Combate de Vega Morales

Combate de Vega Morales
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Combates con una columna española por fuerzas del Ejército Libertador al mando de Antonio Maceo.
Fecha:5 de mayo de 1896


Combate de Vega Morales. En esta finca de San Cristóbal el 5 de mayo de 1896, fuerzas del 6to Cuerpo del Ejército Libertador, bajo el mando del lugarteniente general Antonio Maceo y en número de unos cien hombres, emboscaron una columna fuerte, de las tres armas y unos 1 200 efectivos, que dirigida por el general Serrano Altamira marchaba de San Cristóbal a Bahía Honda.

Localización

La finca conocida como Vega Morales se encontraba situada a unos 10 km al noroeste del poblado San Cristóbal, entonces provincia de Pinar del Río, hoy de Artemisa, una zona de relieve montañoso en las estribaciones de la Sierra del Rosario.

Contexto

Tas culminar exitosamente la invasión a Occidente, Antonio Maceo regresó a La Habana el 19 de febrero de 1896, se encontró con Máximo Gómez el 10 de marzo, que le hizo entrega de la infantería oriental que había llegado al mando del entonces general de brigada Quintín Bandera, y con este refuerzo inició el regreso a occidente, cruzando la trocha de Mariel a Majana, el 15 de marzo para dar comienzo a su segunda campaña en la provincia pinareña.

En su nuevo avance hacia occidente por el norte de la provincia de Pinar del Río libró los combates de El Galope, Laborí, Cayajabos, La Merced, El Rubí, La Palma, San Claudio, Lomas de Tapia, Las Pozas, Cacarajícara, Vega Morales, Consolación del Sur, El Descanso, Lombillo, nuevamente Lomas de Tapia, Taco-Taco, río Bacunagua y Santa Isabel.

Desarrollo

En la noche del 4 de mayo de 1896, Antonio Maceo estaba acampado en El Brujo, a unos ocho km de Vega Morales, donde recibió un aviso mediante el cual el dueño de la finca le informaba que una fuerte columna española había acampado allí. Después de verificar la información, Maceo levantó el campamento en la madrugada y desplegó sus fuerzas en las cercanías de la finca para atacar tan pronto el adversario emprendiera la marcha.

Al amanecer la columna española se puso en movimiento. La espesa neblina y la tupida vegetación favorecían la sorpresa. El enemigo fue atacado simultáneamente por uno de sus flancos y la retaguardia. Serrano Altamira desplegó sus fuerzas en los cercados de un sitio llamado Vega Ortiz, pero 15 minutos más tarde fueron desalojados por la violenta acometida de los insurrectos.

Los españoles trataron de hacerse fuertes en Loma de Sebastopol, donde tampoco pudieron resistir el asalto. A partir de ese momento comenzó una franca retirada en la cual la retaguardia hispana tuvo que sufrir el peso del hostigamiento insurrecto. Los españoles abandonaron muertos, heridos, víveres, municiones y otros efectos que pasaron a poder de los cubanos. La persecución terminó a las 14:00 horas, en las cercanías de Quiñones.

Las bajas del adversario, según su parte oficial, fueron siete muertos y 25 heridos y contusos, entre ellos tres oficiales, pero en realidad resultaron mayores porque en manos de los cubanos quedaron 12 muertos y siete heridos graves. Posteriormente fue informada la cifra de 62, entre muertos y heridos.

Las bajas de los insurrectos fueron dos muertos, ambos oficiales, y seis heridos, de los cuales dos eran también oficiales. El botín ocupado consistió en 2 000 cartuchos de máuser, víveres, mantas y algunos caballos. Las fuerzas cubanas acamparon esa noche en San Martín, cerca de Quiñones.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo II. Acciones combativas. Centro de Estudios Militares de las FAR, 2006.
  • José Miró Argenter. Crónicas de la guerra, 2 t., La Habana, 1981. Tomo II. Págs. 270-273.
  • Manuel Piedra Martell. Memorias de un mambí, La Habana, 1966. Págs. 107-111.
  • Enrique Ubieta. Efemérides de la revolución cubana, 4 t., La Habana, 1920. Tomo IV. Págs. 76-77; 81-82;
  • José Luciano Franco. Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, 3 t., La Habana, 1973. Tomo III. Pág. 151.
  • Manuel Piedra Martell. Mis primeros 30 años, La Habana, 1979. Págs. 352-358.