Contractura isquémica

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Contractura isquémica
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Contractura isquémica.

Historia

En 1872 fue descrita por Volkmann la contractura de la muñeca y de los deods de la mano como una de las complicaciones ocasionales más temibles y más grave que pueden aparecer en los traumatismos de la extremidad superior y particularmente de la fractura supracondílea del húmero, la cual, en determinados momentos, puede implicar la abolición funcional completa de un órgano tan importante como lo es la mano.

Etiopatogenia

La causa de la contractura es una isquemia intensa como resultado del espasmo de la arteria humeral por encima de su bifurcación, asociado con una contusión, una trombosis o una comprensión de la arteria, con espasmo reflejo de los vasos colaterales.
La explotació de la arteria humeral en la zona del traumatismo muestra en ocasiones un espasmo segmentario intenso que se extiende hacia abajo, hacia las ramas cubital y radial; puede existir o no una trombosis intravascular.
El músculo más afectado por la isquemia es comúnmente el flexor largo del pulgar, y en ocasiones también el flexor superficial de los dedos y los flexores de la mano.

Manifestaciones clínicas

Después de una fractura del extremo distal del húmero puede haber ausencia del pulso radial, cianosis y un poco de inflamación de la mano, la cual se encuentra fría; los dedos tal vez se hallen insensibles y sin movilidad, y todo esto se acompaña de dolor, aunque a veces puede faltar.
Una isquemia de 48 h de duración generalmente ocasiona un grado intenso de contractura.
A medida que avanza la fibrosis, el antebrazo llega a ponerse duro y la mano desarrolla una deformidad en garra. La flexión de las articulaciones interfalángicas aumenta cuando se intenta extender la muñeca. En casos intensos puede existir una flexión fija del codo.

Tratamiento

Ante una fractura supracondílea, el proceder debe ser una reducción minuciosa y precoz seguida de una inmovilización enyesada y un control exacto del paciente, para lo cual debe estar hospitalizado a fin de poder vigilarlo ininterrumpidamente por 3 o 4 días; este tiempo resulta suficiente para cubrir el período de ocurrencia de un trastorno circulatorio. Además las radiografías obtenidas a los 4 o 5 días del traumatismo, pueden mostrar la posición de la fractura, por lo que permiten descartar la complicación a que se hace referencia.

Tratamiento quirúrgico

Cuando los trastornos nerviosos y vasculares no regresan espontáneamente, es preciso a abertura de la aponeurosis del antebrazo. Con esta operación se consiguen los mejores resultados cuando se practica durante las primeras 48 h; aparece el pulso radial y desaparecen las alteraciones de carácter nervioso.

Fuente