Tomás Orlando Díaz López

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Plantilla:Personaje históricoTomás Orlando Díaz López: nació el 22 de septiembre de 1934, en la finca “Sumarriba”, barrio de Limones, término municipal Los Palacios, Pinar del Río, hijo de Pedro y Zoila, de origen campesino. Recibió desde los primeros años una esmerada atención y educación familiar al igual que sus seis hermanos. La modesta posición económica de sus padres empeoraba día tras día y estos decidieron mudarse para el lugar conocido por Carabelas, allí comenzó Tomás a asistir a la escuela, su maestra Aleida López fue posteriormente su compañera en la lucha contra la tiranía, tiempos después determinaron mudarse para Campo de Tiro, en el mismo término municipal, tratando de buscar mejoras económicas, su familia la componían 9 personas.
Tomás era un niño inquieto, en ocasiones se tornaba algo violento, discutía por imponer sus ideas, le gustaba y practicaba el baseball, montaba a caballo y lo hacía muy bien, practicaba la natación en el río que quedaba cerca de la escuela llamado Bacunagua, improvisaba décimas guajiras y era amante de la música tradicional campesina.
Con sólo 11 años se internaba en las montañas próximas a Campo de Tiro para llevar el almuerzo a su padre que era obrero en el corte de madera, solía andar con perros cuando iba de caza especialmente a la de jutías. Era zurdo y ágil al manejar el rifle, alcanzó el nivel cultural de quinto grado, gustaba de vestir bien a pesar de las condiciones imperantes de la época, en su inquieta adolescencia se hizo perspicaz con el sexo opuesto ganándose el nombre de “enamorado”.
A los 15 años de edad sus padres se mudaron para el municipio de Artemisa, en el año 1951. Su padre había adquirido un camión y junto a Tomás viajaban a la zona más occidental de Pinar del Río, trabajando en el corte y tiro de leña así como en la fabricación de carbón vegetal.
Dos años después, Tomás decide regresar a su casa dejando ese trabajo, por esta época conoce a Elio Díaz que administraba el acueducto de Artemisa, ofreciéndole éste trabajo como obrero, a partir de ese momento se incorpora nuevamente a los estudios, alcanza el sexto grado en una escuela privada y con posterioridad adquiere mayor nivel cultural, incorporándose a estudiar Comercio pero sin dejar de trabajar para de esta manera poder pagar sus estudios, haciendo vigente un gran interés por su superación.
Con solo 19 años se incorpora al movimiento revolucionario en Artemisa, se interesa y su pensamiento político hacen que su participación sea activa, realiza prácticas de tiro, situaba propagandas de contenido revolucionario y de rechazo a la tiranía. En la escuela de Comercio había madurado su carácter, ahora era callado, serio y formal.
Su participación directa en las acciones del movimiento revolucionario lo hacen viajar a la provincia Las Villas en una reunión nacional del movimiento, a su regreso se nota más cauteloso, organizado y mucho más comprometido, pues era bien conocido que de Artemisa habían salido decena de jóvenes al Moncada y otros habían decidido su incorporación a la lucha armada. Tomás desde la clandestinidad realizó múltiples tareas hasta que comienza a ser sospechoso y perseguido por los cuerpos represivos de la tiranía.
Su casa y sus pertenencias fueron en varias ocasiones objeto de registro por la policía política. Su maletín de la compañía de acueducto era registrado prácticamente a diario, así como eran chequeadas sus actividades en la escuela.
Junto a su hermana y otros compañeros participa en la misa efectuada a la memoria de Julito Díaz, que había caído en combate el 28 de mayo de 1957 en el ataque al cuartel del Huvero, aquella celebración se convirtió en una manifestación de duelo revolucionario que provocó la intervención de la policía, su presencia de revolucionario hace que se agudicen las sospechas, pero su inteligencia y cautela burlaban dichos controles.
“El aguador”, como nombraban a Tomás sus compañeros de estudios y miembros de la cédula clandestina, todos ellos fabricaron y recolectaron un grupo de bombas que utilizarían en función de los preparativos de la huelga de 1958, dejando estos artefactos al cuidado de su hermana Delia.
Dentro de sus funciones en el movimiento estuvo la de viajar hasta Los Palacios y otros lugares de Pinar del Río a fin de obtener apoyo para la huelga antes mencionada, sus conocimientos y participación directa lo hacía merecedor del respeto y confiabilidad necesarias para el éxito de la misma.
De regreso a Artemisa el 9 de abril de 1958, Tomás le da la orden a varios compañeros de trasladar en un carro 5 bombas que situarían en distintos lugares, al hacer estallar la quinta bomba el carro se hizo sospechoso, siendo detenido el dueño del mismo. Las torturas recibidas le hicieron confesar la verdad sobre los hechos comprometiendo de esta manera a Tomás. Inmediatamente su casa fue asediada y convertida en un infierno, no encontrando nada comprometedor dentro de ella. Tomás fue a refugiarse al municipio de Alquizar a la finca “El Corojo”, hoy “CPA Capitán Tomás”, de allí sus dueños lo llevan a La Habana a una casa situada a la altura de Mercado, sus contactos en La Habana con el movimiento hacen que la dirección de éste decida que se incorpore al Frente Guerrillero de Pinar del Río.
El antes mencionado Frente Guerrillero, que fue iniciado por Juan Palacios Beltrán, por diferentes motivos se desintegra y Tomás vuelve a los trajines de la clandestinidad, es muy conocedor de las múltiples cédulas creadas en la provincia, viaja de un lugar a otro en funciones de propaganda, venta de bonos, colectas de armas y otras actividades.
Al abrirse el Frente Guerrillero comandado por Derminio Escalona, Tomás es uno de sus hombres más aguerridos, cumpliendo diferentes misiones, todas estas arriesgadas. Cuando asesinaron a Rafael Ferro (ferrito), Tomás funge como comisionado, tomando participación tanto en la guerrilla como en el llano, con una movilidad increíble por los múltiples contactos con la clandestinidad.
Su cabal entrega lo hace al triunfo de la revolución uno de los soldados del Frente Guerrillero más respetados. Al reorganizarse el Ejército Rebelde ya en el poder se le otorga por sus destacados méritos de servicio los grados de Capitán del Ejército Rebelde. Por sus cualidades humanas y sus condiciones revolucionarias lo nombraron Jefe de la Prisión del Distrito Militar de Pinar del Río y Responsable del Servicio del Distrito Militar. Desde ese momento se le comenzó a llamar el Capitán Tomás, ante tan alta responsabilidad, diariamente mostraba su firmeza de principios defendiendo una revolución genuina que se abría paso rompiendo estructura ya caducas.
El día 27 de julio de 1960, a solo 6 meses del triunfo revolucionario, Tomás conoce que en el almacén de Guanito, perteneciente al Distrito que atendía, faltaban más de 3000 pesos y sospechaba que el sargento responsable del almacén se había apropiado del dinero. En horas de la mañana de este día Tomás conversaba con el Capitán Zenén Hernández del Sexto Distrito y le informa de los detalles de los hechos y sus sospechas, ante este suceso Zenén le recomienda informarlo a través de las microondas al Mando Superior, lo que se hizo, sugiriendo que sea detenido el mentado sargento ya que las sospechas se encontraban bien fundadas, a lo que Tomás manifiesta: “…voy a conversar con él primero para estar seguro y no cometer errores…”, una hora más tarde el Capitán Tomás se personó en el almacén y previo saludo al sargento le solicitó los documentos de control del almacén, haciéndole entrega de varios documentos, no siendo los solicitados. Los que acompañaban al Capitán Tomás estaban cerca de él en la oficina.
Según narra la versión oficial del hecho dice así: “…una vez en el despacho del referido sargento, abstraído el Capitán Tomás en su labor de investigación y revisión del documento, sin que mediara discusión o alteración alguna, este fue agredido inesperadamente por el sargento, quien extrajo su pistola calibre 45 y sin dar tiempo, a los oficiales presentes en el local, a intervenir, hizo cuatro disparos al Capitán Tomás, hiriéndolo mortalmente, acto seguido el sargento volvió el arma para sí, suicidándose…”.
La muerte del Capitán Tomás, el 27 de julio de 1960, fue un hecho que conmovió no solo a las filas del Ejército Rebelde sino también al pueblo pinareño que lo conocía y lo admiraba, perdiendo a un hijo que estaba inmerso en el proceso revolucionario.
En Los Palacios, particularmente, la noticia se convirtió en manifestación de duelo y de esta forma perdió al primer hijo caído por la defensa de los intereses de la patria.