Camagüey (municipio)

Revisión del 08:50 17 mar 2010 de Equipcmg jc (discusión | contribuciones) (El aura Blanca)

Plantilla:Territorio

Ubicación geográfica

Situada al este de la región central, entre 20°27’, 22°29’ de latitud norte y los 78°00’, 78°10’ de longitud oeste. Ocupa el primer lugar en extensión entre las provincias con 15 615,02 kilómetros cuadrados, representando el 14,2 por ciento de la superficie total del país.

Límites geográficos Al Norte: Esmeralda, Sierra de Cubitas y Minas Al Este: Jimaguayú y Sibanicú Al Sur: Vertientes Al Oeste: Florida Representa el 41,7 por ciento de la población de la provincia con 326 128 hab. (2008)

Características geográficas

Río de mayor longitud: Caonao 154 km. de largo 1 003 km2 de área 12,4 m3 /s de gasto 46 afluentes Vertiente: Norte Nace: En la llanura del Centro de Camagüey-Las Tunas, en los 21°30’ de latitud norte y los 77°54’ de longitud oeste, a 110 metros de altitud. Desemboca: En la llanura del norte de Camagüey –Las Tunas. Corre: En dirección suroeste - norte.
Geografía física: Predominan las llanuras altas, medias y bajas. Su hidrografía está representada por los ríos Caonao y Hatibonico. Prevalecen los suelos pardos con carbonatos, húmicos calcimórficos, fersialíticos, hidromórficos y vertisuelos.
Camagüey es una ciudad policéntrica con un centro histórico que contiene el centro tradicional y sus principales arterias comerciales. Muy próximo a él esta el centro Político Administrativo con un alto potencial de crecimiento con 326 128 habitantes, representando el 50 % de la población urbana de la provincia. Es la tercera ciudad del país después de la Habana y Santiago de Cuba. Producto de la división Política- Administrativa, la ciudad actualmente se encuentra dividida en cuatro distritos: Joaquín de Agüero, Cándido González, Julio Antonio Mella e Ignacio Agramonte; dentro de los cuales encontramos 17 Consejos Populares con 200 circunscripciones. Ocupa una superficie de 70.00 km², en la que podemos encontrar Zonas Residenciales, áreas Verdes y Recreativas, Producción, Mixtas y Especiales. Existen, además, áreas libres dentro de cada zona de la ciudad.
Relieve: Es el terreno llano más extenso de Cuba. Se caracteriza por inmensas llanuras calizas y planicies de rocas serpentinosas e ígneas. A través de las fallas fluyen las aguas de manantiales, entre ellos los de Camujiro y Tínima. El relieve está salpicado de pequeñas elevaciones. En el centro se encuentra la Llanura Central Florida-Camagüey-Tunas, de una altura promedio de 100 m sobre el nivel del mar. Está cubierta fundamentalmente por vegetación antrópica. Al sur está la llanura meridional de Camagüey, que presenta un cordón arenoso parcialmente cubierto de turba. La costa es pantanosa, con manglares y residuarios prehistóricos.

Historia

Fundación de la Villa Fundada por los españoles el 2 de febrero de 1514 en la costa oriental de la Isla de Cuba en la Zona de Punta del Güincho (Nuevitas). Un poco más tarde, los pocos vecinos se trasladaron a un lugar más sano y más habitable. Desde ese lugar y dirigidos por su primer teniente el Gobernador Diego de Ovando, se empezaron a trasladar nuevamente en el año 1526 hacia tierra adentro, quedando en el antildeo 1530 la villa de Santa María del Puerto del Príncipe instalada definitivamente en su actual emplazamiento. En el año 1620 el obispo Alonzo Enríquez de Almendáris informa al rey Felipe III que la población asciende a mil quinientos habitantes. Desde inicios de la colonización, la base de la economía principeña estuvo centrada principalmente en la ganadería y la agricultura. El comercio ganadero del territorio de Puerto Príncipe se hacía tradicionalmente a través del mar (navegación en el exterior y de cabotage), o por las malas vías de comunicación terrestre (aunque la Villa estaba en el eje del camino real que unía La Habana con Santiago). Tras la conquista por los ingleses de la Isla de Jamaica, emprendieron los principeños un activo comercio de cueros y pieles, además de reses vivas y caballos que contrabandeaban con los ingleses. Esta será la base de su primer crecimiento, aunque el contrabando con los españoles prosiguió por muchos años más. En cuanto a la agricultura, el cultivo de azúcar no tuvo un desarrollo notable en estas tierras (solo en 1860 se contó con 33 ingenios) y además se producía café, tabaco, patatas, hortalizas, forrajes, etc.

Curiosidades

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Centro Histórico de la ciudad de Camagüey.

El centro histórico de la ciudad fue declarado Monumento Nacional desde 1980 es el más extenso del país con 382 manzanas en 330 hectáreas. Declarado Patrimonio Cultural de la humanidad por la UNESCO en 2008. El barro, material local, utilizado para la elaboración de ladrillos de construcción, tejas, pisos, tinajones y más contemporáneamente obras de arte, otorga un color característico a la volumetría y ambiente del conjunto. El uso de tinajones, parecidos a los andaluces y colocados en los patios, han permitido recepcionar el agua de lluvia y la han hecho llamar la “ciudad de los tinajones”.

  • La estructuración urbana de la zona se caracteriza por la iglesia y la plaza como núcleo; donde la torre del templo constituye el hito del barrio o feligresía que se destaca sobre el resto del caserío de perfil bajo y lineal; por lo que se ha ganado el apelativo de “ciudad de las Iglesias”
  • La vegetación es un elemento que tiene gran presencia, a diferencia de otros Centros Históricos; en los patios de las casas, en espacios urbanos y espacios abiertos (Casino Campestre), sobretodo si el conjunto se observa desde cierta altura.
  • Los diferentes tipos de patrimonios: cultural y natural; tangible e intangible; mueble e inmueble, y la recuperación de costumbres y tradiciones que se reflejan en la cultura viva le dan al conjunto identidad y autenticidad.

Cuenta con 9891 edificaciones de ellas 4042 de alto valor. El trazado urbano muy irregular de carácter medieval, con calles estrechas y numerosas plazas y plazuelas, en la zona norte y sur tramas ortogonales con calles anchas y generalmente arboladas.

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Grabado que muestra el trazado antiguo de la cuidad. Grabado de Laplante

El callejón más corto de Camagüey es el de la Miseria (Tula OMS), situado en la plaza de Bedoya. Cuenta con 4m de largo por 2m de ancho. Enlaza la calle Martí­ (San Diego) con Hermanos Agüero (San Ignacio) en la parte donde ésta se dilata para formar La plaza del Carmen. El más estrecho es el del Cura, entre las calles Cielo y San Luis Beltrán, con casi 80cm de ancho, aunque en uno de sus extremos el de Funda el Catre casi alcanza esa cifra. Funda del Catre (oficialmente Ramón Ponte) se llamó antiguamente Callejón de la Poza del Mate, debido a que su extremo, a orillas del río Hatibonico, existían esas plantas. El nombre popular se impuso a causa de su estrechez: era imposible que pasaran por allí­ dos caballos juntos o se cruzaran en sentido contrario. Es el mas estrecho de la parte antigua de la ciudad. Pero no siempre callejón es aquí­ sinónimo de callejuela o calleja, puede ser lindero, carril, vereda o camino carretero. El callejón del Ganado le da la vuelta a la ciudad, y el de Camujiro llega casi directamente a la costa sur.

El Teatro Principal primero del interior del País con una arquitectura colonial de gran valor.

En esta ciudad se escribió " Espejo de Paciencia " primera obra literaria cubana de Silvestre de Balboa.

Nuestro Palacio de Justicia fue el primero que funcionó en Cuba, por orden del Rey Carlos III. El adoquinado de principios del siglo XX de las calles, que sustituyeron las terminaciones originales, introducen una textura especial a algunos ejes principales.

Figuras Históricas

Ignacio Agramonte y Loynaz, nació el 23 de diciembre del año 1841 en la ciudad de Puerto Príncipe hoy Camagüey fue una de las figuras prominentes de la guerra de los diez años, y un abogado brillante. En 1867 ingresó en la logia masónica Tínima, y un año más tarde se unió a los conspiradores locales, el primero de agosto contrajo matrimonio con Amalia Simoni Argilagos. El 11 de noviembre se produce la incorporación efectiva a las fuerzas del Camagüey en el ingenio El oriente, Es destacable la labor como jurista en la elaboración del texto de la constitución de Guáimaro y otros importantes documentos emitidos por la dirigencia camagüeyana se unió a los patriotas que, dirigidos por Carlos Manuel de Céspedes, se sublevaron en Yara contra el dominio español.

Pronto sobresalió por su arrojo y sus dotes en el campo de batalla, lo que le valió el nombramiento de comandante en jefe de las fuerzas del distrito de Camagüey. Al frente de sus hombres, se cubrió de gloria en los combates de Bagá, Sabana Nueva y Asiento. Su obra militar de referencia lo constituyó la formación de la caballería en función de la guerra de guerrillas, en breve demostró sus excepcionales aptitudes de líder y para el mando de las tropas, uno de los jefes militares más combativos y organizado. Cayó combatiendo el 11 de mayo de 1873 en los potreros de jimaguayú, su muerte constituyó un duro golpe para la lucha revolucionaria.

En el seno de una familia de holgada situación económica, nació Joaquín de Agüero y Agüero en la villa del Puerto del Príncipe el 15 de noviembre de 1816. Con otros jóvenes de su condición social, inició sus estudios de Derecho los que tuvo que abandonar al tener que regresar a su ciudad natal a hacerse cargo de los negocios familiares. Uno de los inspiradores de la fundación en 1843, de una Escuela Pública gratuita en Guáimaro, atrajo la desconfianza de las autoridades coloniales al otorgarle la libertad a los ocho esclavos heredados de su padre por considerarlo un acto de justicia. Se escondió en la sierra de Nuevitas hasta el 4 de julio de 1851, en que encabezó un movimiento armado para declarar la independencia de Cuba desde la hacienda San Francisco del Jucaral, en el partido de Cascorro.

La citada declaración comenzaba así: “En presencia del Supremo Legislador del Universo, a quien invocamos llenos del más profundo respeto, para que nos asista de sus luces, nos hemos reunido protestando ante los hombres que en fuerza de las circunstancias no queremos ni podemos vivir por más tiempo sometidos a España”. Se encaminaron a Las Tunas (en la región del Oriente), donde Agüero se convenció de que el alzamiento había fracasado. Dio libertad a sus partidarios y él mismo pretendió salir de Cuba, pero fue traicionado. Murió fusilado poco después, junto con sus compañeros Fernando de Zayas, José Tomás Betancourt y Miguel Benavides.

Javier de la Vega Basulto, nace en Puerto Príncipe el 6 de mayo de 1851 y muere en Camagüey el 23 de noviembre de 1934. Con 16 años se incorpora al grupo de insurrectos que operaban bajo las órdenes de Federico Castellanos, doce días después del Alzamiento de Las Clavellinas. Es larga la hoja de servicios que presta a la causa revolucionaria; luchó bajo las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte en las filas del Regimiento Caonao, en ese mismo regimiento pasa a servir bajo las órdenes del Generalísimo Máximo Gómez, luego de la muerte de Agramonte. Es extraordinaria su participación por su valor en numerosos combates, donde recibió seis heridas.

Participa en las dos guerras de Independencia. Su disciplina y desempeño en el combate lo llevan a ocupar en 1895 la jefatura del Estado Mayor del Ejército Libertador. Acompañado de 25 hombres, marcha hacia occidente en 1896; por sus innumerables méritos es ascendido el 10 de mayo de ese año a General de Brigada. En 1898 lo ascienden a Mayor General. Sus sentimientos revolucionarios están demostrados al ser acusado el 17 de marzo de 1930 por firmar un manifiesto en el que se atacaba la tiranía machadista.

Salvador Cisneros Betancourt, nació el 10 de febrero de 1828 en el seno de una de las familias más ricas de Puerto Príncipe. Hereda el título de marqués de Santa Lucía. Es uno de los principales conspiradores del movimiento que sostienen los cubanos frente a España por la independencia y por su actitud decide el alzamiento de los camagüeyanos el 4 de noviembre de 1868. En la reunión de las Minas, donde discute si se continúa la lucha o si se entraba en negociaciones con la metrópoli, aboga por la independencia y al constituirse el Comité Revolucionario de Camagüey lo integra junto a Ignacio Agramonte y Eduardo Agramonte.

El 10 de abril de 1868, en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, defiende la supremacía del poder civil sobre el militar y es elegido presidente de la Cámara de Representantes. Cuando este órgano destituye a Carlos M Céspedes como presidente de la República en Armas, Cisneros Betancourt por ser la máxima autoridad de la Cámara lo sustituye en carácter provisional. La sedición militar del mayor general Vicente García, contra el gobierno, provoca su renuncia en 1875 y cuando en 1878 partes de la fuerzas cubanas, le exigían a la Cámara de Representante negociaciones con España sin independencia, se opuso a ello y a la disolución de ese órgano pues no lo consideraba digno. Al finalizar la guerra viaja al exilio y no regresa hasta los preparativos que ejecuta José Martí para la nueva guerra, que comenzó 1895.

En esta etapa independentista ocupa la presidencia de la República desde 1895 hasta 1897. Al finalizar la dominación española, iniciarse la ocupación norteamericana y después de instalarse la República Neocolonial, comprende que la verdadera independencia no se ha logrado y continúa su actividad revolucionaria. El 28 de febrero de 1914 fallece. Su cadáver fue velado con los máximos honores y su sepelio en Camagüey se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo popular.

Bernabé Boza Sánchez, nace en Puerto Príncipe el 4 de febrero de 1858 y muere el 16 de marzo de 1908 en La Habana. Consagró la mayor parte de su vida a la lucha por la independencia de Cuba. Se incorpora a la guerra a los 16 años (1874). En la Guerra del '95 se levanta nuevamente en armas, combatiendo todo el tiempo bajo las órdenes del Generalísimo Máximo Gómez, del que fue jefe de su Estado Mayor, al concluir la contienda ostenta el grado de General de Brigada.

Al instaurarse la seudorrepública, ocupó un escaño en la Cámara de Representantes. Desde que comenzó la segunda intervención norteamericana en 1906, se unió a los numerosos combatientes de las guerras independentistas, en la gran batalla cívica contra los usurpadores imperialistas. Formó parte del grupo que, presidido por Salvador Cisneros Betancourt, constituyó la Junta Patriótica de La Habana, el 10 de octubre de 1907. De un discurso suyo pronunciado 20 días antes de morir, hemos seleccionado el siguiente párrafo: "Esta bandera (...) dejará de ondear en Cuba el día en que en ella no queden cubanos, o el día en que les falte a los que tengan la desdicha de sobrevivir a la ignominia, lo único con que el gran Ignacio Agramonte contaba para hacer triunfar contra la tiranía, y contra la rapacidad del fuerte, la causa del derecho y de la justicia: LA VERGUENZA."

Leyendas

Cementerio de Camagüey

Sí de muertos, velorios, sepultura y cementerio se trata no se puede olvidar las altas y bajas que atravesaron las costumbres funerarias del Camagüey legendario. Basta con mencionar algunos de los sucesos que traspasaron siglos de ocurrencias para convertirse en leyendas principeñas. Les comento que el cementerio de Camagüey atesora entre sus lápidas, difuntos, restos y paredes hechos insólitos, que denotan numerosas historias que convierten a la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe en toda una revelación de lo prohibido y del horror en cantos de tradiciones y poesías.

Hasta el siglo XVIII, los entierros de cadáveres se efectuaban en el interior de las iglesias parroquiales y en lugares aledaños a estas. Como evidencia fehaciente queda el hallazgo del siglo XX que durante la pavimentación de los callejones de La Soledad y Jofre, contiguos a las iglesias de la Soledad y Santa Ana, fueron hallados restos humanos. A pesar de algunas solicitudes al Cabildo, en 1790, de crear un cementerio, no fue hasta el año1805 que la petición se acoge con algo de "seriedad", pues al entonces alcalde Diego Antonio del Castillo se le atribuyeron todas las facultades para tal labor, sólo que a este no se le dio ni un centavo de presupuesto.

En mil 812 llegó a oídos de todos "la buena nueva" con la donación de mil pesos por el obispo de Santiago, pero indiscutiblemente la suma de 1000 no podía sufragar ni el comienzo, por lo que la vecindad puso su grano de arena, recolectando entre todos 1152 pesos y cinco reales. Aunque no se realizó un cementerio con todas las de la ley, el primer intento no quedó en papeles y se estableció un cuadrado de 95 varas anexo a la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, que llegó a ser conocido como el Primer Tramo. El tres de mayo de 1814 se inauguró tal aposento con la bendición del sacerdote más antiguo del lugar, Juan Nepomuceno. Desde el inicio comenzaron los sinsabores para algunos muertitos que desencadenaron las grandes historias del Cementerio camagüeyano.

El reglamento de tal institución no fue acogido por muchos, que prefirieron enterrar a sus seres queridos en lugares tan públicos y transitados como la Plazoleta de San José, las sabanas y fincas de recreo en los alrededores de la localidad, o por la falta de dinero, otras familias abandonaban a sus difuntos en la puerta del cementerio o llegaron a tirarlos por encima de la tapia del mismo. No es casual entonces que posteriormente a las obras de ensanchamientos se colocara un letrero en la segunda puerta de entrada que expresaba: "Señores Respetad este lugar". ¿Cómo si los muertos hablaran o perjudicaran al cementerio? Raro el caso, pero cierto. En la historia de la Necrópolis camagüeyana hubo de todo un poquito, por ejemplo: Existió allá en el año 1840 quién no tuvo escrúpulos e hizo estragos a los bellos y bellas durmientes. Buena dosis de sucesos está a la cuenta del administrador Juan de Dios Machado que ordenaba arrojar los cadáveres de los familiares pobres a la Plaza del Cristo, por no pagar estos los deberes de enterramientos. Además inhumaba los cuerpos sin sus cajas, para venderlas como nuevas a otras familias y lanzaba por las tapias hacia el exterior las ropas de los occisos.

Aunque el célebre Machado, pasó unas vacaciones encerrado en el Hospital de San Juan de Dios, no es menos cierto que dio para comentar por un largo tiempo. En la principeña ciudad fue tradición acompañar al difunto en todo el trayecto a pie y este muy bien dispuesto en los hombros de amigos y familiares hasta su sepultura. Más tarde apareció, por el propio desarrollo, la carroza pero sólo con el objetivo de trasladar a las flores, el cadáver sobre hombros y los acompañantes seguían su recorrido a "¡paticas pá que te quiero!". En los hábitos de mis antepasados, si de muertos se trata, hay para escribir un periódico completo. Cabe señalar que los faroles, lámparas y cuanto mechón aparecieran eran tomados por los participantes en el funeral para alumbrar a sus féretros.

También resalta la ornamentación floral del funeral y del muerto, pues esta cambiaba según la edad, el sexo, el estado civil y según la relación que tuviera con el que depositara las flores. Los epitafios no dejan de ser únicos y extremadamente curiosos en la necrópolis de nuestra villa, existió uno, que al leerlo inversamente o como se desee: de atrás para delante o del medio hacia arriba o hacia bajo, nunca pierde su sentido de expresión o concepto: Aquí yace sumergido/ Por una ley natural / Todo lo que fue mortal/ De don Fernando Garrido. Estimados lectores aunque parezca increíble en el sagrado lugar existió otro epitafio que traía implícitamente, en su escritura, humor del bueno, --digo del negro.

El 12 de octubre de 1879, cierra los ojos una distinguida señora, Rosalía Batista, su triste y acongojado marido le dedicó en su lecho del eterno sueño la siguiente grafía: "Si el ruego de los justos tanto alcanza ya que ves mi amargura y desconsuelo, ruega tú porque pronto mi esperanza se realice de verte allá en el cielo." Pero el viudo Agustín Montero más rápido que corriendo, en sólo tres añitos de la dolorosa perdida, no reparó en los deseos carnales y contrajo nuevas nupcias. Al parecer un chistoso, tal vez un "amigo", conocido o familiar ofendido, bajo la inscripción citó en menos de 24 horas de la boda: "Rosalía, no me esperes". Todo indica que la risa y el humor de los principeños no tuvieron banderas ni con los difuntos, e hizo que aquel hecho, insignificante y sin relevancia, pasara a la historia y hoy se cuente en libros como una de las leyendas camagüeyana.

El Aura Blanca

En mayo de 1860 un ave blanca apareció entre la bandada de auras que sobrevolaban el hospital de San Lázaro y la Quinta Simoni. En junio, el ejemplar fue expuesto en la Casa de Gobierno. Su captor había sido el doctor José Ramón Simoni Ricardo, director honorífico del hospital. Empero, el pueblo creó una tradición inmortalizada por La Avellaneda: Gozaba el religioso franciscano José de la Cruz Espí (1763 - 1838), el Padre Valencia, del cariño del pueblo principeño: brindaba servicios, mediaba en disputas y aconsejaba. Un día decidió construir un lazareto y lo logró. Era el hospital el orgullo de la ciudad. Pero he aquí que murió, y llegó la escasez y el hambre para los míseros leprosos. Cuentan que las auras tiñosas recorrían ya el abandonado huerto del hospital, en espera de los cuerpos de los famélicos enfermos.

De repente apareció un ejemplar albino de la especie. El “aura blanca” se dejó coger mansamente, y hasta dicen que parecía querer acariciar las llagadas manos de sus captores. Al día siguiente todo Puerto Príncipe comentaba que el alma del Padre Valencia, tantas veces invocada en medio de los sufrimientos de los lazarinos, había bajado a ellos. El interés general fue tal que se hizo una exposición pública del ave. Se puso precio a la entrada. Lo recaudado se destinó a aliviar las perentorias necesidades del hospital. Con igual propósito fue paseada por el país... Para incrementar la recaudación, el “aura blanca” fue después rifada. Vendida para seguir obteniendo el dinero que tanto precisaba el hospital, llegó a Matanzas, allí la adquirió —en perfecto estado de salud— el sabio naturalista Don Francisco Ximeno, para su zoológico personal.

Allí murió; y se realizó el trabajo de taxidermia en 1864. Ximeno la mantuvo entre los ejemplares de su colección hasta 1884, cuando la vendió al Museo de Historia Natural del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, donde estuvo casi un siglo, y luego en la librería “El Pensamiento”. Hoy se puede ver en el Museo Provincial de la Atenas de Cuba, en el Palacio de Junco. Este ejemplar albino de la especie Cathartes aura es uno de los exponentes más antiguos de Cuba. Menos antiguo, y sin el aura de la leyenda, hay otra aura blanca en el Museo Provincial de Camagüey.

Tinajón

«No abundan los aljibes; el agua se recoge en hermosas tinajas [...], colocadas en los patios, por su gran cantidad contendrán 4 ó 6 de ellas la cantidad de agua de un aljibe». Así describió el habanero Antonio Bachiller y Morales los típicos tinajones camagüeyanos cuando en 1838 visitó la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe. El tinajón es el símbolo camagüeyano por antonomasia. Constituye la representación lugareña más enraizada. Por ello, a Camagüey se le conoce en toda Cuba como la "ciudad de los tinajones". Nuestro tinajón tiene antecedentes en la vasija andaluza. Fue la solución con la que alfareros procedentes del sur de España -asentados tempranamente en Puerto Príncipe- trocaron en almacenes de agua los recipientes antes empleados para guardar granos, vinos, aceites y otros líquidos. Aunque los tinajones se elaboraron masivamente en nuestra región a partir del siglo XVII, no son privativos de ella. Se hicieron también en otros lugares de Cuba -Trinidad y Sancti Spíritus-, las Antillas -Jamaica- e, inclusive, en la América del Sur -Chile y Perú-, donde se recogió la tradición alfarera de la civilización incaica.

Del barro rojo de la Sierra de Cubitas comenzaron a fabricarse los tinajones desde los años del 1600, según noticias, a pesar de que no hay hoy día ningún tinajón inscrito con fecha tan remota. La más antigua data de 1760. Su producción tuvo el mayor auge en las décadas centrales del siglo XIX. A partir de 1868, con el inicio de las contiendas independentistas, quedó casi cancelada. Se restableció sólo entre 1878 y 1895, para luego cesar por completo. Todo hogar del Camagüey tenía al menos un tinajón.

El agua contenida dentro las frescas paredes era empleada para beber y cocinar, y se hizo brindis acostumbrado a las visitas de propios y extraños. Y muchos de estos terminaban casándose aquí... Por ello antaño y aún hoy suele decirse, en noviazgos y bodas semejantes al galán: -¡Ese tomó agua de tinajón! En 1900 existían en la ciudad más de 16 mil tinajones. Hoy apenas quedan unos 2 500 de los originales. Muchos de los que hoy adornan jardines y parques fueron fabricados con posterioridad a 1976, cuando se rescató esa tradición alfarera. De uno a otro siglo los tinajones fueron variando la forma.

En esencia siempre quedó un modelo clásico que ha llegado hasta nuestros días. El típico tinajón camagüeyano es aquel de voluminosa panza, líneas geométricas delimitadas y cresta destacada, o amigdaloide. Distintas anécdotas lo sitúan como escondite propicio para donjuanes pueblerinos sorprendidos en pleno romance, en terreno ajeno... Se dice que en 1875 un soldado mambí visitaba a su hijo enfermo en la ciudad, cerca de la histórica Plaza de San Juan de Dios. Fue delatado y pudo salvarse de ser capturado por los guardias civiles españoles que lo buscaban, escondiéndose dentro de un voluminoso tinajón. La imaginación de decenas de artesanos jugueteó con el blando barro en disímiles inscripciones y motivos ornamentales. El torno siguió girando generación tras generación. Los maestros alfareros sentaron las bases de la actual cerámica camagüeyana.

Y junto a esta nueva generación, en los típicos patios del Camagüey, transpirando humedad de siglos, entre arecas, flores y helechos, todavía vigilan el tiempo los grandes y ventrudos tinajones.

Personalidades

Aurelia Castillo, el 27 de enero de 1842, nació en Puerto Príncipe, hoy provincia de Camagüey, la que alcanzaría en el de cursar del tiempo, una brillante personalidad y un lugar predominante en las letras y sería una fervorosa patriota: Aurelia Castillo de González. Fueron sus padres Ana Castillo y Don Pedro Castillo Betancourt, desde pequeña poseía una gran inteligencia. El 6 de mayo de 1870 unió su destino con el Comandante del Ejercito Español, José Francisco González; matrimonio que causó asombro a muchas personas y no a los que reconocían las condiciones liberales del militar. Realizó sus estudios literarios bajo la dirección de Don Fernando Betancourt. Produjo obras en prosa y verso de todo tipo de género, fue miembro de la academia Nacional de Artes y Letras de Cuba. En octubre de 1806 fue expulsada de cuba por orden de Valeriano Weyler, regresó en noviembre de 1898 y participó en la fundación del Asilo Huérfanos de la patria, para albergar a los hijos de los libertadores caídos en la guerra. Murió el 6 de agosto de 1920. Entre sus obras esta: “En la muerte de un lugareño " y "Libertad "

Luis Casas Romero, el 24 de mayo de 1882 nació en Camagüey, en la calle de los Pobres No. 95, entre Callejón de la Montera y Tío Perico, hoy Calle Padre Olayo No. 462 entre Vate Morales y Félix Caballero, quien había de ser uno de los músicos más fecundos de Cuba, creador de la criolla, el autor de El Mambí: Luis Casas Romero. Hijo de Luis Casas Cuba y Adelina Romero García, también camagüeyanos y de extracción humilde. El padre de Casas Romero era tabaquero. Compraba las hojas de tabaco y laboraba por cuenta propia, fabricando en su casa el producto que después vendía en los caseríos cercanos. En más de una ocasión el futuro músico y compositor ayudó a su padre a seleccionar las hojas, para más tarde quitarles la tripa, con el afán de colaborar en la confección del producto que contribuiría al mantenimiento económico del hogar. Desde los cuatro años de edad ya sentía una marcada inclinación por la música, a tal extremo que cuando le iban a comprar algún juguete, decía:”Yo quiero un acordeón para tocar música...”. En vista de ello, su padre adquirió un acordeón y para sorpresa de todos, pues en la familia no había existido ningún músico, el niño comenzó a tocar todas las piezas populares de aquella época, causando el natural asombro entre familiares y amigos. Atendiendo a esta vocación demostrada, a los nueve años inició las primeras clases de solfeo que le ofrecía de forma gratuita el maestro Gregorio Cánovas, músico que había sido de una banda española, y después de pasar el método de Hilarión Eslava, haciendo un sacrificio su padre adquirió una flauta de cinco llaves con la que al año siguiente ya tocaba lo suficiente para tomar parte como flautista en las fiestas religiosas que se ofrecían en las Escuelas Pías de Camagüey, donde se educaba, así como haciéndose aplaudir en bailes, teatros, etc. Y este mambí, el mambí de la célebre criolla, no era otro, naturalmente, que el propio Luis Casas Romero quien en unión de Quirino García Estrada, amigo de la niñez, se incorpora al Ejercito Libertador bajo el mando del General Lope Recio Loynaz.

El joven patriota volvió de la manigua redentora a la terminación de la guerra de independencia con una profunda herida en la pierna derecha, cuya gloriosa cicatriz acompañó sus pasos, firmes y luminosos, el resto de su vida. Meses antes de morir, en carta que le envía a su hijo Ernesto, quizás haciendo un recuento de esta etapa, exponía: “qué lejos me encontraba de pensar que aquella aventura, pues así la consideramos en los primeros días de alejarnos de la ciudad de Camagüey, adentrándonos en la manigua fuera convirtiéndose por la cruenta lucha, hambre, sacrificios y ejemplos heroicos, en el ideal más bello y elevado que pueda llegar a vivir un ser humano...”

En 1901, al morir su padre, queda como cabeza de familia atendiendo a sus tres hermanos menores, a su madre y a una tía baldada. La situación por esa época era crítica: el águila yanqui extendía sus alas sobre nuestro archipiélago. Devastado el país por la guerra y por la cruel política de exterminio o reconcentración implantada por España, la existencia cotidiana resultaba una tarea harto difícil. El joven Casas Romero se vio obligado a trabajar como tipógrafo, cajista de obra y corrector de pruebas en el diario Las dos Repúblicas, más tarde, como crítico musical del propio periódico y de La Discusión, así como dar clases de música, tocar en bailes y fiestas, estudiando por las noches, en las que estaba junto a los libros hasta entrada la madrugada, en que el sueño lo rendía. En estas circunstancias fundó, organizó y dirigió la banda Infantil de Camagüey, la cual tenía 45 alumnos menores de 14 años y con las que comenzó a ofrecer retretas en el Parque Agramonte.

El 17 de abril de 1902, en Camagüey, contrajo matrimonio con Roselina Rodríguez Rivera, y el 17 de septiembre de 1942, en la Habana, contrajo segundas nupcias con María Esther Lamelo Salazar. De su primer matrimonio tuvo seis hijos: Zoila, Luis, Graciella, María Luisa, Ernesto y Aida. Zoila Casas fue la primera mujer en nuestro país que presentó un número musical por radio. Esto ocurrió en el año 1922. En una ocasión leyó el parte del observatorio. Ambos hechos tuvieron lugar a través de la 2LC, propiedad de su padre. Luis Casas Romero fue considerado el técnico más joven de su época. Graciella, en más de una ocasión manejó los controles. María Luisa y Aida formaron un dúo cuyas canciones deleitaron a los más exigentes radiofans. Y Ernesto pasa a la historia de nuestra radiodifusión como el primer locutor en inglés que surcó el espacio por la COC, nuestra primera emisora de onda corta, también propiedad de Casas Romero. En fin, que todos, de una forma u otra, han contribuido al desarrollo de nuestra radiodifusión desde la década del veinte. En el año 1948, a pesar de los serios problemas de salud que lo aquejaban, su actividad artística se hizo sentir, pero en 1950 se ve obligado a interrumpir sus labores definitivamente. Viaja a México, como última esperanza de salvar la vida, para consultar a un famoso médico, pero todo fue infructuoso pues la enfermedad que padecía se encontraba ya muy avanzada. Fallece en nuestro país, el 30 de octubre de 1950. Por su excelente calidad artística y moral, el maestro Luis Casas Romero constituye uno de los grandes pilares en la Historia de la música cubana.

Alfredo Fuente Pons (Fidelio Ponce de Leon), nació el 28 de enero de 1895, hijo de Antonio Fuentes Olazabal y Mercedes Pons Portuondo. Estudió en la escuela Pios de Camagüey en el año 1907 hasta 1908, luego se traslada a la habana con 17 años y matrícula en la Academia San Alejandro donde comenzó su formación como pintor. En 1934 realiza su primera exposición personal, sus trabajos comienzan a reflejar matices esenciales que distinguen su trabajo, es la época de los rostros alargados y tintes sombríos. En el año 1935 es premiado en el salón Nacional. En 1937 fue muy fructífera su vida como pintor, recibe premios en el salón de Arte Moderno del ayuntamiento Habanero. En la década del 40 reside en la ciudad de matanzas donde pinta numerosos lienzos. En esta época contrae tuberculosis y es internado en el sanatorio donde muere en 1949.

Gertrudis Gomes de Avellaneda, nació en Puerto Príncipe el 23 de marzo de 1814, hija de Manuel Gómez de Avellaneda, oficial de la Marina Española, y la camagüeyana Francisca Arteaga y Betancourt. Antes de cumplir los nueve años "ya escribía apasionados versos", según declara en sus páginas autobiográficas. Pronto compuso novelas y dramas y se distinguió como actriz en funciones de aficionados. En su ciudad natal estudia francés y realiza abundantes lecturas, sobre todo de autores españoles y franceses. En abril de 1836 sale de Santiago de Cuba hacia Europa con su padrastro, también militar español y su madre.

Después de una corta estancia en Burdeos, reside un año en La Coruña y más tarde en Sevilla. Por esta época comienza a publicar en diversas revistas y periódicos, y estrena su primer drama (Leoncia 1840); es acogida por los liceos de Sevilla, Málaga y Granada. Se traslada a Madrid, en cuyo Liceo es recibida como Socia de Literatura. Alrededor de 1844 comenzaron sus amores con el poeta Gabriel García Tassara, de los cuáles es fruto una hija, que se muere a los pocos meses de nacida (1845). En ese mismo año obtiene dos premios, uno utilizando como seudónimo el nombre de su hermano. Al año siguiente contrae matrimonio con Pedro Sabater, que muere tres meses después. Tras un breve retiro, la Avellaneda vuelve a Madrid y despliega una intensa actividad intelectual, entre 1846 y 1858 estrena en teatros de Madrid, a veces con gran éxito, no menos de trece obras dramáticas, entre ellas "Hortensia" (1850), "Los puntapiés" (1851) y "La sonámbula" (1854) no impresos y actualmente perdidos. Hacia 1853 intenta ingresar en la Academia Española, pero le es negada la solicitud por ser mujer. Contrae matrimonio con el coronel Domingo Verdugo, conocida figura política, viajan a España y Francia, posteriormente este es designado para un cargo oficial en Cuba, por lo que La Avellaneda regresa a su isla natal en noviembre de 1859. Aquí se le tributa "Un homenaje nacional en el teatro Tacón de La Habana el 27 de enero de 1860, dirige en La Habana la revista "álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello" (1860) y, en unión de su esposo realiza un recorrido triunfal por varias ciudades de la isla, incluyendo Puerto Príncipe, donde es también homenajeada


En octubre de 1863 muere el esposo en la ciudad de Pinar del Río. La Avellaneda parte con su hermano Manuel hacia Estados Unidos, pasa por Londres, París y regresa a Madrid en 1864. Durante los cuatro años siguientes reside en Sevilla. Entre 1869 y 1871 se dedica a cuidar la edición revisada de sus obras literarias.

Entre las publicaciones periódicas en las que colaboró durante su vida están: El Cisne, Sevilla 1838; La Alhambra, Granada 1839; La Aureola, Cádiz 1839. Además, álbum Literario Español, El Laberinto, álbum del Bello Sexo, Las Mujeres Pintadas por sí mismas, Revista de Madrid, El Globo, Semanario Pintoresco, El Heraldo, y otras de gran relieve y circulación en su época.

Prologó el Viaje a La Habana (1844), de la Condesa de Merlin, dos novelas de Teodoro Guerrero (1857-1864) y el tomo de poesías de Luisa Pérez de Zambrana; tradujo poemas del francés. De las traducciones de su obra pueden citarse dos ediciones en inglés de su drama Baltasar (Nueva York, 1908), y (London, 1914), .la traducción también al inglés, de Guatimozín, último emperador de México (México, 1898), y de las Cartas de Amor (La Habana, 1956), utilizó el seudónimo de La Peregrina; murió en Madrid el 2 de febrero de 1873. Sus restos se encuentran en Sevilla, España, donde se hacen gestiones para su traslado a Camagüey. Dentro de su amplia y valiosa obra literaria tenemos además en teatro: "Munio Alfonso", "Flavio Recaredo", "La Hija de las Flores"; en novelas: "Sab", "Dos Mujeres", "Espatolino", "El Artista Baquero", "La Doma del Gran Toro", "La Baronesa de Jonx"; y poemas como "Al Partir".

Nicolás Guillén Batista, nace en Camagüey, el 10 de julio de 1902, hijo mayor de Nicolás Guillén Urra, periodista, senador, asesinado en la Chambelona (1917), y de Argelia Batista, que a la muerte del padre asume la crianza de sus hijos. Cursó estudios entre los años 1908 y 1912 en diversas escuelas de su ciudad natal. Aprendió tipografía con su padre. Entre 1918 y 1919 trabaja como operario tipógrafo y asiste a clases en una academia nocturna. En 1920 se gradúa de Bachiller en el Instituto de Camagüey, y matricula la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, pero la situación económica de la familia no le permite continuar y los abandona por falta de recursos. Regresa a Camagüey, publica sus primeros versos y colabora en "Camagüey Gráfico" y "Las Dos Repúblicas". En 1921 vuelve a la Universidad y al año siguiente regresa a Camagüey, publica sonetos, edita la revista Lis, trabaja como redactor de "El Camagüeyano". En 1926 regresa nuevamente a La Habana y trabaja como mecanógrafo en la Secretaría de Gobernación; en 1928 empieza a colaborar en el "Diario de la Marina". Entre 1920 y 1930, denominada década crítica, son años decisivos en la formación y búsqueda de un lenguaje propio; en 1930 compuso sus "Motivos de Son" que constituyó un acontecimiento, tanto por sus elementos formales como por el mundo, el tema y los personajes puestos por el poeta a la vista de sus compatriotas.

En 1931 colabora en "El Mundo"; fue redactor del periódico "Información" y del semanario humorístico "El Loco". En 1935 obtiene empleo en el Departamento de Cultura del municipio Habana. Formó parte de la redacción de la, revista "Resumen", editada por el Partido Comunista. En 1936 fue miembro del comité editor de la revista literaria "Mediodía", más tarde fue su director, ofrece charlas y conferencias en distintas provincias. Marcha a España, en 1937, y expresa la disposición de morir en esa tierra luchando contra el fascismo, fue entonces cuando comenzó su militancia comunista, que mantuvo firme por más de 50 años. En ese propio año asistió al Congreso de Escritores y Artistas en México, otros congresos en Barcelona, Valencia.

En su poesía reflejó esa fusión de patriotismo e internacionalismo. Al siguiente año comienza a colaborar en el periódico "Hoy", y es designado miembro del Comité Nacional de Unión Revolucionaria Comunista. Fue candidato a alcalde de Camagüey en 1940, propuesto por la Unión Revolucionaria Comunista, años después, en 1948, fue candidato a senador por el Partido Socialista Popular, en representación de su provincia natal. Realiza visitas a diferentes países, entre ellos Unión Soviética, Checoslovaquia, Francia, visita también diversos países de América. Recibió el premio internacional Lenin de la Paz. Residió en París, de allí se traslada a Argentina, donde lo sorprende el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, meses después regresa a la Patria y continúa colaborando en el periódico "Hoy". Se le proclama como Poeta Nacional en 1960. Ese mismo año viaja en misión política y cultural; en 1961 es designado miembro del Consejo Nacional de Educación y presidente de la UNEAC. Viaja a Brasil como consejero cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores; es nombrado embajador extraordinario y ministro plenipotenciario del Servicio Exterior en la República en 1962. Participó en importantes actividades culturales en Cuba, y en el extranjero, su poesía refleja el modo de hablar de las víctimas de la discriminación racial y social, .expresan nuestra musicalidad y nuestra cubanía, toda su obra poética está recogida en múltiples antologías y ha sido traducida a varios idiomas. Guillén se mantuvo fiel y leal al Partido, la Revolución y Fidel, hasta el 16 de julio de 1989, en que muere cuando contaba 87 años y era miembro del Comité Central del Partido. Guillén mismo en su persona -expresó Armando Hart al despedir el duelo- era una síntesis de lo cubano, de ese cruce maravilloso que se dio no solo en nuestra Patria, sino lo que culturalmente llamamos Caribe. Apoyado en una vasta cultura en un talento excepcional y una amplia información que recogió y recreó, llevó el verso que nacía puro en el fondo de la sensibilidad musical y política de nuestro pueblo, a todas las latitudes. Alcanzó así, y por esto, un valor universal. Se refirió a Guillén como el más alto exponente de la lírica Cubana de profundo contenido social, un hombre de .poesía superior donde se supera radicalmente la dicotomía anticultural entre cultura y pueblo y entre lo culto y lo popular.

Dentro de su amplia obra literaria nos legó "Motivo de Son" (1930), "Sóngoro Cosongo", "Poemas Mulatos" (1931), "West Indies Ltd, Poemas" (1934). "Cantos para Soldados y Sones para Turistas" (1937), "Elegía Camagüeyana" (1937), "El Son Entero", forma poética (1929-1946), "Versos Negros" (1950), "Elegía a Jesús Menéndez" (1951), "Buenos Días, Fidel" (1959), "Prosa de Prisa" (1962), "Antología Mayor" (1964), "Tengo" (1964), "Che, Comandante" (1967), "El Gran Zoo" (1967), "El Diario que a Diario" (1972), "La Rueda Dentada" (1972), "El Corazón con que Vivo" (1972). La obra de Guillén no solo se limitó a su famosa poesía, sino abarcó la prosa y el periodismo.

Dolores Rondón Hay en el cementerio de la ciudad de Camagüey, en medio justo de una calle interior, un pequeño monumento. Fue erigido en 1933 por la alcaldía municipal sobre la base de una antigua tumba. En una placa de mármol aparecen los versos que varias generaciones de camagüeyanos han memorizado cual epitafio eterno:

Aquí Dolores Rondón finalizó su carrera ven mortal y considera las grandezas cuáles son: el orgullo y presunción, la opulencia y el poder, todo llega a fenecer pues solo se inmortaliza el mal que se economiza y el bien que se puede hacer.

La poesía apareció hacia 1883. Estaba escrita con letras negras en una pequeña pieza de cedro pintada de blanco. Una estaca de madera dura la fijaba en la tierra de una tumba. Durante años, cada vez que la tablilla se deterioraba manos anónimas la restauraban. Así pasó medio siglo. Dicen que Dolores Rondón era una bella criolla, con gracia y picardía, muy alegre, que llegó a ser orgullo del barrio donde vivía, algunos aseguraron que era hija de un catalán, propietario de una tienda mixta, y una mulata criolla. Cerca de la casa de Dolores había una barbería que tenía por dueño a un joven mulato, que además de barbero era un polifacético buscador de vidas, nombrado Francisco Juan de Molla y Escobar, quien estaba locamente enamorado de la joven, la que a cambio le prodigó todo tipo de desplantes, desprecios y repulsas. La niña Dolores se casó con un oficial español, lo que la hizo elevar su distinción social, cosa que no duró mucho pues el esposo murió tempranamente, quedando la joven prácticamente en el anonimato. Años después alguien la identifica entre las enfermas de El Carmen, hospital para mujeres existente en la ciudad, y al conocer del grave estado de la amada, el barbero Francisco se hizo cargo de ella hasta el momento de su muerte. De pobre fue el entierro, de pobre es la sepultura, y los lugareños le achacan las rimas del epitafio al desafortunado galán. Desde entonces, todo el que llega al lugar donde se dice que reposan los restos de la Dolores, quedará envuelto por el misterio de la leyenda y la fragancia del pequeño ramo de flores que acompañan a la cruz y al epitafio. Es la historia de un amor imposible, los desdenes de ella y las cualidades que él estimaba fueron sus defectos. Esta es la leyenda, inmortalizada en libros y hasta en piezas teatrales y, por consiguiente, enriquecida. Los historiadores han encontrado la existencia real de una parda, María Dolores Aguilera, hija natural, por lo que también aparece como Dolores Rondón. Nació en 1811. Murió de tisis en 1863, soltera y sin descendencia. Fue enterrada de limosna.

Enrique José Varona, Nació en Puerto Príncipe, actual ciudad de Camagüey, el 13 de abril de 1849, y falleció en La Habana el 19 de noviembre de 1933. Pedagogo y Filósofo. Inició los estudios primarios en su ciudad natal. A los 11 años comenzó el aprendizaje de idiomas y llegaría a dominar diferentes lenguas. Obtuvo el título de Bachiller en el Instituto de Matanzas (1891), y los de Lic. y Dr. en Filosofía y Letras, por la Universidad de La Habana, en 1892 y 1893, respectivamente. Sus aficiones por la literatura empezaron desde muy temprano, como evidenció el Premio otorgado por el Liceo de Puerto Príncipe a su “Oda con motivo de la muerte de Gaspar Betancourt Cisneros” (1867). Ese año inició sus colaboraciones en El Fanal, de la propia ciudad. Al estallar la Guerra de los Diez Años en 1878 se incorporó al campo insurrecto, aunque su permanencia fue breve por problemas de salud. Tras el Pacto del Zanjón de 1878 se radicó en La Habana, donde fue colaborador de la Revista de Cuba.

Integró las filas del Partido Liberal Autonomista, y en su representación fue electo diputado a Cortes durante 1884; no obstante, su entrevista en Madrid con el Ministro de Ultramar, contribuyó a defraudar su confianza en las autoridades coloniales, por lo cual, a su regreso a La Habana abandonó las filas del autonomismo. A partir de 1885 fundó y dirigió la Revista Cubana; de igual forma, colaboró en diversas publicaciones periódicas de aquellos años, destacándose como defensor de los derechos de la mujer. Con motivo del estallido de la Guerra de Independencia, emigró a Nueva York en 1895, y se hizo cargo de la dirección del periódico Patria tras la muerte de José Martí. Desarrolló una activa labor hasta su regreso a la Isla, en 1898, donde desempeñó las Secretarías de Hacienda y de Instrucción Pública y Bellas Artes, durante el gobierno interventor norteamericano. Fue el autor del conocido “Plan Varona”, que tuvo por objetivo acometer el proceso de modernización de la enseñanza.

Fue Miembro del Partido Conservador Nacional, en el cual desempeñó los cargos de Vicepresidente (1907) y de Presidente (1912). Resultó elegido Vicepresidente de la República. Dictó numerosas conferencias como la referida a El imperialismo yanqui en Cuba, pronunciada en la Academia de Ciencias de La Habana, en 1921. Mantuvo una postura digna en oposición a la dictadura de Gerardo Machado. De igual forma, encabezó el movimiento en pro de la independencia de Puerto Rico, en 1927. Sus obras han sido traducidas al inglés, al francés y al italiano. Fue Miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, de la cual ostentó el cargo de Presidente, así como Catedrático Honorario de la Universidad de La Habana y Presidente de Honor de la Academia de la Historia de Cuba.