Guillermo Ginestá Almira

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Guillermo Ginestá Almira
Información sobre la plantilla
BabyWilliam.jpg
Nacimiento1 de noviembre de 1929
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadBandera de Cuba Cuba
Otros nombresBaby William
CiudadaníaBandera de Cuba Cuba
OcupaciónBoxeador
CónyugeOlga

Guillermo Ginestá Almira. conocido por su sobrenombre: Baby William, saltó directamente al boxeo profesional en la Cuba de los años 50. Luego de 1959 se vinculó a la Policía Nacional Revolucionaria, época donde vivió uno de sus momentos memorables: convertirse en una de las últimas personas que vio al comandante Camilo Cienfuegos con vida, en el aeropuerto de Camagüey, antes de su desaparición. Es considerado una de las Glorias del Deporte Cubano.

Baby William era candela

Era un torbellino sobre el cuadrilátero, lo que se dice un fajador nato. Golpes y más golpes sobre el oponente y el hambre y la necesidad de llevar dinero a casa y golpes sobre su anatomía herida hasta que, a tiempo, colgó los guantes. De niño soñó vérselas frente a Joe Louis, el Bombardero de Detroit, pero la realidad lo puso ante Carmen Basilio, otra de las leyendas del pugilismo rentado, en una de las peleas más sonadas de la época. Lo salvó la campana, no precisamente la que marcaba el principio y fin de los asaltos, sino aquella que comenzó a repicar para anunciar los nuevos tiempos de la historia en la isla que nunca quiso abandonar. De su época de boxeador, una frase lo definió: Baby William era candela.

Peleador desde su infancia

Nacido en 1930 en la provincia de Santiago de Cuba Baby William se abrió paso, desde niño, en la venta de periódicos, alternada con los estudios primarios en Santiago de Cuba,

y su lucha frente a la adversidad y al intento de abuso por quienes le superaban en edad y posibilidades físicas.

Cuentan que un día, mientras jugaba en el patio de la casa, el padre, con curiosidad, le preguntó por la pequeña pieza que construía. Y dicen también que le respondió proféticamente: “Papá, es un ring, porque cuando sea grande voy a ser boxeador y voy a pelear con Joe Louis”. Sus progenitores rieron a solas, no vivieron para asistir a aquel presagio: años más tarde el afamado pugilista sería el árbitro de una de las peleas de su hijo. Ellos murieron tem pranamente, mientras el adolescente —siguiendo la tradición familiar de su padre— aprendía el oficio de las artes gráficas en los talleres del periódico Oriente, donde también trabajaba su hermano Jorge, militante del Partido Socialista Popular. Para ese entonces era un boxeador y un tipógrafo en potencia.

Su llegada a Camagüey

Viaja a Camagüey iguiendo a dos de sus hermanos en busca de nuevos horizontes, esto marcó una etapa definitiva en su vida en el dominio de las artes gráficas, en su carrera boxística y en su contribución revolucionaria. Bajo la influencia y la forja de sus padres, sobresale en él la humildad y la sencillez desde sus inicios en el boxeo, y el rápido ascenso que alcanzó a fuerza de sacrificio y coraje. Fue la necesidad, más que la vocación, quien lo subió, casi sin darse cuenta, sobre un cuadrilátero.

El profesionalismo

El encargado del gimnasio donde entrenaba lo presento ante Bill Núñez un representante de otro boxeador para pactar una pelea, al anunciarle que ganaria un peso por cada round (6 pesos en total al pelear 6 rounds) no lo dudo ni un momento. Fue entonces cuando aparecio en los carteles que anunciaban las peleas como Baby William y gano su primera pelea como profesional sin pasar por los Amateur. Despues de 18 victorias y un empate sufre su primera derrota frente a un boxeador llamado Kid Bururú. De un total de 63 peleas solo perdio en 17 ocaciones. Entre los años 1948 y 1954 desarrolló una intensa campaña , que lo llevó a enfrentarse a destacados púgiles nacionales y extranjeros, incluido el estadounidense Carmen Basilio, quien llegó a ostentar la faja mundial de los pesos welterweight y middleweight.

Su regreso a Camagüey

Baby William retornó definitivamente a Camagüey en 1954. Llevaba en los puños 42 victorias, 4 tablas y 17 derrotas. Había perdido los últimos combates y evidenciaba un agotamiento físico debido a la explotación indiscriminada a que lo sometieron en tan corto período de tiempo. Cuando regresó encontró a su pareja de toda la vida y, finalmente, decidió volver al oficio gráfico, una de las más preciadas herencias familiares. Su combate posterior lo sostuvo luego con la colaboración en la propaganda clandestina asumiendo riesgos, modestamente, para que el pueblo de Cuba ganara su más preciada batalla: la libertad. Luego de 1959 se vinculó a la Policía Nacional Revolucionaria, época donde vivió uno de sus momentos memorables: convertirse en una de las últimas personas que vio al comandante Camilo Cienfuegos con vida, en el aeropuerto de Camagüey, antes de su desaparición.

Fuentes