Palacio de los Capitanes Generales

El Palacio de los Capitanes Generales, en la actualidad Museo de la Ciudad se encuentra ubicado en La Habana Vieja; está considerada la obra de mayor importancia arquitectónica de todo el desarrollo barroco en Cuba. Este palacio fue construido cerca de la antigua Catedral de la Habana. Su construcción comenzó en el año 1776. Fue el sitio de 65 Capitanes Generales enviados por España para gobernar a Cuba así como el recinto del Administrador de Estados Unidos durante la intervención de 1898 a 1902; y como ya era costumbre además sirvió durante la República de palacio presidencial hasta 1920. En su patio interior esta enclavada una estatua de Cristóbal Colón, colocada en este lugar en el año 1862. Esta construcción sirvió además de sede del cabildo y cárcel, así como para poner varias oficinas del gobierno.

Historia

Colonia

En el lugar donde hoy está emplazado el palacio, se encontraba en 1574, un pequeño templo católico, de tejas y piedras, algunos historiadores afirman que esta iglesia fue la incendiada por el pirata Jacques de Sores en 1555. Esta iglesia que llegó a ser verdaderamente rica en obras y esculturas se le denominó en su momento Parroquial Mayor. Fue seriamente dañada en 1741 por la explosión del navío Santa Bárbara, que estaba atracado en el cercano puerto de La Habana. Eran tantos los daños que hubo que demoler la iglesia y fue trasladada a la zona conocida como La Plazuela de la Ciénaga, propiedad de la Compañía de Jesús.

Durante la época del Marqués de la Torre, sobre los escombros de la edificación se comenzó en 1776 la construcción de la Casa de Gobierno, la cual concluyo en 1792, bajo el gobierno de don Luís de las Casas, convirtiéndose en la residencia de los gobernadores coloniales de Cuba.

El edificio albergaba además de la Capitanía General, otros departamentos estatales y particulares. La planta alta con vista a la Plaza de Armas, estaba ocupada por la oficina del Gobernador, en la que da a la Calle Obispo, se encontraban las oficinas del Ayuntamiento municipal; los entresuelos y la planta baja fueron ocupados por comerciantes y escribanos que alquilaban a plazos sus oficinas. El ala norte que mira hacia la calle Mercaderes fue destinada a la cárcel pública, luego esta sección fue ocupada por la Real Audiencia, para celebrando sus diferentes congresos.

Republica

Al terminar en 1898 el dominio colonial español, fue la sede del gobierno de los Estados Unidos, se convierte en la sede presidencial hasta la llegada de Mario García Menocal, que trasladó el palacio a su ubicación actual, en lo que es hoy el Museo de la Revolución, este edificio quedó destinado al Ayuntamiento de La Habana.

Revolución

Al triunfar la Revolución en 1959 cambia de sede el ayuntamiento y se traslada a la llamada Casa de los Alcaldes. El 11 de diciembre de 1967 se crea en este lugar el Museo de la Ciudad, trasladándose a él numerosas colecciones artísticas de alto valor cultural e histórico.

Museo de la cuidad

El Palacio de los Capitanes Generales posee 40 salas de exposiciones permanentes, dedicadas a preservar la memoria de las gestas independentistas cubanas y el fragor de la búsqueda de la identidad nacional, hasta la definitiva victoria revolucionaria en enero de 1959. Sus ambientes habitacionales rememoran épocas señoriales y recrean espacios interiores con el encanto de notables colecciones que engrandecen el patrimonio nacional. El objetivo esencial del museo es representar de manera simbólica la historia Cuba.

Se considera este museo el más importante del Centro Histórico de La Habana, pues desde allí se proyectó la gesta restauradora encaminada a preservar los valores arquitectónicos y culturales de la ciudad La Habana.

Salas de exposiciones permanentes

Parroquial

El paso por esta sala propone el recuerdo de la Parroquial Mayor, primitiva iglesia que abrió sus puertas al culto católico en la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1577, y que en 1741 quedó devastada como consecuencia de la explosión del navío Invencible.

Restos arqueológicos de su existencia, joyas de las iglesias más antiguas de La Habana, de las primeras órdenes religiosas que se establecieron en esta ciudad entre las que figuran la de Santo Domingo y San Francisco, así como piezas de conventos y retratos de los primeros obispos, constituyen memorias de la Iglesia Católica en Cuba exhibidas en este espacio.

Sala Ambientada B, siglo XIX

A mediados del siglo XIX, después de la gran época dorada de la industria azucarera, el lujo hace gala con su presencia en los grandes palacios, y crece la importación de muebles y objetos de arte de los más diversos estilos. Aparejado a ello, se incrementan las producciones nacionales en las que casi siempre prevalecen la belleza y el buen gusto. A partir de entonces, aparece en los ambientes interiores el llamado eclecticismo, como muestra la sala, la cual fue la primera inaugurada en el museo.

Heráldica

Pequeña salita destinada e exhibir objetos y documentos que testimonian la importancia que atribuía la nobleza cubana a la simbología heráldica. Certificaciones de armas, limpiezas de sangre, facsímiles de títulos nobiliarios, órdenes militares, así como pendones o reposteros que se exhibían especialmente en los balcones el Día de Reyes, nos permiten catalogar la impronta heráldica de la familia cubana, sobre todo del siglo XIX.

Giraldilla

Símbolo de La Habana ha devenido la primera escultura fundida en la ciudad, veleta de los vientos, encargada por el gobernador Juan Bitrián de Biamonte para la torre del homenaje del Castillo de la Real Fuerza entre 1630 y 1634. Es obra del artífice Jerónimo Martínez Pinzón, cuyo nombre quedó estampado en el medallón pectoral que lleva tan apreciada escultura.

Cocheras

En el área que ocuparan la cochera y caballerizas de Palacio se exponen diversos modelos de coches: el quitrín, introducido en Cuba a principios del siglo XIX; por último, el faetón, carruaje descubierto y bastante ligero.

En las vitrinas se muestran trajes de calesero, objetos relacionados con la vida cotidiana y caricaturas del pintor costumbrista vasco Víctor Patricio Landaluze. Otra de las piezas relevantes es la locomotora, una remembranza de la primera que circuló el 19 de noviembre de 1837 por la estación de Villanueva. Esta pieza de tipo Cagney 15, fabricada en 1905 en los Estados Unidos, constituye una joya del patrimonio ferroviario cubano.

Coche Real

La sala exhibe piezas propias del siglo XIX cubano, entre ellas las placas que portan el nombre de diferentes calles de La Habana, como Empedrado, la primera que se pavimentó. Expone además el retrato realizado al Capitán General Salvador Muro y Salazar, (1799-1812) por el pintor cubano Juan del Río.

La pieza más contemporánea es el Carruaje Real, coche fabricado en Sevilla, España, según el modelo tradicional Landau del siglo XIX de origen alemán, que se trajo especialmente a La Habana en 1999 con motivo de la celebración de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, dada la presencia de los reyes españoles Juan Carlos y Sofía.

Sala Emilio Roig

Conserva piezas que pertenecen a la colección personal del doctor Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), cuya ardua labor legó frutos como la fundación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en 1938 y del Museo de la Ciudad de La Habana en 1942, ubicado en el Palacio Lombillo, en la Plaza de la Catedral. Promotor y fundador de estas instituciones, Roig desempeñó el cargo del Historiador de la Ciudad hasta su fallecimiento. La sala exhibe alrededor de la mesa de trabajo importantes piezas de la colección de Emilio Roig de Leuchsenring, entre ellas una excelente caricatura realizada por Conrado Massaguer que recrea a los miembros del Grupo Minorista, integrado por figuras trascendentales de la cultura cubana que representaron el ala más progresista de la intelectualidad en la primera mitad del siglo XX.

Pinacoteca

Muestra un conjunto de obras importantes de artistas claves dentro de la plástica cubana, que abarcan diferentes períodos dentro de la historia de esta manifestación artística.

En ella es posible admirar creaciones de figuras cumbres del arte del siglo XIX, regido por cánones propios de la academia, como Leopoldo Romañach y Armando Menocal; de representantes de la vanguardia del modernismo en la plástica cubana, entre ellos su iniciador, Víctor Manuel, y de otros artistas prominentes como Amelia Peláez, Mariano Rodríguez, René Portocarrero y Wifredo Lam, quienes se interesaron por recrear la realidad cubana, sus ciudades, tradiciones y símbolos, y una muestra de la obra más reciente de nuestros creadores contemporáneos, que se lanzan a renovar el universo de recursos expresivos, cada uno con su lenguaje y su forma de ver y reflejar el mundo.

Fuente

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