Grausino

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Grausino o aragonés grausino, modalidad propia de Graus y los pueblos cercanos, en la Ribagorza, provincia de Huesca, Aragón, España. Es la variedad dialectal local del aragonés perteneciente al bajorribagorzano.

Síntesis biográfica

(Ling.) Modalidad propia de Graus. Popularmente es frecuente atribuirlo también a su comarca. Se encuadra, lingüísticamente, en el aragonés oriental y más concretamente dentro del ribagorzano. La mayoría de la población local lo conoce y lo emplea con mucha asiduidad, si bien bastante penetrado de castellanismos.

En el vocalismo es prácticamente general la diptongación de ´×e (fiestas, tiengo) y de ´×O (zueco, tuerto, aixuela) propia del aragonés. Sin embargo, se encuentran casos en que esta diptongación no se cumple: ben (bien), coba (cueva), den (diente), pedra (piedra), peu (pie), bous (bueyes), etc., que habría que considerar fonéticamente catalanismos (aunque seguramente se trata de voces propias, no importadas). La -o final generalmente se conserva: agosto, abiento (diciembre), aiguazo (chaparrón), espantallo (espantapájaros), año, etc. Pero en ciertos casos se pierde tras -ll, coincidiendo entonces con la tendencia del catalán: batall (badajo; ar. común, batallo), corcoll (gorgojo; ar. común, corcollo). La -e final se pierde en muchos casos, de acuerdo con el aragonés: gran (grande), cucut (juego del tejuelo), alfalz (alfalfa), dedo chicót (meñique), y en general en los diminutivos: barranquet, balsonét (charco), etc., que incluso pierden también la -t que queda en posición final: coralé (guindilla), brazolé (brazalete), banqué (banquillo), etc. Aunque la -e se conserva como vocal de apoyo: calabre (cadáver), baste (albarda), bayarte (parihuelas), etc. El diptongo -ie- ante ll se ha simplificado en casi todos los casos por influencia castellana: ixartillo (azada estrecha), armilla (eslabón). Aunque existen ejemplos de conservación: maziello (mozo solterón y apocado).

En el consonantismo las soluciones genuinas están de acuerdo con las aragonesas. Así, se conserva la f- (fillos, fierro, forno, esfulliná), las g-, j- latinas, con solución ch: choben, chunto, de conchunta (conjuntamente), chubalera (collar del yugo), chelá (helar), etc. Pero, en los dos casos, junto a las soluciones genuinas se encuentra gran cantidad de castellanismos fonéticos: habllá, hiel, hígado, hornillos; jorra, jodías, jueves... Coincidiendo con lo que es normal en toda la Ribagorza lingüísticamente aragonesa, y en catalán, la l- inicial se palataliza siempre: llugá (pueblo), llastóns (hierbas secas), llimpiá (limpiar), lloco (loco); y además -rasgo típico ribagorzano- la l agrupada a otras consonantes, e incluso en situación interior: pllorá (llorar), fllamas (llamas), cllau (clavo), repllegá (recoger), encllusa (yunque), dobllá (doblar), renglla (fila), enlluzerná-se (deslumbrarse), sallí (salir), burlla (burla), birllas > billas (bolos), etc. Hay algunos ejemplos de conservación de sordas: crepa (grieta), batallá (golpear las nueces), mallata (majada), trucadó (picaporte, aldaba). El sonido prepalatal fricativo sordo [×s], procedente de -X-, -ps-, -scy- y otros grupos latinos, aparece muy abundantemente, casi siempre precedido por una i: ixambre (enjambre), dixá (dejar), caixón (cajón), baixo (bajo), ixada (azada), etc. Ejemplo típico de este sonido es el trabalenguas: un coixo baixaba por una baixada con un faixo de buixos (un cojo bajaba por una bajada con un haz de bojes). La -ll- procedente de -ly-, -cl-, etc., aparece en muchas ocasiones: mullé (mujer), treballá (trabajar), palla (paja), milló (mejor), agulla (aguja), mallada (vaca con manchas), zerrollo (cerrojo), etc. Pero abundan las soluciones castellanizadas: vieja, cogé, consejo, muertijuelo, cejas... Pero los que normalmente ofrecen una más profunda castellanización son los grupos latinos -ult- (mucho, cuchilla, escuchá) y -ct- (ocho, leche, noches), aunque aún sobreviva algún testimonio de la solución genuina: fei<feito (hecho). En cuanto a las consonantes finales hay que destacar como rasgo típico la pérdida de -r, como ocurre en todo el Ribagorzano y en Ansotano: mullé por muller, apretadó (corsé), la oló (el olor), milló (mejor), etc. Y en todos los infinitivos: aduyá (ayudar), ixolomá (olfatear), relampadiá (relampaguear), ixafegá (jadear), fé (hacer), etc.

Los rasgos morfológicos son los propios del aragonés, en especial de la variedad ribagorzana, con algunos particularismos locales. Los plurales, conforme a la norma común en aragonés, colocan -s tras consonante: barducals (barrizales), tremolins (tiritones), malacatons, arañons, chóbens, representazions teatrals, etc. Cuando es -r la consonante final, se pierde ya en singular, así que el pl. tiene idéntica pronunciación que en aragonés común: fllos (flores), millós, siñós, pastós, colós, etc. También hay ejemplos de pl. en -és (-ers) de palabras terminadas en -ero: dinés.

Los pl. en -z se conservan bien: maderéz (cabrios, maderos pequeños), carréz (carruchas), cochéz (perritos). Los artículos determinados son: lo / el, los / es, la / a, las. Pero lo y a se documentan muy esporádicamente, por lo que el sistema imperante en los últimos años viene a ser coincidente con el castellano. Hay algunas contracciones: pol camino (por el camino), pola pllaza. Los demostrativos de segundo término son ixe, ixo, ixa, ixos, ixas: de quí é ixe mocé? (¿de quién es ese chico?). Los de primer término coinciden con el castellano. En los indefinidos, se emplea tot en situación final de frase (te lo boi à’spllicá tot), pero to en los demás casos, pudiendo equivaler a todo, -a, -os, -as: to’l biaje, to la semana, to los días, to las cosas. Para el pl. masc. existe también la forma tóz. Otros indefinidos, como l’atro y nenguno, que hace no mucho se empleaban, han sido sustituidos por las formas castellanas. Entre los pronombres personales se pueden citar: nusatros y éls, que actualmente tienden a ser sustituidos por nusotros y ellos, y mos -mo enclítico o proclítico: i-mo-né (vámonos)- y tos -toz enclítico: i-toz-né (íos); to proclítico: to l’en féz la burlla.

En el aspecto sintáctico de los pronombres merece destacarse lo-ye (se lo), procedente del lat. illud illi: da-lo-ye (dáselo), que es lo i en situación proclítica: lo i das (se lo das), la i ba comprá (se la compró). El complemento directo (lo) es el, que se reduce a l tras vocal: ixo’l fan, ixo ya no’l cal pensá.

En la conjugación destacan algunos rasgos aragoneses generales, como la distinta conjugación que en castellano de ciertos verbos: atrebí (atrever), cusí (coser), y además otros que sólo aparecen así en Ribagorza: tení (tener), querí (querer); el mantenimiento de la -b- en los imperfectos (cozeba, beyeban, teniba, embutiban, etc.); los imperfectos de subj. regulares en -se: tenise, fese, podese, ese (hubiera); falta de diptongación en algunas formas de la flexión verbal, fenómeno debido a analogía, muy acentuada en grausino: cozes (cueces), tos rogo (os ruego), mos recorda (nos recuerda); y, por supuesto, la -z en segunda persona de pl. (recordéz, podréz, estáz, dormiz). Por otro lado, aparecen rasgos típicos del ribagorzano: pérdida de -r final en los infinitivos: rechirá (revolver); desinencia -n en la primera persona de pl.: podén (podemos), fen (hacemos), acudiban (acudíamos); perfecto perifrástico: bas í (fuiste), ba fé (hizo), etc.; los gerundios: cantán (cantando), comén (comiendo), subín (subiendo); y las formas de presente del verbo ser: é (es; ar. común, ye), y es (eres; ar. común, yes): é preziso (es necesario), es dolén (estás enfermo). También son características las formas del imperfecto: ebas (eras; ar. común, yeras), eba (era; ar. común, yera): eba mui entendíu, éstas coinciden con las formas del imperfecto de haber, pero mientras eba se utiliza como auxiliar -l’eba matáu (le había matado)-, en los demás casos abeba. Existe otra curiosa dualidad en el presente de ir (í): ín (vamos), íz (vais) como formas simples, pero ban, baz como auxiliares: ban sé años de doló (fueron años de dolor), baz í (fuisteis). Es característico el presente de subj. de ser: estaigáz on estaigáz (estéis donde estéis). Abundan, por último, infinitivos en -ar transformados en -iar>-iá: obriá, mezcliá, femiá, propulsiá.

Los complementos pronominalo-adverbiales en, i tienen un uso muy frecuente. Sobre todo como partitivo y complemento preposicional se emplea en: en podéz fé, s’en ha llebáu, en benden mui majos, fé-ne, qué m’en sé yo. También con verbos de movimiento: mo’n ín (nos vamos), í-se-ne (irse), mo’n en íu (nos hemos ido), quiés bení-te-ne con nusatros?, s’en iban enta casa. Como locativo preferentemente i: à ixe rolde i-acudiba, no i-cogerén pas, los que i-están, en la calle ya no se i-beyeba. En combinación, especialmente con el verbo haber para indicar existencia de algo en un lugar concreto, dan lugar a las formas: en-i, eñ, ñ: ya enyabeba amnistía, enyabeba unos cuantos, no ñabeba otro igual, lo que ñ’aiga, otros ñ’hay, eñ’hay dances.

La mayoría del léxico es de tipo aragonés. Los catalanismos léxicos claros suponen no más de un 5 %: asquena (lomo), patamoll (terreno pantanoso), filosa (rueca), sillón (cántaro), etc.; a los que habría que añadir algunas voces peculiares: mirondiá (encantarse), rafollada (grupo), susoído (desmoronado), torán (escondrijo), etc. Pero los castellanismos son cada vez más numerosos, pues el grausino está sufriendo un acelerado proceso de erosión que afecta principalmente a la fonética (dobletes como dixá / dejá, treballá / trabajá, falsas readaptaciones de castellanismos como muixá, «mojar», por mullar, etc.) y al léxico (pura y simple sustitución de palabras aragonesas por castellanas).

El grausino se ha escrito bastante, aunque generalmente en composiciones festivas de escasa calidad literaria. En el Llibré, que se publica cada año para las fiestas de septiembre, pueden verse artículos, cuentos y poesías de Bizén Lacambra, Francisco Castillón, José de Mur y otros muchos. Pero entre todos ha destacado el poeta popular Antonio López Santolaria, más conocido como Tonón de Baldomera.

Fuentes