Equilibrio nutricional

Equilibrio Nutricional
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Concepto:Alimentación / nutrición. Equilibrio nutricional Son conceptos complementados, porque una buena alimentación revertirá siempre en un buen estado nutritivo



Equilibrio Nutricional y salud. Una alimentación adecuada conduce a un buen estado nutricional, y este, a su vez, condiciona, en buena medida, el logro de un satisfactorio estado de salud. Por el contrario, una alimentación defectuosa deteriora el equilibrio nutricional y provoca alteraciones de tipo físico (peso, talla, panículo adiposo y masa muscular, lesiones carenciales), funcional (energía, resistencia, capacidad de trabajo) o psíquico (voluntad, interés, aprendizaje y rendimiento mental) que favorecen la aparición de enfermedades. El vegetarianismo. La macrobiótica

Las proteínas

Las proteínas deben aportar una cantidad de energía situada entre los límites señalados. Por debajo del límite inferior se producen trastornos carenciales: “malnutrición por defecto”; y si excede el máximo se sobrecarga inútilmente al organismo y se somete al riñón a un esfuerzo excretor. La función principal de este nutriente es aportar los aminoácidos requeridos para la formación de las proteínas del cuerpo. El exceso consumido se acumula en forma de grasa, por lo que ocurre un “desperdicio” de la cantidad adicional ingerida. Los niños, adolescentes, embarazadas y madres que lactan deben consumir un 50% de proteína de origen animal y el otro 50% de origen vegetal. En los adultos la mayor cantidad debe ser de origen vegetal. Las grasas aportan algo más del doble de la cantidad de energía que aportan las proteínas y los carbohidratos. Son portadoras de ácidos grasos esenciales, de gran utilidad en la formación de membranas y hormonas, además de servir como vehículo a las vitaminas liposolubles (A, D, E y K). Sin embargo, su consumo en exceso, tanto de forma directa (en la elaboración de los alimentos), como de manera indirecta (formando parte de los alimentos, principalmente los de origen animal), conllevan al sobrepeso y la obesidad. La relación entre el total de grasas de origen animal y de origen vegetal debe ser de 1:1. Los carbohidratos, constituyen la base de la alimentación de muchos pueblos del mundo. Su consumo se obtiene a partir de los cereales, viandas y azúcares. Los primeros son los más recomendados para cubrir el mayor porcentaje de energía que se necesita en el día. El azúcar, tanto en forma directa como en preparaciones, que van desde las bebidas refrescantes hasta las mermeladas y el almíbar, solo aportan las llamadas “calorías vacías”, por el hecho de no contribuir con ningún elemento nutritivo y sí provocar una mayor demanda de vitaminas, principalmente las del complejo B. En igual sentido se comporta la energía obtenida a partir de bebidas alcohólicas (7 kcal/ g de alcohol oxidado).

El equilibrio

El equilibrio se logra mediante una alimentación balanceada, que puede ser:

Suficiente: en cuanto a la cantidad para cubrir las necesidades energéticas diarias. Los niños y adolescentes, por estar en crecimiento y desarrollo, necesitan una mayor cantidad de energía que los adultos, cuyas actividades son ligeras o moderadas. Las embarazadas y las madres que lactan tienen también una demanda energética superior a la de las otras mujeres, y las personas que realizan actividades físicas intensas requieren de más energía y nutrientes que el resto de sus semejantes. Equilibrada en el aporte de los tres nutrientes fundamentales: proteínas (22%), grasas (28%) y carbohidratos (60%). Completa en el contenido de nutrientes, incluyendo las vitaminas y los minerales. Esto es posible lograrlo si se ingiere, al menos, un alimento de cada uno de los siete grupos básicos (I-cereales y viandas, II-vegetales, III-frutas, IV-carnes, aves, pescados, huevo y leguminosas, V-lácteos, VI-grasas y VII-azúcar y dulces). Adecuada a las distintas edades y estados fisiológicos o patológicos del individuo. Las cantidades y formas de preparación difieren, según las edades y el estado en que se encuentren las personas. Un niño pequeño, un adolescente o un adulto mayor no se alimentan de la misma forma. Variada:, Se pueden aprovechar las cualidades particulares de cada alimento y tener la seguridad de no crear deficiencias. El organismo necesita alrededor de cuarenta elementos nutritivos, lo que hace imposible llevar la cuenta de los que se han incluido o no en un menú, y menos aún precisar la cantidad. Pero si se procura diversificar los alimentos, se conseguirá un aporte suficiente. Lo mejor es emplear, en lo posible, alimentos frescos y tratar de evitar los procesados. Variar también significa no incluir en la misma comida dos preparaciones del mismo tipo. El exceso de un nutriente se elimina (o se almacena), pero quita la oportunidad de obtener otro que falta. Si variar es indispensable, no es menos importante repartir bien los alimentos a lo largo del día. Es preferible hacer tres o cuatro comidas moderadas que dos fuertes, aunque el total de los alimentos ingeridos sea el mismo, la digestión es más fácil y se asimilan mejor los nutrientes. No basta que el equilibrio se cumpla solamente en cada comida, sino que debe existir también entre todas las comidas del día, para evitar largos períodos de ayuno o excesos en determinados horarios. Por eso se recomienda que al desayuno se le confiera la importancia que tiene, como la comida que inicia el día, después de varias horas sin haber consumido alimentos. También resulta saludable no comer excesivamente en horarios nocturnos y, siempre que sea posible, ingerir parte del total diario (meriendas) entre las comidas principales, con lo que se garantiza comer menos cantidad cada vez y esforzar menos al sistema digestivo y de absorción, que intervienen en la asimilación y aprovechamiento de lo que se come. En resumen y expresada numéricamente, la frecuencia alimentaria o distribución de la energía en el día debe ser: Desayuno 20%, merienda mañana 10%, almuerzo 30%, merienda tarde 10% y comida 30%. No se aconseja ingerir alimento alguno antes de dormir, excepto en los niños pequeños que sí deben tomar la leche.

Recomendaciones alimenticias

Diversificar la alimentación. Consumir preferiblemente cereales y viandas. Consumir frutas y vegetales frescos. Evitar el exceso de azúcar. Evitar el exceso de sodio. Evitar el exceso de grasas (sólidas) y colesterol. Tomar suficiente agua. Hacer tres o cuatro comidas moderadas en lugar de dos fuertes. Desayunar al comenzar el día. Preparar los alimentos de manera que conserven el máximo valor nutritivo. Mantener el peso adecuado.

Los vegetarianos

Cuando se habla de vegetarianismo o de los individuos considerados vegetarianos, por lo general se hace referencia a aquellas personas que optan por una dieta basada en vegetales, es decir, las hortalizas o verduras –que se consumen principalmente en ensaladas– en cantidades más o menos abundante y de forma regular. Pero el vegetarianismo es algo más y tiene su génesis en diferentes razones.

El vegetarianismo tiene adeptos en todo el mundo, debido al gran desarrollo tecnológico que ha alcanzado la humanidad, por lo que muchas personas sienten la necesidad de deshacerse de la avalancha de aditivos alimentarios, hormonas de crecimiento, pesticidas y de muchas otras sustancias que, incorporadas a los alimentos, pueden producir alteraciones en el organismo y provocar las llamadas enfermedades de la civilización. Aunque no son estas las únicas razones para su práctica.

El vegetarianismo

Entre las razones para la práctica del vegetarianismo se incluyen: la ética, la moralidad, la estética, la salud, la ecología y la economía. El vegetarianismo es una filosofía milenaria, basada en la idea de que los animales requieren la misma compasión y respeto que los seres humanos. Los que así piensan se preguntan: ¿por qué matar animales si hay otras fuentes de alimentación? Esta es, quizás, la razón más antigua del vegetarianismo, surgida a partir de una orientación religiosa, como la del Hinduismo y el Budismo, entre otras, aunque la mayoría de los vegetarianos éticos se oponen a una innecesaria destrucción de la vida, independientemente de sus creencias religiosas. Los que practican el Hinduismo consumen vegetales porque no contienen sangre, que está considerada como un elemento contaminante. La veneración hacia las vacas procede de la misma idea, unida a la utilidad económica que tiene el animal para la población. Los budistas respetan la vida del animal, además, consideran que la carne, el pescado, el ajo y la cebolla son alimentos excitantes, mientras que las frutas, las verduras, los productos lácteos y los cereales integrales son relajantes y, por tanto, buenos para la meditación. Los adventistas del séptimo día piensan que para alcanzar el bienestar espiritual, el cuerpo debe estar sano y que la manera de conseguirlo es no comer carne. En el caso de los musulmanes, la razón por la que no comen carne, aunque en principio es religiosa, tiene un trasfondo sanitario: el Corán prohibió su consumo para luchar contra la triquinosis y otras enfermedades que son trasmitidas por los animales. Desde los primeros siglos de la era cristiana, para algunas de las iglesias católicas, el argumento principal para llevar una dieta vegetariana –sin consumo de carnes pero con ingestión de pescados– en los monasterios medievales por diferentes órdenes, como la de San Benedicto y otras, ha estado basado en el principio de la autodisciplina, donde la abstinencia del consumo de carnes se oponía al lujo que esto representaba. Sin embargo, era recomendada como una dieta saludable para enfermos. De hecho, el consumo de carne no fue permitido oficialmente por la iglesia católica hasta el siglo IV. Los vegetarianos, por razones estéticas, afirman que un plato de frutas o vegetales es agradable a la vista y al gusto en su estado natural, mientras que el olor y la vista de los animales muertos resultan repugnantes. La salud y la higiene han sido motivos tradicionales para adoptar una dieta sin carnes, y tienen mayor peso a medida que se descubre mayor toxicidad química en la carne y en el medio ambiente. En muchos países predominan las enfermedades que algunos han llamado “de la civilización” y que están relacionadas con el consumo de una dieta supuestamente moderna, cargada de grasas, azúcar, alimentos refinados, presencia de sustancias químicas artificiales, así como de carnes y alimentos llamados “chatarra”, que impone la vida rápida. La calidad de la alimentación está relacionada no solamente con las enfermedades cardíacas, el cáncer y la diabetes mellitus, sino también con otras como la hipertensión, la anemia, la osteoporosis, la obesidad y muchas enfermedades del sistema digestivo. Los vegetarianos creen que una dieta vegetariana es más natural e higiénica y advierten que el consumo de carne acarrea enfermedades y problemas digestivos debido al contenido de plaguicidas, hormonas, antibióticos, toxinas e incluso bacterias patógenas y virus. Por lo general, se convierten en vegetarianos quienes se preocupan mucho por conservar la salud y por ello se muestran moderados a la hora de comer, practican deportes, no fuman ni beben. Por eso es natural que la mayoría de ellos goce de una mejor salud que los que hacen todo lo contrario.

Tipos de vegetarianos

Cada una de las razones del vegetarianismo da lugar a una forma diferente de dieta, por lo que los vegetarianos no son un grupo homogéneo, sino que se encuentran divididos, tanto por el tipo de alimentos que comen, como por sus diferentes creencias. La palabra vegetariano no surgió de vegetal, a pesar de su común etimología. Vegetal viene del latín vegetabilis: que tiene el poder de crecer, y de vegetare: crecer. Vegetariano deriva, sin embargo, de la palabra latina vegetus: completo, fresco, lleno de vida; tal como se utilizaba en el antiguo término latino homo vegetus: aplicado a una persona vigorosa física y mentalmente. Quienes acuñaron la palabra, definieron a un vegetariano, entre otras cosas, como una persona que se abstiene de comer carne y pescado, pudiendo o no comer huevos y productos lácteos. A un vegetariano que consume leche y sus derivados se le denomina lactovegetariano. Si además come huevos se le considera ovolactovegetariano, pero si no consume leche ni productos lácteos, entonces se le nombra ovovegetariano. Al que no consume ningún producto de origen animal se le llama vegetariano, y vegan al que no utiliza para ningún fin los productos de origen animal, tales como zapatos, cintos, abrigos y carteras de piel, además rechaza comer huevos y productos lácteos, porque considera que para su obtención los animales son explotados. Los frugívoros-crudívoros solo ingieren frutas crudas porque piensan que el calor altera la composición de los alimentos, aunque no se ponen de acuerdo sobre si fruta es todo lo que proviene de una flor o solo lo que se conoce como tal. Los higienistas nunca mezclan en una misma comida, alimentos que consideran incompatibles, ejemplo, productos lácteos (proteínas) con pan (hidratos de carbono). Comen las frutas entre comidas y creen en la autocuración del cuerpo. Los cartonistas o naturistas prescinden en su dieta de la carne, el pescado, las leguminosas y las frutas ácidas y al igual que los higienistas, tienen en cuenta la compatibilidad de los alimentos, pero, a diferencia de estos, recurren a plantas medicinales y a la fangoterapia. La macrobiótica, entre los sistemas de alimentación con orientación vegetariana que promueve el consumo de alimentos naturales, el consumo de frutas y de alimentos crudos, se ha venido sumando a las tendencias vegetarianas.

Productos con alto valor nutritivo

Soya texturizada: con textura de carne y forma de picadillo; se expende en el comercio como “proteína vegetal”, pero no excluye la importancia que tienen otros vegetales que también son fuentes de proteínas para la alimentación humana. La “proteína vegetal”, es el producto obtenido del frijol de soya una vez que se le ha extraído el aceite; la harina resultante (muy rica en proteínas) es pasada por un equipo que le da la forma y tamaño de la carne hecha picadillo. Este producto se hidrata en el proceso de elaboración y de él se pueden preparar muchas recetas. Cinco cucharadas de este picadillo, listo para comer, aportan una cantidad de proteínas igual a la que aportan dos huevos.

Semillas de calabaza: dos cucharadas aportan cinco gramos de proteína utilizable. A diferencia de otras semillas, las de calabaza contienen cantidades apreciables de isoleucina y lisina (aminoácidos esenciales), lo que hace su polvo muy útil para enriquecer platos de cereales pobres en estos aminoácidos. Las semillas de calabaza también son ricas en grasas insaturadas y minerales. Tienen mucho hierro y fósforo, además de cinc.

Semillas de girasol: tres cucharadas de semillas de girasol peladas aportan unos cuatro gramos de proteínas utilizables. Son una buena fuente de ácidos grasos insaturados, potasio, cinc y fósforo. También contienen cantidades importantes de hierro y magnesio. Estas semillas pueden molerse y utilizarse igual que el germen de trigo. En polvo son más fáciles de digerir.

Semillas de ajonjolí: cien gramos de ellas contienen la cantidad de calcio equivalente a la que aporta un litro de leche. Otros componentes son: ácidos grasos, lecitina, vitaminas del grupo B y vitamina E. Para aumentar su digestibilidad es preferible molerlas, con lo que se forma una especie de mantequilla llamada tahini. Germen de trigo: dos cucharadas de germen de trigo representan dos gramos de proteína útil. Es también una buena fuente de vitamina E, tiamina y riboflavina. Constituye un subproducto del proceso de molinado del trigo. Como no existe una dieta "ideal", una alimentación saludable debe tener en cuenta que la ración alimentaria diaria debe aportar la cantidad de energía necesaria para las funciones vitales y para la actividad física; asimismo debe respetar el equilibrio entre todos los nutrientes.

Fuente

Tabloide: Vegetales y Salud de Universidad para todos AUTORES Lic. Rady Laborde Quintana, Reserva Científica de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. MCs. Adyary Fallarero Linares, Instructora de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Lic. Isabel Martín González, Investigadora Agregada del Instituto Nacional de Nutrición e Higiene de los Alimentos. Dr. Felipe Piñol Jiménez, Especialista de 2do. grado en Gastroenterología, Investigador Agregado del Instituto de Gastroenterología. Dr. José E. Fernández Brito, Profesor Titular, Director del Centro Internacional de Referencia de Aterosclerosis. Dr. Manuel E. Licea Puig, Especialista de 2do. grado en Endocrinología, Profesor Auxiliar e Investigador Titular del Instituto Nacional de Endocrinología (INEN). Dra. Berta R. Rodríguez Anzardo, Especialista de 2do. grado en Nutrición y Endocrinología, Investigador Auxiliar del INEN. Ing. Madelaine Vázquez Gálvez, Directora del proyecto Eco-Restaurante “El Bambú” del Jardín Botánico Nacional.

Enlaces externos
























ENFERMEDADES GASTROINTESTINALES Y TRATAMIENTO DIETÉTICO La dieta como terapia en algunas enfermedades digestivas, constituye un tema de gran controversia e interés para muchos científicos; algunos llegan a plantear que su uso racional y de forma terapéutica, resuelve más de un 25% de los problemas gastrointestinales. Otros consideran que ayuda a prevenir más del 50% de las enfermedades digestivas y sus complicaciones. 71 Entre las enfermedades gastrointestinales más frecuentes se encuentran las del aparato digestivo superior: enfermedad por reflujo gastroesofágico, úlcera gastroduodenal, intolerancia a la lactosa, enfermedad celíaca del adulto, gas intestinal y síndrome de mala absorción intestinal; las enfermedades del aparato digestivo inferior: estreñimiento crónico, diverticulosis, síndrome de intestino irritable, enfermedades inflamatorias crónicas del intestino; y las enfermedades del sistema hepato-biliar: hepatitis virales, medicamentosas agudas y crónicas, esteatosis hepática y esteatohepatitis no alcohólica. APARATO DIGESTIVO SUPERIOR Esófago Enfermedad por reflujo gastroesofágico Clínicamente reconocida por el conjunto de síntomas que surge como consecuencia de la inflamación de la mucosa esofágica por acción del contenido gástrico refluido hacia dicha mucosa. Entre los síntomas que ocasiona están: la pirosis (sensación de quemazón retroesternal), el dolor retroesternal y las regurgitaciones. Muchos de estos síntomas son controlados de forma prolongada y eficaz por el uso de fármacos: ranitidina, omeprazol, metoclopramida, etc. Al mismo tiempo, el alivio o desaparición de estos requiere de un control higiénicodietético que comprende el consumo de alimentos que contribuyan a mejorar la enfermedad, y disminuir las crisis y recidivas. Estadísticas mundiales reportan que un 36% de la población refiere padecer, al menos una vez al mes, de pirosis y que el 27% de los adultos consumen antiácidos más de dos veces al mes para neutralizarla. Se infiere entonces que una mayor cantidad de pacientes con síntomas de reflujo gastroesofágico no asisten a consulta médica y que, una menor proporción, son solo atendidos por el médico de familia o especialista, debido a la presencia de síntomas persistentes, recidivantes o complicaciones asociadas. Por razones evidentes de relación costobeneficio, se aconseja a estos pacientes la aplicación de medidas higiénicodietéticas, que han demostrado ser eficaces en estos casos. 72 La dieta terapéutica en estos pacientes está encaminada a: 1. Disminuir el número de relajaciones del esfínter esofágico inferior. 2. Disminuir la presión intragástrica. 3. Incrementar el vaciamiento gástrico. Para lograr estos objetivos se recomienda no ingerir:

 Comidas copiosas.
 Alimentos flatulentos, bebidas gaseosas, ni cerveza.
 Alimentos irritantes (bebidas muy frías o muy calientes, cítricos, especias, etc.).
 Grasa animal, cacao, chocolate, ni alcohol, dado que favorecen el reflujo

gastroesofágico y, al mismo tiempo, disminuyen el vaciamiento gástrico.

 Exceso de cafeína (café), ya que incrementa la secreción ácida del estómago,

lo que favorece un reflujo más ácido hacia el esófago y, por tanto, aumentan los síntomas. También se aconseja:

 Masticar bien los alimentos.
 Evitar acostarse, inmediatamente, al terminar de ingerir alimentos.
 Consumir frutas carnosas como: fruta bomba, mango y melón, además de

vegetales, pues dan sensación de bienestar intragástrico y evitan el reflujo. Estómago Úlcera gastroduodenal Desde la antigüedad se han vinculado diversas dietas con el desarrollo de la úlcera gastroduodenal, como son aquellas con exceso de café, alcohol, picantes o especias, por citar algunos ejemplos más representativos de la tradición popular. En la actualidad, con el desarrollo de la medicina y el conocimiento de los diferentes mecanismos por los cuales se puede desarrollar una lesión ulcerosa en el estómago y duodeno, unido al descubrimiento y caracterización del Helicobacter pylori –considerado como uno de los agentes principales de la enfermedad úlceropéptica – se sigue planteando que algunos componentes de las dietas pueden intensificar y/o empeorar los síntomas que presentan los pacientes ulcerosos. Por 73 • • • • eso, además de la terapéutica farmacológica, se recomiendan dietas específicas, que ayudan a controlar los síntomas y evitar las recidivas y complicaciones. A los pacientes con úlceras gastroduodenales se les indican dietas que disminuyan la secreción ácida, y que regulen el vaciamiento gástrico e incrementen la defensa de la mucosa del estómago, además de:

 Dieta en horario y no copiosa, baja en grasas y carbohidratos, con el fin de

disminuir los síntomas dispépticos.

 Consumo de frutas y vegetales.

Evitar alimentos flatulentos (col, coliflor, judías) y ricos en fructosa y sorbitol. No ingerir alimentos hipertónicos (muy dulces o muy salados.). No ingerir bebidas carbonatadas, gaseosas, ni alimentos en conserva. El uso de productos lácteos y derivados es restringido, dado que, de mejorar los síntomas, en muchos pacientes provocan el incremento de los síntomas dispépticos. No obstante, no existen argumentos científicamente avalados, que determinen la necesidad de plantear restricciones dietéticas a los pacientes con úlcera péptica, salvo en casos complicados con hemorragia o estenosis pilórica, que requieren de un manejo nutricional específico. Intestino delgado Duodeno, yeyuno e íleon Gas intestinal Un motivo frecuente de consulta médica es la expulsión de gases, que se presenta especialmente en pacientes ansiosos, neuróticos o hipocondríacos, los cuales degluten cantidades inapropiadas de gases (aerofagia), que se exteriorizan en forma de eructos. Pueden aparecer otros síntomas: sensación de distensión abdominal y el meteorismo con eliminación abundante de flatos. El primer objetivo del tratamiento en estos enfermos es convencerlos de que su problema no está relacionado con una producción excesiva de gas intestinal, sino con una deglución incontrolada. Se les recomienda que, unido al tratamiento 74 farmacológico, practiquen una terapia dietética que contribuya a mejorar y controlar los síntomas, tratando de evitar:

 El consumo de agua en botellas o porrón.
 Las gomas de mascar.
 Comer sin masticar adecuadamente los alimentos.
 El consumo de carbohidratos no absorbibles, como los contenidos en algunas

legumbres y cereales.

 La leche y sus derivados, así como las bebidas carbonatadas que son

productoras de gas. También se les aconseja:

 Consumir frutas frescas.
 Beber té e infusiones tranquilizantes y relajantes.
 Ingerir alimentos de forma tranquila, que estén poco condimentados y sean

bien masticados. Síndrome de malabsorción intestinal Es clásicamente reconocido que, al conjunto de síntomas y signos, originados como consecuencia de un déficit nutricional, producido por alteraciones en los procesos fisiológicos del intestino delgado para digerir y absorber los nutrientes, se le denomine síndrome de malabsorción intestinal. Es un proceso del intestino delgado, ya que el intestino grueso solamente es capaz de absorber agua, cloruro sódico y pequeñas cantidades de carbohidratos y proteínas. Las enfermedades que cursan con este síndrome se acompañan, generalmente, de déficit de vitaminas (hidrosolubles y liposolubles), minerales (hierro, cinc, calcio, etc.), proteínas, grasas, hidratos de carbono, entre otros nutrientes, debido a la pérdida o atrofia de las vellosidades intestinales, al sobrecrecimiento bacteriano y a los trastornos inmunológicos de base, que propician una malabsorción de nutrientes esenciales para el mantenimiento del trofismo de la mucosa del aparato digestivo, que va desde la boca hasta el ano. A estos pacientes se les recomienda que las dietas sean ricas en nutrientes, con el fin de reponer las pérdidas y evitar las complicaciones, por ejemplo:

 Frutas frescas, carnosas, con alto contenido en minerales y vitaminas.

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 Vegetales, carbohidratos y proteína animal (pescado, pollo y huevo).

También se les sugiere no ingerir productos lácteos ni derivados, ni comidas enlatadas, muy condimentadas o fritas, dado que incrementan los síntomas. APARATO DIGESTIVO INFERIOR Intestino grueso: colon Estreñimiento crónico Uno de los problemas que enfrentamos a diario en la consulta médica es el estreñimiento crónico, sobre todo en la edad geriátrica, por lo que resulta importante para el médico, antes de indicar dietas terapéuticas o un tratamiento integral, considerar la existencia de otras patologías. Una vez realizada una completa evaluación clínica, incluyendo historia, examen físico, inspección anal y tacto rectal, valoración neurológica y endocrinometabólica, así como una evaluación anatómica del colon por procedimientos habituales (enema opaco, colonoscopia), puede indicarse la dieta terapéutica más adecuada para el paciente. El aporte de fibra dietética en la dieta constituye una medida esencial en estos casos; además del ejercicio moderado, regular, que favorezca los movimientos del colon; la dedicación de un tiempo diario para la defecación, y no impedir el acto defecatorio. El consumo de fibras dietéticas (vegetales, cáscaras, granos, frutas, legumbres, hortalizas, salvado de trigo, cereales), ejerce los siguientes efectos positivos: 1. Incrementa la frecuencia de los movimientos intestinales. 2. Acelera el tránsito intestinal. 3. Aumenta el peso y volumen de las heces fecales. 4. Mantiene y desarrolla la flora bacteriana intestinal. 5. Mayor excreción de grasas y proteínas. 6. Factor preventivo del cáncer de colon. 7. Disminución de la deshidroxilación de los ácidos biliares. 76 8. Captación e inactivación de los ácidos biliares, considerados como carcinógenos para la mucosa colónica. Diverticulosis. Enfermedad diverticular del colon La enfermedad diverticular consiste en una alteración de la pared del tubo digestivo y comprende un amplio grupo de trastornos: anomalías de las fibras musculares, formación de divertículos o herniaciones de la mucosa e inflamación. Las herniaciones suelen producirse en puntos débiles de las paredes colónicas (capas musculares), por donde los vasos sanguíneos nutricios perforan la pared muscular y llegan a la capa submucosa. Los divertículos colónicos aumentan con la edad, a partir de los 30 y los 40 años, y se desarrollan aún más en edades avanzadas, donde puede afectar al 50% de los ancianos. La diverticulosis puede ser causada, en parte, por una dieta pobre en residuos. Se ha obtenido mejoría cuando el enfermo incorpora alimentos con un elevado contenido en fibra, puesto que el grosor de la pared del colon es inversamente proporcional a la fuerza de distensión intracolónica. La fibra dietética protege al colon del desarrollo de divertículos, al aumentar la masa fecal y su diámetro y disminuir la presión intraluminal. En general, los divertículos suelen ser asintomáticos; en ocasiones, generan cuadros diarreicos, de constipación y de dolores abdominales –producidos por cúmulos de materia fecal dentro de los divertículos– sepsis, procesos inflamatorios que pueden conducir a ulceraciones que, en casos más graves, provocan sangramientos y perforaciones. El tratamiento médico persigue la desaparición de los síntomas y prevenir las complicaciones. Se recomiendan: dietas ricas en fibra y preparados a base de fibra dietética, tanto soluble como insoluble, para normalizar el tránsito intestinal y la presión intraluminal a partir de las propiedades de ambos tipos de fibra; dietas ricas en vegetales, legumbres y frutas, con elevado contenido en celulosa; así como suplementos de fibra en forma de tabletas o galletas, preparadas con harina integral. Estas dietas deben ir acompañadas con gran ingestión de agua. 77 Síndrome de intestino irritable Este es un trastorno funcional. La Asociación Americana de Gastroenterología lo define como un síndrome donde existe una combinación de síntomas crónicos y recurrentes, no explicados por anormalidades bioquímicas o estructurales, atribuido al intestino y asociado con síntomas de dolor, trastornos de la defecación y/o síntomas de inflamación y distensión. Predomina en mujeres adultas en una proporción de 2:1 con respecto a los hombres. La etiología del síndrome es desconocida, pero se conoce que en su aparición influyen el contenido de fibra en la dieta, las alteraciones psicológicas y la tensión emocional. Los síntomas más importantes del síndrome de intestino irritable son el dolor abdominal y la alteración del ritmo de evacuación, que suelen ser constantes. Predomina el estreñimiento con heces caprinas y moco, alternando con brotes diarreicos. Independientemente de las medidas farmacológicas, como la utilización de los espasmolíticos intestinales, la fibra dietética ha mostrado ser eficaz al mejorar los síntomas en la fase de estreñimiento, no así en la diarreica, donde hasta un 25% de los pacientes refiere, agravamiento (distensión, flatulencia, y retortijones). No se aconseja el consumo de alimentos flatulentos ni de bebidas carbonatadas. El café tiende a desencadenar sensación imperiosa de defecar y aumenta significativamente los movimientos intestinales, y el consumo de legumbres contribuye a incrementar la distensión abdominal, síntoma que representa una constante en una proporción amplia de pacientes. 78 SISTEMA HEPATO-BILIAR Hígado y vías biliares Esteatosis hepática y esteatohepatitis no alcohólica La presencia de grasa en el hígado, la esteatosis hepática, puede ser o no inducida por el alcohol. Cuando no hay un control adecuado de la dieta tiene un potencial evolutivo bajo, pero real, hacia formas más agresivas de la enfermedad, es decir, puede evolucionar hacia la cirrosis hepática. La obesidad constituye, sin duda, la causa más frecuente de esteatosis hepática, presente entre el 60 y el 80% de las mujeres obesas y diabéticas. El diagnóstico precoz de estas enfermedades es importante, porque la adopción de medidas dietéticas evita la progresión hacia formas más agresivas. La dieta recomendada en estos casos debe ser:

 Hipocalórica.
 Baja en carbohidratos.
 Rica en proteínas, vitaminas y minerales.

No es aconsejable una rápida reducción de peso, ya que la movilización masiva de ácidos grasos representa un riesgo significativo de agravar el problema. Los alimentos prohibidos para estos pacientes son:

 Carne de cerdo y sus derivados.
 Huevos fritos, tortilla y revoltillo.
 Manteca, mantequilla, queso crema y mayonesa.
 Pastas alimenticias (pizzas, espaguetis).
 Aguacate.
 Chocolate, cacao, maní.
 Alimentos fritos, rebozados y azucarados (dulces).
 Helados.

Mientras que los alimentos permitidos son:

 Leche descremada, yogur.
 Aceite vegetal (1 cucharada al día para confeccionar la comida).
 Carnes de aves (no ingerir la piel), res o pescado.

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 Huevos hervidos (3 por semana).
 Frutas y jugos de todo tipo, sin azúcar.
 Vegetales (excepto aguacate).
 Viandas, arroz, caldo desgrasado de vegetales.
 Condimentos naturales (ají, cebolla, ajo, etc.).
 Azúcar (1 cucharada al día).
 Galletas (2 al día).
 Frijoles.

Colelitiasis (cálculos vesiculares) Numerosas evidencias experimentales y epidemiológicas sugieren que las dietas ricas en colesterol y azúcares refinados y con bajo contenido en fibra incrementan la litogenicidad de la bilis y, por tanto, la formación de cálculos de colesterol en la vesícula. Se recomiendan dietas ricas en fibras y grasas insaturadas, pobres en azúcares refinados y colesterol, tanto en la prevención, como para evitar las complicaciones una vez formado el cálculo. Tumores gastrointestinales La oncología gastrointestinal, en las últimas décadas, ha experimentado un auge en cuanto a la terapéutica y tratamiento de los pacientes, al punto de que se han diseñado unidades para un manejo integral de estos. Hay determinados factores ambientales y nutricionales que inciden en el desarrollo de tumores malignos del aparato digestivo en individuos genéticamente predispuestos. Pero ningún régimen dietético permite la curación del cáncer, aunque algunas recomendaciones resultan paradigmáticas en su prevención primaria. El abuso del alcohol de alto grado, la utilización frecuente de encurtidos (ricos en nitrosaminas), el consumo de cereales o pan de molde contaminados por hongos, la ingestión de bebidas muy calientes, o los alimentos cocinados en barbacoa, se han asociado a una mayor incidencia de cáncer de esófago. 80 Algunos estudios epidemiológicos sugieren que existe una relación entre el consumo de leche y la ingestión de alimentos salados con una mayor prevalencia del cáncer gástrico. Por el contrario, el consumo frecuente de vegetales ejerce un efecto protector para el estómago. Las dietas ricas en grasa y colesterol están involucradas en la aparición del cáncer de páncreas, mientras que el consumo de dietas ricas en frutas y verduras, y la ingestión moderada de alcohol de bajo grado, ejercen un efecto protector para el páncreas. La amplia variabilidad geográfica del cáncer colorrectal esporádico permite suponer la implicación de factores dietéticos-ambientales en su patogénesis. Las mayores evidencias se concentran en la negativa influencia del consumo de grasas de origen animal, por el contrario de los ácidos grasos derivados de los aceites polinsaturados de pescado y del aceite de oliva monosaturado. Esto permitiría explicar la baja incidencia de esta neoplasia en países con elevado consumo de pescado y vegetales como Japón. La fibra vegetal ejerce determinadas funciones fisiológicas que permiten prevenir el desarrollo del cáncer en todo el aparato digestivo, especialmente en el colon, al disminuir la presencia de sustancias cancerígenas en la luz del intestino. OBESIDAD: PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DIETÉTICO La obesidad es un término clínico para el exceso de peso corporal, una relación tejido adiposo/peso corporal, superior a la normal, además de ser una condición compleja con serias implicaciones sociales y psicológicas, que afecta a todos los grupos de edad y nivel socioeconómico, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. Los conceptos estéticos del mundo civilizado han variado notablemente. En la antigüedad, un ligero exceso de peso era considerado atractivo, sobre todo en los niños pequeños y las mujeres. Se asociaba el peso corporal con el nivel socioeconómico. En cierto sentido podía ser importante, para enfrentarse a períodos de falta de alimentos por guerras o por las adversidades de la naturaleza. En la actualidad se promueve la imagen de personas delgadas, a veces con pesos corporales inferiores a los normales, por lo que los obesos disminuyen su 81 autoestima e, inclusive, llegan a aislarse de la sociedad y a presentar trastornos del apetito. La causa de la obesidad es una ingestión de combustibles metabólicos superior a la necesaria para el gasto de energía, por lo tanto, el exceso se almacena fundamentalmente como grasa en el tejido adiposo. La herencia desempeña un papel importante; se han realizado estudios sobre los factores genéticos en la obesidad y se ha detectado que, en un porcentaje superior al 50%, uno o ambos progenitores de los niños obesos también lo son. El tipo de distribución de grasa es igual en padres e hijos. El riesgo de obesidad se multiplica por cuatro si uno de los progenitores es obeso y por ocho si ambos lo son. Esto se debe, en parte, a las características metabólicas del individuo y a que los hábitos alimentarios y sedentarios contribuyen a que se repitan los patrones de obesidad de padres a hijos. El consumo voluntario de alimentos está regulado por una compleja red de interacciones entre el sistema nervioso central y los órganos periféricos. Existen señales a corto y largo plazo en este sistema de control, entre las que están incluidas la percepción del sabor, la cantidad de alimentos, péptidos señales que se sintetizan en el intestino, neurotransmisores, neuropéptidos y hormonas. La presencia de nutrientes en el intestino delgado y de determinados péptidos que se sintetizan en el sistema gastrointestinal, son responsables del envío de señales de saciedad al cerebro. En 1994 se descubrió la proteína leptina, que ejerce la mayoría de sus efectos metabólicos mediante la interacción con receptores específicos localizados en el sistema nervioso central y en los tejidos periféricos. Las evidencias actuales indican que el hipotálamo es el blanco para el efecto de saciedad producido por esta proteína. La obesidad ha sido considerada como un estado de resistencia a la leptina. En la década del ochenta se propuso una clasificación para el peso corporal, basada en dos medidas simples: la estatura sin zapatos y el peso con el mínimo de ropa. El índice de masa corporal se calcula con el peso expresado en kilogramos y la estatura en metros. La población se clasifica de acuerdo con los grados de obesidad, como aparece en la Tabla 4. 82 Tabla 4. Grados de obesidad de la población. Grados Kg/m2 III 40 II 30 a 40 I 25 a 29.9 0 20 a 24.9 La principal debilidad de esta clasificación es que algunos individuos con mucho desarrollo de la masa muscular pueden considerarse como obesos, sin serlo. Otro indicador, útil para los estudios de obesidad, es la relación cintura/cadera, ya que proporciona un índice de la distribución regional de grasa y sirve también de guía para valorar los riesgos para la salud. Cuando la relación circunferencia de la cintura/cadera en la mujer es >0.85 y en el hombre >1.0, se asocia con mayor riesgo de diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, e hiperlipoproteinemia. Tanto el índice de masa corporal, como la distribución de la grasa en el cuerpo, son muy importantes para los estudios del riesgo de la obesidad. Los índices de mortalidad comienzan a aumentar a partir de un índice de 25 (grado I). La obesidad en el mundo occidental comienza desde la infancia. Los datos disponibles indican que alrededor de la tercera parte de los niños en esta región tienen demasiado peso corporal. Las cifras estimadas en escolares están entre 6 y 15% y en los adolescentes entre 20 y 30%. Existe una gran cantidad de evidencias de que el peso excesivo se asocia con la mortalidad temprana. La mortalidad tiene un aumento de doce veces en personas –entre 25 y 35 años– con obesidad severa, comparada con individuos de peso normal. Las operaciones quirúrgicas, por ejemplo, son mucho más peligrosas en un obeso que en un individuo de peso corporal normal. En los hombres obesos existe una mayor incidencia de cáncer de próstata y en las mujeres obesas de cáncer de mama, útero y ovario. 83 Las causas de muerte prematura, relacionadas con la obesidad, se asocian con varias enfermedades, como:

 Cardiovasculares
 Diabetes mellitus
 Hipertensión
 Problemas respiratorios
 Enfermedades de la vesícula biliar
 Artritis
 Gota
 Cáncer de mama y de endometrio

También se presentan alteraciones psicológicas que pueden conducir a la depresión. Los hábitos alimentarios relacionados con la obesidad son: la ingestión de confituras, las comidas frecuentes, azúcares refinados y grasas. Principales estrategias preventivas para los bebitos y niños pequeños:

 La promoción de la lactancia materna.
 Eliminar el uso de azúcar añadido cuando se elaboran fórmulas alimenticias.
 Persuadir a la madre para que confíe en la habilidad del niño para regular su

ingestión de energía y no insista en que debe comer hasta que el plato esté vacío.

 Asegurar la ingestión apropiada de micronutrientes requerida para un

crecimiento óptimo. Estrategias preventivas para los niños y adolescentes:

 Promover la ingestión de frutas y vegetales.
 Estimular un estilo de vida activo.
 Limitar las sesiones frente al televisor.
 Restringir la ingestión de alimentos ricos en energía y pobres en

micronutrientes, como los saladitos empaquetados y confituras.

 Restringir la ingestión de refrescos azucarados.

Ingerir el alimento erróneo puede ser el problema real. Se requiere una educación alimentaria eficaz para que se conozcan cuáles son los nutrientes que contribuyen a lograr una buena salud. Lamentablemente, las dietas para prevenir la obesidad, o para reducir el peso corporal de los obesos, han sido objeto de manipulación por individuos no siempre capacitados científicamente. Se ha transitado por las dietas “de moda”, que en algunos casos producen trastornos en el metabolismo y déficit de nutrientes esenciales. De la misma manera se ha indicado la ingestión de fármacos reductores, con riesgo incluso para la vida, solo con fines lucrativos. En Cuba entre el 20 y el 30% de la población presenta algún grado de obesidad, es decir, que aproximadamente dos millones de personas padecen la enfermedad. Puede ser considerado, por lo tanto, un problema de salud. DIETA EJERCICIOS FÍSICOS CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA Todos los investigadores y el personal de asistencia relacionado con la obesidad coinciden en la utilidad de los vegetales, frutas, viandas y leguminosas en la prevención y tratamiento dietético del obeso. Las frutas y los vegetales son alimentos generalmente bajos en grasa y en energía y altos en fibra dietética, como se ha reflejado en acápites anteriores. Se pueden ingerir cantidades voluminosas de ellos sin añadir energía extra pero, sobre todo, es necesario que el individuo interiorice que estos alimentos promueven un buen estado de salud y bienestar. No son solo buenos para los obesos, son buenos para toda la población. Añaden colorido a las comidas y una mayor gama de sabores. El consumo de dietas ricas en fibra dietética tiene gran importancia para la salud y la prevención de varias enfermedades. Los mecanismos mediante los cuales esta puede contribuir al tratamiento de la obesidad son:

 La reducción del nivel energético de la dieta.
 La sensación de saciedad.

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 La capacidad de absorber algunos componentes de la dieta y por tanto reducir

la absorción intestinal. Se considera que los obesos producen mayor cantidad de radicales libres que las personas de peso corporal normal. Por eso también se les recomiendan las frutas y los vegetales, ricos en antioxidantes. Por otra parte, es importante que, entre los cambios en el estilo de vida, se tenga en cuenta la distribución de la energía en los alimentos del día.