Terciopelo azul

Terciopelo azul
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Intriga. Cine negro. Drama | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Terciopelo azul.jpg
Otro(s) nombre(s)Blue Velvet
Estreno1986
GuiónDavid Lynch
DirectorDavid Lynch
Dirección de FotografíaFrederick Elmes
ProductoraMetro-Goldwyn-Mayer
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Terciopelo azul (Filme) es una película de 1986 dirigida y escrita por David Lynch. La película tuvo un éxito crítico enorme en el año 1986 y fue considerada por muchos para ser la mejor del año. Desde entonces es considerada un clásico y ha lanzado a su director, David Lynch, al estrellato internacional.

Sinopsis

Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)

Reparto

Premios

1986: Nominada al Oscar: Mejor director David Lynch
1986: Festival de Cine Fantástico de Sitges: Mejor película, fotografía
1986: Círculo de Críticos de Nueva York: 3 Nominaciones

Críticas

Es un mundo extraño

Una panorámica nos muestra una ciudad que se despierta por la mañana, todo el mundo está muy contento y nos saluda, los barrenderos, los niños que van al colegio, el anciano que pasea a su perro..., de repente la cámara nos lleva al suelo, se mete en el césped de un descampado y repara en un objeto lleno de insectos a su alrededor;... es una oreja humana en estado de descomposición.

Muy pocas películas dicen tanto de sí mismas y desvelan sus cartas ya desde el comienzo como esta arrebatadora y fascinante película, la obra maestra de David Lynch. Este alucinante y sarcástico comienzo es uno de los mejores de la historia del cine, y sirve como metáfora de las apariencias en las sociedades del bienestar, y de lo cerca que está esta apariencia de serenidad de los submundos y la perversión.

A través de los personajes de Kyle MacLachlan y Laura Dern, ansiosos de curiosidad y de morbo (él ha encontrado la oreja y se dispone a descubrir caprichosamente el porqué de la situación), el espectador es bajado directamente a los infiernos, representado por la inquietante cantante de club de carretera del personaje de Isabella Rossellini, y por el peligrosísimo psicópata que encarna magistralmente Dennis Hopper, así como Dean Stockwell y su indescriptible cuadrilla.

Lynch dirige prodigiosamente una de las películas que más se asemeja a una auténtica pesadilla, pues el aspecto que presenta la película en casi todo momento es onírico y surreal. Maravillosos e inolvidables son también los dos temas musicales que ambientan y redondean esta joya del cine: "Blue velvet", cantada por la Rossellini, e "In my dreams", que canta un afeminado Dean Stockwell. Obra maestra.

Lo grande y lo pequeño

Lo que se cuenta en una película, un texto o un cuadro tiene un límite, que son los títulos de crédito, el espacio escrito y el borde del lienzo, respectivamente. En cambio, lo que no se cuenta no tiene límites. La dificultad está en conseguir que eso que no se dice tome cuerpo, esto es, crear una presencia a través de una ausencia, que es principalmente un trabajo de evocación.

Sin embargo, como se ha dicho, esta presencia no tiene entidad física, sólida y (de)mostrable en la obra de arte, sino que toma cuerpo únicamente en la mente del espectador. Nace pues a través de una experiencia. La obra de arte en ningún caso se mide al peso, su dimensión será únicamente la otorgada por el espectador, que debe adoptar una actitud activa, porque él es el creador de la emoción, y el artista únicamente el evocador. Veamos un momento de "Terciopelo azul".

Tomaduradepelo azul

Aunque la sensación que se me queda al final de la película sea amarga, la de haber asistido a una broma no muy grata, la apruebo. Por dos razones: primera y fundamental, Lynch parece que sigue un argumento, un argumento lynchiano, con idas de olla, pero al menos parece que lo intenta, y eso es de agradecer; y segundo, el magnífico inicio, simplemente turbador, fascinante, gran introducción, y porque se mantiene a un gran nivel durante buena parte de la primera mitad.

La descripción del mundo paradisíaco es genial, con sus jardines, barbacoas, risas y felicidad, pero que tras esa fachada esconde insectos turbios, el reverso tenebroso. Ese lado oscuro está perfectamente sugerido. Si hay algo que he notado en lo poco que llevo de Lynch es su talento para crear atmósferas inquietantes, para crear acojone, aunque lo suela hacer al servicio de la nada. Aquí ese talento se da cita otra vez, se sirve de la genial música de Angelo Baladamenti, de la atractiva e inquietante Isabella Rossellini, de ese piso que la curiosidad clama por ver... Pero cuando llega Dennis Hopper se acabó el pastel.

La aparición de lo que debe ser el mismo diablo, del representante del mal, es, cuando menos, ridícula. El supuesto diablo no es más que un payaso histérico y gritón, que da lástima. Sí señor, un villano de verdad. Y qué decir del descenso a los infiernos del mal, a ese carnaval bochornoso y patético. Pero encima, utiliza la preciosa canción “In Dreams” de Roy Orbison, para ambientarlo. Orbison no se lo merecía.

Aunque la representación del mal, de la perversidad, arruine gran parte del poder del film, ni que decir tiene de la plasmación de la salvación, del cielo, esos jilgueros, esa música celestial... Puagghh! Quizá sea una sátira, una broma que se pitorrea de la felicidad y esas chorradas, pero me da igual, me distrae y no creo que sea la mejor manera de contar que lo turbio acecha en cada esquina.

En definitiva, una gran idea que se queda en nada. Me quedo con el relato de los peligros a los que puede llevar la curiosidad que hizo Hitchcock en la fascinante “La ventana indiscreta”. Ésa sí que creaba miedo y tensión, no esta gilipollez aunque se pueda ver.

Fuentes