Takashi Pablo Nagaï

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Takashi Pablo Nagai
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Religión o MitologíaCatólica
País o región de origenBandera de Japón Japón

Nacimiento

Takashi Nagai nació en 1908, en Isumo, cerca de Hiroshima, en el seno de una familia con cinco hijos y de religión sintoísta. En 1928 ingresa en la facultad de medicina de Nagasaki.

Inicios en la medicina radiológia

En marzo de 1932, una grave otitis le deja sordo del oído derecho, cambiando con ello sus proyectos de futuro; al no poder hacer uso del estetoscopio, decide renunciar a la medicina general, orientando entonces sus estudios hacia la medicina radiológica, que inicia en Japón, y que le hace tomar conciencia de las enormes posibilidades que esta ciencia ofrece a los médicos para descubrir el origen de las enfermedades.

Inicio de la lecucemía

Un colega de Takashi le persuade sobre la conveniencia de hacerse una radiografía. Una mañana de junio de 1945 cumple con ello: «Prepare el aparato, dice a su ayudante. – Pero, doctor, aún no ha llegado ningún paciente. – Yo soy el paciente, responde Nagai mostrando su pecho. – ¿Y el médico? – ¡Aquí está!, dice señalando sus ojos». Al ver la radiografía, Nagai se queda sin respiración. En el lado izquierdo aparece una ancha placa negra: hipertrofia del bazo, por lo que el diagnóstico es una leucemia. Takashi murmura: «Señor, no soy más que un siervo inútil. Protege a Midori y a nuestros dos hijos. Hágase en mí según tu voluntad». El doctor Kageura, jefe del departamento de medicina interna, confirma su análisis: «Leucemia crónica. Duración de la vida: tres años». Había empleado su vida en curar un gran número de enfermos, que nadie más que él habría podido radiografiar.

De regreso a casa, Takashi se lo revela todo a Midori, quien cae arrodillada ante el crucifijo que su familia había guardado durante los 250 años de persecuciones y reza durante largo tiempo, sollozando constantemente, hasta que su alma recupera la paz. También Nagai reza; siente remordimientos por haberse dedicado con ahínco a su trabajo, sin pensar lo suficiente en su esposa. Pero Midori sabe estar a la altura de las circunstancias. Al día siguiente, un hombre nuevo se dirige a su trabajo: la aceptación total de la tragedia por parte de Midori y su negativa a oír hablar de «negligencia» le han colmado de fuerzas.

Bomba de Nagasaki

9 de agosto de 1945, once horas y dos minutos. Un destello cegador. Acaba de estallar una bomba atómica en Urakami, el barrio norte de Nagasaki. En medio de la guerra que les opone al Japón, los dirigentes de los Estados Unidos han recurrido a una nueva y terrorífica arma: la bomba atómica. Una primera bomba ha sido lanzada sobre Hiroshima, y una segunda devasta Nagasaki. Las consecuencias son las siguientes: 9.000° de temperatura, 72.000 muertos y 100.000 heridos. En la facultad de medicina, situada a 700 metros del centro de la explosión, Nagai, que se encuentra clasificando placas de radiografías, es lanzado al suelo, con el costado acribillado de trozos de cristal. La sangre brota en abundancia de su sien derecha... los objetos se arremolinan como las hojas muertas en otoño. Muy pronto aparece una oleada ininterrumpida de heridos: siluetas ensangrentadas, ropas desgarradas, cabellos quemados, que acuden a la entrada del hospital... Una visión dantesca.

Muerte de su esposa

El 11 el trabajo se hace algo menos apremiante, y Takashi parte en busca de Midori, que se había quedado en casa, mientras que los hijos y la abuela se encontraban seguros en la montaña desde el 7 de agosto. Le resulta muy difícil encontrar la ubicación de su casa en una zona llena de tejas y de cenizas. De repente, descubre los restos carbonizados de su esposa. Postrado de rodillas, reza y llora, recogiendo después los huesos en un recipiente. Algo brilla débilmente en el polvo de los huesos de la mano derecha: ¡es su rosario!

Capitulación

El 15 de agosto de 1945, a mediodía, la radio transmite un mensaje del emperador anunciando la capitulación del Japón. A principios de septiembre, Nagai agoniza. Las radiaciones de la bomba atómica han agravado su enfermedad. Recibe los últimos sacramentos y dice: «Muero contento», y luego entra en un semicoma. Le traen agua de la gruta de Lourdes construida no muy lejos de allí por el padre Maximiliano Kolbe. «Oí, escribirá, una voz que me decía que debía pedir al padre Maximiliano Kolbe que rezara por mí. Yo lo hice y, después, me dirigí a Jesucristo y le dije: «Señor, en tus manos divinas me encomiendo»». Al día siguiente, Takashi se encuentra fuera de peligro y atribuye al padre Kolbe (hoy en día canonizado) la remisión de seis años que le deja la enfermedad.

Muerte

En marzo de 1951 el estado de salud del médico es alarmante, sin que por ello se vea alterado su habitual buen humor. En abril escribe su último libro y, nada más terminarlo, sufre una hemorragia cerebral. Lo llevan al hospital, y allí pierde el conocimiento. Al volver en sí, dice en voz alta: «Jesús, José y María», y luego dice débilmente: «En vuestras manos entrego el alma mía». Conmovida, la enfermera entrega el gran crucifijo de la familia a Makoto, su hijo, para que se lo dé a su padre, quien lo toma y profiere con voz sorprendentemente fuerte: «Rezad, por favor, rezad...», y enseguida llega el final... aunque, en realidad, todo empieza en Dios, y Nagai vuelve a encontrarse «junto a Midori», como lo había deseado seis años antes. Es el uno de mayo, primer día del mes de María.

Exequias

Durante las exequias, en la catedral de Urakami, el alcalde de Nagasaki da solemne lectura a 300 mensajes de pésame, comenzando por el del primer ministro. Al final de la ceremonia, la multitud se pone en marcha hacia el cementerio, a un kilómetro y medio en dirección al sur; cuando el encabezamiento de la procesión llega al cementerio, la mayor parte de la gente se encuentra todavía en la catedral. Takashi Nagai es enterrado junto a Midori. Para la tumba de ésta, él había elegido como epitafio: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38); para la suya: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer (Lc 17, 10). Su influencia se expande gracias a sus libros (a partir de [[1948], todo el mundo los leía en Japón), que contribuyen grandemente a la educación social de sus conciudadanos y a la evangelización de su país.

Fuentes