Ana María Huarte

Revisión del 12:35 19 oct 2017 de Dudmilaojeda jc.cmg10 (discusión | contribuciones) (Página creada con «<div align="justify"> {{Ficha Noble |nombre = Ana María Huarte |nombre completo = Ana María Huarte y Muñiz |título = Emperatriz de México |imagen = Emperatriz-Mexico1...»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Ana María Huarte
Información sobre la plantilla
Emperatriz de México
Emperatriz-Mexico1-z.jpg
Nombre real Ana María Huarte y Muñiz
Nacimiento 21 de julio de 1786
Valladolid, Michoacán,
Fallecimiento 21 de marzo de 1861
Philadelphia, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Entierro Philadelphia
Heredero Agustín de Iturbide y Green
Cónyuge/s Agustín de Iturbide y Arámburu.
Casa Real Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso
Padre Isidro Huarte
Madre Ana Manuela Muñiz Sánchez de Tagle
Ana María de Huarte (1786-1861) fue una mujer de indiscutible valía y muy culta. Primera Emperatriz de México.

Síntesis biográfica

Ana María de Huarte y Muñiz nace el 21 de julio de 1786 en la ciudad mexicana de Morelia – conocida en aquel entonces, durante el periodo colonial, concretamente hasta 1831, como Valladolid -, siendo hija de don Isidro Huarte (1744-1824), un importante empresario de origen navarro que había logrado hacer fortuna en México, donde también protagonizaría una relevante carrera política, y de la segunda esposa de éste, doña Ana Manuela Muñiz Sánchez de Tagle (1749-1800), mexicana de Durango y miembro de una de las familias más acaudaladas e influyentes de la zona. Como era costumbre en las familias de rancio abolengo en Nueva España, la pequeña Ana María fue educada según los estándares europeos, aprendiendo varios idiomas y siendo instruida en el protocolo más estricto. Su paso por el prestigioso Colegio de Santa María no pasó desapercibido para sus profesores, quienes pronto descubrirían en ella a una niña de gran inteligencia y con un especial talento para la música, pasión que la acompañaría toda su vida. Con la llegada de la juventud, Ana María se convertiría en una muchacha de llamativa belleza y con una personalidad arrolladora. En poco tiempo, de hecho, se convertiría en una de las atracciones de la alta sociedad de la ciudad, dejando prendados a no pocos hombres. Uno de ellos sería de hecho su futuro marido, Agustín de Iturbide y Arámburu.

Amor a primera vista

Si bien sus padres habían nacido en México, toda la familia de don Agustín era oriunda de Guipúzcoa. Pese a que los Iturbide se dedicaban a prósperos negocios, el futuro Emperador descubre muy pronto su vocación militar, alistándose al ejército siendo apenas un adolescente. Todas las crónicas apuntan a que entre ambos jóvenes se produjo un auténtico flechazo y que en poco tiempo ya discutían sobre un posible enlace matrimonial. Éste llegaría, tras la aprobación de las dos familias que no pusieron ningún a una relación que al fin y al cabo unía a dos de las familias más prominentes de Nueva España, el 27 de febrero de 1805 en la Catedral de Valladolid, contando el novio veintidós años y la novia diecinueve. En la sociedad mexicana de la época se destacó sobre todo la gran dote que Ana María incorporó al matrimonio – se habla que superaría los cien mil pesos de la época, una cifra astronómica – que les serviría para adquirir una espectacular finca en Maravatío, donde se instalarían recién casados. Los primeros años de matrimonio fueron de gran felicidad. Poco a poco, Ana María y Agustín irían formando una gran familia, formada por un total de diez hijos – el primero, Agustín (1807-1866) y, el último, Agustín Cosme (1824-1873) -. Asimismo, y gracias sobre todo a la familia de Ana María, la economía de la pareja estaba totalmente saneada. Sin embargo, los continuos viajes de Don Agustín, quien, como oficial del ejército, estaba obligado a pasar temporadas en diversas campañas militares, comenzaron a hacer mella en el matrimonio. A ello hay que unir el hecho de que don Agustín, progresivamente, fue politizándose, hasta el punto de convertirse en uno de los líderes de los opositores al régimen colonial español. Cuando la llamada Guerra de Independencia dio comienzo en 1810 no fue extraño pues que Agustín fuera uno de los cabecillas de la rebelión contra la metrópolis. Pese a que Ana María apoyaba a su marido en su carrera política, su presencia pública era en estos momentos muy discreta, prefiriendo dedicarse a la educación de sus hijos y a sus aficiones, especialmente la literatura y la música. Varias fuentes apuntan a que Agustín comenzó en estos años a llevar una vida disoluta, pero Ana María haría oídos sordos a los rumores y siempre se mantendría leal a su marido, al que admiraba como militar y como político.

Los primeros Emperadores de México

Tras el largo conflicto bélico con España y con los llamados realistas, mexicanos que defendían los postulados de la monarquía hispánica, el 24 de febrero de 1821 es declarada la independencia del Imperio Mexicano, siendo Agustín de Iturbide uno de sus principales valedores. Un año después, tras innumerables intrigas y tensiones entre los diferentes grupos políticos, Agustín era proclamado primer Emperador de México por el congreso del país. La ceremonia de investidura, por la que Ana María se convertía asimismo en Emperatriz, se celebró el 21 de julio de 1822 en la Basílica de Santa María de Guadalupe de la capital azteca. Los nuevos Jefes de Estado se instalaron en el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso.

El exilio en Estados Unidos

Desolada y humillada, Ana María, embarazada de su último retoño, abandona México, después de recibir la autorización del congreso mexicano, que le concede además una exigua pensión con la condición de que descarte cualquier estratagema para recuperar el poder para ella o sus hijos en el futuro. La emperatriz viuda y sus hijos se instalarán en los Estados Unidos, primero en Nueva Orleans, luego en Baltimore y Maryland, para asentarse definitivamente en Philadelphia. La vida en los Estados Unidos fue discreta y caracterizada por las estrecheces financieras, teniendo que hacer la Emperatriz auténticos esfuerzos para poder pagar la educación de sus hijos. Cuando estos llegaron a la edad adulta, Ana María intentó promocionarles como posibles mandatarios mexicanos, pero su influencia en tierras aztecas era ya nula.

Muerte

La Emperatriz, que en los últimos años de su vida se entregó con fervor a la religión, moría el 21 de marzo de 1861 en su casa de Philadelphia, a la edad de setenta y cinco años. Sus restos mortales descansan sin ningún tipo de honores en la Iglesia de San Juan Evangelista de la ciudad norteamericana, lejos de los de su marido, que se encuentran en la Catedral Metropolitana de México.

Fuentes

http://www.hola.com/realeza/2016071587077/ana-maria-emperatriz-mexico/ https://www.findagrave.com/cgi-bin/fg.cgi?page=gr&GRid=68600244 http://dinastias.forogratis.es/ana-maria-de-mexico-t2002.html