Jesús Sosa Blanco

Jesús Sosa Blanco
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Criminal de guerra de la dictadura de Fulgencio Batista
Nacimiento1907 o 1908
San Antonio de Río Blanco, La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento18 de febrero de 1959
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteFusilamiento
Conocido porEl Incendiario y El Torturador de Oriente

Jesús Sosa Blanco. Militar. Uno de los más notorios criminales de guerra durante la dictadura de Fulgencio Batista, autor de asesinatos de decenas de campesinos, incendios de caseríos enteros, robos, torturas y maltratos perpetrados en la zona de la provincia de Oriente donde fuera jefe militar. Fue capturado posteriormente al Triunfo de la Revolución y condenado a muerte por sus crímenes el 18 de febrero de 1959.

Síntesis biográfica

Nació entre los años 1907 o 1908 en San Antonio de Río Blanco, La Habana, Cuba.

Se graduó de la escuela de oficiales del ejército constitucional Cubano. Estuvo destacado en Columbia y perteneció al equipo ecuestre.

Después del golpe de estado de Fulgencio Batista fue removido del equipo ecuestre y asignado a un pueblo de campo, y más tarde establecido al comando de Sánchez Gómez en la Fortaleza de la Cabaña.

Trayectoria

La filosofía de Sosa Blanco era la de matar a cualquiera. Le daba lo mismo un campesino que un insurgente.

Fue el autor de una de las matanzas colectivas más atroces y crueles que recuerde la historia de Cuba. En unas horas dejó sin vida a más de 45 habitantes de El Oro, en el actual municipio de Guisa[1].

Asesinó a nueve miembros de la familia Argote en Oro de Guisa, el 10 de octubre de 1957 y mató también a Hernán Peña Leyva, un soldado que se quejó de ese hecho[2].

Fue capturado posteriormente al Triunfo de la Revolución.

Juicio

Sosa Blanco durante el juicio en la Ciudad Deportiva

El justo escarmiento a los responsables de la muerte de más de 20 000 compatriotas en los siete angustiosos años de la dictadura de Fulgencio Batista fue una de las promesas de la Revolución cubana desde los días de la lucha contra los cuerpos represivos del régimen, acostumbrados a torturar y asesinar a sus prisioneros.

Es así como en las primeras jornadas de la Revolución triunfante, en enero de 1959, las nuevas autoridades se vieron de pronto ante el dilema ineludible de decidir en breve plazo una solución justa y expedita al problema que representaban miles de servidores de la tiranía derrocada encarcelados, acusados de crímenes horrendos.

De ahí que, en acatamiento de esas premisas y de acuerdo con las leyes de guerra aplicadas por el Ejército Rebelde a lo largo de la lucha insurreccional, se iniciaron los Juicios Revolucionarios ejemplarizantes a aquellos culpables de asesinatos y atropellos de todo tipo contra la ciudadanía[3].

Los primeros juicios fueron efectuados en la provincia de Oriente, y el 23 de enero de 1959 se inició en el Coliseo de la Ciudad Deportiva el juicio contra Sosa Blanco, considerado como uno de los más notorios criminales de guerra de la dictadura de Batista, donde se le instruyeron cargos por su responsabilidad en 108 asesinatos[4].

Durante el juicio quedó en evidencia la culpabilidad de Sosa Blanco como autor de asesinatos de decenas de campesinos, incendios de caseríos enteros, robos, torturas y maltratos perpetrados en la zona de la provincia de Oriente donde fuera jefe militar[5].

Arístides de Acosta fue el abogado de oficio de Sosa Blanco, e hizo una excelente labor profesional intentando salvar la vida del criminal de guerra. El tribunal reconoció la ética con que actuó ese defensor de oficio.

En su defensa, esgrimió el argumento de que:

" la guerra es la guerra y de bando a bando se sufren las consecuencias"

Jorge Serguera, quien actuó como Fiscal, señaló otros hechos criminales y vandálicos ordenados por Sosa Blanco, a quien la población identificaba indistintamente como El Incendiario y El Torturador de Oriente.

La fiscalía solicitó la pena de muerte para este notorio criminal, dadas las pruebas acusatorias presentadas. El juicio terminó a las 2 de la madrugada del 24 de enero, y a las seis de la mañana el tribunal dio a conocer su veredicto: pena de muerte por fusilamiento[6].

Hubo una apelación de la sanción y el 16 de febrero se celebró un nuevo juicio. Se presentaron nuevos testigos y nuevas pruebas. La decisión del tribunal fue ratificar la sanción.

Muerte

Dando cumplimiento a la pena impuesta por la fiscalía, Sosa Blanco es fusilado el 18 de febrero de 1959.

Referencias