Osteocondritis

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Osteocondritis
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Osteocondritis.

La osteocondritis, también llamada síndrome de Tíetze o condritis esternocostal, es dolor de los cartílagos que unen a las costillas con el esternón (hueso plano situado en la parte central del pecho) y que representa un problema relativamente común en jóvenes y adultos, a la vez que poco frecuente en niños menores de 10 años. Cuando la inflamación se presenta en la zona del esternón puede ser diagnosticada como costocondritis.

Descripción

La osteocondritis también se presenta en quienes sufren padecimientos que afectan a varios órganos del cuerpo y se relacionan con inflamación, como artritis reumatoide (dolor, entumecimiento e hinchazón de articulaciones), artritis psoriática (idéntica a la anterior, pero asociada a manchas rojas en la piel) y lupus eritrematoso sistémico (cuando las defensas del organismo sufren alteración y atacan a tejidos propios, como tendones y cartílagos).

La queja más común que reportan los pacientes es, sin duda, dolor en el pecho, que puede ser leve y durar sólo un par de días, o tan severo y persistente que la recuperación tarda varias semanas. Asimismo, las molestias pueden presentarse de manera gradual o repentina, y aunque por lo regular se restringen al área de las costillas superiores, llega a irradiarse (extenderse) a los brazos y hombros, generando angustia en quien lo experimenta por creer que se encuentra ante un evento cardiaco inminente.

Sin embargo, cabe señalar que el dolor característico de osteocondritis es de origen articular o reumático, por lo que suele manifestarse o aumentar de intensidad con el movimiento (resulta particularmente incómodo estornudar, toser o levantar objetos) e incluso con el incremento de tensión emocional o estrés, ya que conllevan la tensión de distintos músculos en el pecho.

Causas

Las causas probables son:

  • Golpes o presión en la región de las costillas.
  • Cargar objetos pesados, hacer algún esfuerzo físico importante y sufrir caídas o choques accidentales al practicar deportes suelen ser causa de dolor en el pecho.
  • Dormir en posiciones incómodas.
  • Descansar sólo sobre un costado o boca abajo puede ocasionar presión extra en la caja torácica, haciendo más difícil su expansión, afectando a los cartílagos.
  • Tuberculosis.

En ocasiones al padecer este síndrome, se suele entrar en pánico y se asocian sus síntomas al infarto de miocardio,si se padecen problemas respiratorios, resfríos, etc. que provocan estornudos o tos, los mismos deberán ser tratados para evitar movimientos de la caja toráxica que impidan la recuperación correcta de la osteocondritis.

Pronóstico favorable

Es obligatoria la medición de presión arterial, frecuencia cardiaca y respiratoria, además de que se llegan a tomar temperatura, rayos X y muestras de sangre, sin descartar la exploración de la región abdominal. En ocasiones el diagnóstico de osteocondritis se confirma mediante la aplicación de pequeña dosis de anestesia o analgésicos (infiltración) en la conexión entre el cartílago y el hueso, con lo que se suspende el malestar.

Tratamiento

El tratamiento de recuperación dura en promedio de 2 a 4 semanas, y consta de las siguientes medidas.

  • Si el paciente presenta alguna enfermedad respiratoria que generan tos o estornudos, ésta deberá tratarse para prevenir la expansión involuntaria y violenta del tórax.
  • No se deben levantar o empujar objetos pesados, y es aconsejable no recostarse ni dormir sobre el lado afectado.
  • En ocasiones puede ser útil aplicar vendaje torácico para ayudar a la recuperación de la caja torácica.
  • Algunos médicos recomiendan la práctica de ejercicios que consisten en respiraciones lentas y profundas o movimientos con los brazos, ya que pueden ayudar a los cartílagos.
  • Las molestias pueden ser controladas con aplicación de hielo, anestesia local (xylocaína) o el consumo de algún analgésico de venta libre.
  • Cuando los síntomas son muy severos, es posible repetir la infiltración.

Es importante subrayar que este problema, aunque suele generar un buen susto, se resuelve de manera favorable y no representa riesgo alguno para la salud de quien lo padece, aunque cuando se relaciona con enfermedades como tuberculosis o lupus (ataque de las defensas del organismo a sus tejidos propios), su erradicación depende del tratamiento del padecimiento de origen.

Fuentes