Conceptualización general de los valores


Conceptualización general de los valores
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Concepto:El valor se refiere a aquellos objetos y

fenómenos que tienen una significación social positiva y

juegan una doble función: como instrumento cognoscitivo

y como medios de regulación y orientación de la

actividad humana

Conceptualización general de los valores. El valor es un concepto de difícil definición por su carácter complejo y porque constituye objeto de estudio de diferentes ciencias, tales como la Filosofía, en sus ramas de la Ética, (de la cual forma parte la Axiología) y la Estética, la Sociología,Psicología, y la Pedagogía. El concepto de valor ha sido comparado con un poliedro, que tiene múltiples caras, que puede analizarse desde ángulos o visiones diferentes. De modo general puede caracterizarse el valor como un concepto cuya esencia es su valer, el ser valioso, es decir, el valor se refiere a aquellos objetos y fenómenos que tienen una significación social positiva y juegan una doble función: como instrumento cognoscitivo y como medios de regulación y orientación de la actividad humana. A estas funciones se les ha llamado: función cognoscitiva y función pragmática.


Estudio de los valores desde la óptica filosófica.

El estudio de los valores desde la filosofía, como afirma J.R. Fabelo, la teoría filosófica sobre los valores y la valoración brinda un aporte al tratamiento que hacen las ciencias particulares de los valores y, al mismo tiempo, se basa en los resultados de estas ciencias particulares, “ sin que exista una contraposición ni una delimitación rígida (al menos en el nivel actual de las investigaciones) entre el análisis filosófico y no filosófico de la problemática valorativa o axiológica”. Fabelo, J.R. (1989:8)

El tema de los valores ha estado permanentemente presente en el pensamiento filosófico tradicional. Desde los tiempos antiguos los filósofos se interesaron por la problemática de los valores, dentro de la llamada “ filosofía práctica “. Filósofos griegos como Sócrates, Platón y Aristóteles identificaron la sabiduría, la verdad, la justicia y el amor como valores necesarios para vivir honestamente como personas y para el buen funcionamiento de la sociedad.

A pesar de esta larga historia, no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que el estudio de los valores pasa a ocupar un lugar propio e independiente dentro de la filosofía burguesa. La Axiología como rama del saber que aborda el estudio de los valores solo aparece a inicios del siglo XX.

En el análisis filosófico del concepto de valor se han distinguido dos posiciones contrapuestas: la de la filosofía burguesa y la de la filosofía marxista. Los filósofos cubanos J.R. Fabelo (1989, 1996) y Zaira Rodríguez (1985) hacen una valiosa caracterización de ambas posiciones, marcadas por la presencia de grandes polémicas, acerca de:

  • El carácter objetivo o subjetivo de los valores y su posibilidad o no de someterse a análisis científico.
  • El origen social o trascendente de los valores.
  • El carácter universal e inmutable o histórico concreto y dinámico de los valores.


Los valores en la Filosofía Burguesa.

La tendencia dominante en las concepciones burguesas tanto filosóficas como culturales o sociológicas de los valores es el establecimiento de una dicotomía entre hecho y valor, entre lo descriptivo y lo valorativo, el ser y el deber ser, la existencia y la esencia, la realidad y el ideal. Se trata, bien de una interpretación desideologizada totalmente de la ciencia o de la absolutización ideológica del conocimiento científico, en detrimento de su contenido objetivo.

La axiología burguesa surge y se desarrolla en oposición a la concepción materialista de la historia, ignorando la naturaleza objetiva del desarrollo social.

Aunque su carácter es irracional y anticientífico, aporta elementos positivos aislados, al profundizar en determinados aspectos poco tratados por la filosofía marxista. En este sentido se abordan por algunas corrientes filosóficas burguesas interesantes reflexiones acerca del papel de los aspectos más subjetivos del valor, como su emocionalidad, la trascendental función que se le atribuye al lenguaje en la construcción de la subjetividad, al interpretar al hombre como un” ser lingüístico “, que observa e interpreta su mundo según el espacio emocional que encuentra y en función de su lenguaje, el dialogo como necesidad ontológica del ser humano y fundamento de la ética, entre otras.

Zaira Rodríguez ha caracterizado del siguiente modo esta posición:

Para la axiología burguesa contemporánea, el valor constituye un aspecto particular de la realidad, incompatible con las ciencias naturales y que, por ende, no es susceptible de un análisis científico racional Rodríguez, Z., (1985:46).

La filosofía burguesa se mueve en la absolutización del polo objetivo o subjetivo del valor, por la incomprensión de la relación dialéctica que se establece entre ambos. Así, plantean un divorcio total entre los intereses humanos y las regularidades objetivas, se establece una barrera infranqueable entre conocimiento objetivo y valor, entre ciencia y conciencia valorativa. Las distintas interpretaciones del valor para la filosofía burguesa contemporánea pueden agruparse en dos vertientes, las cuales, a pesar de su aparente diferencia, tienen un rasgo en común: niegan la subordinación del valor a las leyes objetivas del desarrollo.

Estas vertientes son:

  • Las que se adscriben al idealismo objetivo, lo cual implica la absolutización de los valores como entes o esencias inmutables, invariables a través de los tiempos, que existen como realidades ideales independientes de la subjetividad.
  • Las que responden al idealismo subjetivo y se caracterizan por la relativización de los valores, los cuales solo dependen de la subjetividad del que valora.

Ambas vertientes son irracionalistas y sostienen que los valores no pueden ser objeto de análisis científico. Es precisamente sobre esta base que surge la Axiología, a partir de los postulados de la filosofía burguesa, como doctrina independiente de las ciencias naturales y sociales, a veces como parte de la de la misma y a veces coincidente con ella.

Desde las posiciones del idealismo objetivo encontramos las siguientes variantes:

Sus principales representantes son Windelband, Riskert y M Munsterberg.

El neokantismo aborda el análisis de las condiciones del ser humano como fuente de la cultura. Le interesa especialmente los ámbitos de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Al igual que el neokantismo, esta corriente también absolutiza el concepto de valor como categoría central.

Ambas posiciones tienen mucho en común con la tendencia teológica en Axiología: se destaca el carácter ideal del valor, más allá de las preferencias subjetivas y de las realizaciones concretas. Max Scheler enfatizó el aspecto emocional del valor, identificándolo con una “intuición emocional“ irreductible al intelecto, sobre la base del concepto de “logique du coeur “ de Pascal, que no viene dado por el pensamiento y es independiente de la lógica.

  • Tendencia teológica en Axiología. La concepción teocéntrica de los valores sostiene que los imperativos de la conducta moral provienen directamente de Dios, a partir de lo cual se establece un orden, un sistema de valores y leyes morales. Esta posición ha mantenido su esencia a pesar de las transformaciones experimentadas a lo largo del tiempo, dando lugar a diferentes variantes tales como la dimensión axiológica de la Antropología humanista y cristiana – el humanismo axiológico- cuyo principal representante es el filósofo alemán F.J. von Rintelen. Para este autor la misión de la filosofía es precisamente retornar a los valores.

Esta tendencia involucra la razón y la historia en su interpretación, rechaza la neutralidad axiológica de la ciencia y la técnica, planteando que los valores se configuran por el hombre en su existencia histórica, no obstante, reafirma el carácter absoluto y trascendente del valor. Los valores son el camino para la conquista de lo trascendente, de la plenitud existencial, que encuentra su culminación en Dios. Dios es el fundamento ultimo de toda valerosidad objetiva.

Cuando el hombre toma conciencia de sus limitaciones y de su precariedad, busca lo eterno, los valores esenciales y fundantes, tales como la verdad, el amor, el bien, la libertad, que encuentra en el ser supremo, quien...” logrará superar esa carga de tragedia que marca su existencia humana...” J. González López, (1996:10).

La tendencia teológica sobre los valores se resiste a los embates del racionalismo y del materialismo dialéctico e histórico, en relación con la autonomía moral. No obstante, a partir de pensadores como Spinoza y Kant se empieza a superar la referencia religiosa, centrando la problemática de los valores en el hombre, destacando el hecho de que la propia condición humana, su racionalidad, debe constituir el centro de todo programa ético.

Estas posiciones derivadas del idealismo objetivo encuentran también oposición por parte de las interpretaciones de los valores del idealismo subjetivo:

  • Neopositivismo: Los valores son factores de orden subjetivo, que sirven solo como medios de influencia emocional-volitiva, pero que no tienen ninguna relación con los hechos. Z. Rodríguez (1985) caracteriza la interpretación neopositivista del valor en su relación con la ciencia, como la incompatibilidad que existe entre las proposiciones descriptivas de las ciencias naturales y las prescriptivas de los valores. Las primeras se refieren a los hechos, a lo que “es”, siendo verificables a través de datos empíricos, mientras que las segundas expresan la relación subjetiva del hombre hacia algo y formulan proposiciones no verificables acerca del “deber ser”. Sobre esta base se plantea que los valores no son ni verdaderos ni falsos, ni demostrables ni refutables, careciendo de sentido en el plano científico.

En los años 40 y 50 aparece una nueva corriente en el neopositivismo: la escuela del análisis lingüístico de la moral. Entre sus principales representantes está P. Nowel-Smith. Esta corriente le presta notable atención a la lógica del lenguaje moral en su conjunto, se interesa por las posibilidades de fundamentar los juicios morales, su sentido prescriptivo, reduciendo el problema de la filosofía de la moral al análisis del lenguaje moral, a lo que llaman la metaética.

Las posiciones fundamentales del neopositivismo se han extendido y generalizado a otras corrientes filosóficas contemporáneas y sirven de base a las concepciones relativistas de la moral.

Sin embargo, en esta variante prácticamente se identifican ambas categorías destacando su valor utilitario e instrumental, mientras se desconoce su especificidad. Dewey subraya la potencialidad y capacidad de la ciencia para resolver cualquier tarea, incluido el análisis de los valores.

Los valores deben ser estudiados como hechos de naturaleza y a su vez, los hechos deben ser sometidos a valoraciones. Sin embargo, para este autor, la ciencia es un instrumento para obtener beneficios, independientemente de su contenido objetivo.

Se niega la especificidad de las valoraciones, y las normas de conducta social se disuelven en las ciencias sociales concebidas como “ tecnologías para la tecnología.”

Interpretación marxista de los valores

El desarrollo de una axiología marxista adquiere carácter independiente a mediados de la década del 50, sobre la base de postulados esenciales en los trabajos de Marx y Engels.

En los años 60 se produce una amplia polémica sobre la necesidad o no de desarrollar una axiología fundamentada en la filosofía marxista. Esta polémica aún no está resuelta, ya que todavía existen prejuicios en la utilización del término “axiología marxista”, por no considerarla un aspecto necesario de ser abordado de modo particular, por el materialismo dialéctico e histórico. Sin embargo, no son pocos los pensadores que se muestran partidarios de su existencia, a partir del rico legado de los clásicos del marxismo, ya que, “si bien es cierto que los clásicos del marxismo no se detuvieron especialmente en el examen de la problemática axiológica, crearon las bases metodológicas para el análisis científico de los valores y la valoración” J.R. Fabelo, (1989: 17).

Z. Rodríguez (1985), plantea las premisas para la elaboración de una teoría marxista leninista de los valores, ellas son:

  • Partidismo objetivo
  • Monismo materialista
  • Unidad de la naturaleza y la sociedad.

Sobre esta base se reconoce la posibilidad de tratamiento científico del valor y también las posibilidades teórico-cognoscitivas del enfoque valorativo. Se reconoce también que los enfoques científico investigativo y valorativo no son idénticos, pero entre ellos no hay una separación insuperable, sino una interacción dialéctica.

Según esta autora, los valores objetivos y subjetivos no son más que dos polos de la relación valorativa del hombre con el mundo: ...” en su esencia ambas formas de manifestación del valor poseen simultáneamente un carácter objetivo-subjetivo o subjetivo-objetivo”. (1985: 61).

La filosofía marxista establece la necesidad del análisis objetivo de los valores a partir del principio del determinismo aplicado a la vida social, del criterio diferenciador entre ciencia y valor, de su nexo interno y de los tránsitos recíprocos y las interacciones entre las dos esferas. De esta forma es posible, afirma la autora, desmitificar los valores, eliminando su ropaje trascendente e intuitivo y hallar, tras las formas externas de su manifestación, su verdadero contenido, su “sustancia” en la actividad práctico-social de los hombres a lo largo de la historia.

Los valores existen como tales porque son producto de la actividad práctica de los hombres, son la expresión concentrada de las relaciones sociales. Los valores son objetivos porque objetiva es la actividad práctico material en la cual surgen, porque expresan las necesidades de la sociedad, las tendencias reales del desarrollo social. Su origen no puede buscarse más allá de la realidad histórica y social, en un ser ideal que la trascienda.

El doble carácter objetivo y subjetivo del valor se manifiesta también en el hecho de que los valores están estrechamente vinculados a las necesidades humanas y deben a estas su surgimiento y desarrollo, tal como se vio antes.

Otra problemática relativa al tratamiento filosófico de los valores es su carácter universal o histórico concreto. El reconocimiento de la existencia de una dimensión objetiva de los valores implica la aceptación de la conformación y desarrollo de un sistema objetivo de valores universales como resultado del proceso de internacionalización de la historia. Estos valores objetivamente universales, se determinan por la significación que tienen los procesos y los acontecimientos de la vida social para la Humanidad, como universo humano más amplio posible: ....” lo objetivamente valioso desde una perspectiva universal es lo que posee una significación positiva para el género humano, para su desarrollo, su bienestar, su prosperidad y su preservación. Fabelo, J.R. ( 1996:123).

Mientras que las corrientes axiológicas basadas en el idealismo objetivo enfatizan el carácter inmutable y eterno de los valores, desde la filosofía marxista se analiza esta cuestión a partir de la dialéctica de lo universal y lo particular. Lo universal no puede entenderse como supranacional, supraclasista o suprahumano, sino que existe a través de lo particular y lo singular. Los valores universales no son inmutables, sino cambiantes históricamente, para cada momento histórico y para cada sociedad concreta existe también un sistema de valores objetivamente conformado, resultado en última instancia, de la propia estructura de las relaciones económico-sociales que caracterizan a esa sociedad. Este sistema se define no sobre la base de los intereses de uno u otro individuo o grupo social en particular, sino basado en los intereses de todo el universo social.

Estos intereses son el resultado objetivo de la relación entre la posición histórica que ocupa una sociedad dada y las tendencias progresivas de su evolución, constituyéndose en fuerzas que presionan hacia el avance de la sociedad y el hombre. De aquí que el sistema objetivo de valores abarque todo el conjunto de resultados materiales y espirituales de la actividad humana que poseen significación positiva para el desarrollo de la sociedad.

Es preciso tener en cuenta que cualquier enfoque relativo a los valores toma al hombre como referencia obligada, en este punto hay acuerdo entre las distintas posiciones filosóficas. Ahora bien, el concepto de hombre responde a distintas épocas y sociedades, en función de factores económicos, sociales, históricos y culturales. Ante los complejos problemas que vive la Humanidad de nuestros tiempos, se hace imprescindible el reconocimiento universal del hombre como valor supremo, pero entendido en el contexto histórico actual y no de modo abstracto e intemporal.

En la actualidad el estudio filosófico de los valores presenta características específicas, derivadas del progreso de la lógica misma de la ciencia, de la filosofía, de la cultura actual e incluso de toda nuestra especie. López Bombino, L.R.(2000)

La polémica entre las interpretaciones materialistas e idealistas pierde espacio al reconocerse por la generalidad de la comunidad científica el doble carácter objetivo y subjetivo de los valores. Los estudiosos del tema toman de diferentes autores lo que consideran valioso, lográndose determinados acercamientos entre las diversas posiciones, como son las posiciones marxistas y humanistas. El discurso positivista pierde fuerza, ganando espacio las ideas de que los valores no son una abstracción teórica, sino que tienen como fundamento la actividad práctica del hombre en sus relaciones con el mundo.

En los años 90 se desarrolla el vínculo de los valores con otras disciplinas, como la Pedagogía, la Psicología Social y la Comunicación Social, se trabajan las relaciones de la moral con la política, con la ideología, la ciencia y el humanismo, el profesionalismo, la educación. Cobran fuerza las llamadas corrientes dialógicas en ética, los estudios de los vínculos entre ética y sociedad civil, valores y cultura, así como brindarle atención especial a la crisis de valores como problema global contemporáneo. López Bombino, L.R., (2000).

Los científicos postmodernos han sido objeto de fuertes criticas por parte de los estudiosos de la ética, al rechazar el estudio de los valores, considerando que carecen de pertinencia científica.

Desde sus posiciones, manifiestan pérdida de confianza en la razón, desencanto frente a los ideales científicos, tecnológicos o sociopolíticos de la modernidad, propugnando el individualismo y el pesimismo. Sobre esta visión escéptica de lo moral ha afirmado A. Hart: ...la “ degradación ética está en el vórtice del drama postmoderno, se observa en el caos intelectual de la sociedad internacional contemporánea, en la tendencia a la fragmentación y a la atomización intelectual del hombre que se esconde tras la ilusión globalizadora “ citado por López Bombino, L.R. (2000).

Dentro de la conceptualización general de los valores, también podemos observar:

Fuentes

  • Arana, M. y N. Batista. (2000). La Educación en Valores: una propuesta pedagógica para la formación profesional, Informe de investigación. ISPJAE.
  • Bandura, A. y Walters, R.H. (1963). Aprendizaje social y desarrollo de la personalidad, Nueva York: Holt, Rinehart y Winston, Inc.
  • Bozhovich, L. (1976). La personalidad y su formación en la Edad Infantil, La Habana: Ediciones Pueblo y Educación.
  • Burke, M.T. (1977). Desarrollo de la veracidad en los niños de 5 a 7 años. Ponencia a Evento 251 Aniversario de la Universidad de La Habana, Cuba.