Filosofía

Filosofía
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Concepto:Amor a la sabiduría

Filosofía. Vocablo compuesto por dos palabras griegas: filo (Amor) y sofía (sabiduría), es decir ,la filosofía es amor a la sabiduría. La Filosofía es la ciencia que encarna en sí la aspiración humana a la constante búsqueda, al conocimiento de “principios y causas”de todo lo existente, a la duda en lo alcanzado.

Surgimiento del saber filosófico

El conocimiento del hombre se ha desarrollado a través de toda la historia de la humanidad. No obstante, en las primeras etapas sus capacidades transformadoras no traspasaban los de una relación muy simple con la naturaleza de cuyos productos se apropiaba para satisfacer sus necesidades, sin tener conciencia de las causas y las fuentes de esta relación. Su objeto de trabajo eran aquellos productos que la naturaleza le ofrecía como resultado de la acción de sus leyes espontáneas y los medios e instrumentos que utilizaban que eran tan rudimentarios y simples que su elaboración no exigía un proceso muy complejo de su pensamiento. La impotente y libre manifestación del medio natural del hombre, en relación con sus escasas y limitadas posibilidades de transformación, se reflejaron en su conciencia con perfiles sobrenaturales. Así surgió la concepción mitológica como la única explicación posible, en aquella época, para los objetos, fenómenos y procesos naturales, tanto en manifestaciones hostiles, como cuando éstos se expresaban en su aparente y pródiga generosidad.

Pero el hombre era portador de extraordinarias potencialidades, aunque, por supuesto, no tuviera conciencia de ellas. Gradualmente fue adquiriendo la capacidad de reproducir los procesos naturales que más directamente contribuían a la satisfacción de sus necesidades materiales. La agricultura y la ganadería, cuyos frutos se obtenían en período de tiempo considerablemente más largos que los que exigía la recolección, la caza y la pesca, fueron el resultado de procesos más complejos del pensamiento y del conocimiento del hombre, puesto que esta actividad transformadora no tenía en el consumo y, consecuentemente, en la satisfacción de sus necesidades materiales, su fin inmediato. No obstante, estos éxitos iniciales resultaban insuficientes para elaborar una concepción más racional del mundo. Los mitos sobre el origen sobrenatural de las cosas, afirmaron la concepción fideista en torno a los valores universales, que adquieren, de esta forma, un origen divino. El culto a estas divinidades se convirtió en una práctica cotidiana de las comunidades gentilicias y de su seno surgió los "elegidos" de las divinidades que se convirtieron en seres privilegiados, cuya influencia en el seno de la sociedad se puso a la par de las jerarquías consanguíneas de los patriarcas o del reconocimiento social a los miembros más hábiles y diestros de la comunidad.

El desarrollo de la ganadería, la agricultura y el desglose ulterior de otros oficios, fue la causa y efecto, de la división social del trabajo y ello determinó un sustancial desarrollo de la productividad del trabajo, y consecuentemente, de la producción de bienes materiales. El hombre logró, de esta forma, satisfacer las necesidades históricas, propias de aquella etapa de desarrollo de la sociedad y creó un excedente de productos, base potencial para alcanzar un nivel más alto de desarrollo social. No obstante, de este excedente, expresión de los éxitos del hombre en su relación con la naturaleza, se apropia una minoría de miembros de la comunidad en virtud de la influencia que le confieren las jerarquías consanguíneas, religiosas o de otras actividades que gozan del reconocimiento social. Se cierra así uno de los periodos más largos y angustiosos de la prehistoria de la sociedad. Surge la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción, la explotación de unos hombres por otros y sobre estos factores se erige la primera sociedad de clases: La Formación Económica Esclavista.

Con el surgimiento del modo de producción esclavista, la lucha del hombre por vencer las fuerzas ciegas de la naturaleza, es desplazada a un segundo plano, aún cuando su dominio definitivo sobre ellas estaba bastante lejos de una línea recta. Cuando el excedente potencial contenido de su trabajo se materializó en medios e instrumentos más eficientes y todo ello posibilitó la existencia de un volumen de valores de uso superiores a sus necesidades históricas, el excedente fue portador de nuevas relaciones sociales. El límite de las necesidades históricas comenzó a ser regulado por relaciones sociales antagónicas. Surgen nuevas actividades, cuyo carácter improductivo mixtifica el desarrollo de la división social del trabajo y determina una subordinación de los que trabajan en la esfera de la producción de bienes materiales y servicios socialmente útiles, a los que no trabajan, y consecuentemente de las actividades productivas a las improductivas, del trabajo físico a la actividad intelectual y de las grandes mayorías a una minoría explotadora.

Sobre la base de estas nuevas realidades históricas que modifican, esencialmente, los objetivos y la finalidad de la actividad transformadora de los hombres, se abrió la posibilidad de que la minoría explotadora y sus ideólogos, que gozaban del privilegio de dedicarse a la actividad intelectual, se pudieran elaborar una nueva concepción del mundo en la que se unían definitivamente la necesidad de conocer los objetos, fenómenos y procesos naturales y el desarrollo de una sociedad en la que ellos ostentaban una hegemonía incompartida y absoluta. Es precisamente esta hegemonía absoluta y el monopolio de la actividad intelectual, lo que hizo innecesaria la limitación de la libre manifestación de las ideas, y ello permitió que la nueva concepción del mundo emergiera, como un fruto puro del amor a la sabiduría.

La Filosofía (del griego Phileo, que significa amor y Sophia sabiduría), nació con esa significación, en los albores de la civilización oriental (India, China, Egipto), y alcanzó su sistematicidad en las Escuelas Filosóficas de la Grecia Antigua. Tuvo como precedente y fue continuidad de la conciencia mitológico-religiosa, pero fue también el momento de ruptura de esa conciencia fantástica de la realidad, dado que, desde su surgimiento mismo, la filosofía intentó ser una explicación racional del mundo. Vale recordar, en este sentido algunas reflexiones de José Martí, cuando planteaba que:

"Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la observación, en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón, y en su causa: he ahí los elementos para ser filósofo".

Antecedente

Cada hombre por lejos que esté de la actividad científica, la lucha política y el movimiento revolucionario, está preocupado por cómo será el mundo en el futuro no lejano. Por tal motivo se hace interrogantes comunes a todos los hombres de la Tierra y para contestar los problemas necesita del conocimiento de la Filosofía.

Ideas en la antigüedad

Aristóteles fue un filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia

Aristóteles estimaba que todas las ciencias existen para algún provecho y tan sólo la filosofía es “la única ciencia libre, pues existe en aras de sí misma. Cicerón contrario a Aristóteles afirmaba:

“! Recurrimos a ti y te pedimos ayuda!...! Oh filosofía, guía de la vida!”.

Unos suponían su relación con la religión y ayudaba a comprenderla y otros que la filosofía se asentaba en la duda y la razón y era incompatible con la religión que se basa en la fe.

Ideas en la contemporaneidad

Unos sostienen que la filosofía es la ciencia de las ciencias, los otros acercan la filosofía con el arte.

Desarrollo como doctrina

Todos los pueblos poseen rudimentos del pensamiento filosófico y en todos los países se configuran las premisas para la formación de la filosofía, pero no todos los rudimentos de ella se desarrollan para convertirse en doctrinas filosóficas sistematizadas. Las causas se debe buscarlas no en las “peculiaridades del modo de pensar”de unos u otros pueblos, sino en las condiciones de actividad laboral y los rasgos específicos de la vida política. Fueron las condiciones sociales y económicas las que determinaron, en primer lugar, la aparición casi simultanea de las primeras doctrinas filosóficas en India, China y Grecia antiguas hace 2500 años. Muchos científicos estiman que la filosofía empezó a desarrollarse también en el Estado Azteca y sólo la conquista de América por los europeos acabó con este proceso.

Concepción del mundo

Ver: Concepción del Mundo

Sistema de concepciones y de ideas acerca de todos los fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad que circundan al hombre. La concepción del mundo surge en el proceso de la actividad históricamente concreta de los hombres y, una vez surgida adquiere enorme importancia en su vida cotidiana. Tal importancia estriba en que al definir la concepción general sobre el mundo y las leyes que lo rigen, condiciona también con ello las propias relaciones entre el hombre y el medio ambiente. En la sociedad de clases no hay ni puede haber una concepción única del mundo. Cada clase, según la posición que ocupe en la sociedad, elabora una determinada concepción sobre toda la realidad circundante, apoyándose, además, en el nivel alcanzado por las ciencias.

La concepción marxista del mundo no es sólo un materialismo filosófico, sino también un materialismo dialéctico, puesto que reconoce que en la Naturaleza como en la Sociedad todo evoluciona y que su desarrollo, además, no sólo tiene un carácter evolutivo, sino también revolucionario, cuya consecuencia es que unos fenómenos perecen, mueren, y otros nacen. El materialismo dialéctico es opuesto al materialismo metafísico, que afirma que ni en la Naturaleza ni en la Sociedad hay desarrollo, sino sólo diversas uniones de unos y los mismos elementos. El materialismo dialéctico constituye una concepción completa, armónica e íntegra del mundo, de la que el comunismo surge con toda lógica.

"La doctrina de Marx es omnipotente porque es exacta. Es completa y armónica, da a los hombres una concepción del mundo íntegra, inconciliable con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa".Lenin

Objeto de estudio

La filosofía estudia las leyes más generales que rigen el Universo, al Hombre y a la Humanidad en conjunto, estudia las bases de la unidad entre el hombre y las sociedad y entre el hombre y la naturaleza.

La dialéctica materialista tiene como objeto de estudio las relaciones entre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, como un proceso regido por leyes. No obstante, sería erróneo suponer que la Filosofía Marxista-Leninista estudia todas las leyes de la naturaleza de la sociedad y el pensamiento aisladamente. Sólo estudia aquellas leyes que son comunes a las tres esferas en la realidad y que se cumplen en cada una de ellas. Para que esto sea efectivamente así, estas leyes deben poseer un alto grado de generalidad. De ahí que al definir el objeto de la filosofía del marxismo, Engels subrayaba:

son las leyes más generales del movimiento y desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento.

Con el surgímiento del Marxismo, la filosofía se convierte, definitivamente, en una ciencia. En virtud de ello, la respuesta a su objeto de estudio y la solución al problema fundamental que le es inherente, tuvo que trascender la simple formulación de sus enunciados teóricos y superar el carácter especulativo que fue denominador común a toda la filosofía premarxista. La filosofia marxista ofreció, por primera vez, una respuesta plena y consecuentemente científica a los procesos y fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento sobre la base de una sólida argumentación y demostración de sus principios y conclusiones esenciales. Para cumplir exítosamente este objetivo, Marx, Engels y, posteriormente, Lenin, tuvieron que extraer del estudio y la investigación de la realidad el sistema de principios, conceptos, categorías y leyes que le son inherentes, para conformar la estructura científica de la filosofía del Marxismo.

La argumentación y demostración científica de los enunciados teóricos, como una necesidad irrenunciable de toda ciencia, tiene una importancia de primer orden para comprender por qué el surgimiento de la filosofía marxista leninista constituyó una revolución en la historia de la filosofía.

"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo"

. Este principio situó al hombre - genéricamente considerado- y, consecuentemente, a la sociedad humana en un primer plano de la problemática filosófica. La Filosofía marxista-leninísta, desde su surgimiento y en todas las etapas de su desarrollo, se ha abierto paso a través de una lucha encarnizada contra las concepciones idealistas burguesas y revisionistas contemporáneas. No es extraño, por lo tanto, que entre los múltiples e infructuosos intentos de minar sus cimientos científicos y, sobre todo, de su creciente prestigio entre las grandes masas populares, se cuentan aquellos que han tratado - y tratan- de cuestionar la solidez orgánica y la unidad de su estructura interna. A estos efectos han pretendido segregar la concepción materialista de la historia del sistema y el método filosófico del marxismo-leninismo, reduciendo la primera a una especie de interpretación sociológica de la historia de la sociedad y creando barreras artificiales entre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. V.I Lenin refuta esas ilusiones estériles cuando afirma refiriéndose a la filosofía marxista:

no se puede arrancar ningún postulado fundamental, ninguna parte esencial a esta filosofía está forjada en acero de una sola pieza, sin apartarse de la verdad objetiva, sin caer en los brazos de la mentira burguesa reaccionaria.

Problema fundamental

Los puntos de partidas encontrados por los fundadores del Marxismo-Leninismo está en lo anotado por Federico Engels en su obra Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana:

“El problema cardinal o fundamental de toda la filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre el pensar y el ser”. El quid de la cuestión estriba únicamente en qué es lo primario, qué es lo determinante en la relación compleja “ser- conciencia”.

La filosofía no se ocupa del ser desvinculado del pensamiento, ni del pensamiento "en cuanto tal", esto es desvinculado del ser. Existe filosofía únicamente allí donde se examina el problema de la relación del pensamiento y el ser en la diversidad de sus formas reales de existencia. Este constituye, pues, el criterio que permite diferenciar la filosofía de otros campos del conocimiento. Así, en el contexto de la formulación del problema fundamental de la filosofía, el término pensamiento no se utiliza para designar exclusivamente una de las funciones intelectuales humanas, a saber el llamado "discurso interior", el diálogo mudo del individuo consigo mismo, o bien el proceso del razonamiento, sino totalidad de las formas de reflejo de la realidad en los modos de la actividad humana, es decir, todas las formas históricas de la actividad ideal transformadora individual y colectivamente realizada. Asimismo, el término ser no designa una u otra modalidad concreta de la existencia, un ser determinado específico, sino la totalidad de los objetos que, de una u otra forma, entran en la esfera de la actividad humana y existen fuera e independientemente del pensamiento. Por consiguiente, la relación entre el pensar y el ser no se presenta únicamente como relación entre el razonamiento teórico y su objeto, es decir, como relación entre el movimiento de los objetos y el movimiento de la ciencia que los refleja en los conceptos. Se trata del problema de la relación entre las múltiples formas históricas de existencia del pensamiento-estética, jurídica, política, moral, mitológica, científica, filosófica- y las correspondientes formas de la actividad humana, sobre cuya base y como formas de realización de las cuales aquellas surgen y se desarrollan.

Desde la antigüedad clásica, los filósofos por lo general, vieron en la filosofía una suerte de quehacer divino o semidivino, una reflexión suprahistórica acerca de las causas primera, y los fundamentos últimos del ser, de la realidad considerada como un todo; vieron una doctrina acerca del Mundo como tal y el Hombre como tal,- hombre y mundo abstractos, existentes únicamente en la imaginación- una doctrina acerca de la relación entre este "hombre" abstracto no menos abstracto "mundo" en su totalidad, exentos de determinaciones históricaa. La tarea, pues consistía aparentemente en crear un cuadro único de la realidad, por encima de los cuadros múltiples y fragmentarios que ofrecían otras ramas del saber, a partir de una u otra categoría tomada del arsenal lógico (y mitológico) de la época y convertirlo en principio constructor y ordenador del sistema o doctrina.

La investigación filosófica de la realidad no fue sino una confrontación enconada entre concepciones diferentes u opuestas del mundo, confrontación a través de la cual se fueron revelando y sometiendo a examen crítico las formas existentes de conciencia, la actividad productora de imágenes ideales, los cuadros del reflejo pensante de la realidad natural y social, en su relación con las formas de organización de la actividad humana y de toda la esfera de la realidad que de uno u otro modo deviene su objeto. Bajo los más diversos ropajes conceptuales y terminológicos, entrelazada con las más diferentes formas ideales fortuitas, se fue abriendo paso la comprensión científica de la relación entre la actividad ideal y la actividad material. Desde este punto de vista, es evidente la ingenuidad de toda pretensión de ofrecer, de una vez y por todas, una solución acabada a este problema sobre todo cuando esta solución se presenta en la forma de una frase:

la realidad humana que se aprehende como problema de la relación del pensamiento y el ser excede cualesquiera definiciones unilaterales o respuestas a interrogantes que la expresan de modo abstracto.

Inicialmente, en su forma más general y abstracta, el problema fundamental de la filosofía se presenta como una relación de determinación entre el pensar y el ser o, según la expresión que Engels hizo popular, como una relación de primacía:

como problema de saber qué es lo primario, si el espíritu o la naturaleza.

"Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la contestación que dieran a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la naturaleza, y por tanto admitían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma, formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que refutaban la naturaleza como lo primario, figuran en las diversas escuelas del materialismo".

El problema fundamental de la filosofía constituye pues, no sólo el fundamento del conocimiento filosófico, sino también el fundamento sobre el cual toda la historia de la filosofía se escinde objetivamente en dos grandes partidos o corrientes contrapuestas de pensamiento: el idealismo y el materialismo. El idealismo filosófico es precisamente la corriente de pensamiento que, en los marcos de la investigación del problema fundamental de la filosofía, parte del principio de la primacía del pensamiento sobre el ser, convierte al pensamiento en primus agens de la realidad. El materialismo filosófico, por el contrario, es la corriente fílosófica que en la investigación de este problema, parte de un principio inverso, a saber, el principio del carácter determinante del ser con respecto al pensar.

Es evidente que la respuesta a la interrogante que plantea el problema fundamental de la filosofía no puede reducirse a la afirmación del carácter primario o no del ser y al reconocimiento o no de la cognoscibilidad del mundo. La verdadera solución aquí no puede ser otra que el despliegue necesario de las determinaciones de esta relación, desde sus formas más abstractas, a sus formas más concretas. Es justamente este despliegue lo que conforma el objeto de estudio de la filosofía. Así, la teoría filosófica constituye un proceso en el que cada momento se presenta como una modificación, especificación, concreción de su problema fundamental, problema que permanece como la unidad sustancial de la diversidad. Quiere decir que allí donde existe un espacio lógico único, un único fundamento, cuyo desarrollo genera la multiplicidad de las formas consustanciales, puede existir una sola ciencia, un sólo movimiento conceptual. La formulación del problema fundamental en su forma abstracta, como relación contradictoria del pensamiento y el ser, es apenas el punto inicial, la "célula" a partir de la cual habrá de desarrollarse la filosofía. Siguiendo esta ruta, lo que al inicio se presenta como relación simple, abstracta, del pensamiento y el ser, aparece posteriormente en formas tan complejas y concretas como la relación entre la teoría y la práctica, entre el trabajo espiritual y el trabajo material, entre la teoría política y la actividad política, o bien como relación entre el modo de producción espiritual burgués y el proceso de producción y apropiación de la plusvalía.

El enfoque histórico concreto es, en este caso, ineludible. La relación entre el pensar y el ser no existe en un agua inmóvil sino que constituye un proceso de devenir sociohistórico, devenir que se inserta integramente en las determinaciones formacionales que se otorga la sociedad en su desarrollo.

Apuntó Carlos Marx:

“El desarrollo histórico de todas las ciencias solo las lleva a sus verdaderos puntos de partidas a través de un sinnúmero de caminos entrecruzados y rodeos. A diferencia de los demás arquitectos, la ciencia no solo dibuja castillos de aire, sino también erige algunos pisos de un edificio, sin haber colocado su fundamento”.

Carácter partidista

El partidismo filosófico se determina a partir de la solución del problema fundamental que debe resolver toda filosofía. Al igual que el problema de las relaciones entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, el partidismo tiene sus raíces en los albores de la sociedad humana cuando el hombre tuvo que reflexionar necesariamente acerca de las relaciones entre el alma y el mundo exterior y tuvo que asumir una determinada posición con respecto a la naturaleza de estas relaciones. También al igual que el problema fundamental de la filosofía, el partidismo no adquirió una formulación consciente y una plena significación, hasta tanto la adopción de una u otra posición no reveló su influencia en las contradicciones de la vida social.

En la Edad Media feudal, el problema de saber qué es lo primario, si el espíritu o la naturaleza, revestía, frente a la iglesia, al decir de Engels, la forma agudizada siguiente:

¿el mundo fue creado por Dios o existe desde toda una eternidad?


El mismo problema fue planteado con un grado mayor o menor de complejidad, pero su solución siempre implicó que los filósofos se dividieran en dos grandes campos: los Partidarios del materialismo y los partidarios del idealismo. En el plano político e ideológico el materialismo y el idealismo adquieren una profunda significación partidista en toda la etapa de la sociedad dividida en clases.

Algunas concepciones filosóficas burguesas contemporáneas se empeñan en sobreponerse al partidismo filosófico, y se proclaman al margen o por encima, de toda determinación idealista o materialista. V. I. Lenin refiriéndose a las "novísima" filosofía de los empiriocriticistas, expresa:

"Hemos observado a lo largo de toda la exposición anterior en cada una de las cuestiones de gnoseología que hemos tocado, en cada cuestión filosófica planteada por la física moderna, la lucha entre el materialismo y el idealismo. Siempre, sin excepción, tras el fárrago de artificios de ala nueva terminología, tras las inmundicias de la escolástica docta, hemos encontrado dos líneas fundamentales, dos direcciones fundamentales en la manera de resolver las cuestiones filosóficas: ¿tomar o no por lo primario la naturaleza, la materia, lo físico, el mundo exterior, y conceptuar la conciencia, el espíritu, la sensación (la experiencia, según la terminología en boga en nuestros días), lo síquico, etc., como lo secundario? Tal es la cuestión capital que de hecho continúa dividiendo a los filósofos en dos grandes campos"

Los revisionistas al servicio del capitalismo y el imperialismo, tratan de minar las bases leninistas del partido de la clase obrera, separándolo de su concepción materialista y dialéctica del mundo y planteando que el partidismo filosófico de los partidos comunistas, es un obstáculo para el crecimiento y fortalecimiento de sus filas. Estas concepciones, aún aquellas bien intencionadas de vista, que el partido comunista tiene que formar sus militantes en el espíritu de una lucha sin cuartel contra el capitalismo, en las nuevas condiciones de la lucha de clases bajo la dictadura de la burguesía que se enmascara bajo un falso humanismo y que, en determinados momentos tienen que oponerse a la violencia reaccionaria de los explotadores, la violencia revolucionaria de las grandes masas oprimidas. Los revisionistas contemporáneos, al negar la validez del partidismo filosófico en el movimiento comunista nacional e internacional tratan de reducir el papel de los partidos comunistas, a la lucha en el marco electoral de la "democracia burguesa".

En el plano estrictamente científico no es indiferente la elección de uno u otro partido en filosofía; el materialismo filosófico es el que preferentemente ha establecido en la historia de la filosofía una línea congruente de acercamiento gradual entre la realidad objetiva y la conciencia y el conocimiento de los hombres sobre ella. En este sentido, en esencia todas las escuelas filosóficas tienden hacia uno de estos dos partidos. Los filósofos pueden no reconocer explícitamente su filiación materialista o idealista, pero sus propias doctrinas hablan por ellos con creces y dan cuenta inequívoca de esta filiación. No cambia la situación ni la pretensión de encontrarse "por encima" de toda disputa entre el materialismo y el idealismo, ni el reconocimiento - conocido históricamente como dualismo- de la existencia de los dos principios, el principio material y el principio espiritual, independientes y suficientes por sí mismos, entre los cuales existe una especie de paralelismo que hace estéril la interrogante acerca de la primacía de alguno de ellos. El partidismo -la toma de partido ante el problema de la relación entre el pensar y el ser- constituye una regularidad objetiva del desarrollo de la filosofía.

Filosofía clásica alemana

La filosofía clásica alemana es la Filosofía alemana de fines del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX. El fundador de esta filosofía fue Kant; sus continuadores, fueron Fichte y Schelling.

El sistema de Hegal fue "la culminación de todo el movimiento filosófico iniciado con Kant"

La filosofía clásica alemana reflejaba la influencia de los movimientos revolucionarios en Europa de fines del siglo XVIII y de principios del XIX. Sin embargo, esta influencia se refractaba en ella a través del prisma de las atrasadas condiciones económico-sociales de la Alemania de aquel entonces. En la segunda mitad del siglo XVIII y a comienzos del XIX, Alemania era todavía un país semifeudal, tanto en el aspecto económico como en el político. La burguesía alemana era todavía débil, no disponía de suficiente fuerza económica y política para entablar una lucha abierta contra el feudalismo. Por eso su lucha contra él se concentraba, principalmente, en el terreno del pensamiento, en literatura y en filosofía. La burguesía de la Alemania atrasada y semifeudal sólo pudo soñar con el derrocamiento del feudalismo. Impotente para la acción práctica, lo revolucionario adopta en ella la forma de sueños sobre la libertad y la revolución separadas de la verdadera vida terrenal. La debilidad de la burguesía alemana condicionó su inconsistencia política y su tendencia hacia el compromiso con el feudalismo. "Mientras que la burguesía francesa, gracias a la revolución más colosal que conoce la historia, alcanzó el poder y conquistó el continente europeo, escriben Marx y Engels, en "Ideología Alemana"; mientras que la burguesía inglesa, emancipada ya políticamente, revolucionaba la industria y sometía políticamente a la India, y comercialmente a todo el resto del mundo, los impotentes burgueses alemanes sólo llegaron a la "buena voluntad".

La debilidad, la inconsecuencia y la dependencia de la burguesía alemana respecto al feudalismo se refleja en las obras de Kant, Fichte, Schellingt y Hegel, en la hostilidad hacia el materialismo, en al apego a la religión, en el modo idealista, místico de pensar, etc.

El problema de la unidad del mundo

La situación de Alemania a finales del siglo XVII, y en siglo XVIII era muy diferente, dominaba aún la formación económico-social feudal y las relaciones capitalistas de producción estaban débilmente desarrolladas. Alemania era un país atrasado económica y políticamente; pero el pensamiento científico y filosófico no permaneció al margen del resto Europa y la tendencia ilustrada del pensamiento social se reflejó en los círculos progresivos de la nobleza y de la burguesía contra la ideología feudal. Por otro lado, 1as ciencias naturales se desarrollaron. A diferencia de los ideólogos franceses que se planteaban la negación revolucionaria del sistema feudal, los ideólogos alemanes establecían un compromiso y propugnaban la transformación gradual del sistema. Esta situación reflejaba la debilidad económica y política de la burguesía alemana que halló expresión en los sistemas idealistas de Shelling, Fichte, Kant y Hegel.

Los grandes descubrimientos de las ciencias naturales se vieron reflejados en la filosofía alemana. Se había formado todo un conjunto de ciencias como la geología, embriología, la fisiología vegetal y animal, la química orgánica, lo que constituía una premisa necesaria para las geniales ideas dialécticas pensamiento clásico alemán.

La filosofía clásica alemana tiene un importante significado no solo para la historia del pensamiento teórico alemán, sino para el pensamiento universal. Es antecedente y premisa directa del pensamiento marxista, y se estudia en los más diferentes círculos académicos. Su fundador, Inmanuel Kant, abordó el problema de la unidad del mundo desde posiciones dualistas y se planteó el problema del origen y desarrollo del mundo y dirección que este sigue. Subrayó más allá que Newton el significado de las fuerzas de atracción y repulsión para la materia y la formación del sistema solar, de igual forma se refirió a su extinción inevitable. Pero su dualismo se manifiesta en el reconocimiento de dos fuentes del conocimiento del mundo: la sensibilidad y el entendimiento. Para él la sensibilidad es fuente del conocimiento de lo singular, y el entendimiento la fuente de lo general. Así separa y contrapone la sensación y el pensamiento, no admitiendo que los conceptos reflejen el mundo objetivo.

En diferentes trabajos los clásicos del marxismo-leninismo valoraron la significación positiva que tuvo la filosofía de Kant, la cual ha sido objeto de crítica tanto por materialistas como por idealistas. Ellos subrayaron su inconsistencia idealista y agnosticista y a la vez destacaron los problemas avanzados que planteó a la teoría del conocimiento y a la dialéctica.

Hegel fue, sin duda, el máximo representante de la filosofía clásica alemana. El problema de la unidad del mundo lo expone desde las posiciones del idealismo objetivo y en el fundamento del mundo coloca cierto "espiritu absoluto". El mundo es uno, en Hegel; su unidad radica en que todos fenómenos y procesos son fases, enajenación o manifestaciones externas del "espíritu universal" o "idea absoluta". Hegel valoró altamente la categoría de sustancia explicada por Spinoza. Para el filósofo alemán por sustancia ya no se entiende sustrato u origen de lo existente sino la unidad del devenir activo del mundo. No obstante su interpretación de la sustancia, como unidad del desarrollo que se reconoce uno en su autocomprensión teórica, está signada por el idealismo. El conocimiento verdadero del objeto, según Hegel, debe ser tal, que se determine a sí mismo y esto dará la clave para comprender que el objeto se mueve por sí mismo. Hegel observó correctamente que si Spinoza hubiera desenvuelto lo que encerraba su concepto de causa sui, su sustancia no hubiera sido inmóvil.

Si se interpreta esta idea desde la posición materialista, es posible decir que la sustancia es la materia que se mueve por si misma, pues todo lo que existe se manifiesta en virtud algún movimiento. Lenin en "Materialismo y empiriocriticismo" rechazó este concepto de sustancia en el sentido de "esencia invariable de las cosas", la admisión de esta concepción distingue la concepción metafísica de la dialéctica. La "esencia de las cosas" o "la sustancia" es variable, relativa en cuanto expresa un grado determinado del conocimiento sobre los fenómenos.

La concepción de lo material se vio impulsada en el Siglo XIX por otro de los grandesa materialistas: L. Feuerbach, que renovó el materialismo de los siglos anteriores y se enfrentó al idealismo hegeliano. Defendió la tesis de la determinación ser sobre la conciencia y señaló a lo objetivo como lo que existe fuera de nosotros e independiente del pensamiento. Para Feuerbach lo real no es fase del desenvolvimiento de la idea abstracta y suprasensible, sino que se presenta en forma de objeto sensible. Pero, al igual que las concepciones del materialismo que le preceden, identifica la materia con sus formas concretas por lo que no logra superar el carácter metafísico y antropológico de sus ideas. El problema de la unidad material del mundo se expresa en la unidad e integridad de la naturaleza humana en su concepción como ser corporal físico que posee la capacidad a la vez de percibir y pensar y cuya esencia es única. Así pretende resolver el problema de la separación entre el espíritu y el cuerpo que defienden el idealismo y el dualismo, los que separan las ideas generales, los conceptos y el espíritu de sus bases materiales sensoriales, y que convierten en esencias con vida propia e independiente.

La concepción del desarrollo es metafísica, en Feuerbach, pues excluye las contradicciones de los fenómenos de la naturaleza y la sociedad y considera sólo los cambios graduales, cuantitativos de lo que existe. Esto se refleja en su concepción abstracta del hombre, como ser corporal, sensible y pasivo, no como ser histórico social activo. Predica la deificación del hombre y de sus sentimientos, no aprecia las contradicciones de clase de la vida social y plantea la unidad de los hombres, sobre la base de su esencia humana inmutable, independientemente de la sociedad y época .

Con los filósofos clásicos alemanes se cerraba toda una época de evolución del pensamiento filosófico. Se puso de relieve la inconsistencia de la solución que el idealismo dio al problema de la unidad del mundo, la cual no resistió el empuje del desarrollo que iban alcanzando las ciencias y la sociedad en general. De igual forma la limitación metafísica y mecanicista del materialismo de la época, incapaz proporcionar una concepción del problema de la unidad científica y dialécticamente sustentada en las leyes mundo objetivo y de su conocimiento, pulsaba la necesidad de una nueva concepción filosófica del mundo que resolviera esas insuficiencias.

Idealistas y materialistas

Toda investigación filosófica empieza por resolver el problema cardinal de la filosofía, por lo que de su posición al desarrollarla los filósofos como dos milenios atrás se dividen:

Todos los filósofos son ante todo materialistas o idealistas, solo luego son:

Las corrientes filosóficas asumidas por los filósofos son:

Problema del método de la Filosofía: dialéctica y metafísica

Si el conocimiento del hombre ha avanzado a través de toda la historia de la humanidad, es porque junto a los elementos cognoscitivos que aportan las cualidades y propiedades reales de los objetos, fenómenos y procesos del mundo material, el hombre se ha ido apropiando, gradualmente, de un método cada vez más acertado y profundo de conocer la realidad. Desde su surgimiento mismo, la filosofía ha estado ligada implícita o explícitamente, al ordenamiento de los conocimientos del hombre extraídos de su experiencia concreta, de sus observaciones y reflexiones de modo de obrar y proceder de una forma razonada y consecuente, sistematizar los éxitos de su actividad productiva y social.

En la segunda mitad del siglo XI se produjo un cierto florecimiento intelectual en Occidente. La filosofía medieval tuvo como objeto fundamental el de entender y justificar las creencias de la fe. Algunos pensadores religiosos fueron considerados "dialécticos" pues tomaron el camino de la razón y de la ciencia que más se identificaba con ella para la investigación, propiamente escolástica, de las vías y los métodos que mejor conducían a la comprensión por el hombre de las verdades reveladas por Dios.

La Edad Media no constituyó una interrupción absoluta del desarrollo social, incluido el pensamiento. En esta etapa, se fueron gastando las grandes naciones, se produjo una gran expansión de la cultura en Europa y en los siglos XIV y XV, se obtuvieron enormes progresos en el campo de la técnica y de los estudios 1ógicos y filológicos. El desarrollo de las Ciencias Naturales, a la vez que minaba las bases de las concepciones cosmogónicas en gran medida espontáneas y simplistas de los filósofos de la antigüedad, creaba el cimiento para una concepción científica del mundo.

La palabra metafísica expresaba, antes del surgimiento del marxismo, la parte de la filosofía consagrada al estudio de los problemas que rebasaban los límites de la física y se suponían existentes en la esfera divina. Los clásicos del marxismo emplearon el término metafísica para referirse al método antidialéctico de abordar el conocimiento de la realidad.

La Filosofía de la Edad Moderna contenía, también, elementos dialécticos. Tal es el caso de Spinoza, Diderot, Descartes y otros. No obstante, hasta la primera mitad del siglo XVIII, el materialismo se movía, esencialmente, en los estrechos marcos del mecanicismo, porque por aquel entonces la mecánica y además sólo la de los cuerpos sólidos - celestes y terrestres -, en una palabra, la mecánica de la gravedad, era, de todas las Ciencias Naturales, la única que había llegado en cierto modo a un punto de remate. Por otra aparte, el materialismo no fue capaz de concebir al mundo con un proceso histórico natural y, en muchos casos, los progresos de las ciencias naturales, eran tomados, solamente como argumentos en la lucha contra la religión.

La segunda mitad del Siglo XVIII significó el inicio de la cultura de la concepción metafísica, como consecuencia de los grandes descubrimientos en la física, la biología y otras ciencias. Se abre una nueva etapa del desarrollo de la filosofía, presidido por el pensamiento dialéctico, donde se destacan los filósofos que forman parte de la llamada filosofía clásica alemana, especialmente, J. G. F. Hegel. Esta etapa culmina con la elaboración y el desarrollo de la concepción dialéctico materialista del mundo por Carlos Marx y Federico Engels.

Con el surgimiento de la dialéctica materialista se superan las principales limitaciones de los filósofos premarxistas, tanto idealistas como materialistas. El materialismo filosófico se funde orgánicamente al método dialéctico de conocer y transformar la realidad, aunque subsisten formas no orgánicamente dialécticas de materialismo hasta la actualidad. Los clásicos del marxismo descubrieron que las leyes objetivas que rigen el desarrollo de la naturaleza, el pensamiento y la sociedad era, a su vez, el contenido esencial de nuestro conocimiento del mundo, y el fundamento científico general del método filosófico universal. Cuando la dialéctica materialista analiza los objetos, procesos y fenómenos en constante movimiento y cambio en sus interconexiones y presuposiciones, y en su surgimiento, desarrollo y transformaciones nos revela la unidad del contenido y estructura de la realidad, de su reflejo en nuestro pensamiento y del método de pasar de lo que se conoce a lo que no. En opsición al método dialéctico, el método metafísico considera las cosas inmutables, estáticas y aisladas unas de las otras y exentas de toda relación, interacción y condicionamiento mutuo.

Filosofía & Ciencia

El problema de las relaciones entre ciencia y filosofía se entiende como una ampliación (por regressus) del problema de las relaciones que cada ciencia positiva mantiene con las otras ciencias, así como con la realidad que envuelve a todas ellas, limitando sus respectivos «radios de acción». Carece de sentido hablar, en abstracto, de las «relaciones entre ciencia y filosofía», porque éstas serán entendidas de diferente modo según lo que se entienda por ciencia y por filosofía.

La cuestión de las relaciones entre la ciencia y la filosofía forma parte de la cuestión de las relaciones entre la filosofía (gnoseológica) de la ciencia y la filosofía en general (incluyendo a la filosofía en cuanto concepción del mundo, en cuanto Ontología, y a la peri-filosofía o meta-filosofía). La filosofía de la ciencia implica un cierto tipo de filosofía (de ontología y de metafilosofía).

El materialismo filosófico desarrolla una teoría de la ciencia, la teoría del cierre categorial, que no puede ser entendida como una concepción exenta, compatible con cualquier tipo de ontología o de metafilosofía. Se comprende la incompatibilidad del materialismo gnoseológico con el escepticismo científico y, por tanto, con el escepticismo en general. El materialismo reconoce a las ciencias su contribución insustituible en el proceso de establecimiento de verdades racionales, apodícticas y necesarias, como tales verdades, en el ámbito de los contextos objetivos, incluso de aquellos que son cambiantes, que las determinan. En este sentido, carecen de todo fundamento (salvo el de interés ideológico) las afirmaciones según las cuales la ciencia se mantiene en un plano neutral y paralelo al plano de la fe teológico-religiosa con el cual, por tanto, y en virtud de ese paralelismo, no podrá nunca converger.

El conflicto fundamental entre las «religiones superiores» y la «razón» no se libra, en todo caso, en el campo de batalla de las ciencias positivas, sino en el campo de batalla de la filosofía. Aquí se encuentran los lugares ocupados por el razonamiento filosófico (la existencia de Dios, la inmortalidad del alma humana, que las iglesias ya no pueden ceder).

El materialismo, apoyado en el pluralismo de los círculos categoriales mutuamente irreductibles que resultan determinados por las diferentes ciencias efectivas, puede defender la tesis del carácter finito y limitado (no exhaustivo) de las construcciones científicas sin necesidad de apelar a instancias exteriores a las mismas, sino del análisis de las ciencias consideradas en sus relaciones dialécticas mutuas. (En esto se diferencia del agnosticismo. Ninguna ciencia tiene que «agotar» su propio campo, ni tiene por qué hacerlo, para alcanzar conexiones necesarias en el ámbito de sus contextos determinantes. La pluralidad de categorías que el materialismo reconoce en el terreno gnoseológico se corresponde con el pluralismo materialista en el terreno ontológico. Los contenidos de los campos materiales que constituye el cuerpo de las ciencias son los mismos contenidos del Mundo-entorno organizado por los hombres: el materialismo rechaza la distinción entre «objeto de conocimiento» y «objeto conocido».

Pero dado que los objetos conocidos por las ciencias no «agotan» la materia conceptualizada en los contextos determinantes, se comprende cómo las relaciones entre los diferentes conceptos científicos (sobre todo, entre los conceptos tallados en diferentes categorías) habrán de rebasar cualquier horizonte categorial, determinándose en forma de Ideas objetivas tales como la Idea de Causa, la Idea de Estructura, la Idea de Dios, la Idea de Tiempo, la Idea de Finalidad, la Idea de Libertad, la Idea de Cultura, la Idea de Hombre... y la Idea de Ciencia).

La filosofía (la filosofía del materialismo filosófico), podría definirse como la disciplina constituida para el tratamiento de las Ideas y de las conexiones sistemáticas entre ellas. Ideas que, en tanto brotan de las conceptualizaciones de los procesos del mundo (de un mundo que, en la actualidad, y precisamente por la acción del desarrollo tecnológico y científico, se ofrece como una realidad conceptualizada en prácticamente todas sus partes, sin regiones vírgenes mantenidas al margen de cualquier género de conceptualización mecánica, zoológica, bioquímica, etológica, etc.), no son subjetivas, ni son eternas, aunque son Ideas objetivas [152]. La Idea de Dios, por ejemplo, no tiene más de 3.000 años de antigüedad, y la Idea de Cultura objetiva no tiene más de 200 años. Y como la mayor parte de las Ideas se van configurando a través de los conceptos tallados por las ciencias positivas, el materialismo filosófico no puede aceptar la concepción de la filosofía como «madre de las ciencias».

La filosofía académica -es decir, la filosofía de tradición platónica- no antecede a las ciencias, sino que presupone las ciencias ya en marcha («nadie entre aquí sin saber geometría»). Tampoco puede aceptar la concepción de la filosofía como una «ciencia primera», como una «reina de las ciencias». La filosofía no es una ciencia, porque las Ideas, en su symploké, no constituyen una «categoría de categorías» susceptible de ser reconstruida como un dominio cerrado. En entendimiento de la filosofía como «geometría de Ideas» es sólo una norma regulativa del racionalismo materialista y no debiera ser interpretado como denominación de una supuesta construcción efectiva.

Symploké

Entrelazamiento de las cosas que constituyen una situación (efímera o estable), un sistema, una totalidad o diversas totalidades, cuando se subraya no sólo el momento de la conexión (que incluye siempre un momento de conflicto) sino el momento de la desconexión o independencia parcial mutua entre términos, secuencias, etc., comprendidos en la symploké.

La interpretación de ciertos textos platónicos como si fueran una formulación de un principio universal de symploké (que se opondrá, tanto al monismo holista –«todo está vinculado con todo»– como al pluralismo radical –«nada está vinculado, al menos internamente, con nada»–) es la que mueve a considerar a Platón como fundador del método crítico filosófico (por oposición al método de la metafísica holista o pluralista de la «filosofía académica»)..

Ramas de la Filosofía

Las ramas y los problemas que componen la filosofía han variado mucho a través de los siglos. Por ejemplo, en sus orígenes, la filosofía abarcaba el estudio de los cielos que hoy llamada astronomía, así como los problemas que ahora pertenecen a la física. Teniendo esto en cuenta, a continuación se presentan algunas de las ramas centrales de la filosofía:

Metafísica

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Ciencia que estudia lo abstracto del Ser y de Dios manifestándose en la dualidad de lo positivo y lo negativo. Intenta hacer comprender que el hombre es semejanza e imagen de ese Dios omnipotente y omnisciente, pero ligado solamente por la energía, la cual proviene del mismo. Pertenece como ciencia a la Filosofía, dividiéndose en dos grandes ramas: la Ontología (estudio del Ser) y la Teología (estudia lo referente a Dios ).

Gnoseología

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Rama de la filosofía que estudia la naturaleza, el origen y el alcance del conocimiento. La gnoseología no estudia los conocimientos particulares, como pueden ser el conocimiento de la física, de la matemática o de los alrededores inmediatos, sino el conocimiento en general, aunque puede hablar sobre los límites y el fundamento de otros conocimientos particulares (por ejemplo, al dilucidar qué valor tiene una "medida" usada por la física).

Lógica

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La lógica es una ciencia formal y una rama de la Filosofía que estudia los principios de la demostración e inferencia válida. La palabra deriva del griego antiguo λογική (logike), que significa dotado de razón, intelectual, dialéctico, argumentativo», que a su vez viene de λόγος (logos), palabra, pensamiento, idea, argumento, razón o principio». La lógica examina la validez de los argumentos en términos de su estructura, (estructura lógica), independientemente del contenido específico del discurso y de la lengua utilizada en su expresión y de los estados reales a los que dicho contenido se pueda referir. Esto es exactamente lo que quiere decir que la lógica es una ciencia formal.

Ética

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Ciencia de la moral. Se divide en ética normativa y teoría de la moral. La primera investiga el problema del bien y del mal, establece el código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena y cuál es el sentido de la vida. La teoría de la moral investiga la esencia de esta última, su origen y desarrollo, las leyes a que obedecen sus normas, su carácter histórico. La ética normativa y la teoría de la moral son inseparables entre sí.

Estética

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Ciencia que trata de las leyes a que está sujeta la aprehensión estética del mundo por parte del hombre, de la esencia del arte, de las leyes de su desarrollo, del papel socialmente transformador del arte como forma especial de dicha aprehensión.

Filosofía política

La filosofía política es el estudio acerca de cómo debería ser la relación entre los individuos y la sociedad. Esto incluye el estudio de los gobiernos, las leyes, los derechos, el poder y las demás instituciones y prácticas políticas. La filosofía política se diferencia de la ciencia política por su carácter generalmente normativo. Mientras la ciencia política dedica más trabajo a investigar cómo fueron, son y serán los fenómenos políticos, la filosofía política se encarga de teorizar sobre cómo deberían ser dichos fenómenos.

La filosofía política tiene un campo de estudio amplio y se conecta fácilmente con otras ramas y subdisciplinas de la filosofía, como la filosofía del derecho y la filosofía de la economía. Se relaciona fuertemente con la ética en que las preguntas acerca de qué tipo de instituciones políticas son adecuadas para un grupo depende de qué forma de vida se considere adecuada para ese grupo o para los miembros de ese grupo. Las mejores instituciones serán aquellas que promuevan esa forma de vida.

Filosofía analítica

Artículo principal: Filosofía analítica
Amplía corriente, bastante heterogénea, de la filosofía burguesa moderna; une distintos grupos, direcciones y filósofos que ven en el análisis del lenguaje el objetivo de la filosofía.

La filosofía analítica se cultiva sobre todo en los Estados Unidos e Inglaterra; cuenta, asimismo ciertos partidarios y grupos en los países escandinavos, Finlandia, Australia, etc. En los Estados Unidos, esta corriente se halla representada por los filósofos del empirismo lógico y el neopragmatismo. Existen, asimismo, varios analíticos americanos independientes, que no pertenecen a ninguna dirección determinada. En Inglaterra, la forma dominante de la filosofía analítica es la filosofía lingüística. Mantienen una posición próxima al empirismo lógico Ayer y Karl Popper. Todas esas tendencias de la filosofía analítica aparecen como variedades del neopositivismo. Caracteriza a la mayor parte de quienes la cultivan el trasladar el centro de gravedad, en la investigación, de los problemas gnoseológicos generales a las formas y a los recursos concretos del análisis del lenguaje. En este terreno pueden señalarse dos maneras fundamentales de enfocar las cuestiones:

  1. se construyen lenguas artificiales «modélicas» de estructura lógica fijada con precisión (empirismo lógico, neopragmatistas, varios analíticos «independientes»). Tales investigaciones se basan en la lógica y en la semántica lógica;
  2. Se investigan las lenguas naturales históricamente dadas (filosofía lingüística).

En gran medida, los trabajos de los representantes modernos de la filosofía analítica dedicados al análisis del lenguaje pierden el carácter de investigaciones filosóficas o gnoseológicas en el sentido estricto de la palabra y se convierten en investigaciones concretas sobre lógica, acerca de problemas específicamente metodológicos o de lingüística, las cuales poseen, sin duda alguna, contenido científico. En cuanto a los problemas filosóficos generales, la filosofía analítica en realidad se aparta de ellos o bien les da una solución idealista equivocada.

Filosofía del lenguaje

Una de las direcciones de la filosofía analítica. Se halla difundida sobre todo en Inglaterra. La fuente ideológica de esta corriente ha sido la «filosofía del sentido común», de Moore y las ideas del Wittgenstein tardío. Lo mismo que otras escuelas del neopositivismo, la filosofía lingüística niega que la filosofía sea una concepción del mundo y tiene por seudoproblemas los problemas filosóficos tradicionales, como si surgieran por la incomprensión de la naturaleza real del lenguaje, en virtud del influjo desorientador de este último sobre el pensamiento. La filosofía en cambio, ha de aclarar las dificultades que se presentan a consecuencia del empleo equivocado de palabras y proposiciones.

En su afán de «superar la metafísica», los partidarios de la filosofía del lenguaje no sólo desechan la «metafísica ontológica» de la filosofía tradicional, sino que, además, negando toda posibilidad de que exista una concepción filosófica sin fisuras, niegan asimismo la «metafísica» gnoseológica del positivismo lógico con su principio de lo «dado directamente», con el principio de verificación y otros.

Filosofía de la historia

Así se denominaba, en la filosofía anterior a Marx, la esfera del saber que se ocupaba de los problemas relativos al sentido de la historia, a sus leyes, a la dirección fundamental del desarrollo de la humanidad.

Desde el punto de vista histórico, la filosofía de la historia arranca de la Antigüedad grecorromana. En la Época Moderna, la cultivaron los pensadores de la Ilustración del siglo XVIII (Voltaire, Herder, Condorcet, Montesquieu).

Los hombres de la Ilustración al combatir la teologización de la historia, teologización iniciada por San Agustín, introdujeron en la filosofía de la historia la idea de causalidad, elaboraron la teoría del progreso, expusieron la idea de que el proceso histórico constituía una unidad, explicaron que el medio geográfico y social influía sobre el hombre. En el desarrollo de la filosofía burguesa de la historia alcanzó una etapa superior la filosofía de Hegel quien concebía la historia como un proceso único, sujeto a ley, internamente necesario de autodesarrollo del espíritu, de la idea.

Marx y Engels superaron la limitación de la filosofía de la historia, que se manifestaba en el carácter especulativo, apriorístico e idealista, de dicha filosofía. El descubrimiento del materialismo histórico, sirvió de base para crear una historia auténticamente científica. En la actual filosofía burguesa de la historia, las concepciones que gozan de mayor influencia son las de Toynbee y de Spengler. La mayor parte de los sociólogos e historiógrafos burgueses renuncian a la generalización filosófica de la historia, hecho que refleja el miedo de la burguesía ante las leyes históricas objetivas, que conducen al capitalismo a su fin. Ven la historia como una sucesión caótica de casualidades y rechazan los conceptos de causalidad, de sujeción a ley de progreso.

Sistemas, concepciones y corrientes filosóficas

Filosofía de la identidad

Concepción filosófica que resuelve el problema de la correlación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, partiendo del reconocimiento de su identidad absoluta. Su principio básico se halla diametralmente opuesto al de los sistemas dualistas.

La filosofa de la identidad, como concepción filosófica determinada está unida al nombre de Schelling, quien, intentando superar el dualismo de los sistemas de Kant y de Fichte, presentó un nuevo principio inicial de la filosofía monista: el de la identidad absoluta entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo ideal y lo real. El principio de la identidad del pensar y del ser figura, asimismo, en la base del sistema hegeliano, mas Hegel desarrolla este principio de otra manera, pues concebía la identidad misma dialécticamente: no como algo absoluto e inmóvil, como una unidad indeterminada que se opone indiferentemente a la multiplicidad del ser, sino como la idea lógica que se desarrolla por sí misma y cuya determinación y diferenciación se encuentran en ella misma como su forma inmanente infinita.

La particularidad específica de la filosofía de la identidad y la que la diferencia de otras concepciones idealistas objetivas no estriba en el reconocimiento de la identidad entre el pensar y el ser, sino en la concepción metafísica de dicha identidad. La filosofía de la identidad, que representa uno de los intentos de resolver el problema básico de la filosofía, suprime el problema disolviendo las diferencias entre espíritu y naturaleza, entre el pensar y el ser, en el seno de la substancia absoluta e inmóvil. En la historia de la filosofía, Parménides y Spinoza expusieron concepciones próximas a la filosofía schellingiana de la identidad. Algunas escuelas del neotomismo propagan las ideas de la identidad metafísica entre el pensar y el ser. La filosofía monista auténticamente científica es la filosofía marxista, que funda su monismo partiendo de las ideas de unidad material y desarrollo del mundo.

Filosofía de la vida

Corriente idealista subjetiva de la filosofía burguesa; surgió en Alemania y Francia en la linde del siglo pasado y del actual. Su principal antecesor ideológico fue Schopenhauer.

El nacimiento de dicha filosofía se debió, en cierto modo, al rápido avance de la biología, de la psicología y de otras ciencias que descubrían la inconsistencia de la imagen mecanicista del mundo. La filosofía de la vida representó un intento de superar, desde posiciones idealistas, el carácter limitado del materialismo mecanicista. Su aparición señaló la crisis de la filosofía burguesa, su renuncia a la ciencia, el paso al irracionalismo y al nihilismo. Por su contenido objetivo, la filosofía de la vida constituyó una interpretación errónea, idealista, de la peculiaridad del proceso histórico-social. Se apoyaba en el concepto de la vida como principio absoluto e infinito del mundo, principio que, a diferencia de la materia y de la conciencia, se mueve de manera activa, diversa y eterna. No es posible comprender la vida gracias a los sentidos o al pensar lógico, sólo se llega a conocer intuitivamente, sólo es accesible a la vivencia (sobre todo a la religiosa).

Dentro de la filosofía de la vida, cabe distinguir dos grupos principales: uno de ellos (Bergson) concebía la vida en un sentido biológico y hacía extensivas las propiedades biológicas a toda la realidad; el otro grupo (Nietzsche, Dilthey, Simmel) concebía la vida como voluntad, como vivencia interna, como juego irracional de las fuerzas espirituales. Las ideas centrales de la filosofía de la vida han servido de fuente ideológica al existencialismo.

Filosofía semántica

Corriente de moda en la filosofía burguesa, variedad del idealismo subjetivo, forma característica de la ideología decadente de la época imperialista. La filosofía semántica ejerce una influencia notable sobre la jurisprudencia, la ética y la crítica literaria burguesas. Se halla estrechamente vinculada al positivismo lógico del que es una expresión extrema. Restaura el nominalismo escolástico de la Edad Media, del que se distingue por su íntima ligazón con el idealismo subjetivo.

La semántica es una rama de la filosofía que estudia el sentido de las palabras. Numerosos idealistas contemporáneos declaran que la semántica es la “ciencia de las ciencias”. Su punto de partida es la tesis según la cual, las nociones generales no serían más que signos convencionales, combinaciones de sonidos que no significan ni reflejan nada real. Desde este punto de vista falso, las teorías científicas no son más que andamiajes verbales vacíos de sentido que sólo logran obscurecer la “experiencia”.

Según los idealistas semánticos, la filosofía tiene por función no el análisis de las cosas reales y de sus relaciones, sino el análisis de las palabras y de sus combinaciones; no el estudio de la realidad objetiva, sino el de la estructura del lenguaje, el de la palabra. Los idealistas semánticos niegan las leyes objetivas, el vínculo causal necesario de los fenómenos, y estiman que son los propios filósofos los que “organizan” y “ordenan” el mundo por medio del lenguaje. Según ellos, la fuente de todos los errores filosóficos, así como de todos los desacuerdos políticos, reside en la imperfección del lenguaje. Y el único método acertado para resolver todos los problemas filosóficos y sociales, para suprimir todos los errores y confusiones, sería el perfeccionamiento del lenguaje, la creación de un “metalenguaje” científico y preciso. Los semánticos llegan hasta decir que todas las contradicciones de clase y todas las calamidades sociales se deben a la imperfección del lenguaje y a la ausencia de una cultura semántica.

La filosofía semántica pone todo patas arriba; según ella, no son las contradicciones sociales reales la causa de los conflictos ideológicos y de la “incomprensión” mutua, sino que por el contrario, todo se reduce a defectos del lenguaje como medio de comunicación entre los hombres; no es la liberación real de las masas laboriosas, oprimidas por el capitalismo, lo que tendrá que suprimir las contradicciones sociales, sino la “depuración” del lenguaje, la eliminación de los términos inexactos. Todo esto, no sólo representa el idealismo, sino una lamentable tentativa de los ideólogos reaccionarios de oponer a la lucha de clases, a la lucha de los pueblos por la paz y la libertad, una escolástica semántica y la reforma del lenguaje, presentados como un medio mágico que permitiría vencer todas las dificultades de la ciencia y todos los males del mundo. La doctrina marxista-leninista sobre el verdadero papel y lugar del lenguaje en la vida social, es, para las filósofos marxistas, un arma en la lucha contra esta doctrina reaccionaria.

Filosofía especulativa

Sistema de principios filosóficos estructurado sin recurrir a la experiencia. El filósofo especulativo, partiendo de la «fuerza pura de la inteligencia», establece determinados principios con los cuales intenta abarcar toda la realidad objetiva. No obstante, ni un solo sistema especulativo ha resistido la prueba del tiempo, ya que la realidad, en última instancia, ha resultado ser inconmensurablemente más rica que cualquier variedad de la filosofía especulativa. Si ésta contiene algunas conclusiones acertadas, se debe tan sólo a que presenta como definiciones especulativas suyas, propiedades de la realidad misma. El primer filósofo especulativo consecuente fue Descartes. En la actualidad, emplean en gran escala el método especulativo los escolásticos (Neotomismo).

En el amplio sentido de la palabra, por pensamiento especulativo se entiende el pensamiento teórico.

Filosofía práctica

Parte ética de los sistemas clásicos de filosofía, teoría sobre los principios y leyes de la acción (por ejemplo, la «Ética» de Spinoza, la «Crítica de la razón práctica» de Kant, etc.).

Amplia corriente, orientada contra el materialismo y la ciencia, en la filosofía burguesa contemporánea. Pueden incluirse en la filosofía práctica el nietzscheanismo, el pragmatismo, la filosofía de la vida, el existencialismo y otras escuelas que les son afines y que conciben el conocer como «instrumento» para alcanzar resultados prácticos. La renuncia al pensar teórico y a la verdad objetiva, el culto al subconsciente, van ligados en la filosofía práctica a la disolución del pensamiento en la función biológica de la adaptación: la veracidad de una idea no se determina por lo que en ella se refleje de la realidad objetiva, sino por su validez práctica, por su utilidad: todas las ideas (entre ellas las religiosas) son «verdaderas» si conducen al éxito. De este modo, el relativismo y el agnosticismo de la filosofía práctica se encubren con una referencia al hacer práctico entendido en un sentido extremadamente subjetivista.

Verdadera filosofía & Filosofía verdadera

Distinción que tiene que ver con la que se establece, en álgebra, entre verdaderas fórmulas (las que cumplen las reglas sintácticas de construcción), y falsas fórmulas. Una verdadera fórmula puede ser una fórmula falsa: «3+5=9» es una verdadera fórmula, pero es falsa aritméticamente; «3+raíz cuadrada=9» es una falsa fórmula, una pseudofórmula o un sinsentido. Una filosofía que carezca de una doctrina firme, poniendo por caso, sobre la Libertad, sobre las Religiones, sobre la Cultura, sobre la Ciencia, sobre el Estado, sobre el Hombre, sobre la Pena de Muerte, sobre Dios, etc, no puede ser llamada verdadera filosofía.

El momento mismo de constitución de la verdadera filosofía, es el momento preciso de cristalización de la «filosofía académica», es el momento de la sistematización del método filosófico. Platón lo formuló en su célebre pasaje de La República (VII,532a), como la estructura de un proceso que, partiendo necesariamente de los fenómenos (y bajo el concepto de fenómenos se incluyen no solamente a las imágenes y percepciones, sino también a las creencias, contenido de la pistis), va regresando hacia las esencias (regressus) para después volver de nuevo a los fenómenos (progressus) en un movimiento circular.

La vuelta a los fenómenos equivale a una racionalización de los mismos, pero no a su agotamiento: nuevos contenidos descubiertos en ellos mediante el progressus impulsarán un movimiento, también nuevo, de regressus. La estructura del método filosófico, así entendido, es, por lo demás, paralela a la estructura del método científico (el de los astrónomos, el de los matemáticos) y este paralelismo explica, por sí sólo, la tendencia inveterada a hacer de la filosofía una ciencia entre las otras (aun atribuyéndole un rango distinto, superior o inferior, o ambas cosas a la vez, según las perspectivas). La distinción entre el método científico (el matemático, el físico) y el filosófico es así una de las cuestiones abiertas por el platonismo.

Una ciencia categorial no aparezca entendida como conjunto de proposiciones meramente hipotéticas, ni como pura descripción fenoménica, sino como una actividad esencial que establece conexiones necesarias, verdades (identidades sintéticas), mediante el proceso de un cierre categorial. Y la filosofía se dará como una actividad orientada a desentrañar las Ideas que se abren camino a través del desarrollo de las mismas categorías, una actividad que, en cierto modo, presupone a las ciencias («nadie entre en la Academia sin saber Geometría»), en lugar de antecederlas (la filosofía no es «la madre de las ciencias»). Pero regresando a su vez, a partir de las categorías, a ciertas Ideas presentes en ellas y trabadas entre sí en una symploké que no es precisamente formulable siempre en la figura de un cierre. No obstante, esto no excluye que en las llamadas «disciplinas filosóficas» (Antropología, Filosofía natural, Filosofía moral, etc.), puedan advertirse configuraciones o «círculos de Ideas» análogos (regressus/progressus) a los círculos cerrados constitutivos de las «disciplinas científicas». Pero la unidad sistemática de aquéllas disciplinas no puede ser asimilada a la unidad de éstas, entre otros motivos porque los nexos entre las Ideas son mucho más heterogéneos que los nexos que median entre los contenidos centrales de una categoría científica (Geometría, Termodinámica).

Filosofía inmersa y adjetiva

Modo de entender la inmersión o implantación de la filosofía en un sentido radical: no sólo como un saber de segundo grado, sino, a la vez, como un saber adjetivo, enteramente inmerso en los saberes mundanos del presente y determinado por ellos. Este modo, se combina bien con las tendencias a considerar a la filosofía como parte de la cultura del presente, puesto que una filosofía que se identifica con la misma supuesta cultura del presente será a la vez entendida, con toda probabilidad, como una filosofía adjetiva, como un epifenómeno o un pleonasmo de esa cultura de referencia. Las dos versiones más interesantes de este modo inmerso y adjetivo de ver a la filosofía son: la Filosofía espontánea de los científicos y la Concepción genitiva de la filosofía.

Filosofía genitiva

Versión mundana de la concepción inmersa y adjetiva de la filosofía. Tiende a entender a la filosofía como una «secreción espontánea» de las diferentes actividades propias de la vida práctica «mundana» del presente. Su denominación genitiva viene dada por la utilización del genitivo subjetivo.

La filosofía se manifiesta como una formulación de la conciencia o reflexión crítica, teniendo que tomar una decisión práctica (frente a otras alternativas), o adoptar una estrategia,advirtiendo que su decisión no puede simplemente justificarse o fundarse en motivos «técnicos» o categoriales, requiriendo la consideración de muy diversos motivos categoriales («interdisciplinares») y de presupuestos políticos y morales, con los cuales además es preciso entrar en compromiso desde el momento en que la decisión a adoptar es vivida como una decisión necesaria. Es una filosofía mundana y, por ello, no hay que confundirla con la «filosofía centrada»`.

Filosofía espontánea de los científicos

Versión inmersa y adjetiva de la filosofía. Según esta concepción la filosofía carecerá de sustancia propia; su cometido es recoger los resultados arrojados por las ciencias categoriales, esclarecerlos, confrontarlos, a veces incluso coordinar sus principios o resultados. Ejemplos: el positivismo de Comte y el neopositivismo de Schlick.

La «visión científica del mundo» propuesta por un científico en cuanto tal, es decir, desde la perspectiva de sus categorías científicas es siempre un sucedáneo de la filosofía. Pues al científico (en cuanto matemático, en cuanto físico...), no le corresponde formular «visiones del mundo», sino «visiones de su campo». Y cuando pretende aplicar los conceptos categoriales, por rigurosos que sean en el ámbito de su esfera, a otros contextos, los distorsionará y tergiversará las ideas correspondientes. Las «visiones científicas» del mundo suelen no ser otra cosa sino reexposiciones de concepciones arcaicas disimuladas con una vestidura científica o técnica y apoyadas en el prestigio de los científicos.

Otras concepciones

Sistemas filosóficos de Fichte, Schelling y, ante todo, de Hegel, inferidos de un principio, mediante el método deductivo dialéctico. Según Hegel, el examen especulativo es sinónimo de análisis dialéctico. Los resultados obtenidos por esta corriente de la filosofía especulativa se explican por el hecho de que la investigación de la dialéctica de las ideas permitía conjeturar algunos aspectos de la realidad misma. No obstante, la tendencia a explicar mediante las especulaciones, costara lo que costara, la realidad entera, condujo a los representantes de dicha filosofía especulativa a la subordinación servil al objeto, de modo que se veían obligados a construir como absolutamente necesarias y universales las determinaciones más casuales e individuales del objeto.

Fuentes