Diferencia entre revisiones de «Exordio»

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'''Exordio '''. (Del lat. exordĭum). m. Principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente primera parte del discurso oratorio, la cual tiene por objeto excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes, también se refiere al preámbulo de un razonamiento o conversación familiar.
''' Definición según el Diccionario Larousse '''  
 
 
 
Exordio. (Del lat. exordĭum). m. Principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente primera parte del discurso oratorio, la cual tiene por objeto excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes, también se refiere al preámbulo de un razonamiento o conversación familiar.
 
 
    
 
    
 
== Uso y aplicación==
 
== Uso y aplicación==

Revisión del 15:52 23 ago 2011

Exordio
Información sobre la plantilla
Concepto:Preámbulo de una obra literaria que tiene como objetivo estimular su interpretación.

Exordio . (Del lat. exordĭum). m. Principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente primera parte del discurso oratorio, la cual tiene por objeto excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes, también se refiere al preámbulo de un razonamiento o conversación familiar.

Uso y aplicación

Quiere la tradición que todo libro presente, en su inicio, un prólogo.

A continuación aparecen dos de sus usos más frecuentes:

El primero lo define el propio diccionario como un «discurso que precede ciertas obras para explicarlas o presentarlas al público». De acuerdo con ello, lo que aquí expongo no es un prólogo, pues no me anima el deseo de explicar este libro. No pienso insultar la inteligencia del lector eximiéndolo de la labor de interpretar el contenido del mismo. A fin de cuentas, es esta tarea la que constituye el meollo mismo del ejercicio de la lectura. El «prologista preceptivo», que intenta comentar en pocas páginas y servirle ya deglutidas y comprimidas al público las ideas que el autor ha ido desplegando lenta y razonadamente en el cuerpo de su obra, merece el rechazo por arrogante e impositivo.

Dice una máxima de la hermenéutica que no existen libros, sino lectores. Como toda afirmación extrema, yerra en parte, pero también acierta en algo. El lector no es un simple «espejo en un recodo del camino», que reproduce mecánicamente las ideas escritas que se le colocan delante, sino receptor activo, que interpreta a su manera el texto y lo llena de una significación específica. El proemio de un libro no debería, por lo tanto, asumir como objetivo algo que implica la negación misma del difícil pero gratificante ejercicio de la lectura, y del sentido mismo de un libro, que es ofrecerse como incitación a la reflexión.

Otra fuente nos da una segunda acepción: prólogo es «lo que sirve de exordio o principio para ejecutar una cosa». Y esta interpretación me parece más adecuada para el cometido de un preámbulo: que funja como el inicio de la acción interpretativa. Para ello, ha de cumplir la función inexcusable de ser, ante todo, una advertencia. Tiene que prevenir sobre las dificultades que se encontrarán en la apropiación activa del texto.

Fuentes