Cynthia Ozick

Cynthia Ozick
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Nacimiento17 de abril de 1928
Nueva York, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Nacionalidadestadounidense
Ocupaciónescritora
CónyugeBernard Hallote
HijosRachel Hallote
PadresWilliam Ozick, Celia Regelson
PremiosPremio Rea, Premio Nabokov, Más

Cynthia Ozick Escritora estadounidense.

Síntesis biografica

Nació el 17 de abril de 1928 en el seno de una familia judía procedente de Lituania. Nació en el Upper East Side de Manhattan, el año antes del crack, del duro despertar de los felices años 20, pero creció en el Bronx, en Pelham Bay, un barrio de casas pequeñas donde, de camino a la escuela, respiraba la fragancia de los lilos al pasar por los pequeños patios delanteros.

La biblioteca pública llegaba todos los viernes por la tarde en forma de camión verde que estacionaba cerca de una casa que tenía un cerdo en su patio. Y había un parque lleno de monumentos decadentes. Y de ranas. Su familia acababa de emigrar a Estados Unidos pero, matiza, no desde Lituania, como señalan las biografías que pueden leerse en la red, sino desde “la Rusia Blanca”, huyendo de los pogromos que diezmaban a los judíos y del hambre comunista.

Sentimientos heredados

Sus padres se mudaron al Bronx y abrieron una ferretería en el barrio de Pelham Bay (Growing up in the Bronx es el título de su biografía donde relata, entre otras cosas, cómo los niños le lanzaban piedras cuando pasaba frente a una iglesia y la llamaban “asesina de Cristo”). Ozick aprendió el yiddish de su abuela, una mujer de armas tomar que removió cielo y tierra hasta conseguir que el rabino aceptara el ingreso de la pequeña Cynthia en el Heder (en esos tiempos sólo se admitía a varones).

Ozick heredó sin lugar a dudas de su abuela la determinación y las agallas. Es dura, es precisa, la tiene clara: “Yo quería ser parte esencial de mi propia época, quería abrirme un resquicio, quería aunque fuese una astilla de la mesa literaria, quería ser aquello para lo que había nacido: es decir, no quería una carrera sino la posibilidad de ser uno de esos inconfundibles animales que llamamos escritores”.

Matrimonio y carrera tardía

En comparación con sus contemporáneos John Updike o Philip Roth, Cynthia Ozick empezó a publicar tarde, a los 42 años, a pesar de que llevaba más de veinte entregada a la escritura a tiempo completo. “Me casé joven y desde entonces mi marido, Bernard Hallote, me ha apoyado en mi carrera.

Algunos de mis colegas se ganaron una beca Guggenheim. Yo tengo mi Hallote”, bromea la autora. No puede decirse que haya perdido el tiempo. Desde 1966 (fecha en que salió su primera novela, Trust) Ozick ha publicado casi sin tregua narrativa, poesía, teatro y ensayo, y se ha ganado la profunda admiración de algunos de sus colegas de profesión como David Foster Wallace y Alice Munro.

Esta novela la publicó al principio en forma de cinco historias cortas e independientes que fueron saliendo en distintas revistas literarias. Sin embargo la autora siempre la concebió como una sola historia, sólo que el trabajo para que llegara a ser una novela fue muy gradual. La empezó en 1962, a los 34 años de edad, y no salió hasta 1997.

Confesiones de la autora

¿Qué cree de Henry James?

Hice mi tesis sobre Henry James. Mi primera novela, Trust, fue una suerte de homenaje a Los embajadores. Henry James ha sido mi maestro. De él he aprendido la artesanía del lenguaje y la profundidad psicológica de los personajes.

También el sentido del humor. Como escritor posee algo que yo admiro muchísimo: la forma en la que penetra en lo diabólico, en la esencia del mal, pero de un modo muy sutil. Sus historias de fantasmas, y en particular Otra vuelta de tuerca, están impregnadas de esta mirada. Uno podría atreverse a decir que James, a diferencia de nuestra cultura contemporánea, cree en la realidad del mal.

Identificada con uno de sus personajes

Lo cierto es que me identifico mucho con Ruth Puttermesser a pesar de que, a priori, tenemos poco en común: mi personaje es una solterona, es una abogada fracasada y además tiene el poder de crear un golem, características que poco tienen que ver conmigo. Sin embargo ve el mundo a través de una lente literaria, es una criatura profundamente libresca y en esto sí nos parecemos.

Sobre el Holocausto

En 1980 Cynthia Ozick publicó en el New Yorker El chal, probablemente su obra más importante y una de las piezas cumbres en la narrativa breve norteamericana. Ozick aborda por primera vez el horror de los campos de concentración a través de la historia de Rosa Lublin, una polaca judía que es llevada al campo de exterminio junto a su hija Magda y su sobrina.

El chal es la prenda con la que Rosa tenía envuelto al bebé antes de que los guardias arrojaran a la pequeña contra las alambradas eléctricas, una práctica frecuente en esos lugares del espanto. El libro se hizo tan famoso que en 1992 se representó una dramatización del texto en off Broadway y cuatro años después, en el Playhouse 91, The American Jewish Repertory Theatre.

Importancia de la herencia y la historia judía

Tenía 17 años cuando descubrí varios volúmenes de la Historia de los judíos de Heinrich Graetz en la biblioteca de una casa donde estaba hospedada. Me quedé tan fascinada que en cuanto pude me los compré y me metí de cabeza a leerlos. Hace poco me enteré de que Kafka también estuvo fascinado por la Historia... de Gratez, por cierto. Para mí la historia judía es tan vital como respirar. En cuanto a mi escritura, sucede lo mismo, aunque trato de no escribir de manera demasiado explícita y didáctica. Puede decirse que como escritora estoy ciento por ciento comprometida con la historia judía.

Resumen

Cynthia Ozick es una de las mayores escritoras estadounidenses vivas y también una de las más desconocidas para el lector español, un trabajo de estilo casi obsesivo que vibra en novelas como El chal o en los Cuentos reunidos que acaba de editar Lumen en nuestro país.

Para esta autora la cultura es ante todo religiosa, y en su obra arremetió contra los narradores que intentan secularizarla. Asimismo, se manifestó en contra de las escritoras identificadas con el feminismo. Estas tesis, que en su momento generaron bastante conflicto, están recogidas en su libro de ensayo y análisis literario Arte y ardor (1983).

Entre sus obras de ficción destacan El rabino pagano (1971) y Levitación (1982), en los que una prosa conceptual y profunda ocupa el primer plano, por encima del desarrollo de la acción o la caracterización de personajes. Posteriormente publicó La galaxia caníbal (1986) y El Mesías de Estocolmo (1987).

También escribió los libros: Los últimos testigos, Los difamadores judíos de Israel: La dimensión Mediática

Fuentes