Isla Fatu Hiva

Isla Fatu-Hiva
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Localización geográfica / administrativa
ArchipiélagoOccidental.Grupo Polinesia
País(es)Francia Bandera de Francia
Datos geográficos
Superficie85 km²
Punto más alto960 metros de altitud
Distancia a tierraEstá situada a 75 km al sur de Hiva Oa.
Demografía
CapitalTaiohae
Población612 (2017)
Densidad7,29 hab/km² hab./km²
GentilicioFrancopolinesio
IdiomasMarquesano

La Isla Fatu-Hiva filtrada a través de las nubes y colgada sobre los picos afilados de las montañas, dibujando unos juegos de luces y un ambiente surrealista. Una isla verde surge del Océano Pacífico, tierras de historia y de leyendas tan fascinantes como inolvidables.

Historia

Fatu Hiva fue descubierta por el español Álvaro de Mendaña y Neira la vigilia del día de Santa María Magdalena de 1595, y la llamó Isla Magdalena. El investigador noruego Thor Heyerdahl se instaló en 1936, y comenzó a desarrollar aquí sus teorías sobre las navegaciones prehistóricas. Describe su experiencia en el libro Fatu-Hiva: Back to Nature. El monarca de Fatu Hiva (Pomarea whitneyi) es una especie de ave paseriforme de la familia Monarchidae endémica de la isla Fatu Hiva, en las islas Marquesas.

Geografía

Investigadores creen que la mítica Hiva correspondería a las islas Marquesas- archipiélago formado por Hiva’Oa, Fatu Hiva y Nuku Hiva, entre otras. Fatu-Hiva es la primera isla de la Polinesia que te encuentras después de atravesar el Pacífico. Como todo archipiélago de las Marquesas, es una isla volcánica joven, o sea, sin barrera coralina. Sus pendientes acantilados caen abruptamente hacia el mar que coge gran profundidad.

La isla está constituida por dos antiguos volcanes que forman una cadena montañosa que culmina en el Monte Tauauoho con 960 metros de altitud. Al oeste se abren dos Bahías: Hanavave y Omoa. La bahía de Hanavave era conocida por los navegantes como bahía de las Vergas, ya que se encuentran unas formaciones rocosas con forma fálica.

Los misioneros católicos, interpretando que se trata de los velos de las vírgenes, cambiaron el nombre a Bahía de las Vírgenes, añadiendo una "i" en francés: V(i)erges. La costa este se caracteriza por estrechos valles escarpados e inaccesibles. La superficie total es de 84 km². Abundan los árboles frutales: mangos, bananos, pomelos, limoneros, naranjos y papayas. Los mangos están a la libre disposición de todos los habitantes.

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Demografía

La población total era de 584 habitantes en el censo del 2002. Las villas principales son Omoa, la capital, y Hanavave, situadas en las bahías del mismo nombre. La población vive principalmente de la agricultura, el artesanado y el turismo. La orografía de la isla no permite la construcción de una pista de aterrizaje y sólo es accesible por barco.

Oceanía Inmensa

Pocos lugares del planeta provocan tanta pasión al nombrarlos como Polinesia. La sensación de soñar con el paraíso terrenal se hace más evidente que nunca. Paisajes azul turquesa y blanco coral que exaltan sensaciones de belleza y tranquilidad. Pero el Edén es un mundo en sí mismo, este olimpo de los mares del sur muestra su lado más salvaje en la parte norte de su territorio. A 1.500 kilómetros de Papeete, la capital polinesia, se encuentran las indómitas Islas Marquesas, donde el verde esmeralda envuelve la hermosura brutal de este archipiélago.

Desprovisto de arrecifes, sus costas forman una sucesión de abruptos acantilados donde el oleaje se estrella con estruendo. La naturaleza aquí muestra todo su potencial a través de empinadas montañas y valles profundos que se precipitan sobre el mar. Artistas y escritores reconocidos han tenido buena parte de culpa. Melville y Stevenson dejaron impreso su amor por Las Marquesas con sus plumas,Gauguin las pintó con colores imposibles y Jacques Brel le susurró al oído.

Pero quien realmente las descubrió fue el explorador español Álvaro de Mendaña en 1595. Las bautizó con este nombre en honor de la Marquesa de Mendoza, esposa del virrey de Perú. Éste financió a Mendaña la expedición para llegar a las islas Salomón con la creencia de encontrar las minas de oro del rey homónimo en el corazón del océano Pacífico. Aunque el navegante español tan sólo desembarcó en la isla de Fatu Hiva, rebautizó a todas las del archipiélago como Las Marquesas. Un nombre insólito que nada tiene que ver con la realidad, ya que el semblante de las islas es fuerte, abrupto, masculino.

El archipiélago de Las Marquesas lo forman catorce islas, de las que sólo seis están habitadas, y, a su vez se dividen en dos grupos: el del norte —Nuku Hiva, Ua Pou y Ua Huka— y el del sur —Hiva Oa, Tahuata y Fatu Hiva—. Cada isla es celosa de sus privilegios, pero también la unión de todas ellas quiere marcar la diferencia y superioridad sobre Tahití.

sin marco

Capitán Cook

Una antigua leyenda sostiene que los dioses Oatea y Atanua hicieron brotar las islas del océano para formar la Gran Casa. Excavaciones recientes confirman que las islas están habitadas desde hace dos mil años, siendo sus primeros pobladores indígenas de Tonga y Samoa. En 1774, el Capitán Cook las redescubrió y, a finales del siglo XIX, el conjunto de La Polinesia fue anexionado a Francia.

En la actualidad viven en Las Marquesas alrededor de diez mil personas, la mayoría nativos, aunque la comunidad extranjera va aumentando con un goteo constante.

Cultura

Descendientes de guerreros y bravos navegantes, los marquesanos son grandes artesanos. Tienen una habilidad casi innata para tallar la madera y pulir la piedra. Pero el soporte de identidad cultural de Las Marquesas es el tatuaje, el adorno corporal preferido de hombres y mujeres desde hace mil quinientos años.La destreza del tatoo polinesio hace que los cuerpos se conviertan en poemas. Es el lenguaje de la piel, un arte que casi había caído en el olvido y que hoy vuelve a ser vivo testimonio de una cultura fascinante.

Según la tradición, la finalidad del dibujo era la atracción sexual, la exaltación de la vida y la aspiración a convertirse en dios. Las Marquesas son unas islas tan aisladas que están fuera de los circuitos turísticos convencionales. El buque Aranui, mitad carguero, mitad crucero, ofrece la posibilidad de descubrir el lado salvaje del paraíso polinesio. Desde 1959 es el único medio de contacto marítimo de las islas con la civilización; se encarga de transportar todo lo que puede necesitarse en el fin del mundo: vehículos 4X4, herramientas, inodoros, colchones, juguetes, provisiones y, por supuesto, turistas.En todos los puertos en los que atraca el barco, la población se congrega en el muelle para dar la bienvenida. Para los marquesanos, la llegada del Aranui supone todo un acontecimiento.Aranui quiere decir en mahorí «camino largo», y una vez al mes realiza el recorrido desde Tahití hasta Las Marquesas, regresando al cabo de 16 días de viaje. La primera parada ya deja perplejos a los pasajeros.

El pequeño atolón de Takapoto, en las islas Tuamotu, es el reino de las perlas negras. Mientras el Aranui realiza las tareas de carga y descarga, los viajeros aprovechan para zambullirse en aguas cristalinas. Tras 48 horas de viaje por los mares del sur, los extranjeros de a bordo se frotan los ojos. La primera visión de Las Marquesas son las colosales montañas de Ua Pou. «Agujas volcánicas similares a los pináculos de pomposas iglesias», así las describió Robert Louis Stevenson.

El Aranui llega a la isla de Hiva Oa y atraca en la Bahía de la Flechas. El nombre viene asociado a las continuas guerrillas entre balleneros y nativos con la intención de reclutar hombres para la tripulación. Atuona, capital de la isla, cuenta con un cementerio muy visitado, ya que este lugar está inevitablemente unido al destino de dos personajes europeos: Paul Gauguin y Jacques Brel. El pintor se refugió del mundanal ruido en esta isla para pintar sus mejores obras. Años más tarde, el cantautor belga siguió los pasos de Gauguin e hizo célebre a estas islas dando título a una de sus canciones.

Fatu- Hiva es la isla de los artesanos de tapa, vestimenta tradicional que se elabora a partir de la corteza de árbol. A buen seguro que los pasajeros del Aranui son los únicos visitantes de Fatu Hiva. Los más intrépidos realizan una caminata desde la Bahía de Omoa hasta la de Hanavave, 17 kilómetros con mil metros de desnivel, que recompensa con uno de los parajes más espectaculares de Las Marquesas, la Bahía de Las Vírgenes. Anclado en esta ensenada, el Aranui invita a contemplar el atardecer en su estado más puro. Mientras el sol se esconde, la cubierta del barco se transforma en un improvisado escenario donde tripulantes y viajeros cantan canciones acompañados con el sonido del ukulele.

En el nordeste de Hiva Oa, la aldea de Puamau aguarda uno de los tesoros arqueológicos más importantes de toda Polinesia. Oculto en la selva se halla el Marae de Oipoma, célebre por sus tikis gigantes (representaciones divinas en piedra). En estos lugares sagrados era donde se practicaban toda clase de sacrificios, incluido el canibalismo. Los rituales de antropofagia eran algo habitual en la cultura polinesia, y no se erradicaron hasta 1890, cuando se propagó el cristianismo en las islas. Siguiendo el periplo del Aranui por Las Marquesas llegamos a Fatu Hiva, La más salvaje de todas las islas, donde la vegetación tropical surge entre espectaculares precipicios de basalto. Tan sólo cuatrocientas personas habitan esta isla remota y solitaria, fiel reflejo de cómo es la vida en el confín del mundo.

El Lado Salvaje del Paraíso:

ISLA FATU-HIVA.El mito de encontrar el Edén en la tierra hace que estas islas sean el hogar de navegantes solitarios que buscan el aislamiento y sustentan la utopía de encontrar el nirvana.

Fuentes

Véase También