Eduardo Cano de la Peña

Eduardo Cano de la Peña
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Testamento de Cervantes, obra de Eduardo Cano de la Peña.
NombreEduardo Cano de la Peña
Nacimiento1823
Madrid, Bandera de España España
Fallecimiento1897
Sevilla, Bandera de España España
NacionalidadEspañola.
CiudadaníaEspañola.
OcupaciónPintor e ilustrador
Obras destacadasCristóbal Colón en el Convento de la Rábida, Entierro del condestable Don Álvaro de Luna.

Eduardo Cano de la Peña. Pintor e ilustrador español del Siglo XIX que se destacó con obras como Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida, La entrada de los Reyes Católicos en la Alhama y Regreso de la guerra de África.

Síntesis biográfica

Nació en Madrid en el año 1823.

Estudios

Desde muy temprana edad empezó estudiando arquitectura siguiendo los pasos de su padre, el arquitecto Melchor Cano. Residió desde muy joven en la ciudad hispalense, cuando su padre fue nombrado arquitecto mayor de la ciudad.

Muy pequeño, se trasladó a Sevilla, donde comenzó sus estudios artísticos en la Real Escuela de las Tres Nobles Artes, perfeccionándose posteriormente en la Escuela Especial de Pintura , Escultura y Grabado de Madrid, entre 1850 y 1853, bajo la dirección de José y Federico Madrazo y Carlos Luis de Ribera y Fieve.

Trayectoria artística

Más tarde viajó a París, donde realizó dos de sus más famosas obras, "Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida", lienzo de puro estilo romántico con el que obtuvo la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1856 y que se encuentra en el Palacio del Senado (Madrid) y "Entierro del condestable Don Álvaro de Luna", también primera medalla en la Exposición Nacional de 1857, actualmente expuesto en el Museo del Prado de Madrid.

Otras obras destacadas son: "La entrada de los Reyes Católicos en la Alhama" y "Regreso de la guerra de África." Al margen de estas escenas, donde realiza magníficos estudios de composición, Cano también destacó como retratista.

De su formación romántica evoluciona hacia un claro realismo, como se puede apreciar a partir de 1865. En esta nueva etapa, el pintor abandona lo superfluo para adentrarse en la expresividad de sus personajes. Dentro de este género cabe citar: "Retrato en el estudio del pintor", "Retrato de una joven", "Retrato de la niña María de los Ángeles San Juan y Garvey" o el de la escritora "Fernán Caballero".

La producción se completa con escenas de corte religioso como "Jesús confortado por el ángel en el Huerto". De vuelta a Sevilla, es nombrado segundo conservador del Museo de Bellas Artes de esta ciudad, así como Catedrático de colorido y composición en la escuela de Bellas Artes de Sevilla. Aquí desarrolló una importante labor pedagógica y formó a la mayor parte de los más importantes pintores locales.

Se especializó en las grandes composiciones de carácter histórico, llegando a copar el mercado local gracias a su habilidad compositiva y su destreza en el dibujo. Sus dotes para los temas de carácter narrativo le llevaron a probar con frecuencia y con bastante fortuna las escenas de género, que trató con un estilo cercano al de Fortuny. Tambien fue autor de numerosas obras de temática literaria, inspiradas en grandes novelas del Siglo de Oro, como El Quijote, y que plasmó en grandes y pequeños lienzos y en numerosas estampas que sirvieron de ilustración de libros. Fue también un prolífico retratista de los miembros de la alta sociedad sevillana, a los que retrató en un estilo de gran corrección que al principio debe mucho a la estética romántica, y que con el tiempo fue derivando hacia caracteres más realistas.

Muerte

Falleció en 1897, en Sevilla, España.

Obras destacadas

Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida
  • Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida: Cano de la Peña presentó este lienzo a la Exposición Nacional de 1856, consiguiendo la primera medalla.

El cuadro ilustra el momento en que el navegante genovés explica las teorías de su viaje a fray Juan Pérez de Marchena, que le interpela sobre el proyecto mientras que sujeta por el hombro a su hijo Diego. La escena tiene lugar en una pequeña estancia del convento de La Rábida. Colón señala con una de sus manos al mar abierto que se contempla tras el ventanal, mientras que con la otra señala hacia la brújula y los planos esparcidos sobre una mesa, cubierta con un viejo y raído tapiz. Unos marineros pensativos y otros que escuchan atentamente al navegante completan la escena. La estancia en la que se desarrolla la composición es muy pequeña, apreciándose al fondo un cuadro en el que se representa a la Virgen con el Niño, mientras que la zona izquierda está ocupada por una calavera.

La claridad que penetra en la estancia permite destacar a los personajes sobre la penumbra, rota por la luz del crepúsculo que podemos apreciar tras la ventana. Cano emplea una compacta composición, repleta de figuras, situando a Colón en el centro de la escena, destacado sobre el resto de los personajes y atrayendo la atención del espectador gracias a su gesto. A ambos lados sitúa a los personajes que escuchan la disertación, destacando el pintor los detalles de los objetos y los tejidos, especialmente en los hábitos donde demuestra su dominio del claroscuro. Gracias a su detallado y preciso dibujo describe todos los detalles accesorios. La composición se cierra a través de un muro, trayendo a los personajes a primer plano pero consiguiendo aplicar la profundidad gracias al paisaje contemplado a través de la ventana y los ladrillos del suelo. Cano concibe la obra dentro del más puro estilo romántico de influencia francesa, tomando como referencias a Delaroche y los clasicistas.

  • Entierro del condestable Don Álvaro de Luna: Dos años después del éxito conseguido con Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida, Cano de la Peña vuelve a enviar a la Exposición Nacional una tela de historia, reeditando el éxito anterior y consiguiendo una nueva primera medalla. El tema elegido en esta ocasión es el ajusticiamiento, el 2 de junio de 1453, del condestable don Álvaro de Luna, muerte ordenada por su amigo y antiguo valedor, el rey Juan II de Castilla.

El entierro del cadáver tuvo lugar en el cementerio de los ajusticiados gracias a las limosnas aportadas por el pueblo de Valladolid. La escena representa el momento de la colecta mostrando en primer plano el muerto, con la cabeza separada del cuerpo, sobre unas parihuelas, velado por su joven pajecillo Morales. Rodean al difunto varios frailes franciscanos que rezan por su alma y reciben las limosnas. Por la puerta penetra una muchedumbre para contemplar el macabro espectáculo, mientras que la zona izquierda de la escena está ocupada por un enterrador abriendo la fosa. Las figuras están pintadas casi a tamaño natural y ocupan toda la superficie del lienzo, realizando cada una un gesto que traduce su sentimiento interior, acentuando el aspecto teatral de la escena.

El espacio es muy cercano al espectador, siendo la puerta abierta la única vía de escape hacia un fondo de cielo abierto de reducida visión. La composición está estructurada en dos grupos: en la izquierda encontramos el público, con gentes de toda condición, mientras que en la derecha se sitúa el difunto, acompañado de los frailes y el fiel pajecillo. El firme dibujo es una de las características de la composición, colocando a las figuras en distintas posturas, destacando los detalles. También es magnífico el estudio de la luz, a pesar de la arbitrariedad a la que recurre el maestro, destacando las figura principales y matizando con suaves toques de luz a los que permanecen en penumbra. Encontramos numerosas influencias clasicistas en el cuadro, especialmente de Guido Reni, Rafael o Verrochio, apreciándose también ecos de Velázquez o Murillo.

  • Los Reyes Católicos recibiendo a los cautivos cristianos. Los éxitos de años anteriores fueron reeditados por Cano de la Peña con la presentación de este lienzo a la Exposición Nacional de 1866, consiguiendo una primera medalla. El cuadro representa la recepción ofrecida por los Reyes Católicos a los numerosos cautivos cristianos liberados tras la conquista de la ciudad de Málaga a las tropas musulmanas, en septiembre de 1487. Isabel y Fernando aparecen a las puertas de su tienda de campaña, de pie, sobre unas gradas recubiertas por una alfombra, recibiendo las muestras de afecto y gratitud de los desfallecidos y famélicos cautivos recién liberados, auxiliados por los soldados.

La figura de la reina acapara el protagonismo de la escena al estar su figura más alta y resbalar sobre ella un foco de luz más potente. Cano emplea una iconografía muy similar a la de la Virgen de la Misericordia, acogiendo bajo su manto a los prisioneros que se acercan a ella para besar sus reales manos, elevando la reina la mirada a Dios en actitud de dar gracias. Un anciano besa la mano de Fernando mientras que los demás prisioneros apenas pueden mantenerse en pie debido a las escasas fuerzas que les restan. Un soldado sostiene a una mujer en primer término y tras ellos se abraza una pareja.

Cano demuestra que domina el manejo de la iluminación totalmente artificial, con buen número de contraluces que sitúan a cada una de las figuras en el espacio, destacando a los personajes principales. El dibujo sigue siendo sobresaliente, utilizando un colorido brillante en los que abundan las tonalidades pardas y brillantes, con toques de gran exquisitez y virtuosismo, tanto en los ropajes de los reyes como en los harapos de los furtivos. Respecto a las influencias, Cano muestra su admiración por los maestros del pasado como Murillo, Valdés Leal, Guido Reni o Rafael.

  • La entrada de los Reyes Católicos en la Alhama.
  • Regreso de la guerra de África.
  • Retrato en el estudio del pintor.
  • Retrato de una joven.
  • Retrato de la niña María de los Ángeles San Juan y Garvey.
  • Retrato de Fernán Caballero.
  • Jesús confortado por el ángel en el Huerto.

Premios

  • Cristóbal Colón en el Convento de la Rábida, lienzo de puro estilo romántico con el que obtuvo la primera medalla en la Exposición Nacional de 1856.
  • Entierro del condestable Don [[Álvaro de Luna]], primera medalla en la Exposición Nacional de 1857.

Fuentes