Benito Arias Montano

Benito Arias Montano
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Nacimiento1527
Fregenal de la Sierra
Fallecimiento6 de julio de 1598
Sevilla, Bandera de España España
NacionalidadEspañola

Benito Arias Montano, uno de los hombres más cultos y sabios del panorama intelectual español del siglo XVI. Su figura y su obra son prácticamente desconocidas salvo en círculos minoritarios y, sin embargo, es una de las figuras básicas del humanismo español y su importancia política, cultural y religiosa en el Reinado de Felipe II fue extraordinaria.

Biografía

Infancia y Juventud

Arias Montano nació en Fregenal de la Sierra en el año de 1527, bajo el reinado de Carlos V. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza, aunque su situación económica no era excesivamente buena, por lo que el padre se ganaba la vida, irónicamente, como notario de la Inquisición. Decimos irónicamente porque, además de las sospechas que la obra de Arias Montano despertó en vida, ocho años después de su muerte todos sus libros fueron prohibidos por el Santo Oficio, aunque, gracias a la influencia de algunos de sus discípulos, se suavizó posteriormente la condena.

La vida fecunda de Arias Montano se asentó sobre una larga y sólida formación, y como muchos otros habitantes de la Baja Extremadura a lo largo de los siglos, el joven Montano inicia en Sevilla sus estudios gracias a la protección de un pariente acomodado. Buena prueba de su capacidad intelectual y de su esfuerzo personal es la publicación, a los catorce años, de un trabajo de carácter científico: Discurso del valor y correspondencia de las antiguas monedas castellanas con las nuevas. Evidentemente, se trata de un trabajo juvenil que ya muestra en ciernes el gusto investigador de nuestro personaje.

Estudios

En 1546 lo encontramos cursando Artes en la Universidad de Sevilla, pero ya en 1550 aparece matriculado en la de Alcalá. Los años que Montano pase en Alcalá de Henares van a ser decisivos para su formación intelectual y humanística: estudia lenguas semíticas (hebreo, arameo, etc.); domina el griego y el latín; profundiza en el espíritu humanista y se inicia en los secretos de la filología comparada, pero, sobre todo, Arias Montano aprende en Alcalá el secreto de trabajar codo con codo junto a estudiosos de diferente ideología, abriendo su mente y su espíritu a las aportaciones de los demás, al margen de su nacionalidad, de su confesión religiosa o de su ideario político. Esto, en una época en que la Inquisición vigilaba estrechamente a los intelectuales, y muy especialmente a aquellos que trabajaban en el análisis e interpretación de la Biblia, era sumamente peligroso. Fue aquí, precisamente, donde Arias Montano conoció a Fray Luis de León, a quien le uniría una gran amistad el resto de su vida. El monje agustino había acudido a la universidad de Alcalá atraído por el nombre de Fray Cipriano de la Huerga, catedrático de Biblia, tema que interesaba profundamente al joven estudiante y que, con el tiempo, habría de causarle más de un problema con el Santo Oficio. En resumen, los años pasados en Alcalá van a hacer de Montano un sabio humanista, un especialista en lenguas semíticas y uno de los mayores expertos en el conocimiento de la Biblia que ha dado nuestro país.

Aportes

A la edad de treinta años fue ordenado sacerdote y admitido en la prestigiosa Orden de Santiago tras un exhaustivo proceso para establecer su limpieza de sangre. Arias Montano manifestó siempre a lo largo de su vida una gran satisfacción por pertenecer a la Orden, teniendo el hábito tan legítimamente como cualesquiera. El clérigo Montano llevó siempre una vida personal sumamente austera. He aquí lo que cuenta de él uno de sus discípulos:

Tenía tanta abstinencia al día que no comía más que una sola vez en veinticuatro horas, y en esta vez no comía carne ni pescado. Su dormir era sobre unas tablas en las cuales ponía una estera y una manta de bernia y allí dormía.

Sin duda debido a la fama de sus conocimientos es elegido miembro de la delegación española que asiste al Concilio de Trento, en concreto como asesor del obispo Martín Pérez de Ayala. Pronunció dos discursos ante el pleno de los delegados, uno de ellos, curiosamente, sobre un tema tan actual como el del divorcio. Su excelente dominio del latín hizo que fuera el orador español más escuchado, según afirman los documentos de la época.

Es nombrado capellán real por Felipe II quien, además, le otorga una pensión anual como prueba de gratitud por los servicios prestados.

En 1568 va a recibir Montano el encargo más decisivo de su vida: la dirección de la Biblia Políglota (también conocida como Biblia Regia de Amberes o Biblia de Arias Montano). Para entender la exigencia de esta labor, hay que hacer un poco de historia. En el año 1517 se publicó en Alcalá la Biblia Complutense, bajo el patrocinio de los Reyes Católicos. Felipe II, no queriendo ser menos que sus antecesores, aceptó el ofrecimiento del impresor flamenco Cristophe Plantin para publicar la Biblia en varias lenguas distintas (de ahí el nombre de políglota): latín, griego, hebreo, etc. Con esta obra inmensa se intentaba dar una respuesta, desde el lado católico, a los estudios e investigaciones bíblicas realizados desde el campo protestante.

Siete años permaneció Benito Arias en Flandes, territorio en el que se producía una violenta rebelión contra la dominación española, de tal forma que se alternaban los momentos de paz impuesta con los episodios más cruentos de la guerra declarada. Montano no permaneció al margen del conflicto, ya que fue nombrado por Felipe II Consejero del gobernador español, que en aquel momento era Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba. La actitud de Montano sobre este grave tema va a ir experimentando una profunda evolución a lo largo de los años que permaneció en Amberes.

En un primer momento, su admiración hacia el Duque de Alba y hacia su política de mano dura con los rebeldes fue absoluta. Sin embargo, Montano, desde su perspectiva de intelectual, más amplia que la visión estrictamente militar del Duque de ALBA, propuso una serie de medidas tendentes a resolver el conflicto entre flamencos y españoles. Y así, sugirió reformar el sistema educativo, realizar intercambios de estudiantes entre los Países Bajos y España, crear una cátedra de español en la Universidad de Lovaina, etc. Sobre todo esto es interesantísima la carta que Arias Montano dirige al Duque de Alba el 18 de marzo de 1570. Se podrá observar que Arias Montano, como buen humanista, concede al conocimiento y al estudio una importancia fundamental a la hora de resolver los gravísimos problemas políticos, militares y religiosos con los que España se enfrentaba en los Países Bajos. Hay que señalar, no obstante, que muy pocos de estos proyectos se llevaron a cabo. La lógica de la confrontación política y militar se impuso, una vez más, sobre la lógica de la razón y del mutuo conocimiento.

Finalmente, acaso por perder la confianza del Rey Felipe, Montano se vio libre de todos los cargos y empleos oficiales y pudo retirarse a su heredad extremeña, dedicado al estudio, a la investigación y a la creación de libros de muy diversa temática. Sin embargo, tenía obligaciones reales con respecto al monasterio de Santiago de Sevilla, del que fue nombrado prior, pero es que, además, Felipe II requería constantemente su presencia en la corte para consultarle y pedirle asesoramiento sobre las más diversas cuestiones, considerando que Montano, aparte de la sabiduría y la experiencia adquiridas a lo largo de toda una vida, estaba ya, por su edad y por su propia actitud, más allá de toda ambición personal.

Significación de su Obra

El investigador extremeño Manuel Pecellín Lancharro, resume de la siguiente forma la ingente labor del sabio frexnense:

El genio de Arias lo hizo capaz de discutir la traducción correcta de un verbo hebreo o griego y de calcular con sus tecas, astrolabios y cuadrantes las más difíciles medidas; de bocetar los dibujos para La Biblia de Amberes y de interesarse por los nuevos estudios biológicos; de escribir sublimes versos latinos y de cultivar legumbres en su huerto de Aracena; de aconsejar a Zayas, Secretario del Rey, y curar los males de un campesino serrano; de comentar un texto bíblico y dirigir a Felipe II un razonado análisis de la situación política en Flandes; de hablar en Trento y reunirse clandestinamente en el Escorial con los miembros de la Familia Charitatis.

Muerte

Arias Montano murió en Sevilla el 6 de Julio de 1598, en casa de unos amigos, adonde se había hecho trasladar al sentirse enfermo. Allí, serenísimo, dejó huérfana a España el eximio doctor Benito Arias Montano, viajero incansable, bibliógrafo, teólogo, filósofo, científico, escriturario y poeta de primer orden, doctor laureatus en lenguas semíticas y políglota de modernas, autor de más de cien obras y tratados, consejero de FELIPE II, Comendador de la Orden de Santiago, embajador, supervisor general de la Biblia Políglota de Amberes, Bibliotecario Mayor de El Escorial, Capellán Real y sabio universal (Barón de Hakeldama & Avantos Swan). Su cuerpo está enterrado en la cripta de la Iglesia de la Universidad sevillana. Digno descanso para quien siempre vivió inmerso en el mundo de los libros, del conocimiento y de la sabiduría.

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