Encicloferia (Las manos vacías)
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Encicloferia (Las manos vacías) (Libro). Es una novela de escritura policial, de espionaje, no oculta su naturaleza de obra inconclusa. Su autor, murió antes de poder terminarla; y, no obstante, su publicación por Letras Cubanas, casi 30 años después de su escritura, clasifica entre los sucesos trascendentes de esta edición de la Feria del Libro en La Habana.
Sinopsis
Puede ser desconcertante o muy sugerente llegar al final de un libro y encontrar que la historia no solo está incompleta, sino que nunca sabremos cómo terminará. Puede ser lo uno y lo otro, en dependencia de las expectativas con que se llegue a esa lectura.
Del Autor
Su autor, Luis Rogelio Nogueras (La Habana, 1944-1985). Las razones por las que la edición del manuscrito, tecleado en una máquina Olivetti a inicios de los 80, despierta tanto entusiasmo, tiene que ver, en primer lugar, con el lugar del Wichy en las letras cubanas. El poeta que escribió libros como Cabeza de zanahoria e Imitación de la vida (Premio Casa de las Américas), y el narrador que atravesó el género de espionaje con Y si muero mañana, sigue conquistando lectores apasionados por sus letras y por un espíritu ante la vida que se niega a fenecer. Otros motivos para disfrutar el resultado tras la ardua edición de Rinaldo Acosta y Neyda Izquierdo, los aportó Francisco López Sacha en la presentación del volumen en la sala José Antonio Portuondo de La Cabaña. Allí dijo que sabía de la novela escrita por su amigo, pero no que sería un Ulises criollo. Es una novela de escritura policial, de espionaje, comentó Sacha, con un gran sistema referencial que subvierte el idioma español, y que desarrolla y no solo acompaña el desarrollo argumental. Se trata de una «escritura prolija, llena de matices y de elementos poéticos». Añadió, además, que con esta «novela abierta a toda la cultura humana que puede acumular el narrador», Nogueras se superó a sí mismo; y destacó la bellísima historia de espionaje, «se lee como se bebe un chocolate espeso y bien caliente, suave, sorbo a sorbo. «Es muy visible el punto final que Wichy no pudo poner, pero la obra la concluirá el lector», añadió. Como en casi toda su obra, el autor propone aquí un juego, del que salen vencedoras la cultura y la belleza. Aunque sin proponérselo, la obligada infinitud de Encicloferia pudiera ser el mayor de ellos.
