santa Catalina siguiendo patrones del gótico más tardío, llegando a convertirse en lugar de bautismo y enterramiento de algunos prominentes murcianos de los siglos XV y XVI. Desde su torre construida en 1579, la más alta de la ciudad hasta el S. XVI, se alertaba, mediante señales llegadas desde la costa, frente a incursiones piratas y enemigas. Ha sufrido a lo largo de su historia sucesivas reformas e intervenciones, la más determinante se realizó en el siglo XVIII. En 1826 cayó la torre por efectos de un terremoto. En el siglo XX cambia su fisonomía, apreciándose un eclecticismo tanto en el interior como en el exterior del inmueble. Guarda la talla de la titular Santa Catalina y de la Dolorosa obras de Francisco Salzillo.

Fuentes