Candelaria Palma

María Candelaria
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NombreMaría Candelaria Palma y Fauruya
Nacimiento1788
Bayamo, Granma, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento1871
Bandera de Cuba Cuba
Nacionalidadcubana
Otros nombresYaya
Ciudadaníacubana

María Candelaria Palma. Constituye una de esas matronas que enorgullecen el espíritu de los pueblos. No vaciló en seguir a su hijo Tomás Estrada Palma a la manigua redentora y sufrir todos los rigores de una guerra sin cuartel.

Síntesis biográfica

Nació en Bayamo en 1788, sin haberse podido precisar mes y día; tampoco se ha podido localizar el nombre de sus padres, aunque pertenecía a una de las familias más antiguas y acomodadas de la localidad.

Fue una joven de bien, virtuosa y muy querida por sus convecinos los que la llamaban Yaya. Contrajo matrimonio con Andrés María de Estrada y Palma, teniendo un único hijo en julio de 1832, nombrado Tomás, a quien dedicó toda su devoción. Muy pronto quedó viuda y a cargo de cuantiosos bienes rústicos, entre ellos las haciendas Canabacoa y La Punta. El trabajo corría a cargo de esclavos, a los que educaba en la más severa moral e incluso enseñaba a leer y a escribir.

Cuando su hijo Tomás Estrada se hizo un hombre de bien asumió la dirección de las propiedades y pasaron a vivir a la hacienda La Punta, a orillas del río Cauto. Llevaban una existencia patriarcal, alterada en la década del 60 por los aires conspirativos que gravitaban en el valle del Cauto.

Cuando estalló la guerra de 1868, Estrada Palma decidió irse a la manigua y su anciana madre, no obstante sus 80 años, persistió y logró acompañarle.

En 1871 una columna española asaltó el campamento donde habitaba Yaya Palma. Junto a otras familias cayó prisionera, mientras incendiaban el rancherío y asesinaban a varios hombres. Durante el trayecto los colonialistas presionaban a la anciana para que caminara, pero ella se negaba con una energía incontenible. Entonces el jefe de las fuerzas enemigas, cansado de la insolencia de aquella mujer, ordenó que se metiera a “aquella vieja” en el bosque y se le diera muerte.

Suerte que el criollo que recibió aquella brutal orden era conocido de Tomás Estrada y no quiso cumplir el mandato prefiriendo abandonarla en medio del bosque. En la soledad sufrió los rigores del hambre y una lluvia torrencial. Acerca de los azahares vividos por la heroica bayamesa escribiría el coronel Fernando Figueredo Socarrás:

«La anciana vagó sin rumbo por los bosques manteniéndose con las frutas silvestres que encontraba al paso, hasta que extenuada por el hambre y la fatiga decidió no caminar más y esperar sus últimos momentos sentada en una roca. La casualidad hizo que un pasajero amigo la encontrase y la devolviese a su hijo. ¡Infeliz anciana! No tuvo fuerzas para resistir la emoción del encuentro y en los momentos de estrechar a su idolatrado Tomás en los brazos, murió con la misma santa tranquilidad con que había vivido.»

Fue enterrada en la hacienda La Punta. Pocas veces en la historia se encuentran pasajes tan conmovedores, en que las mujeres abandonan sus comodidades por el santo ideal de una causa. Sin dudas, Candelaria Palma es un ejemplo del sacrificio supremo y de la renunciación infinita. En abril de 1902 durante la visita de Estrada Palma a Bayamo, ya elegido Presidente de la República, una de las actividades que desarrolló fue trasladar los restos mortales de su madre a la necrópolis de la ciudad. Primeramente se le rindieron honras fúnebres en el Salón del Ayuntamiento Municipal y luego un mar de pueblo la acompañó a su última morada.

Fuente