Matanceridad

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Matanceridad
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Concepto:Se relaciona y sintetiza en las vivencias culturales del pueblo matancero.

Matanceridad: Es un hecho cultural, cuya interpretación como un todo se debe relacionar y sintetizar en las vivencias culturales del pueblo matancero.

Bahía de Matanzas

La población que se asentaría alrededor de la Bahía de Matanzas desarrollaría en consecuencia con sus raíces culturales, una conciencia espiritual como forma universal de conciencia y autoconciencia de la sociedad humana: los hombres se apropian a través de la cultura, de la experiencia de las generaciones anteriores, de los hábitos y modos de transformación material y espiritual de la realidad, del organismo social y del propio hombre.

La matanceridad

Como medio de expresión de la cultura local, la matanceridad es en sí un hecho cultural, cuya interpretación como un todo se debe relacionar y sintetizar en las vivencias culturales del pueblo matancero, el que debe ser ubicado en su contexto o realidad cultural, espacio que ocupa una actividad profesional, vinculada a la sabiduría, la instrucción, la erudición, la ciencia, la civilización, el progreso, el arte, la perfección, es decir, del sistema de conocimientos sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, las ideas, las artes, las costumbres de un pueblo y del desarrollo social progresivo. En este sentido se activa la función representativa de la cultura.

Rasgos del matancero

Como expresión de los rasgos inherentes al matancero, la matanceridad se manifiesta a través de la disposición hacia las cosas, la percepción del entorno y el modo de actuación en correspondencia con las capacidades intelectuales y espirituales, lejos de todo vicio o contaminación de las tradiciones con elementos distorsionadores de la realidad matancera. Al inscribirse en la cultura espiritual, la matanceridad obedece al cultivo de las abstracciones y significaciones que provocan la actualización de valoraciones subjetivas a veces muy difíciles de explicar, de ahí que conceptuar su componente estético sea una tarea compleja. La génesis del problema indica que las características esenciales del matancero son: espíritu de exhaltación e idealidad, costumbres familiares, fineza, pudorosa o reconcentrada neurosis, magnética sombra de la obsesión por Matanzas, carácter pacífico y hospitalario, gusto exquisito y refinado y manifiesta proyección de cortesía. Muchos de estos rasgos han cambiado la forma de expresión en la vida cotidiana debido a los cambios económicos y sociales, pero creemos que algunos perduran, sobre todo aquellos que hablan de una intensa vida de los sentimientos.

Matanzas centro poético

En la primera mitad del siglo XIX Matanzas fue el centro poético de la isla, no sólo porque en ella residieron los mejores poetas, sino porque naturalmente en ellos se expresó el aroma de las costumbres matanceras. Heredia vive esas costumbres familiares, después las evoca desde el navío del destierro, ante la silueta emblemática del Pan, la fineza de Plácido es totalmente matancera; Manzano con su “manglar y uvero” y sus playas que todavía adornan la ciudad pemeada de un adusto optimismo, la matanceridad milanesiana está cargada de una inocencia costumbrista, interior e intimista:

Matanzas y sus puentes

Algo que identifica a la ciudad son sus puentes inscriptos en una de las denominaciones de la misma: “Ciudad de los puentes”. Si bien esta denominación no compite con la opulencia de “Atenas de Cuba” , que recuerda un período dorado, sueño helénico de terratenientes, la “Ciudad de los puentes” recoge la presencia romántica y melancólica de dichas estructuras en la geografía citadina y al decir de muchos matanceros, estos han desarrollado su propia personalidad: El puente “Calixto García” con su estructura de hierro impone sobriedad. Pocas veces los transeúntes se detienen sobre él. Rodeado de la Plaza de la Vigía, el Teatro Sauto y la desaparecida Plaza de Bailén, tal parece que su funcionabilidad radica en dar paso hacia lugares de reuniones sociales importantes. El puente “Sánchez Figueras es un lugar de muchedumbre. Menos conocido por el Puente de la carnicería desató el cruce desenfadado de las personas, se llenó de hechos cotidianos y bajo el arco de una sola luz devino en escenario de escenas costumbristas, gracejo popular, papel para los grafitis que han conformado una personalidad desprendida de la suavidad y solidez de las columnas de acceso. Hacia él vuela la gente, mientras se corona con los saltos atrevidos de los niños que desde el escudo que cubre su frente saltan a la inmensidad del río. Cada puente tiene su personificación: uno cálido, el otro menos, pero ambos en el consenso de la delimitación de un espacio, su funcionabilidad, en estrecho vínculo con las tradiciones y costumbres matanceras.

Lo ético en la matanceridad

La concepción estética de la matanceridad se fundamenta en el desarrollo de una inocencia sobre la base de la conceptualización y apreciación de lo bello, estrechamente vinculado a la relación del ser, que son los que dejan las huellas más profundas en la memoria y propician el pleno desarrollo de las capacidades espirituales y el fomento de elevados sentimientos y gustos estéticos. También se actualiza “lo ético” que plantea la conversión de los principios ideopolíticos y morales en convicciones personales y hábitos de conducta. No pudo prever don Pedro de Esplugal desde su lejana Sevilla, con sus angostas calles, que en la región del Yucayo se fraguaría un fenómeno devenido en esencia y que las esencias se intuyen y no se describen, solo que esa esencia es cercana a la belleza y preservar tanta belleza es como preservar el calor propio de la ciudad.

Fuentes

[1] [Revista Atenas de la UCP Juan Marinello Vidaurreta marzo 2004]