Guillermo Granados Lara
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Guillermo Granados Lara. Mártir del Moncada. Fue un joven incansable de la lucha por la libertad de su país. Desde muy pequeño defendía los valores de la sinceridad, era de carácter decidido y enérgico, formó parte del grupo de jóvenes ortodoxos. Su espíritu rebelde no le permitía mantenerse inactivo por eso luchó incansablemente.
Síntesis biográfica
Primeros años
Nació en el poblado de Pijirigua, Artemisa, el 23 de octubre de 1923, hijo de Emilia y Carlos. Su madre había muerto dos años antes del Moncada, su padre falleció en el 1966. A los pocos años de haber nacido, la familia se mudó para Municipio. Asistió a la escuela pública, llegando a cursar la Primaria Superior.
Desde joven comenzó a trabajar como cantinero, iniciándose en el restaurante “Florida” en Maceo y República (incendiado durante la lucha clandestina, es hoy un parque). Tiempo después se fue para La Habana, donde trabajó también como cantinero. De regreso a Artemisa, trabajó como dependiente en la bodega de Esteban Méndez.
En 1949 se casó con Iraida Moreno, sobrina del también mártir del Moncada Gregorio Careaga, con la que tuvo dos hijos: Guillermo y Mercedes. Al casarse, quiso independizarse dedicándose a la venta ambulante de artículos de fantasía y zapatos, labor a la que estaba dedicado cuando marcha al Moncada.
Trayectoria revolucionaria
Era de carácter alegre, muy decidido, pero discreto y cuidadoso de sus cosas. El mismo día en que se despidió de sus familiares para siempre, se había cortado el pelo, se estrenó ropa interior y le pidió a su esposa que le planchara una guayabera que vistió cuando se fue.
Pertenecía a la Juventud Ortodoxa de Artemisa, vinculándose al Movimiento 26 de Julio a través del compañero Vero Rosell, con quien mantenía estrecho contacto.
En el libro “Mártires del Moncada”, Vero refiriéndose a Guillermo dijo:
Guillermo lo quería mucho, pero aquello no lo disuadió de su actitud combatiente porque a las ocho y media estaba saliendo hacia La Habana, como se había convenido.
El viernes 24 de julio por la mañana – día señalado para partir de Artemisa -, Guillermo regresó con dos pollos y se los entregó a su esposa.
Después le pidió una guayabera nueva y que además le preparara una muda que tenía que llevar. Aquello sorprendió a su esposa, que insistía en preguntarle detalles de la reunión a la que él tenía que asistir para la cual necesitaba una muda de ropa adicional, pero cuando él le dio un beso a su hijo, Guillermito, que entonces tenía 11 meses, la esposa trocó la suspicacia por preocupación, porque le dijo:
Al poco rato llegó a la casa Gregorio Careaga, compañero y cuñado de Guillermo – mártir del Moncada también, que venía en busca del mismo para partir hacia La Habana.
Antes de partir volvió a besar a su hijo y le reiteró a su esposa que regresaría el domingo. Todos se encontraban muy preocupados al no regresar en el tiempo prometido, y recordar la forma en que se despidieron y la conducta extraña que había mantenido en los últimos meses.
Muerte
El mismo domingo, como a las nueve de la noche, empezaron a escucharse por la radio las noticias de lo que había pasado en Oriente. Iraida, la esposa, estaba muy preocupada y tenía serias sospechas, y como Gregorio y él, se había ido juntos y de éste tampoco se sabía nada, sus familiares empezaron a comprender muchas cosas que antes no le habían dado importancia: las llegadas tardes, que él no acostumbraba, los compañeros con los cuales se reunía, algunas conversaciones, todo se fue haciendo claro. Artemisa entera estaba convulsionada, muchos tenían a sus familiares en el asalto y se visitaban para tratar de obtener datos.
De la forma en que Guillermo murió, su amigo y compañero, Fidel Labrador, también combatiente del Moncada y quien lo quería como a un hermano, testimonió: