Enrique Sosa Rodríguez

Plantilla:Personaje científico

Enrique Sosa Rodríguez

Aunque desde la infancia ya se conocía al doctor Enrique Sosa Rodríguez por su intervención en le programa de televisión Escriba y Lea, no fue hasta la XI Feria Internacional del Libro celebrada en Ciego de Ávila que se conoció personalmente.
Invitado permanente al evento avileño junto a la doctora María Dolores Ortiz, su colega en la Universidad y en el espacio televisivo, los entonces incipientes escritores seguíamos muy de cerca sus recomendaciones literarias.

El doctor Sosa se destacó por su amabilidad y sencillez. Nacido en Ciego de Ávila el 15 de julio de 1930, se graduó de Contador Público con el ánimo de ayudar en los negocios familiares, pero su amor por la cultura pudo más y a esta actividad decidió consagrar su vida.

Él mismo contaba que su padre lo envió a estudiar a Boston, donde aprendió muy bien el inglés. Antes de regresar a casa, se escapó a París, donde siguió cursos en la prestigiosa Universidad de La Sorbona, y allí dominó el francés.

El joven intelectual avileño aprovechó esos años para viajar por casi toda Europa y conocer catedrales, museos, lugares históricos, a los que recordaba claramente con su cultivada memoria.

De regreso en Cuba, incursiona en las actividades literarias, escribe teatro, realiza investigaciones y estudios de la historia de Cuba, pero marcha a Baracoa, donde fue uno de los fundadores de las Milicias Nacionales Revolucionarias y ejerce como contador.

Años más tarde retornó a las aulas de la Universidad de La Habana, en la que permaneció como profesor e investigador hasta el último día de su vida. En la alta casa de estudios impartió diversas asignaturas, desde Filosofía e Historia hasta Historia de la literatura y el arte.

En su querida Alma Mater recibió los más altos honores: Profesor de Mérito, Premio al mejor investigador, Distinción Especial del Ministro de Educación Superior, Diploma de Excelencia Universitaria, los cuales recibió por sus incansables 40 años dedicados al estudio y la investigación científica.

De su estancia en Ciego de Ávila se recuerda que conversaba con todos, y para cada uno tenía la palabra dispuesta. Le gustaba participar en los talleres literarios y durante las presentaciones de libros en la Feria los escritores locales esperaban de él la crítica oportuna y la palabra certera que encaminara senderos.

Le fue entregado por el Gobierno de la provincia de Ciego de Ávila la condición de Hijo Distinguido el 2 de marzo del 2002, apenas tres semanas antes de su muerte.

Estuvo en el Archivo Histórico, en la sede de la UNEAC, en la galería de arte donde todavía se recuerda en aquella XI Feria, con su palabra honesta y esclarecedora, y su nostalgia permanente por la tierra que lo vio nacer.


Fuente

Sala Hemeroteca, Biblioteca Roberto Ribas Fraga, Ciego de Ávila