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La guerra del agua en Asia Central: El dilema del agua de Turkmenistán

GEOPOLITICAL MONITOR 30 de noviembre de 2015 CANADÁ

Ramón E. Collado*

LOS PAÍSES DE Asia Central llevaron a cabo sus intercambios de agua y electricidad bajo unas estrictas políticas soviéticas de asignación de recursos. Después de la disolución de la Unión Soviética estos países siguieron compartiendo las principales fuentes de agua de la región, los ríos Amu Darya y Syr Darya, y el mar de Aral. Sin embargo, como el suministro de agua empieza a ser insuficiente, algunos países como Turkmenistán y Uzbekistán han empezado a mostrar su preocupación y a achacarlo a factores como el cambio climático, la mala gestión del agua, una infraestructura obsoleta, la falta de cooperación regional y un gasto desmesurado en riego agrícola. En septiembre de 2012 el presidente Karimov de Uzbekistán afirmó que “los esfuerzos de Kirguistán y Tajikistán para construir una central hidroeléctrica en los ríos que fluyen hacia Uzbekistán podrían provocar una guerra”.

En Asia Central podrían tener lugar acontecimientos catastróficos debido a la falta de agua, especialmente en países situados aguas abajo de río Amu Darya (Uzbekistán y Turkmenistán). Paradójicamente, los Estados represivos y autoritarios de Asia Central deben trabajar juntos para encontrar una solución a este problema antes de que la situación desemboque en una guerra abierta sobre el agua.

La producción de algodón en Uzbekistán y Turkmenistán supone un problema de falta de agua para los Estados ribereños del río Amu Darya (Afganistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tajikistán) porque estos países tienen que compartir este recurso sin ningún marco apropiado para gestionar el uso del agua ni un sistema moderno que controle el gasto de agua. El país que más se enfrente a este dilema de compartir el agua, Turkmenistán, tiene además otros desafíos relacionados con el agua que no comparten otros Estados. El terreno de Turkmenistán es muy árido, además de tener un consumo industrial y doméstico del agua ineficaz que combinado con el uso del agua en el sector agrícola, supone un índice desproporcionado de consumo de agua. Por ejemplo, Turkmenistán consume 27.95 kilómetros cúbicos (km/a) de agua al año, lo que representa un índice de consumo superior al que tienen juntos Reino Unido (13.03 km/a), Venezuela (9.06 km/a), Zambia (1.57 km/a) y Suecia (2.62 km/a).

Turkmenistán es el Estado menos densamente poblado de Asia Central. Y lo que es más importante, a pesar de la poca densidad de población, la mayoría del territorio de Turkmenistán carece de agua y es inhabitable para plantas y animales. Además, una novena parte de la extensión territorial de la nación está cubierta de desierto (el desierto de Karakum es uno de los mayores desiertos de arena del mundo), lo que contribuye a tener un terreno muy propenso a la sequía que agrava la situación de escasez de agua. Además de la industria (que representa el 49% de su economía), Turkmenistán es muy dependiente de la producción de algodón. Esta dependencia del algodón provoca otra dependencia de enormes cantidades de agua, lo que convierte a la escasez de agua en una amenaza para la seguridad de Turkmenistán. Esta agricultura basada en el algodón supone aproximadamente el 8% del PNB del país. Emplea además a más de 2.7 millones de turkomanos. Por consiguiente, si se interrumpe el suministro de agua es muy probable que el problema derive en un conflicto armado ya que los turcomanos tienen una fuerte dependencia de la agricultura para su subsistencia y esta agricultura fuertemente dependiente del agua depende, a su vez, de una gran abundancia de este recurso. En otras palabras, si el pueblo de Turkmenistán se enfrenta a una amenaza a la seguridad de su agua, sin lugar a dudas es posible que entre en guerra con cualquier país que altere el suministro de agua ya que sus medios de vida estarían en peligro.

También es posible que se produzca una guerra civil interna. Si el pueblo de Turkmenistán tiene que hacer frente a una situación en la que su gobierno represivo es además incompetente e incapaz de suministrar agua a la población, eso podría amenazar su ya muy débil legitimidad.

A pesar de que cuenta con importantes ríos en la zona, como el Amu Darya (de 879 millas de largo) y el Syr Darya (1.879 millas de largo), el problema de la escasez de agua de Turkmenistán es grave debido a que sus habitantes son los mayores consumidores de agua del mundo, 5.415 metros cúbicos per capita. La capital de Turkmenistán, Ashgabat, consume la misma cantidad de agua que la ciudad de Chicago, a pesar de que esta tiene cuatro veces más habitantes que Ashgabat, cuya población es de 700.000 habitantes. Está claro que la degradación medioambiental y un acceso no equitativo a los recursos naturales pueden aumentar la probabilidad de un conflicto en Asia Central y Turkmenistán desempeña un papel clave en ello.

Según una investigación de la Estrategia de la Unión Europea para Asia Central (EUCAM, por sus siglas en inglés), puede que algunas regiones no puedan seguir produciendo cosechas, lo que dejaría a comunidades enteras sin medios de vida en Asia Central. En el caso de Turkmenistán su economía se ha visto afectada por la desecación del mar de Aral. La salinización de este mar ha contribuido a ello, pero la población de Turkmenistán es una de las principales causantes de la destrucción de la cuenca del mar de Aral y no el cambio climático. Además de ello, Tajikistán (en el curso del río Amu Darya) y Kirguizistán (en el del Syr Darya) son partidarios de construir presas para poder aprovechar al máximo su potencial hidroeléctrico. Sin embargo, Turkmenistán, situado aguas abajo del Amu Darya, y Uzbekistán (aguas abajo del Amu Darya y del Syr Darya) afirman que acciones no coordinadas y unilaterales pueden tener un impacto en la seguridad del agua y ecológica de la región. Estos planes en el curso del río Amu Darya tendrán implicaciones transfronterizas para otros países que comparten esta cuenca. Por consiguiente, es fundamental equilibrar las necesidades de agua y coordinar la gestión del agua entre los diferentes sectores (industrial, agrícola y energía) de los países afectados.

La seguridad de Asia Central se basa en la dependencia mutua entre las naciones que la componen. Los países de Asia central deben abordar conjuntamente tanto las cuestiones referentes a la seguridad del agua (como el mar de Aral, los ríos Amu Darya y Syr Darya, y la presa de Rogun) como otros aspectos críticos de este problema, con el fin de abordar estas cuestiones con una visión regional y encontrar así una solución colectiva y evitar una guerra regional. Los Estados de Asia Central deben ponerse de acuerdo sobre el reparto del agua y llegar a un acuerdo acerca de cómo compartir equitativamente sus recursos de agua para mantener la paz y lograr el equilibrio medioambiental en la región.

Los sectores industrial, agrícola y de energía deben actualizar sus infraestructuras para utilizar el agua con una tecnología respetuosa con el clima y evitar así el despilfarro y la destrucción de recursos hídricos como los ríos Amu Darya y Syr Darya, y el mar de Aral. Los gobiernos de Tajikistán, Uzbekistán, Kazajastán, Afganistán, Kirguizistán y Turkmenistán deben trabajar juntos para llegar a un acuerdo actualizado que regule el uso de los suministros de agua de la zona. Más concretamente, si Tajikistán quiere acabar la presa de Rogun, debe trabajar bilateralmente con Uzbekistán para llegar a un resultado que suponga una solución duradera para los problemas de falta de agua que comparten ambos Estados, un resultado que beneficie a ambas naciones y mantenga así el entendimiento regional pacífico entre los países de Asia Central.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Profesor en Winnetka Elementary, un departmento de Dallas ISD.

¿Habrá suficiente agua para todos?

EL PAÍS 12 de enero de 2016 ESPAÑA

1.600 millones de personas viven en regiones donde la escasez de agua es absoluta; se estima que esta cifra aumentará a 1.800 millones en 2025

Julio César Casma

EL AGUA ES un elemento esencial para el desarrollo económico y social. Es necesaria para la vida, para los cultivos e incluso para generar energía. A muchos de nosotros nos resultaría muy difícil imaginar un mundo sin este elemento. Sin embargo, hoy en día, 1.600 millones de personas en el mundo viven en regiones donde la escasez de agua es absoluta, y se estima que esta cifra aumentará a 1.800 millones en 2025.

¿Cómo podemos garantizar el recurso hídrico para un mundo en constante crecimiento y con una demanda de agua cada vez más grande?

Aumentar la eficiencia en el uso del agua y su reutilización es clave para garantizar la disponibilidad y sostenibilidad de los servicios de agua y saneamiento en todo el planeta. Para este objetivo, Latinoamérica juega un papel clave. La región cuenta con la mayor cantidad de agua dulce en el mundo y Brasil, Colombia y Perú figuran entre la lista de los 10 países que cuentan con la mayor cantidad de los recursos hídricos renovables.

Como parte de los esfuerzos para concientizar sobre la gravedad del problema, la Práctica Global del Agua del Banco Mundial lanzó su calendario para el 2016 donde talentosos artistas internacionales comparten sus ilustraciones llenas de creatividad, humor y pasión. Estas imágenes impulsan la reflexión sobre el abastecimiento de agua y su relación con la pobreza.

Los impactos climáticos afectarán en mayor medida a la agricultura, un sector clave en los países más pobres. Las pérdidas de rendimiento de los cultivos podrían llegar al 30% en 2080.

En el mundo, 42% de personas no cuentan con servicio de agua potable a través de la red pública.

Se estima que en el año 2050 la extracción de agua a nivel mundial aumentará en 55% debido no sólo al crecimiento poblacional sino también a una mayor demanda por parte de los sectores agrícola, industrial y energía.

El cambio climático es una grave amenaza para todo el mundo, especialmente para los más pobres. Si no se enfrenta este problema con acciones decisivas de mitigación y adaptación, en los próximos 15 años el número de personas en situación de pobreza podría incrementarse en más de 100 millones.

Cada año, más de 32 mil millones de metros cúbicos (m3) de agua tratada, el equivalente aproximado a 13 millones de piscinas olímpicas, se pierden por fugas en los sistemas urbanos de abastecimiento antes de llegar al consumidor, mientras que 16 mil millones de m3 son consumidos sin ningún pago de por medio.

Si las emisiones de carbono siguen aumentando al ritmo actual, el impacto sobre la disponibilidad de agua en las ciudades podría dar lugar al desplazamiento en gran escala de sus habitantes, repercutiendo negativamente en la seguridad humana y en los sistemas económicos y comerciales.

A nivel mundial, el 54% de la población vive en zonas urbanas; cifra que crecería al 66% en 2050. Satisfacer sus necesidades básicas de agua y saneamiento requerirá contar con instituciones sólidas, responsables e inclusivas, así como de inversiones adecuadas.

La disponibilidad de agua en las ciudades se está reduciendo debido a los cambios en el uso de la tierra, los requerimientos para el riego y la energía, la degradación medioambiental y la falta de planificación urbana.

La influencia del cambio climático en el desplazamiento de personas es evidente, estimaciones indican que para el año 2050 habrá alrededor de 200 millones de migrantes debido a esta causa.

Los sistemas de recolección de datos que utilizan los satélites pueden contribuir a una mejor gestión del agua ya que aseguran una mayor calidad de información para la toma de decisiones.

En países en vía de desarrollo, aproximadamente el 90% del contenido de los desagües es vertido en ríos, lagos y zonas costeras, generando serios problemas de salud en la población.

En las zonas rurales de las regiones del altiplano y los valles de Bolivia, existe fuerte apoyo para el reuso de aguas residuales en la agricultura como medida de adaptación al cambio climático y eficiente uso del agua.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

El boom de la agricultura urbana

APORREA 12 de enero de 2016 VENEZUELA

Alfredo Portillo

UNA BUENA DEFINICIÓN del fenómeno de la agricultura urbana es ésta: "La agricultura urbana es una forma alternativa de producción y distribución de alimentos que aprovecha los recursos locales disponibles para generar productos de autoconsumo. La proliferación de huertos urbanos en las ciudades no es un fenómeno circunstancial: responde a una serie de necesidades —económicas, urbanísticas, ambientales y sociales— que reflejan un cambio profundo en la concepción de la ciudad y en su relación con el entorno agrícola".

Efectivamente, a través de la agricultura urbana las familias y comunidades pueden producir rubros agrícolas para el autoconsumo y para la venta en pequeña escala a otros consumidores. También esta modalidad de agricultura puede ser utilizada para la recuperación y mejora de espacios urbanos con fines paisajísticos y de armonía con el entorno. Igualmente esta actividad productiva sirve para que los niños, jóvenes, adultos y adultos mayores participen de formas organizativas con fines educativos, recreativos y de terapia ocupacional.

Según la FAO, el primer paso imprescindible hacia la gestión sostenible de la agricultura urbana es el reconocimiento oficial de su función positiva en el desarrollo urbano, y especialmente en la nutrición y los medios de subsistencia de la población urbana pobre. Esto quiere decir que los diferentes niveles de gobierno (nacional, estadal, municipal, parroquial y comunal) deben incluir, en el diseño e implementación de políticas públicas, la variable agricultura urbana.

El fenómeno de la agricultura urbana está en franca expansión, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo. Japón es un caso emblemático. De hecho, una tercera parte del total de la actual producción agrícola japonesa es generada por la agricultura urbana.

Del mismo modo, los agricultores urbanos representan actualmente el 25% de los hogares agrícolas en Japón y se ha demostrado que son más productivos que sus contrapartes rurales.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

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La deforestación, un dolor de cabeza para la medicina natural

EL JOROPO 13 de enero de 2016 VENEZUELA

Julio César Casma

¿ALGUNA VEZ ESCUCHASTE hablar del sauce blanco? Probablemente no, pero esta es la planta de donde se extrae el principal compuesto de un medicamento del que seguramente sí conoces: la aspirina. Desde la antigua Grecia, el uso de la corteza del sauce blanco, de donde proviene el ácido acetilsalicílico, ha permitido aliviar síntomas como la fiebre y el dolor de cabeza.

En todo el mundo, miles de compuestos derivados de plantas y animales son utilizados diariamente como fuente primaria para crear medicamentos. Un 80% de los países en desarrollo cuenta con la medicina tradicional para su atención básica en salud y se calcula que el comercio internacional de plantas medicinales asciende a 60.000 millones de dólares al año. Sin embargo, las altas tasas de deforestación amenazan a esta industria global.

De las 50.000 plantas medicinales conocidas –que forman la base de más del 50% de todos los medicamentos-, hasta una quinta parte corre el peligro de extinción a nivel local, nacional, regional o global debido a la deforestación.

La diversidad biológica de todo el planeta es clave no solo para hacer medicamentos sino para otras industrias. Según datos del Ministerio de Agricultura, sólo en el Perú -que ocupa el tercer lugar de los países con más biodiversidad en el mundo-, se usan unas 4.400 especies de plantas nativas para alimento, medicinas, fibras, tintes, madera, leña y otros productos. Esto representa un movimiento de 4 000 millones de dólares al año.

Desde los Andes de Perú hasta las playas de México, en la región se encuentra el 34% de las especies de flora y el 27% de mamíferos en el mundo.

Si bien América Latina alberga siete de los 17 países más diversos biológicamente del mundo – Brasil, Colombia, Ecuador, Costa Rica, México, Perú y Venezuela-, la biodiversidad de la región se ha visto amenazada por la poca inversión.

Según un informe del Banco Mundial, en promedio, los gobiernos de América Latina asignan apenas el 1% de sus recursos destinados a medio ambiente a áreas protegidas, lo cual equivale a un promedio de 1,18 dólares por hectárea. Esta cifra cubre sólo el 54% de las necesidades de estas áreas para su mantenimiento ante amenazas como la deforestación, advierte el reporte, que señala que para proteger de forma sustentables los ecosistemas en las áreas protegidas se necesitaría destinar unos 1.083 millones de dólares.

La preservación de la biodiversidad se traduce no solo en garantizar que los bosques de la región sigan en pie y que los ríos fluyan libres de contaminantes; se trata, principalmente, de la vida cotidiana de los latinoamericanos, ya que la protección del delicado equilibrio ecológico incide directamente en su calidad de vida, agrega el estudio.

Muchos de los ecosistemas más vulnerables de la región se encuentran en zonas valiosas y altamente cotizadas, donde la agricultura, la minería y la acelerada expansión urbana ejercen presión adicional sobre las iniciativas de conservación.

Iniciativas para la biodiversidad

Una vez perdida, la biodiversidad nunca se recupera.

Uno de los grandes logros de América Latina es que ha reservado el 20% de su superficie terrestre para áreas protegidas. Esto contrasta con el 13% promedio de otras regiones en desarrollo. Diversos proyectos financiados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y administrados por el Banco, destinan importantes montos no reembolsables para la protección de la riqueza en flora y fauna.

Recientes avances de inversión en la biodiversidad han demostrado lo importante que es resguardar las riquezas naturales para el futuro. En el Perú, un proyecto iniciado en 2008 busca la conservación de la flora y la fauna que existe fuera y dentro de las 77 áreas naturales protegidas del país. A través de acciones como capacitación, gestión y creación de políticas se trabaja con especialistas que han logrado preservar cinco corredores de conservación que representan aproximadamente seis millones de hectáreas, lo que equivale a más de 20 veces la ciudad de Lima.

“Los corredores son espacios relativamente grandes en donde se conserva la biodiversidad. En este contexto, son una estrategia de mitigación de cambio climático pues brindan la oportunidad de que las especies migren a otras zonas con climas más favorables. Tal es el caso del guanaco, un animal de los andes, que puede dirigirse a zonas más altas o a zonas más al sur, donde la temperatura es menor”, comenta Álvaro Galiour, exgerente del proyecto “Fortalecimiento de la Conservación de la Biodiversidad a través de las Áreas Naturales Protegidas” PRONAMP durante el 2013.

Otra buena práctica se encuentra en México, donde recientemente se ha implementado un sistema de pago por servicios ambientales. Con esta iniciativa se paga a los propietarios por conservar los bosques con el fin de proteger el ecosistema y reducir el riesgo de deforestación.

Un sistema similar está en marcha en Costa Rica, donde además de salvaguardar sus bosques, el país busca neutralizar las emisiones de carbono.

Recuerde que plantar un árbol no sólo puede ayudarnos a seguir respirando aire fresco sino que también puede ser la base para crear una de esas píldoras que colaboran con hacernos sentir mejor cuando más lo necesitamos.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo